Ecos Del Corazón.

La obra que David comenzó la tarde anterior había absorbido su atención por completo. Durante días, pasó horas frente al lienzo, perdiéndose en los colores y las formas que emergían bajo su pincel. Cada trazo era una meditación sobre su pasado, su presente, y el futuro que comenzaba a imaginar. Sin embargo, no se trataba de una obra fácil; a medida que pintaba, sentía que estaba desenterrando partes de sí mismo que había mantenido ocultas, incluso para él mismo.

Los días pasaban en un suspiro, y aunque el proceso era agotador, también era catártico. David se encontraba trabajando hasta altas horas de la noche, con Lucas acompañándolo en silencio, leyendo o simplemente estando allí, una presencia calmante que le recordaba que no estaba solo. Aunque no hablaban mucho durante esas horas, la conexión entre ambos se profundizaba, como si el arte de David también estuviera comunicando algo esencial entre ellos.

Una tarde, después de varios días de trabajo ininterrumpido, David dio un paso atrás para observar su progreso. La pintura estaba casi completa, y lo que veía en ella lo dejó sin aliento. Había capturado algo visceral, algo que parecía trascender lo meramente personal para tocar una verdad universal sobre el dolor, la pérdida, y la redención.

El centro de la composición estaba dominado por una figura abstracta, formada por fragmentos de luz y sombra, que parecía emerger de un vórtice de colores oscuros. A su alrededor, pequeñas figuras flotaban como recuerdos distantes, representando diferentes momentos de la vida de David: la pérdida de su madre, su batalla contra la enfermedad, sus relaciones pasadas, y finalmente, su conexión con Lucas. Cada uno de estos elementos estaba conectado por finas líneas doradas que irradiaban desde el corazón de la figura central, simbolizando el hilo invisible que había unido cada experiencia en su vida.

David se dio cuenta de que había pintado algo más que una simple obra de arte. Había creado un reflejo de su alma, un testimonio de todo lo que había pasado y de todo lo que había llegado a ser. Y aunque aún sentía el peso de su pasado, ahora lo veía con una nueva perspectiva: como una parte integral de su identidad, no como una carga que debía llevar solo.

Esa noche, David y Lucas salieron a cenar a uno de sus restaurantes favoritos, un pequeño lugar acogedor en el centro de la ciudad que servía comida casera italiana. Mientras disfrutaban de la cena, Lucas notó el cambio en la actitud de David. Había algo en él que parecía más relajado, más en paz.

“Parece que la pintura va bien,” comentó Lucas, sonriendo mientras tomaba un sorbo de vino. “Puedo ver que algo cambió en ti.”

David asintió, mirando a Lucas con un brillo en los ojos. “Sí, lo siento también. Esta obra es diferente a todo lo que he hecho antes. Es como si finalmente hubiera encontrado la forma de expresar todo lo que he llevado dentro durante tanto tiempo.”

Lucas le tomó la mano sobre la mesa, apretándola suavemente. “Eso es maravilloso, David. Estoy orgulloso de ti, y no solo por tu talento, sino por la forma en que estás enfrentando todo lo que has pasado.”

David se inclinó hacia adelante y le dio un beso suave en los labios, agradecido por el apoyo constante de Lucas. Sabía que no habría llegado tan lejos sin él, sin la estabilidad y el amor que le había brindado.

Después de la cena, decidieron dar un paseo por el parque cercano. El aire estaba fresco y limpio, con una brisa suave que acariciaba sus rostros mientras caminaban. La ciudad brillaba con las luces de la noche, y a lo lejos, el murmullo del tráfico era casi reconfortante en su monotonía.

Se sentaron en un banco, mirando hacia el lago artificial que reflejaba las luces de la ciudad como un espejo roto. Había algo tranquilizador en la quietud del momento, en el simple hecho de estar juntos, en paz.

“Lucas, he estado pensando mucho en todo esto,” dijo David de repente, rompiendo el silencio. “En nosotros, en lo que significa estar aquí contigo después de todo lo que hemos vivido. Y creo que estoy listo para algo más, algo que me asusta un poco, pero que sé que es lo correcto.”

Lucas lo miró, su expresión pasando de la sorpresa a la curiosidad. “¿Qué es lo que tienes en mente?”

David tomó una respiración profunda, tratando de poner en palabras lo que había estado sintiendo. “Quiero ser completamente honesto contigo, y quiero que sepas que pase lo que pase, te amo más de lo que puedo describir. Pero también sé que hay partes de mi pasado que no he compartido completamente contigo. Y quiero hacerlo. Quiero que lo sepas todo, para que podamos seguir adelante sin ninguna sombra entre nosotros.”

Lucas frunció ligeramente el ceño, pero su mirada permaneció suave. “David, no tienes que hacer nada que no quieras. Pero si sientes que es importante, estoy aquí para escucharte. No hay nada que puedas decirme que cambie lo que siento por ti.”

David sintió una oleada de alivio al escuchar esas palabras. Sabía que Lucas lo decía en serio, pero también sabía que debía enfrentar su pasado si quería construir un futuro sólido con él. Tomando la mano de Lucas, comenzó a hablar, no solo de sus relaciones pasadas, sino de las dudas, miedos y errores que había cometido. Era un relato doloroso, pero necesario.

Lucas escuchó en silencio, sin interrumpir, absorbiendo cada palabra con una calma que le permitió a David abrirse completamente. Cuando terminó, ambos quedaron en silencio por un momento, dejando que las palabras se asentaran en el aire fresco de la noche.

Finalmente, Lucas rompió el silencio. “Gracias por compartir todo esto conmigo, David. Sé que no fue fácil, pero lo aprecio más de lo que puedes imaginar. Y quiero que sepas que nada de lo que me has contado cambia lo que siento por ti. Al contrario, te admiro aún más por tu honestidad y por la forma en que has enfrentado tu pasado.”

David sintió que una carga se levantaba de sus hombros, una que ni siquiera se había dado cuenta de que estaba llevando. Al mirarse a los ojos, ambos supieron que algo había cambiado en su relación. Habían pasado por una prueba que había fortalecido aún más su vínculo, y ahora podían mirar hacia el futuro con una claridad renovada.

Se abrazaron en silencio, permitiendo que la paz del momento los envolviera. David sabía que aún habría desafíos por delante, tanto en su vida personal como en su carrera artística, pero ya no temía enfrentarlos. Con Lucas a su lado y una nueva comprensión de sí mismo, se sentía preparado para lo que viniera.

Y en ese abrazo, bajo las estrellas, David se dio cuenta de que había encontrado algo más que amor. Había encontrado un hogar, un lugar seguro donde podía ser él mismo, sin miedo, sin reservas.

El reflejo de las luces en el lago brillaba intensamente, como un faro que guiaba su camino hacia un futuro que ambos estaban listos para construir juntos.