EL PODER DE LOS OJOS DIVINOS

La historia continúa.

Alfa observa con furia cómo Gabriel forcejea con las cuerdas que lo atan y se acerca rápidamente hacia él. Con un gesto brusco, lo toma del cuello y lo levanta en el aire con fuerza, obligándolo a detener sus intentos de escapar.

—¿Quién te crees que eres, mocoso insolente?. Te sacaré el único ojo que tiene, mocoso —gruñe Alfa con voz amenazante mientras aprieta el cuello de Gabriel con más fuerza.

Gabriel lucha por respirar, pero su determinación no se quiebra ante la intimidación de su captor.

Alfa, viendo la mirada desafiante de Gabriel, se enfurece aún más y decide tomar medidas más drásticas. Con un movimiento rápido, le arranca el parche del ojo izquierdo a Gabriel, revelando su ojo de ira y las grietas rojas que tenía en su cara.

Alfa suelta a Gabriel y retrocede asustado al ver la mirada diabólica de Gabriel y su poder sobrenatural desatándose. En medio de la tensión palpable.

Gabriel clava su mirada en el captor que se acerca amenazante hacia Lisa, su rostro demuestra una intensa ira que parece emerger desde lo más profundo de su ser. Sus ojos, en especial el izquierdo, brillan con un tono rojo intenso y penetrante.

Su mandíbula se tensa, sus músculos se contraen y sus manos se cierran en puños. El otro captor apuntó a tocar los pechos de lisa. Gabriel mira con intensa rabia a su captor. Sus ojos están llenos de odio y sus puños están apretados con fuerza. Repentinamente, una explosión ocurre justo en el centro del cuerpo del captor, haciéndolo estallar en pedazo.

...                ...

Los escombros vuelan por el aire mientras Gabriel permanece inmutable. Alfa, al ver eso, de parálisis del miedo. La sangre salpica por todos lados. El conductor del carruaje se distrae por lo sucedido, su rostro refleja confusión y sorpresa mientras intenta mantener el equilibrio. Sin embargo, el impacto hace que pierda el control del carruaje, lanzándolo a una bajada pronunciada. El carruaje comienza a dar vueltas en un violento movimiento de vaivén, provocando que Lisa y Datch salgan rodando, golpeándose contra el suelo y quedando desorientados. Solo Gabriel y Alfa permanecen dentro del carruaje, enfrentándose en un tenso silencio mientras la adrenalina y la tensión se apoderan del ambiente. Gabriel fija una mirada llena de ira y determinación en Alfa, preparándose para lo que vendrá a continuación.

El carruaje cae con un estrépito en un pequeño río, el frío agua envuelve el ambiente mientras Gabriel recobra el conocimiento en medio del caos.

...A su alrededor, los secuestradores del otro carruaje descienden para prestar ayuda a Alfa, preocupados por la situación. Sin embargo, al percatarse de la presencia de Gabriel, se llenan de temor y asombro al verlo ileso a pesar del accidente ya que su magia curativa era impresionante. El silencio se apodera del lugar, roto únicamente por el sonido del agua que fluye suavemente a su alrededor. Gabriel se pone de pie lentamente, mirando hacia abajo. Los 28 secuestradores que estaban en el lugar sacan sus espadas y está listo para pelear. Alfa estaba asustado por lo que había presenciado. Gabriel levanta la mirada y la fija en alfa. Él sabía lo que iba a pasar, tomó por el brazo a uno de sus amigos y lo puso al frente de la mirada de Gabriel. Su amigo miraba confundido a alfa, no sabía lo que pasaba en el rostro de alfa, se podía ver lo aterrado que estaba y de repente la cabeza de su amigo explota salpicada de sangre a todo el grupo de secuestradores, no sabía qué pasaba. Gabriel comienza a llorar sangre por su ojo izquierdo. Había utilizado mucho el poder destructivo....

Gabriel se encuentra rodeado por un grupo de 27 secuestradores. Con determinación en sus ojos llenos de ira y el viento susurrando a su alrededor, Gabriel desata su magia para enfrentar a sus adversarios. Alfa sabía que no podían ganarle, pero el grupo de secuestradores estaban confiando en él. Alfa no desea decepcionar a su grupo y se une a la pelea. 

Gabriel invoca una poderosa ráfaga de viento cortante que se desplaza velozmente hacia los secuestradores. Los cortes afilados del viento los parte en pedazos, derribando a varios de ellos y creando un caos momentáneo.

Sin perder tiempo, Gabriel concentra su energía mágica en sus manos y crea puyas de hielo afiladas como lanzas. Con un gesto rápido, arroja las puyas hacia sus enemigos, las cuales atraviesan el cuerpo de los enemigos.

Pero los secuestradores no se quedan de brazos cruzados. Armados con espadas y habilidades mágicas, se lanzan al ataque. Gabriel se mueve con destreza, parando los ataques enemigos y contraatacando con movimientos ágiles y precisos.

Mientras se defiende con su espada, Gabriel también utiliza su magia para crear una poderosa barrera protectora a su alrededor. Esta barrera le brinda una protección adicional ante los ataques enemigos, absorbiendo el impacto y manteniéndolo a salvo. Un secuestrador se mueve muy rápidamente y salta para cortarle la cabeza a Gabriel. Él se sorprende, el enemigo se mueve en una velocidad increíble. una onda cortante sale del bosque, cortando en dos al sujetos, salvando a Gabriel. Datch aparece en el campo de batalla.

En medio del caos de la batalla, Gabriel y Datch se enfrentan a los secuestradores con una determinación feroz.

Gabriel Con ráfagas de viento cortante y puyas de hielo, y Datch, manejando la espada de ira con destreza, aniquilan a la mayoría de los secuestradores, dejando un rastro de destrucción a su paso. Su sincronización y coordinación son asombrosas, demostrando que su trabajo en equipo es imparable.

Sin embargo, en medio de la confusión y el alboroto, uno de los secuestradores logra escapar, aprovechando un momento de distracción. A medida que el resto de los secuestradores caen ante el poder combinado de Gabriel y Datch, este último enemigo se aleja rápidamente, huyendo hacia las sombras del bosque.

Gabriel y Datch acaban con todo. Alfa estaba asustado, trata de huir, pero Datch le corta la pierna. Alfa se arrastra para escapar de Gabriel y Datch.

—Perdóneme la vida, por favor. Estoy dispuesto a cambiar, a dejar de ser así. Tengo una esposa e hijo que dependen de mí. Les ruego que tengan misericordia —dijo Alfa, entre lágrimas y desesperación.

—No tienes derecho a pedir misericordia. ¿Cuántas personas te suplicaron por ella? ¿Cientos? ¿Miles? ¿Qué te da el derecho de pedirla ahora? Y especialmente a mí —exclamó Datch, visiblemente molesto.

—Te mereces todo lo que les has hecho a otras personas. ¿Te provoca miedo o felicidad saberlo? —preguntó Gabriel, también enfadado.

Datch pone fin a la vida de Alfa cortándole la cabeza. Gabriel y Datch liberan a todas las personas que estaban secuestrando. La gente se alegra y agradece, abrazándolos con lágrimas de gratitud.

—¿No les asusta mis ojos? —dijo Gabriel.

—No podemos tener miedo de alguien que nos ha salvado. Todos estamos agradecidos contigo —respondió un hombre mestizo.

Gabriel se siente aliviado al ver que la personas no le temen al verlo sin su parche en el ojo.

—Nosotros los hemos salvado. Les pedimos que mantengas en secreto lo del ojo, por favor —gritó Datch.

Las personas secuestradas juraron mantenerlo en secreto.

En medio de la multitud, Gabriel ve a Lisa y corre hacia ella, abrazándola con fuerza. Lisa le corresponde el abrazo y llora de felicidad. Todo ha terminado bien.

—Disculpa, te arrastré a todo esto. Perdóname —dijo Gabriel entre lágrimas.

—No te disculpes. Lo importante es pasar por cosas buenas y malas juntos —respondió Datch.

—Además, nosotros fuimos quienes insistimos en venir contigo. No tienes la culpa de nada —añadió Lisa.

La mayoría de las personas que fueron secuestradas son mestizas y semihumanas, pero entre ellas había unas gemelas con ojos celestes y cabello subió corto, quienes se acercan a Gabriel.

—Los secuestradores han asesinado a nuestros padres y no tenemos a dónde ir —dijo una de las gemelas mientras sujetaba el brazo derecho de Gabriel.

—¿Podemos ir contigo? Sabemos pelear y hacer hechizos —dijo la otra gemela mientras sujetaba el brazo izquierdo de Gabriel.

—No podemos llevar a niñas. Tenemos un largo viaje por delante y pasaremos por situaciones que no son aptas para niños —dijo Lisa, sintiéndose celosa de las gemelas.

—Tenemos 10 años, no somos niñas. Somos muy ágiles y silenciosas. Podemos ser útiles en tu viaje —dijeron las gemelas, mostrando la lengua en señal de burla hacia Lisa.

—Será mejor que vayan con el resto de la gente, ellos cuidarán de ustedes y podrán vivir una vida tranquila, sin conflictos. —dijo Gabriel, acariciando sus cabezas.

Todas las personas se despidieron de sus salvadores y subieron a los carruajes para regresar a sus hogares. Gabriel, Datch y Lisa estaban felices, se subieron a un carruaje y emprendieron su viaje a la capital.

Fin del capítulo