Ivin quiere lo mejor para su familia y por eso esconde un secreto: por las noches es dama de compañía. Durante una noche de trabajo, se reencuentra con su crush de toda la vida. ¿Qué podría pasar cuando tu primer amor te confiesa estar enamorado de ti, pero tú estás en alquiler para otros hombres? ¿Por qué el amor es difícil a veces? ¿Por qué estamos aquí? ¿Por qué el amor no siempre nos salva?
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MASOQUISTA
¿Cuáles eran sus pensamientos en este instante? Si tan solo pudiera tener la capacidad de leer su mente, yo podría...
—¿Cómo me lastimarías?
—¿Puedo hacer que este moretón vuelva a aparecer?
Me causo curiosidad su petición.
—¿Cómo harías eso?
—¿Si me dejas lastimarte de la buena forma?
¿Qué hubieses elegido tú? Ten en cuenta que mi deseo de sentir dolor era algo inexplicable, que los moretones siempre me gustaban y que yo misma solía buscar la forma de lastimarme para poder obtenerlos. ¿Yo estoy mal de la cabeza? ¡La neta sí! Pero esa sensación de dolor era de mis favoritas. ¡Un placer indicado!
—Bueno. ¿Me vas a golpear?
—No. Necesito que te acuestes en tu cama.
Su petición me sorprendió todavía más.
—Va, solo déjame poner música. Necesito Vaporwave en la sangre.
—¿Vaporwave?
—Musiquita chida para gente chida.
—No había escuchado de ese género.
—Hoy lo escucharas.
No me tarde demasiado en encender la música, elegí a oDDling para que tocara en el ambiente, Illusory comenzó a sonar.
—¿Entonces quieres que me acueste?
—Sí, boca arriba.
Subimos a mi cama.
—No sé qué es lo que planeas, pero bueno. ¡Estoy loca por dejarte hacer esto! Y tú también lo estas por querer hacerme esto.
Sus ojos habían tomado un color peculiar, era algo tenue, quizá un poco oscuro lo que podía ver en su mirada. ¿Cuál era su deseo?
—Yo sé que estás un poco loca y esta genial. ¡Me gusta!
—¿Te gusta mi locura?
—Siempre me pareció interesante. ¡Nunca le tuviste miedo a nada aun cuando te hacían daño! Eras muy atrevida.
Me reí, no pude contenerlo. ¡La neta es que si era bien atrevida!
—Bueno pues. Ya quiero que me hagas esto. ¡Lastímame!
Intercambiamos sonrisas.
—¿Estás lista?
—Aja.
Sus manos me tomaron de ambas mejillas, sentí el poder de su mirada arriba de mis ojos. Nuestras respiraciones chocaban de forma intensa, era huracán lo que nuestras almas irradiaban y en ese momento ninguno de los dos quiso tomar la iniciativa en ser más que una simple mirada. Su pulgar comenzó a trazar círculos por mi hematoma, suave, delicioso, la mejor sensación que podía experimentar. Un dolor que fue aumentado constantemente a medida que su pulgar presionaba. ¡Esto era perfecto! Arqueé mi espalda, había fuego en sus pupilas, se relamía los labios y deseé que su lengua se apoderara de mi cuello. ¡El dolor me hacía desear su cuerpo!
—¡Ahggg! —me mordí los labios.
—¿Te duele?
—Sí.
—¿Te gusta?
¿Que debía responderle? ¿Qué era lo que más me gustaba de esta situación? ¿Su mano sobre mi rostro? ¿El aroma de su perfume? ¿Su cuerpo casi encima del mío? ¿Que era? Mi crush estaba haciendo cosas que no imaginé experimentar con él.
—Sí. ¡Me gusta esa sensación! ¿Podrías apretar más?
El tono de mi voz era el resultado de un placer extremadamente inexplicable. ¿Disfrutar del dolor? ¿Hematomas de amor? ¿Que era todo esto?
—Tus ojos son de color café miel ahora que los veo más de cerca. Había olvidado el tono. ¡Tienes la mirada muy tierna! Aquí estás devuelta Ivin de la primaria.
—¿Que recuerdas de la Ivin de la primaria?
La presión aumentó, no me molestaba en lo más mínimo tenerlo unido a mi pómulo.
—Era un niña chaparrita, muy lista, demasiado risueña y algunas veces indefensa. Le encantaba el arte, los libros, jugar a las escondidillas y comer gomitas con chamoy.
¡Ella era una niña muy inocente a pesar de todo! ¿En qué se había convertido esa niña inocente?
—¿Y ahora qué piensas de esa niña?
Enarca sus cejas. Justo cuando sus labios se movieron para hablar, noté un hilo de sangre dibujado en su labio inferior.
—Creo que no has cambiado mucho.
Sonreí.
—¡Tu labio!
—¿Que tiene?
Subí mi mano derecha hasta su boca y fue el turno de mi pulgar, tocar su labio.
Esa fue la primera vez, después de mucho tiempo, que me atrevía a tocarle de forma muy cercana. Rocé su piel y hubo una electricidad fugaz. La sangre se adhirió a mi pulgar, sentí una tensión deliciosa entre nosotros y neta, te lo prometo, que estuve así de querer darle un beso en los labios. ¡Por poquito, nomas!
—Tu labio está partido.
—¿Enserio?
—Sí. Yo creo que por el frío de esta mañana.
Le enseñé mi pulgar manchado de su sangre.
—¿Tienes bálsamo labial?
—Ajá. Si quieres ya puedes dejar de presionar mi mejilla.
—Claro.
En un movimiento rápido terminé sentada en la cama y él estaba demasiado cerca de mi rostro. Era como si nos estuviéramos mirando con expectativas de que algo más sucediera entre nosotros.
—Si quieres límpiate con papel, mientras yo busco el bálsamo.
Me bajé de la cama, mis nervios parecían ser estables. Busqué en mi cajón del escritorio y encontré el bálsamo de cereza. Mi celular comenzó a sonar en ese instante.
—¡Hola Ivin! ¿Cómo estás?
—¡Muy bien! Todo tranquilo conmigo. ¿Tú cómo estás?
Caminé hasta la cama y le di el bálsamo a Gerardo. Sus ojos se llenaron de curiosidad mientras yo atendía la llamada de Jon.
—Pues estoy en el trabajo. La verdad que estoy muy aburrido.
—Deberías hacer algo para quitarte ese aburrimiento.
—No lo sé. Como que no hay mucho que yo pueda hacer.
—Deberías comprar algunas frituras para matar el tiempo. Supongo que si estás aburrido es porque seguramente no hay mucho trabajo.
—Bien que le atinaste. Tomaré tu consejo.
—Vale.
—¿Cómo amaneciste?
—Pues bien. Se me hizo un poco tarde para el trabajo porque me desvele.
—¿Y eso? ¿Culpa mía?
—¡Culpa tuya!
Gerardo me lanzo una mirada inquisitiva, preferí ignorarlo.
—¿De verdad? ¿Tu mamá te castigo por llegar tarde?
Me reí.
—¡Nah! No es cierto, andaba haciendo otras cosas. Mi mamá no me castigo.
—Ah bueno, ya me habías preocupado. ¡Que por mi culpa!
—Te la creíste.
—La neta sí. Oye.
—Que.
—¿Tienes planes para esta noche?
¿Tenía planes?
—Sí. ¿Por?
—Es que, bueno, si estabas libre, quería invitarte a cenar.
—¿A los tacos?
—¡Ándale! ¿Se te antojan?
—La neta sí. Pero no creo poder acompañarte hoy.
—Sí, no hay problema. Quizá podremos ir otro día a los tacos.
—Yo creo que sí. ¡Gracias por la invitación!
—No agradezcas. ¡Ya sabes! Lo hago con todo el gusto de mi alma.
¿Cuál era el gusto de su alma? ¿Estar conmigo? ¿Tener mi compañía? ¿Buscaba otra cosa en mí?
—Vale.
—¡Cuídate Ivin!
—Tú también. Abrígate, porque tal vez haga mucho frío esta noche.
—Por supuesto. Gracias por preocuparte. Sonreí.
—¡Adiós!
—¡Adiós!
Finalice la llamada.
Manuel me miraba con mucha atención. Había aplicado un poco de bálsamo sobre su herida y sus pupilas parecían estar muriendo por saber sobre mi reciente llamada.
—¿Ya estás mejor? —le pregunté sentándome a su lado.
—Sí. Gracias por el bálsamo.
—De nada. Qué bueno que tenía.
—¿Te gustó lo de tu moretón?
—Sí, me dolió chido. ¡Gracias!
—No agradezcas, quería hacerte sentir bien. ¡Complacer a una masoquista no es tan difícil!
Sus palabras me hicieron mirarle de forma curiosa. Parecía que estaba controlando su necesidad por saber sobre mi llamada.
—¿Que harás esta tarde? —preguntó él.
—Aún no lo sé. Lo más probable es que duerma temprano porque ayer me desvele pintando hasta la madrugada.
—¿Llegaste muy tarde anoche?
—No. Llegué a las diez porque hasta esa hora fue que mamá me dio permiso.
—¿Jonatan te marco?
—Sí.
—Está muy interesado en ti ¿no?
¿Esos eran celos?
—Lo normal diría yo. Somos amigos, así como tú y yo.
Enarcó sus cejas. ¡Yo me lastime con esas palabras!
—Ivin.
—¿Sí?
—¿Te gusta Jonatan?
—¿Por qué la pregunta?
—Bueno solo tengo curiosidad.
—Mmmmm. Pues verás. Me gusta un poco.
Me sorprendió mucho ver el calor de Manuel al preguntarme sobre mis sentimientos.
—¿Por qué sientes eso?
—Creo que es un buen tipo.
—Eso parece.
—¿Y qué hay de ti? ¿Te gusta alguien? En la primaria todas se morían por ti y eras el crush de casi todo el mundo. Era obvio que siempre fuiste el chisme más romántico de muchos corazones.
Mis palabras le sacaron una sonrisa llena de picardía.
—¿De verdad? La neta no había pensado en eso.
—Si. Hablo en serio. ¡Fuiste el guapito de nuestra clase!
—Me había olvidado de todo eso.
—¿De verdad?
Asintió.
—Yo tuve una novia, la ex por la que te pedí consejo el otro día. Bueno, ella me hizo sentir muchas cosas, más cosas de las que imaginaba. Ella es guapa, muy linda y tiene cualidades bien chidas. Es solo que llegó un punto en el que prefirió alejarse de mí porque yo solo era una cara bonita y ella quería más que eso. ¡Yo deje de hacerla sentir amor!
—¡Que! ¿Hablas enserio?
—Sí. De momento ella dejó de sentir amor por mí y yo no fui capaz de poder llenar esa necesidad. ¡Terminamos! Una cara bonita no te garantiza el amor.
—Supongo que quedaron las cosas bien entre ustedes.
—Pues no realmente. Ella me engañó con un amigo de la preparatoria. ¡Qué cosas!
Y yo que creía que alguien como Manuel jamás en su vida iba a experimentar desamor.
—¡Oh! Pues lo siento. Yo...
—¡Me da mucho gusto estar de vuelta contigo!
Me interrumpió y era como si él no necesitara escuchar mis lamentos por aquel amor fallido de su pasado.
—A mí también me da gusto que estés de vuelta. El tiempo se fue bien rápido.
—¡Ya sé! Y a veces me gustaría que el tiempo nos hiciera olvidar cosas de forma rápida.
—¿Quieres olvidar tu desamor?
—Si.
—¡Tranquilo! No eres el único que sufre por cuestiones emocionales. Yo también estoy sufriendo por cosas sentimentales y sé que lo único que nos queda por hacer, es tratar de seguir adelante. ¡Y que se jodan todos los que nos hacen sufrir!