"En esta cautivadora novela, se teje una trama intrigante cuando un acaudalado hombre de negocios se une en matrimonio con una caprichosa heredera. De esta unión nace Helena, un personaje que emerge como el catalizador de una venganza destinada a desentrañar secretos, deslealtades y dolores ocultos. Con giros inesperados y personajes complejos, la historia nos sumerge en un viaje emocional donde el resentimiento de Helena se convierte en un hilo conductor que revela la complejidad de las relaciones familiares y los intrincados laberintos del poder."
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Capítulo diecisiete
Maximus escuchaba atentamente al terapeuta.
— El cumpleaños de Helena suele ser una época difícil para ella, Maximus se quedó pensando, él primer cumpleaños de Helena no estaba ebria, pero había bebido demasiado el segundo cumpleaños el la había internado dos días antes por una sobredosis y este año ella apareció y estaba muy nerviosa.
— Me extraño que regresara a la isla, le llevo un regalo y de hecho se acercó a la niña.
— Aunque suene ilógico dada su actitud pero Eleonora quiere a su hija, no quiere dañarla con sus excesos.
— Pero la daña con su ausencia ¿ Cómo puedo ayudarla?, pregunto Maximus.
— Necesita estabilidad, sigue viviendo de hotel en hotel, lo ideal sería que comience a tener una vida más estable.
— Pero ella tiene varias propiedades.
— Pero odia esos lugares, no quiere saber nada con Kretos esa isla solo le trae dolor, al igual que la mansión de Londres.
— ¿Cuándo saldrá de aquí?.
— En unos días vino aquí por su propia voluntad, cuando su ansiedad pase se ira.
Maximus regreso a la isla, voló cada día a Atenas para trabajar.
Mientras decidía y pensaba que haría, mientras tanto había ordenado que pusieran una cámara en el pequeño recibidor que había entre su habitación y la de Eleonora.
Según las investigaciones de Minos solamente cuatro empleados habían subido al piso superior, entre ellos Rosse.
Así que mantenía a los cuatro empleados bajo una estricta vigilancia.
Esa noche ellos cenaban en el comedor en silencio.
—Es hora de que me cuentes algo de ti dijo Maximus, sentándo en su silla y tomando la copa de vino que tenía delante.
–¿Qué quieres que te cuente? Maximus arqueó una ceja.
—Lo básico. Estaba tan relajado, vestido con unos vaqueros desgastados y una camisa negra con el primer botón desabrochado igual de guapo que siempre y ella lo miró a losojos y no fue capaz de averiguar qué estaba pensando.
—No tengo nada bonito que contar –le respondió. Él se encogió de hombros, como si eso le diese igual. Rosse apretó los dientes y puso la espalda tensa.
— Supongo que fui concebida por accidente y mis padres decidieron casarse, pero no duró mucho mi madre era algo inestable emocionalmente, solía relacionarse con cuanto patán se cruzaba en el caminó algunos inclusos abusivos, hasta que finalmente murió y me fui a vivir con mi padre, ahí mejoraron un poco las cosas al menos iba al colegio y vivía en el mismo lugar una pequeña granja. Estaba estudiando cuando conocí a mi exmarido nos casamos y éramos felices, pero no duró mucho.
— ¿ Conociste el abuso físico cuando vivías con tu madre?.
— Sí, pero ya no pienso en eso.
— ¿Porque te divorciaste?,pregunto él.
— Él me abandono porque no puedo tener hijos dijo ella.
— Lo siento, no quise incomodarte.
— No lo hiciste, las cosas mejoraron sustancialmente meses después una amiga me comento de este trabajo y acá estoy.
— ¿Te gusta estar aquí?, pregunto él.
— Así es tengo un excelente trabajo, vivo en un paraíso y Helena me hace reír. ¿ Puedo preguntar algo?
— Por supuesto.
— ¿La señora cuando regresa?, pregunto ella.
Los empleados hablan, salvo que esten, Hipólita o Minos cerca son bastante intimidantes.
— Mañana me asegurare de que sean un poco más intimidantes, la situación con la madre de Helena es complicada, es adicta lo intenta pero es difícil.
— Es una pena porque es muy joven y muy hermosa.
— Para que veas ella también tuvo una vida difícil, su dinero no la protegió al contrario le causó más dolor. Mi deber es cuidar de ella eso no quiere decir que estemos juntos.
— Eso habla muy bien de ti, que te preocupes por ella.
— Solo quiero que esté bien, y Helena tenga la posibilidad de tener a su madre.
— Uno nunca olvida... lo que es sentirse indefenso y perdido –comentó.
Maximus la miró con los ojos brillantes.–Se supera, si te lo propones respondió.
–Sí, pero siempre queda algo, y lo miró a los ojos, descubriendo de repente que había una extraña y nueva conexión entre ambos. La sensación no fue de estar cayendo al vacío, sino de estar volando como un pájaro, libre, sin aliento, entusiasmada.
—No si aprendes a controlarte, la contradijo él
— Tienes que tener mucho carácter, y tener normas que te protejan respondio Rosse.
— Yo puedo protegerte... «Y hacerme daño», pensó Rosse. Ya la conversación estaba yendo para otro lado.
—No haces que me sienta segura.
—Pero es que tú no confías en nadie le respondió Maximus mirándola fijamente –. Ni yo tampoco. Y, no obstante, te prometo que no te mentiré.
—Eso no me reconforta, teniendo en cuenta que podrías aconsejar a Maquiavelo acerca de cómo conseguir salirse con la suya a base de artimañas.
Maximus comenzó a reírse, era la única mujer que no intentaba impresionarlo.
Rosse se llevó a Helena a la cama esa noche mientras pensaba en la conversación con Rosse, Maximus tomó una decisión.
Diez días después se dirigió a Cerdeña a buscar a Eleonora.
Eleonora se quedó sorprendía al ver a Maximus esperándola en la pequeña sala de estar.
— ¿ Qué haces aquí?, pregunto ella.
— Vine a buscarte, exclamó él.
— ¿ Vas a llevarme a la isla?, pregunto ella.
— No, iremos a otro lado tenemos que conversar luego si quieres iremos a la…sla..
saludos