Valentina Román es alegre, entusiasta, divertida, alguien llena de luz, enamorada por muchos años de Rafael Alcázar uno de sus mejores amigos, el problema el es un Playboy consagrado, por lo que su amor por el es solo un sueño, imposible de cumplirse ¿o no?
¿Que pasa cuando lo imposible sucede?, pero de pronto todo se desploma convirtiendo el sueño en pesadilla.
Acompáñame a averiguarlo.
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Titulares
Valentina se quedó de piedra por un segundo, estaba segura de que él ya se había ido y sin despedirse, pero ahora contrario a eso, ese hombre estaba allí frente a ella preparándole el desayuno.
La escena era completamente irreal para ella, pero después de unos segundos donde su mente conecto nuevamente con la realidad puso su expresión seria.
- ¿No crees que te estas poniendo demasiado cómodo en mi casa? – Inquirió ella levantando una ceja, en un intento de no demostrar sus emociones, aun así, acercándose para recibir la taza que amablemente Rafael le extendía.
- No lo creo. – Respondió el. – Tu casa es la mía, recuerdas. – Dijo guiñándole un ojo coqueto.
- Así era. – Le recordó ella. – Ahora no es lo mismo, no te hagas ilusiones. – Negó ella.
- Ve a tomar asiento, ya sirvo el desayuno. – Dijo Rafael manteniendo su sonrisa, lo mejor era cambiar de tema, y a decir verdad era que Valentina estaba disfrutando del momento por lo que decidió seguir las indicaciones y fue a la mesa a sentarse para esperar el desayuno.
La situación le seguía pareciendo a Valentina sacada de una película romántica, Rafael iba y venía mientras el delicioso aroma a huevos recién hechos y pan tostado se extendía por todo el apartamento, llenando el lugar de una hermosa calidez.
Un lugar que Valentina apenas había llegado a habitar hacia tres días, ahora parecía un hogar y ese pensamiento le dio tanta alegría como nostalgia, porque, aunque en ese momento todo era hermoso, ella sabía que las cosas no estaban arregladas, su corazón cedía, pero su mente siempre alerta le recordaba el pasado y se oponía tajantemente a caer de nuevo.
Aun así, no podía negar que todo lo que veía la estaba conmoviendo demasiado, sobre todo cuando dio el primer sorbo a su café y descubrió que estaba en su punto perfecto, con la cantidad de café exacta y media cucharada de azúcar, exactamente como a ella le gustaba.
Una sonrisa sincera se extendió en sus labios y Rafael que había estado muy atento se emocionó, hay cosas que no cambian pensó para sí.
Pronta la mesa estuvo lista, la cual fue cuidadosamente servida: frutas cortadas con precisión, huevos revueltos, jugo de naranja y una flor improvisada en un vaso de cristal.
En cuenta Rafael tomo asiento después de haber terminado su trabajo, la mirada de Valentina se posó en él, Sus ojos se encontraron por un segundo, y en ese instante algo en ella pareció aflojarse. No era perdón, pero sí una grieta en el muro de orgullo y dolor que los separaba.
- Debo admitir que esta decente. – Comento Valentina con fingida indiferencia, la verdad era que estaba completamente entintada con lo que veía.
- Pues muchas gracias, lo tomare como un halago. – Dijo Rafael con calma, la conocía lo bastante bien para saber que estaba encantada, además que ese era su desayuno favorito, lo sabía de primera mano.
Ella siguió como si nada y llevo a su boca el primer bocado, con eso fue suficiente para que su corazón vibrara, era exactamente ese sabor el que ella amaba, Rafael sabía perfectamente el punto de los huevos que ella amaba y como no si habían sido amigos por años y el en todo ese tiempo aun cuando tenía diferentes parejas, siempre estuvo pendiente de ella y de cumplir cada uno de sus caprichos por lo que conocía de primera mano sus gustos.
El desayuno transcurrió en un silencio cómodo, donde ninguno de los dos tenía la intención de romper el hechizo que los envolvía en una extraña paz.
A momento se daban furtivas miradas, una que otra sonrisa, el ambiente era agradable, pronto el desayuno termino y aunque Valentina se ofreció a recoger la mesa, Rafael no se lo permitió, siendo el quien se puso de pie para llevar todo a la cocina y limpiar.
Valentina no lucho, solo lo dejo ser y como era fin de semana decidió para distraerse, prender la televisión.
Grave error
La sonrisa se le borró al instante.
Pues en la pantalla, imágenes de Rafael y Sonia inundaban los titulares, fotos tomadas el día anterior justamente en la entrada del hotel donde ella los dejo, pero en donde se veían muy íntimos.
“¿Reconciliación a la vista?”
“Rafael Álvarez y Sonia Hernández podrían retomar planes de boda.”
Valentina se quedó congelada justo donde estaba. Sin siquiera saber cómo debía reaccionar ante tal cosa. Luego, con una risa incrédula, lo miró.
Pues Rafael apenas escucho su nombre salió corriendo de la cocina con un pocillo lleno de jabón en sus manos.
Los ojos se le querían salir al ver la televisión donde mostraban las imágenes y la reportera no se detenía allí.
- Hemos hablado con alguien muy cercano a la pareja y nos indica que la pareja siempre ha estado junta, solo que por diferentes motivos habían aplazado la boda, pero que pronto tendremos noticias. – Sonreía la presentadora mientras que Rafael se quería morir, ahí mismo.
- Val, te juro que eso no es. – Quiso defenderse Rafael, pero era tarde Valentina ya no estaba escuchando, ya no razonaba, de pronto revivió todo desde aquella noticia.
- Ah, ¿no? – Cuestiono llena de ironía. – Porque a mí me parece exactamente lo que es. – Dijo mientras lo señalaba con molestia. – ¡Fuera de mi casa! – Grito completamente fuera de sus cabales, poco le importaba que aun tenia puesto el delantal o el pocillo en sus manos, solo tomo su saco que estaba encima del Sofá y se lo tiro para sacarlo de allí.
- Amor, déjame explicarte, no… - Decía Rafael mientras ella lo empujaba hacia la puerta
Pues Valentina estaba a otro nivel de entendimiento en el que no quería escuchar ni una palabra más.
- ¡Fuera! —gritó, señalando la puerta con una furia absoluta, no sabía si estaba más enojada con él o con ella misma por haber cedido, por caso caer de nuevo. – ¡Y llévate tus explicaciones baratas contigo!
Rafael no tuvo más opción, ella estaba demasiado molesta, cualquier cosa que hiciera o dijera en ese momento solo la molestaría más, por lo que solo se dirigió a la puerta.
Él la miró un segundo más con algo en la mirada que ella no supo descifrar, una mezcla de pena y frustración, eso antes de que Valentina cerrara la puerta con un golpe seco denotando el nivel de su furia.
Luego se fue, dejando el eco de la puerta cerrarse sobre sus esperanzas, aun así, decidido a revertir la situación y sabía exactamente por dónde empezar.
espero que cuando Rafael llame a Valentina otra vez esta responda y le cuente que Sonia fue a verla