"Morí traicionada por el hombre que debía amarme... y por la sangre de mi propia hermana."
En su vida pasada, Aelina Valemont, Reina de Thalair, fue humillada y asesinada por su esposo, el Príncipe Heredero, y por su hermana. Sus padres también fueron ejecutados bajo falsas acusaciones.
En su último suspiro, Aelina juró venganza.
Ahora, ha despertado en su cuerpo de 16 años. El día de su boda con el príncipe cruel se acerca... pero esta vez, el destino cambiará.
En el altar, rechaza públicamente al príncipe.
Sabe que ha firmado su sentencia. Su familia sigue en peligro. Y sola, no podrá vencer a un enemigo tan poderoso.
Por eso comienza a buscar aliados. Hombres fuertes, peligrosos, capaces de cambiar el curso del reino. Pero lo que empieza como un plan frío, se transforma en una red de emociones que no podrá controlar:
Un caballero leal.
Un archimago distante.
Un noble rebelde
Un asesino en las sombras.
Un príncipe extranjero con su propia agenda.
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Una alianza obscura como la noche
El frío de la Biblioteca Imperial parecía penetrar hasta los huesos. Aelina sostenía firme la daga, preparada para lo que viniera.
El encapuchado bajó lentamente su capucha, revelando un rostro que conocía demasiado bien.
—Lord Merek... —musitó ella, con la voz apenas firme—. Consejero de Finanzas. Viejo amigo de mi padre. Hombre respetado... y corrupto.
Merek sonrió, una sonrisa siniestra.
—Sí, estuve con Darius porque me convenía. Pero tu regreso ha cambiado las reglas del juego. Tu fuerza y esa osadía que posees... no puedo ignorarlas.
Aelina frunció el ceño, desconfiada.
—¿Qué es lo que queréis?
El consejero se acercó sin prisa, con la mirada calculadora.
—El príncipe me ha colmado de riquezas, pero sé que su caída es inminente. Y tú podrías lograrlo. Te propongo un trato: información a cambio de protección futura.
Aelina apretó los labios.
—¿Y por qué debería creerte?
Merek soltó una risa amarga.
—Porque si no fuera así, te habría gritado traidora y ya tendrías guardias encima. En cambio, te he citado en privado. He apostado por ti, Aelina.
Ella no mostró debilidad.
—Habla.
Con solemnidad, Merek desenrolló un pergamino.
—Aquí está la lista secreta de nobles que financian a Darius... incluyendo a tu tío materno.
El corazón de Aelina se paralizó un instante.
"Tío Aldren... ¿tú también?"
—Tómalo. Piensa en nuestra alianza.
Antes de marcharse, lanzó una última advertencia.
—No todos a tu alrededor son leales. Hay alguien cerca, dispuesto a vender tu vida por un susurro.
Aelina quedó sola, con el pergamino ardiendo entre sus manos.
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Al salir, la luna había desaparecido del cielo. Pero no estaba sola.
Kael y Aurelian la esperaban, con rostros marcados por la preocupación.
Kael fue el primero en hablar.
—¿¡Qué pensabas, viniendo sola!? ¿Estás loca?
Aurelian tomó su brazo con cuidado.
—Mi lady, si algo te hubiera pasado...
Aelina alzó la voz, firme.
—¡Basta! No sois mis guardianes. Agradezco vuestro apoyo, pero no permitiré que me traten como una niña.
Kael la miró con intensidad.
—No eres una niña. Eres la mujer por la que daría mi vida. Y verte actuar así... me duele.
Aurelian murmuró con sinceridad.
—Yo también habría muerto por ti esta noche.
El pecho de Aelina se apretó por la emoción contenida.
—Lo sé. Pero debo jugar mis propias cartas.
Sin más, se giró y se alejó, dejando a ambos hombres en medio de su impotencia.
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Al amanecer, Aelina corrió a los aposentos de Lucas.
Los médicos la recibieron con una sonrisa alentadora.
—Ha despertado.
Entró sin dudar.
Lucas, pálido y débil, la saludó con una sonrisa tenue.
—Mi lady... no creí que volvería a ver tu rostro.
Ella tomó su mano con ternura.
—Te salvaste. Pero no vuelvas a arriesgarte así.
Lucas apretó sus dedos.
—Por ti, lo haría mil veces.
Aelina besó suavemente su frente.
—Recupérate. Te necesito fuerte para lo que viene.
Lucas cerró los ojos, esbozando una sonrisa débil.
"No puedo permitirme perder a nadie más."
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Esa misma tarde, Aelina recibió una invitación formal: un té con la princesa Elira, la prometida oficial de Darius.
"¿Una trampa? Seguro." pensó.
Asistió con elegancia, una sonrisa fría dibujada en los labios.
Elira la recibió con fingida cortesía.
—Lady Aelina... me alegra veros recuperada. Permitidme ofreceros este presente.
Le entregó un pequeño estuche de marfil.
Aelina lo abrió lentamente.
Dentro, un anillo antiguo: el que perteneció a su madre y que desapareció el día que murió.
Sus ojos se congelaron.
—¿Dónde conseguiste eso?
Elira sonrió con frialdad.
—Los objetos viajan... a veces vuelven a quien deben pertenecer... o no.
Aelina supo en ese instante que Elira conocía más de lo que mostraba.
Alzó la copa con elegancia.
—Por vuestra salud, princesa.
No bebió ni una gota.
Cuando Elira bebió, un insecto muerto cayó en el borde de la copa de Aelina.
"Intento de envenenamiento."
Sonrió con frialdad helada.
—Vuestra hospitalidad será inolvidable.
Se retiró sin tocar la bebida.
"Esto ya es personal."
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Más tarde, en su torre, Aelina desplegó el pergamino de Merek.
Marcó cada nombre, uno por uno.
"Empezaré por el más débil. Desde las sombras, romperé la red de Darius."
Kael apareció sin avisar.
—Mi lady... fallé. No supe protegerte.
Aelina tomó su mano con firmeza.
—No habéis fallado. Pero algunas batallas son mías. Esta guerra, sin embargo, es nuestra.
Kael besó su mano con respeto.
—Entonces lucharemos juntos.
Unos minutos después, Aurelian entró con noticias frescas.
—Mi lady, uno de los nobles de la lista será vulnerable en la próxima cacería real. Un lugar donde todo puede pasar.
Aelina sonrió con determinación.
—Perfecto. Que se prepare. El tablero se mueve y hoy colocaré mi primer peón.
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Cuando se quedó sola, recibió otra carta, sin firma.
"Sabemos que te mueves contra Darius. No estás tan sola como crees. Espera nuestra señal."
Aelina quemó la carta sin vacilar.
"¿Aliados ocultos? ¿O un nuevo enemigo?"
Miró por la ventana.
—Que comience la cacería.
si ya se que hay muchas incoherencias en ciertos capitulos y lo estoy arreglando de a poco.
la verdad que no es muy buena idea hacer varias novelas al mismo tiempo.