¿Mujer, Indefensa? |Duología Venganza #1

—¿No será mejor que vaya sola?

—Si, pero prefiero estar a tu lado por cualquier duda que se te pueda generar. Si todo va bien, regresaré al trabajo, ¿qué te parece?

Alma asintió.

—Me parece perfecto... —coloco una mano sobre la de él —A tu lado me sentiré más cómoda.

Valentín le beso la mano.

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—Ya puedes abrir los ojos

Valentín miró con asombro la tarta que había en la mesa.

—¿Y esto?

—Bueno, había pensado en compensarte con un pastel, pero luego se me ocurrió el paquete completo con todo y cena. —le sonrió

—Cada día me sales con algo nuevo.

Ella asintió.

—Dije que quería corregir ciertas cosas en mi vida, empezando con llevarnos bien.

Valentín le sostuvo el rostro mientras ella le miraba con una bella sonrisa.

—Te amo. —murmuró —De eso no tengas dudas, si bien, nuestro matrimonio empezó por conveniencia, me fui enamorando de ti con el pasar el tiempo... Amo todo de ti: carácter, pensar, ojos, labios, piel.

—¿Nunca me has llegado a odiar?

«—Tú...

—Lo siento. Pero es mejor decírtelo de frente.

—¿Quién es? Ne-necesito saberlo, ¿hay alguna manera de arreglar lo nuestro?»

Él sonrió.

—Nunca. —le beso con delicadeza

Alma suspiro de placer.

Valentín gruñó y la sentó en sus piernas mientras recorría su espalda con las manos.

Ella le aflojó la corbata con premura mientras él recorría sus piernas por el interior de su falda.

—¿Estás segura? —le preguntó, cuando sus labios se separaron en busca de aire.

Alma le miró a los ojos, tocando su rostro le sonrió.

—Te amo. —le beso

El corazón del peli café se agito con fuerza.

Con un rápido movimiento, levanto a la oji negra para recostarla sobre el sofá.

—Repitelo... —murmuró, besando su cuello

Ella se arqueo para darle acceso mientras que con las piernas rodeaba la cintura del oji verde.

Valentín en respuesta le mordió el hombro causando el jadeo de su esposa.

—Te... Amo... —ronroneo ella cuando los dedos de su esposo llegaron a aquella parte deseosa de atención.

Cerrando los ojos ante el placer, Alma se dejó llevar.

...[...]...

Al día siguiente, Alma fue la primera en abrir los ojos y comprobar que en efecto, lo de anoche, no fue un sueño.

No podía negar que sentía algo por su esposo. ¿Realmente nunca llegó a amarlo en estos cuatro años? Atento, cariñoso, Valentín era lo que toda mujer deseaba. ¿Por qué lo trato con tanta frialdad? Ciertamente no se sentía cómoda para hablar de su testamento con él hasta que supiera el contenido del mismo. Pero cuando lo supiera, tenía la esperanza de que él le respondiera todas sus preguntas.

Bajando de la cama mientras evitaba hacer ruido, se dirigió al baño para darse una ducha caliente antes de empezar el día.

Por alguna razón, luego de su visita a Anastasia Conde, ella había empezado a recordar cosas de su empresa mientras tomaba una siesta.

Tanto era lo que recordaba sobre ventas, diseños, marketing, administración, finanzas que se paso toda la tarde en su oficina leyendo documentos de la empresa así como armando plan de acción para cuando tomará el mando. Al final del día, estaba convencida de poder regresar a trabajar sin ningún problema.

Hoy era el día de comprobar si estaba lista para el gran cargo que debía tomar.

Cuando salió del baño, Valentín la esperaba en la habitación.

—Buenos días, esposa mía.

Ella le sonrió con cariño.

—Buenos días, bajaré a desayunar. ¿Qué gustas comer?

—Lo que tú quieras me viene bien —murmuró, besándo sus labios antes de entrar a bañarse también —Ahora te alcanzo.

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Luego del desayuno, ambos se dirigieron a la empresa.

Valentín miraba cada tanto a su esposa quien mantenía la vista sobre unos documentos.

—¿Qué pasa? —la oji negra le miró

—Solo compruebo que no tengas un ataque de ansiedad antes de llegar.

—Tranquilo... —le sonrió —Estoy bien.

El automóvil entró al estacionamiento subterráneo del edificio y aparco cerca de la entrada.

—Gracias Fredd. —Alma bajo rápidamente del vehículo mientras el peli café hacia lo mismo

Sin perder tiempo, la señora Rizzo entró al edificio seguida de su esposo.

Cuando la gente dentro la vio hacer acto de presencia, todos a su alrededor la reverenciaron rápidamente, algunos incluso se apartaron de su camino.

Alma, se dirigió a su oficina dejando asombrado al oji verde.

¿Cómo sabía que dirección tomar o hacia donde dirigirse?

Subiendo al elevador, Valentín tuvo que correr para no quedarse fuera.

—¿Todo en orden, querida?

—Si, ¿por? —cuestionó

—¿Haz recordado algo?

—No, pero creo que estoy preparada.

Las puertas del elevador se abrieron en su piso y al salir, rápidamente la oji negra se dirigió a la recepcionista.

—Buenos días.

La rubia alzo la mirada de su computadora y al verla, palidecio y casi se cae de su silla al levantarse con rapidez.

—¡Señora Rizzo! —se inclinó —Es bueno verla.

—Gracias Elena, necesito que me des un itinerario del día de hoy. Estaré en mi oficina.

—Claro, señora. Enseguida se lo llevó.

—Valentín.

Los tres miraron a un anciano caminar hacia ellos.

—Ahora te alcanzo. —el peli café se alejo de ellas

—Otra cosa Elena, consigueme un celular nuevo y llama a King para reservar una cita con el CEO. ¿De acuerdo?

—C-claro, ¿cuando le gustaría agendar la cita?

—Que él decida, no tengo prisa.

—Si, señora.

Alma se dirijo a su oficina y cuando entro, un escalofrío recorrió su cuerpo entero.

—Bien... —suspiró —Espero haber actuado bien.

No recordaba como se relacionaba con la gente de su empresa antes, sin embargo, si de algo estaba segura es que no podía ser del todo blanda. No había llegado o creía que no había llegado hasta ese puesto sin ser firme.

Valentín entró a la habitación.

—¿Todo en orden?

—Si, hay una reunión dentro de unos minutos.

—Bien, vamos. —sugirió dejando su bolso sobre el escritorio —¿Qué pasa?

Su esposo suspiró.

—No quieren que estés en la reunión.

—¿Me tienen miedo? —bufo —Vamos...

El oji verde la miró con admiración antes de sonreir y asentir.

—Vamos.

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Alma, seguida de Valentín, entraron a la sala de juntas.

—Buenos días señores...

Todos los hombres se levantaron de sus asientos con rapidez antes de inclinarse a modo de saludo.

—Bien, podemos empezar con la reunión. —la oji negra se dirigió hacia una silla

Todos se miraron entre si.

—¿Qué? —cuestionó —¿Tienen algún problema? —mirando al anciano que había hablado con su esposo, se dirigió a él —Señor Carrasco, entiendo que no le caigo bien y aunque mis recuerdos no estén completos del todo, si de algo estoy completamente segura es como llevar MI empresa. —enfatizó la última frase —Supongo que se acostumbraron a no tener quien les dirija pero, no se preocupen, estoy aquí nuevamente. —miro al hombre quien parecía que iba a exponer —Empieza —ordenó —Que no tengo todo el día. —dicho esto, tomó asiento

Todos se miraron entre si nuevamente antes de tomar sus respectivas sillas y escuchar al presentador.

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Cuando la reunión terminó, Alma regresó a su oficina junto a su esposo.

—Lo hiciste de maravilla, amor.

—Gracias...

Dos toques a la puerta sonaron antes de que Elena asomara del otro lado.

—Con permiso, le traigo su itinerario del día.

—Dejame verlo. —la oji negra tomó la tablet que le entregaba la oji verde —Tengo otra reunión a las tres... Perfecto. —le devolvió el aparato a la mujer —¿Algo más?

—Si, su celular ya está aquí —la mujer le entrego la caja —Me tome la libertad de preparalo y dejarlo listo para usarse.

—Gracias...

—Lamento no haberte conseguido uno antes. —se disculpo el peli café

—No te preocupes... —murmuró, mientras miraba el aparato —Después de todo no lo iba a usar antes de hoy. —le miró —¿No iras a trabajar?

—Yo... Eh... Si.

—¿Qué sucede?

Valentín suspiro.

—Esperaba decírtelo después, pero... —miro de reojo a la recepcionista

—M-me retiro.

La peli negra alzó la mano y detuvo el acto de la rubia.

—Quedate. —ordenó