Destiny Love llevaba una vida tranquila trabajando como coordinadora de eventos en el club de solteros Lovely, pronta a contraer nupcias con su novio de la infancia hasta que un día se topa con el guapo y descarado James Miller quien llegó a poner su mundo de cabeza con una propuesta que no pudo rechazar.
Dispuesto a conservar su posición como nuevo CEO del negocio familiar, James está obligado a ponerle freno a las aventuras de una noche que lo sostenían medianamente cuerdo ante el dolor de su reciente ruptura. Por lo que decide contratar los servicios de una curiosa y poco atractiva mujer para entretenerse.
Ese trato inusual los embarcará en la dulce historia que cambiará la vida de ambos.
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17.
James no quería revivir el incómodo momento dándole explicaciones a Destiny, así que buscó rápidamente otra distracción, entrando en una caseta dedicada a la elaboración de linternas de papel.
—¡Sean bienvenidos! El reto de hoy es construir una linterna flotante para el evento que se llevará a cabo esta noche —promocionó una anciana, acercándolos a una mesa de madera con un reguero de materiales sobre ella—. Deben apresurarse si desean participar. Es una gran oportunidad para una joven pareja como ustedes. Solo deben enviar su linterna al cielo con sus deseos escritos en ella para que se hagan realidad.
—No somos pareja —aclararon al unísono.
La señora rodó los ojos, acomodándose su colorido vestido tradicional chino.
—Eso es lo que dicen todos, quién entiende a los jóvenes de hoy en día —se quejó, negando con la cabeza—. Si deciden acudir al evento deben darse prisa, dará inicio a las nueve.
James ocultó al oso debajo de la mesa y jugueteó con los materiales sin tener idea de qué hacer mientras Destiny encontraba asesoría en el manual pegado a la superficie.
—No sé si fue solo mi impresión o el sujeto del tiro al blanco de verdad te conocía desde antes —insinuó James, observando a Destiny de soslayo.
Ella se enderezó, sin despegar la vista del papel. Parecía más interesada en los pasos para construir su futura linterna que en su discreto interrogatorio.
—Acostumbro venir los fines de semana con Ian, mi novio —respondió con naturalidad.
Era la primera vez que ella entraba en detalles sobre su relación y él por supuesto que aprovecharía la oportunidad de satisfacer su curiosidad.
—¿Y dónde se encuentra? Casi nunca lo mencionas y no te vi hablándole ni una sola vez en lo que va de la semana —apoyó los codos sobre la mesa, acogiéndose el mentón entre las manos, totalmente interesado en la respuesta de Chispita.
—Está de viaje con su jefe, por eso no hablamos con frecuencia durante la semana. Es agente de seguridad personal, su jefe lo aprecia y confía mucho en él, por eso lo lleva a cada uno de sus viajes y déjame decirte que en el último año han sido bastantes.
Ahora entendía por qué Destiny tenía mucho tiempo libre. El rostro de ella se ensombreció con el tema pero James aún no tenía suficiente.
—¿Ustedes viven juntos?
—Todavía no, esperaremos hasta el día después de la boda para mudarnos juntos.
James disimuló una sonrisa, sintiéndose orgulloso de su bien portada Chispita.
—¿Tú sí llegaste a vivir con April?
—Yo tuve que vivir solo desde que entré a la universidad, le pedí muchas veces que se mudara conmigo aunque ella nunca aceptó. Se quedaba algunos días a la semana cuando no tenía mucho qué hacer en su agenda de trabajo pero no era el tipo de intimidad que yo deseaba.
Destiny comenzó a armar la base de la linterna con un alambre. Era fácil conversar con James dentro de esa rústica carpa improvisada, estaba feliz que él se abriera de esa manera con ella, dándole detalles de su vida privada.
—Si te sentías solo, ¿por qué no escogiste una universidad en este país? Así estarías más cerca de tu familia.
James formó círculos con su dedo encima de la mesa, dejando que ella se rompiera la cabeza sola para armar su linterna.
—Crecí en un internado en el extranjero, nunca estuve demasiado tiempo con mis padres. Los primeros años Catherine estudió conmigo en ese lugar pero cuatro años antes de nuestro ingreso a la universidad ella se marchó a Paris para prepararse en su carrera como diseñadora. Fue entonces cuando me quedé solo, y de la nada la chica más bonita y popular se fijó en mí y se convirtió en mi novia.
—Puedo entender tu situación más de lo que te imaginas —soltó ella, con amarga ironía—. Yo tampoco tengo una buena relación con mis padres, así que Ian y su familia prácticamente me adoptaron en la suya. Nuestra boda es casi un hecho desde que nos conocimos, nunca me he imaginado la vida sin él. No sabría cómo afrontarla sola.
No quiso confesarle que en realidad era una pobre huérfana que nunca fue acogida por una familia de verdad y que sobrevivió gracias a la caridad de las personas ricas como él. No quería que James la mirara con lástima, igual que el resto del mundo cuando se enteraban de su secreto.
Ella lucharía por mostrarse ante él sin sentirse encasillada, Destiny prefería ganarse el mérito de la gente por su esencia y personalidad. Odiaba la sensación de inferioridad que sentía cada vez que alguien se enteraba de su verdadera historia.
Tal vez James con sus antecedentes podría comprenderla un poco, sin embargo el peso de su apellido la atemorizaba. Era cierto que se había comportado como un patán durante sus primeros encuentros pero en general era un hombre bien educado y ella no dudaba que en su interior tuviese los mismos prejuicios que el resto de los de su clase.
—Lo mismo sentía con April —reconoció James—, y mírame ahora, descubriendo un nuevo rumbo contigo, Chispita. Has sido mi verdadero salvavidas.
A Destiny se le formó un nudo en la garganta ante la sinceridad de él. Recordaba haberle dicho la misma frase a Ian cuando eran más jóvenes, por eso se sentía tan mal estando ahí, deslumbrándose con las palabras de otro hombre que no era su prometido.
—Me doy por vencida —murmuró, arrojando los materiales en la mesa—. No lo lograremos a tiempo.
—Por supuesto que lo haremos —prometió James, tirando del brazo a la cabizbaja Destiny y al enorme oso de peluche.
Los altavoces comenzaban a anunciar el inicio del evento y él se apresuró a encontrar un lugar vacío en el campo. Le puso el muñeco en los brazos a Destiny y volvió a ponerse en marcha.
Destiny lo observó perderse entre la multitud mientras todos a su alrededor escribían sus deseos en las linternas antes de encenderlas.
Era la primera vez que asistía al evento de manera oficial, hacía un año Ian no logró salir a tiempo de su trabajo, dejándola plantada esa noche. Para cuando él recordó avisarle que no asistiría, las linternas se habían alejado tanto en el cielo que casi eran invisibles. Revisó los mensajes de su móvil y ninguno era de su novio.
—¿Estás lista para escribir tu deseo?
La voz de James la sobresaltó, haciendo que diera un respingo. Él había regresado con una linterna y dos bebidas. Destiny amplió su sonrisa cuando él le entregó un marcador para plasmar su deseo. Ambos garabatearon rápidamente las letras en su respectivo extremo, justo en el momento que el anfitrión comenzaba la cuenta regresiva.
Encendieron la mecha y Destiny dio un grito de emoción al sentir la ligera presión del globo intentando escapar de sus manos.
James no pudo evitar fijarse en el brillo dorado que se reflejaba en la piel de ella, iluminando sus bonitos ojos. A primera vista Destiny no era una mujer físicamente impresionante pero después de conocerla nadie podía evitar caer en sus encantos.
—¿De dónde lo sacaste? —cuestionó Destiny—. En la tienda dijeron que estaban agotados.
James sonrió maliciosamente.
—Para mí no existe nada imposible —alardeó, cuando en realidad tuvo que comprarle su linterna a un pobre diablo a un precio exorbitante, pero la faz jubilosa de Chispita valía cada centavo.
La cuenta llegó a cero y todos enviaron sus deseos al firmamento, la linterna comenzó su viaje lentamente y cuando estuvieron seguros que no descendería, se sentaron el uno junto al otro en la grama. James se abrazó las piernas, disfrutando de la compañía de su mágica duendecilla, por alguna razón sus pensamientos eran menos tormentosos cuando la tenía cerca.
Tomaron su bebida admirando el brillo de las linternas encendiendo la noche.
Todo marchaba de maravilla hasta que los ojos de Destiny repararon en la pareja que se encontraba unos metros adelante de ellos. Un escalofrío le recorrió el cuerpo al reconocer la silueta de su jefa, Taylor Ross, acompañada de su amable esposo y una pequeña bebé cubierta con un abrigo de conejo blanco.
—Oh, por Dios —chilló Destiny, escondiendo el rostro en la espalda de James.
—¿Qué sucede? Parece que viste un fantasma.
—Es mucho peor —se quejó—. Mi jefa está justo frente a nosotros. Tenemos que irnos inmediatamente.
Demonios.
James sabía que Destiny estaba en peligro de ser despedida si su jefa la reconocía, debido a que la incapacidad que falsificaron todavía ameritaba unos días de estancia hospitalaria. Se pusieron de pie, escapando a hurtadillas, cuando estuvieron lo suficientemente lejos, explotaron a carcajadas. Conservando apenas el aliento necesario para llegar al auto.
—¿Regresamos a casa? —preguntó James, desactivando la alarma del coche.
—De acuerdo.
James le ayudó a subir, observando con diversión las gotitas de sudor que perlaban el rostro de Destiny, sabía que su preocupación era real ya que ella amaba su trabajo. Había tenido la oportunidad de observarla en sus reuniones, acomodando parejas y animando el entorno con su sonrisa. De entrada ella le pareció una persona chocante pero con buenas dotes para sus tareas y a él le agradaba su esmero en el trabajo.
Se subió al coche y la miró con la inocencia perniciosa característica de él. Destiny se preparó para lo peor.
—¿Qué tal si pasamos al autoservicio por una pizza? Tú invitas.
Destiny frunció el ceño, estirándose para acomodar al oso gigante en el asiento trasero sin articular ni una sola palabra. No tenía sentido discutir, llegado el momento James la obligaría a pagar por su comida. Al parecer planeaba cobrarle su vestido de bodas en pequeñas cuotas.
Suspiró resignada, vaya que ese sujeto sabía cómo cerrar su día con broche de oro. Era un maldito tacaño.