OCTAVO libro de la serie ENTREGANDO MI CORAZON.
Tal vez muchos no recuerdan sus vidas en la temprana infancia, yo tampoco, pero lo que si recuerdo es que era feliz. No podía relacionar qué, quién o quiénes me daban ese sentimiento; pero si recuerdo que los perdí. Años después volví a ser feliz, pero no era algo duradero. Era un ida y vuelta que me dejaba vacía. En mi adolescencia, supe que buscar ser feliz era un sentimiento que ponía más presión y estrés en mi vida. A mis 18 años, renuncié por completo a esa tonta sensación... Para que, unos años después, poco a poco venga un tipo creído a querer destruir mi bien estructurado credo.
No recuerdo mucho mi temprana infancia, pero si recuerdo una sensación de malestar cuando estaba mi padre. Cuando no estaba él, todo era felicidad. Después, con su partida, fui feliz. Crecí rodeado de personas que me aman y que yo amo con todo mi ser. Crecí siendo sociable, seguro de mi mismo y el terror de los bullys. No me molestaba presionar los boton
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YUE (CAP. 17)
Con el paso del tiempo, ellos seguían con su labor, llevando a Yue con ellos. Recibió educación en casa y al cumplir los 18 años les dijo a sus padres que quería ir a la universidad. Estos siempre apoyaban todo lo que hacía y sabían que su hija era muy inteligente. Entonces la dejaron ir. Es en ese tiempo donde un huracán en Tahití se llevó la vida de sus padres. Ella quiso derrumbarse, pero siempre recordaba las palabras de sus padres diciéndole que así estén lejos ellos siempre la llevarán en el corazón.
Sus padres le dejaron una buena cantidad de dinero, para poder terminar sus estudios y eso haría. Adelantó muchos cursos y pidió traslado a la universidad de Kentucky. Es una de las mejores universidades deportivas en el ranking. Entonces, Yue está llevando dos carreras, ingeniería mecánica y fisioterapia. Teniendo 20 años, lleva cursos de 4to año, a dos años de acabar ambas carreras. Una chica genio en su totalidad.
Todo lo dicho está documentado, ya que salgo del cuarto de juegos (como lo llaman Layla y Cruz) con una gigantesca carpeta. Resse se acerca a mi y pasa su brazo por mis hombros.
+ ¿Te gusta tu nueva identidad? Será completamente tuya, sino mirame a mi, soy el ejemplo perfecto.
La rubia también tuvo un trabajo como el mío, solo con 2 años de diferencia.
- Después de esto, sigue dejándome sorprendida lo que ellos pueden hacer. Osea, tengo fotos de todos mis años.
Ella debe ver si sorpresa y admiración, y se ríe.
+ Lo entiendo totalmente, todo lo que pueden poner y sacar del sistema da asquito jajaja
Suelto una pequeña risa. Me abraza y entra al cuarto.
+ Hola, perra. ¿Me extrañaste?
× Te vi hace 1 hora, Resse...
Me alejo, sacudiendo mi cabeza. La manera que tuvieron de conocerse es hermosa. Yo también quiero amigos así, y algo dentro mío me dice que ya lo tengo con los Ogayar.
Estoy doblando la esquina y me choco con un pecho duro y cálido. Caulder me sostiene de los hombros y me aleja un poco para verme a los ojos. Se ve emocionado y solo puedo pensar que realmente es mi amigo.
* ¿Y? ¿Ya tenemos el nombre y la identidad de quién irá en el pizarrón en la parte de menores logros?
No puedo evitarlo, suelto una carcajada y lo abrazo. En algún momento de estas semanas, puedo saber que ese es su intento de broma para ocultar su entusiasmo por mi. Cuando siento sus brazos rodeándome, parece como si fueramos dos piezas de rompecabezas que encajan perfectamente. Me doy cuenta de lo que hice, me giro y lo vuelvo lanzar al piso. Escucho su risa.
* Vamos a tener que ponerle una regla a nuestra competencia, solo para ti Luna. No lastimar el brazo dorado de la nueva generación.
No le digo nada. Vuelvo a masajear su brazo; se ha vuelto una costumbre. Se levanta y estira su mano.
* Soy Caulder Montecristo. ¿Cómo te llamas, Luna?
Suelto una risa y estrecho su mano. Para él siempre seré Luna. Sintiendo una calidez y una suave electricidad corriendo por todo mi cuerpo. Eso se debe sentir tener un mejor amigo.
