⚠️𝗔𝘃𝗶𝘀𝗼 𝗜𝗺𝗽𝗼𝗿𝘁𝗮𝗻𝘁𝗲⚠️
𝗖𝗼𝗻𝘁𝗶𝗲𝗻𝗲:
🔺Faltas de ortografía
🔺Palabras vulgares
🔺Escenas sensibles para algunos lectores
𝙎𝙞 𝙪𝙨𝙩𝙚𝙙, 𝙣𝙤 𝙡𝙚 𝙜𝙪𝙨𝙩𝙖 𝙚𝙨𝙩𝙚 𝙘𝙤𝙣𝙩𝙚𝙣𝙞𝙙𝙤𝙙, 𝙖𝙝𝙤𝙧𝙧𝙚𝙨𝙚 𝙡𝙖𝙨 𝙙𝙚𝙣𝙪𝙣𝙘𝙞𝙖𝙨 𝙮 𝙨𝙪 𝙩𝙞𝙚𝙢𝙥𝙤. 𝙔 𝙨𝙞 𝙖 𝙪𝙨𝙩𝙚𝙙 𝙡𝙚 𝙜𝙪𝙨𝙩𝙖, 𝙗𝙞𝙚𝙣𝙫𝙚𝙣𝙞𝙙𝙤 𝙨𝙚𝙖 ❤
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ɴᴏ ᴘᴜᴇᴅᴏ ᴅᴇᴄɪʀʟᴏ... ¿ʏ sɪ ᴍᴇ ᴏᴅɪᴀ?
𝐸𝑚𝑖𝑙
Volver a casa fue como entrar a una celda de castigo.
No habían pasado ni cinco segundos desde que Emil cruzó la puerta y ya escuchaba los tacones infernales de Nicol bajando por las escaleras como si viniera poseída por el demonio del juicio.
— ¡Pero mirá quién volvió a la mansión! — exclamó, con esa sonrisa falsa que solo usaba cuando quería hundirlo. — ¿Y ahora? ¿Otra noche con drogas? ¿O estuviste en el suelo abrazado a una botella de plástico?
Desde la cocina, Karen asomó la cabeza como si hubiera estado esperando el momento.
— Capaz se fue con algún viejo asqueroso otra vez. ¿O no, Emilito?
Él no dijo nada.
No porque no tuviera ganas de contestar (porque sí, tenía muchísimas), sino porque simplemente no podía. No le salía la voz. Tenía la garganta seca y el alma hecha un lío. Se limitó a subir las escaleras arrastrando los pies, sin darles ni una mirada.
Escuchó a Nicol decir algo más —algo como “se le va a notar la adicción en la cara”—, pero ya ni le dolía. O tal vez sí, pero estaba tan saturado que ya todo dolía igual.
Cerró la puerta de su cuarto, se dejó caer sobre la cama sin quitarse ni los zapatos. El techo giraba levemente. El nudo en el estómago seguía ahí, quieto, como si su cuerpo supiera que algo estaba mal y no quería dejarlo olvidar ni un minuto.
...****************...
No durmió.
Cada vez que cerraba los ojos tenía pesadillas. Gente riéndose de él. Su padre gritándole que era una vergüenza. Paul dándole la espalda. Nicol gritándole “¡vas a parir como las perras callejeras!”.
En una de las pesadillas, incluso veía al alfa… pero sin rostro. Solo una silueta de poder, con la voz distorsionada, que decía: “Sos mío. Nadie más puede tocarte.”
Se despertaba sudando frío, con un dolor sordo en el vientre. No era fuerte, pero era constante. Como si su cuerpo quisiera recordarle a cada segundo que sí, sigue ahí dentro.
A la madrugada, recibió un mensaje de Alex:
\> Alex 💀:
¿Estás vivo o finalmente te comió un ente sexual con fobia al compromiso?
No respondió. Apagó el celular.
...****************...
Al día siguiente no fue a clase. Otra vez.
La idea de entrar al salón y que Paul lo mirara como siempre, con esa cara de “sé que estás ocultando algo”, lo mataba.
No podía hacerlo. No aún.
Pero Paul no era estúpido.
Y Emil olvidaba que, cuando se trataba de él, Paul tenía el modo sabueso activado.
...****************...
— ¿Me vas a decir qué mierda te pasa o tengo que secuestrarte y encerrarte en una habitación blanca hasta que escupas todo?
Paul lo interceptó en la entrada del campus, sin darle chance de escapar.
— Estoy bien — mintió Emil, dándose vuelta para mirar cualquier cosa que no fuera esos ojos inquisidores que tanto lo conocían.
— ¿Desde cuándo mentís tan mal? — Paul cruzó los brazos. — No me estás hablando. No viniste a clase. Tenés cara de muerto hace días. ¿Y no pensás decirme nada?
Emil bajó la mirada. Trató de decir algo.
Sintió la presión en el pecho, la lengua pesada, la garganta seca como si tuviera papel arena adentro.
— Yo… — empezó. Pero tragó saliva. Su corazón latía como un tambor de guerra.
No puedo. No puedo. No puedo.
— ¿Qué? — preguntó Paul, dando un paso más cerca.
— Nada. Es solo que… estoy estresado. Eso es todo.
Mentira.
Otra mentira más.
Paul lo miró con frustración, con esa cara de “te quiero matar pero también te quiero abrazar y cuidar”.
— Emil… — empezó a decir.
Pero no terminó.
Porque en ese momento, el estómago de Emil hizo un nudo tan fuerte que apenas alcanzó a girarse hacia el cantero del jardín y vomitó.
No fue un vómito escandaloso ni dramático. Fue como una rendición silenciosa de su cuerpo, como si ya no pudiera soportar más lo que él se negaba a decir.
Paul, lejos de asquearse, se acercó de inmediato. Le sostuvo el cabello, le frotó la espalda, y cuando Emil terminó, le dio una botella de agua que sacó de su mochila.
— Vas a decirme qué pasa. Sea lo que sea. No te voy a soltar, Emil. ¿Me escuchás?
Emil no pudo responder. Solo asentía, con los ojos llenos de lágrimas, temblando por dentro y por fuera.
Porque sabía que ya no podía ocultarlo más.
𝐓𝐨 𝐁𝐞 𝐂𝐨𝐧𝐭𝐢𝐧𝐮𝐞𝐝
También dijo que el alfa no cree que lo conozca, pero el Alfa ya le había mandado cosa a Emil. hay muchas incoherencias.