Esta es la historia de Elena y Aarón.
Ambos ya enfrentan una dura situación, en donde una hija y su amor serán los motivos por los que ellos pelearan.
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La extraño.
En cuanto llegamos al restaurante, no me sorprende que Elena ya esté aquí, Ella se suelta de mi mano y corre hacia ella gritando su nombre. Elena se quita los lentes y se abrazan, por un momento una extraña calidez toma mi corazón ante la visión.
Llego hasta donde ellas y por primera vez, Ella no quiere sentarse a mi lado, incluso siento un poco de celos. Elena le habla sobre su trabajo y Ella sobre la escuela.
Me pregunto que hubiese pasado si nunca nos hubiera dejado, si nos hubiéramos casado, como sería nuestras vidas.
No puedo evitar apreciarla, siempre ha sido tan hermosa. Su piel, su cabello, lo que más me encanta de ella; sus ojos, sus labios, sus manos. Si existiera la perfección, bien podía decir que Elena es la definición de esa palabra.
Me halaga que Ella se parezco a mí, pero vivo encantado de que haya sacado sus ojos.
Durante media hora en silencio, las veo reír, hablar, jugar y me molesta, me molesta que ya tenga toda esta atención de Ella cuando apenas aparece. ¿Por recién ahora?
- Papi ~llama mi atención~
- ¿Sí, princesa? ~la miro~
- ¿Ya se conochian? ~nos mira a ambos~
- Bueno... ~¿qué debería decirle?~
- Sí, solo que yo me fui a vivir a otro lugar ~responde y le sonríe~
- ¿Y cómo se conochielon?
- Nos como en un lugar donde siempre hacen fiestas, fue hace mucho tiempo ~le responde y acepto que lo está manejando mejor que yo~
- ¿Y bailalon?
- Sí, bailamos ~me mira fijamente~ Tu padre baila muy bien.
- ¿Sí?
- Sí, no mejor que yo, pero tiene buenos pasos ~se alza de hombros y por primera vez en todo el tiempo que llevamos aquí, sonrío~
- Es que nosotlas las mujeles siemple somos mejoles ~dice Ella y río~
- ¡Así es! ~chocan las manos~
Veinte minutos después, Ella se sube a su regazo y posando la cabeza en su pecho se queda dormida. La veo acariciar su pelo, oliéndolo y cerrando los ojos como apreciando este momento. De hecho, estoy disfrutando de la vista.
Llamo al mesero y pago la cuenta. Creo que ya es hora de irnos.
- Gracias ~me dice y la observo en silencio unos segundos~
- ¿Por qué apareces ahora?
- Estoy cansada... No quiero seguir perdiéndome más momentos importantes en la vida de mi hija.
- Mentira ~apoyo los brazos en la mesa y me inclino un poco~ Usas lentes oscuros incluso aquí, sigues temiéndole a tu padre. Parece que el amor por tu hija no es más grande que el miedo a tu padre. No voy a permitir que tu familia se meta con mi hija.
- Aarón...
- Ya es hora de irnos.
Me levanto y procedo a estirar mis manos para tomar a Ella, pero ella aprieta el pequeño cuerpo de nuestra hija contra el suyo y me mira con miedo, como si le doliera dejarla ir otra vez. Suspiro y me hago a un lado señalándole la saliendo.
Ya afuera, caminamos hacía mi auto, abro la puerta trasera, la veo dejarla y asegurar su cinturón. Siento que el pecho me duele cuando le da un beso en la frente y susurra que la ama.
Rápidamente limpia sus lágrimas y se pone sus lentes mientras cierro la puerta. Nos quedamos en silencio unos segundos, quizá no sabemos como despedirnos.
- Entonces esa mujer... Kristen... ¿Estás con ella de verdad? ~alzo una ceja~
- ¿No me digas que esto es un reclamo? ~digo con burla~
- No, sé que no tengo derecho a reclamarte nada, pero me parece muy mal que busques a una mujer para que intente cumplir con un papel que solo me pertenece a mí.
- ¿Disculpa? ~río levemente~ ¿Crees que iba a esperarte toda la vida?, no seas ridícula, Kristen no vino a intentar nada, ella llegó a asumir un papel que te correspondía a ti ~da un paso hacía mi. Aunque no pueda ver sus ojos directamente, siento la profundidad de ellos~
- Ella no llego a nada porque yo no me he muerto, así que es mejor que le vayas diciendo porque he venido por mi hija.
- Lo que te duele es que haya encontrado a una persona que logró sacarme de la mierda en la que me dejaste ~le digo molesto y ella retrocede~ ¿Te casas con el hombre por el que me dejaste y me hablas de Kristen?, eres más egoísta de lo que pensé. Ni siquiera puedes darle una relación estable con su madre a nuestra hija como debería ser y estás aquí exigiendo, exigiendo cuando la porquería de tu padre y tu esposo siguen siendo más importantes ~no dice nada~ Adiós, Elena, tienes un matrimonio y una vida que necesita que le mantengas su fachada de perfección.
Paso de ella tropezando su hombro, rodeo el auto y me subo a mi lugar. No tardo en encenderlo y arranco cuanto antes.
Joder... Como me caga que tenga que volver a los brazos de se imbécil. Sabía que algo así iba a pasar. Elena solo vino para hacerme dudar de lo que se supone estaba seguro, para hacerme dudar de mis sentimientos por Kristen.
¡No es justo!
Mientras yo estoy aquí dudando de lo que siento, ella seguramente ni me piensa cuando está con el cretino de su esposo y me hierve la sangre.
Me cabrea que no pueda tocarla, que no pueda besarla y hacerla mía, menos cuando estuve a nada de flaquear y perder mis fuerzas. Estuve tan cerca... Quería besarla, probarla...
Soy yo con quién debería estar casada, soy quién debería ser su esposo. ¡Joder, tenemos una hija! La conozco como la palma de mi mano, nadie la conoce como yo, nadie conoce sus más íntimos secretos y deseos como yo. ¡Soy con quién debería estar!
A quién quiero engañar, ya no puedo y francamente no creo que quiera seguir negándolo, siento que ya no podré mantener esta fachada de hombre cruel y frío frente a ella, siento que en cualquier momento perderé todas mis fuerzas.
Paro el auto y suelto el aire retenido. Aprieto el volante y bajo la cabeza.
- Maldición... La extraño ~niego con la cabeza~ La he extrañado todo este tiempo.