Un viejo enemigo altera la paz y tranquilidad que Bonnie construyó cuando se mudó, ella y su madre están más unidad luego de saber que su hija estuvo apunto de morir. Los amigos de Bonnie, están en constantes discusiones para saber si la buscan o no. Theo y Jia se encuentran con Bonnie e intentan sabotearla. Samantha (Samuel) esta decidida a buscar de nuevo a Bonnie y ganar de su confianza, no quiere volver a perderla.
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Empezar.
Ese mismo día por la tarde, Hansol se quedó conmigo acompañándome en todo momento, hablamos, y de nuevo tuve una conversación tan profunda y darme cuenta de que Hansol, es gay y que también está enamorado de Brandon, eso me puso muy contenta. Pero no podré aguantar las ganas de decírselo.
Kuan-Yin y Brandon volvieron a casa, con sus rostros apagados evitando el contacto visual, algo que no se puede evitar es que ellos no pudieron visualizar las cosas. Brando se mantuvo ser capaz de mí las últimas dos horas, antes de que abordará el taxi para ir al aeropuerto.
No tuve oportunidad de hablar con Samantha para contarle lo que me está pasando, pero supongo que Brando o Hansol ya le habrán contado.
—Bonnie, iré detrás de ti. — aviso Brandon.
—Pero yo iré a su lado. — la voz de Samantha, hace que todo volteen a mirarla. — Tienes que darle muchas explicaciones. —
—Samantha, te la dejó en tus manos. — hablo Kuan-Yin mirando de manera amenazante.
No hay mucho tiempo para despedirse pero puedo sentir que están cargados de puro odio. Jia no se quedaría con los brazos cruzados, llevaría su venganza al extremo y ahora que estoy volviendo al país en donde todo término, es perfecto para comenzar una nueva tortura.
Abordamos el avión y Santa me llevo a primera clase. No me sorprende. Sentada a su lado, veo la ciudad de Corea del Sur siendo iluminada por el sol, para que poco a poco pueda desaparecer. Siento como poco a poco esa felicidad desaparece, en segundos y tengo miedo de volver a donde estaba, volver al mismo lugar que tanto me costó salir.
—Nuestra segunda vez viajando juntas. — ladeo la cabeza mirándola confundida.
—¿La segunda? —
—Bonnie, la primera vez estabas dibujando. — me cubrir la boca al recordar.
—Sí, ese día perdí un dibujo... Fue el último que hice. — me lamente.
—Espero poder tener algún día, uno de esos hermosos dibujos. — su voz baja hace que mis músculos se tensen.
—Tranquila, cuando lleguemos prometo hacerte uno. — beso, su mejilla, al sentir que sonríe.
—Bonnie, no importa que pase, no me importa que si estás enojada conmigo, no me importa cuántas veces me equivocado, yo siempre voy a protegerte. — sus palabras provocan que mi piel se erice.
—Está bien, te creo. —
Me da un tierno beso en la mejilla, y me acercó a su lado abrazándome a su brazo, mientras que me quedo dormida.
7 horas después, me desperté por el movimiento del aterrizaje del avión, Samantha ya había acomodado todas nuestras cosas. Siempre me quedo dormida a cualquier lado al que voy y mucha más si tengo que viajar.
El avión aterrizó y nos bajamos, caminando por el aeropuerto Samantha pasa su brazo por mi cuello demostrando que solo algo más que simple, amigas. Hablando y mirando hacia delante, el saber que hay personas mirándonos me hace sentir que vale la pena demostrar que el amor si quiere puede lograrse.
Saliendo nos encontramos a Jay, con el auto estacionado nos subimos pero como siempre Jay nunca dice las cosas cuando estoy en frente. Y algo más grave paso.
Samantha se sube auto a la parte de atrás junto conmigo y Jay comienza a conducir saliendo del aeropuerto manejando por calle no reconozco hasta que un cartel me hace volver mis recuerdos.
—¿Por qué estamos en Pekín? — ella evade la pregunta.
—Tengo algo que mostrarte. — agrego ella.
—¿Samantha? — evita nuevamente el contacto visual.
—Vivirás en Pekín, un tiempo. —
—¿Por qué? —
Ella no volvió a responderme, evadió nuevamente la respuesta de mi pregunta. Odio cuando hace eso. El camino se hace corto, pero llegamos a un barrio elegante, en donde la gente sale con sus autos caros y ropa de marca. Hace menos de un año vivía en Pekín pero ahora resulta que ni siquiera puedo encajar en un tan simple como este barrio. La muralla, templos, turistas, etc. Un gran lugar para comenzar de cero mi vida.
La casa, de dos pisos, entradas para autos y portones eléctricos, hacen una muy gran diferencia en tu vida. Ahora que tengo que empezar de nuevo, un simple trabajo con un sueldo promedio, no le llegaría a agradar a la gente de aquí. Llegamos a la casa, cada casa en Pekín tiene un diseño antiguo, llamando la atención sobre todo de los turistas que viven por aquí.
Una casa de color blanca, flora por todos lados, en específico el árbol de sauce un camino de material para caminar y el otro de pequeñas piedras para el auto, una sola entrada, las puertas, tiene dibujos en los vidrios. Jay baja mi equipaje, y camina detrás de mí Samantha abre la puerta, el piso blanco, una mesa con la pata de madera y una base de vidrio con el borde dorado, una florero como decoración, pero vacío. Una escalera que forma una C, que lleva al segundo piso ala derecha una sala de estar con un juego de sillones de color gris, una chimenea con troncos de madera, a la izquierda un comedor con una gran alfombra en el suelo de color bordo, con dibujos de pétalos de Sakura.
Jay y Samantha se quedaron en la entrada, esperando a que terminara de inspeccionar la casa, pero la incomodidad que me produce el tener que saber que tengo que vivir en una casa de esta magnitud, me lleva a querer vivir en la calle.
—¿Y qué te parece? — pregunto.
—Es linda. ¿Es tu nueva casa? —pregunte irónica.
—Mia no, de Brandon… tienes que cuidarla. — aviso metiendo sus manos en sus bolsillo. — Brandon, vendrá en dos días tiene asuntos en Busan, así pide que cuides su casa hasta que vengas. Luego podrás mudarte a donde quieras. —
—Entiendo. Gracias Sam. — sonrió y dejo un tierno beso en su mejilla.
—Aquí están las llaves señorita Bonnie. — Jay me entrega un conjunto de llaves. —Por favor no dudes en llamarme, si necesita algo o pasa algo. —
—Bueno tenemos que irnos. Hablamos luego. —
Ella se gira para marcharse, pero a los segundos voltea besándome, sujetándome de la cintura me acerca a su cuerpo, los pasos de Jay alejándose se escuchan en toda la casa. La abrazo por su cuello, atrayéndola más hacia mí.
—Bonnie, será mejor que terminemos aquí… — hablo sobre mis labios.
—¿Y pasa si no quiero que termine? — pregunte.
—Deja de torturarme. — susurra, volviéndome a besar.
—Entonces deja de provocarme. — sonrió devolviéndole la sonrisa.
Cuando Samantha se fue junto a Jay el silencio que había en la casa es tan fuerte que comience a tararear, con mi valija en mi mano empiezo a subir por las escaleras hasta llegar a la parte de arriba, mirando corto pasillo que solo ocupa 4 puertas, y todas de un tono de color coral perlado.
Abro cada una de las puertas, mirando sus interiores pero todas están vacías, menos la última que contiene una gran cama, un armario y un pequeño sofá que parece de adorno.
—Supongo que dormiré aquí. — hable al entrar, n orando la gran cama. — En está cama caben 4 personas. —
Me siento y sacó mi celular, y los mensajes empezaron a llegar como agua en un diluvio. Mi madre es la primera a la que le conteste, pero su respuesta no fue del todo buena, ella no pensaba que sería deportada a mi propio país.
El simple hecho de leer sus mensajes, siento que está molesta y preocupada no puedo negarme mi madre está en una situación complicada y no quiero hacer la elegir, no ahora.
Y una vez más, pensar en mí, está de más. Abro los mensajes de Hansol, Luka y Chris preguntándome si estoy bien y si necesito algo. Pensé en salir a recorrer Pekín, y pedirles a los chicos que me acompañen, pero el mensaje oportuno de Samantha me arruina el día.
—Ni se te ocurra salir de la casa. —
Todo lo que no necesitaba para sacarme los ánimos. No quise responder su mensaje, me acuesto en la cama pero esos ánimos volvieron y en mi valija busco ropa para salir, guarde uno.
Me baño, y con la toalla envuelta en mi cuerpo miro el vestido más atrevido que Mei-Mei me regalo para mi cumpleaños. Miro la hora en mi celular y veo que ya son las 17:35 de la tarde, con tiempo empiezo a vestirme, maquillarme, peinarme, todo para sentirme mejor aún que no lo estoy.
Buscando una canción que pudiera levantarme los ánimos, reproduzco la primera canción que sale en la lista, moviendo mi cabeza al compa de la música, termino de maquillarme. Sujeto el vestido de las tiras mirándolo, rogando que nada se salga de control. El vestido de color negro con brillo, me quito la toalla y la dejo sobre la cama me pongo el vestido y con cuidado voy ajustando las tiras que pasan por mi espalda, completamente desnuda, paso mis manos por mi trasero sintiendo que tan corto es la parte de atrás y es corta. Es muy corta.
Sin impórtame demasiado, guardo mis cosas en la cartera y salgo de la casa con una sonrisa. Camino hasta el gran portón y salgo a la calle, llamo a un taxi esperando a que aparezca.