Estoy en lo más alto de mi edificio, viendo a la gente como hormiga ir y venir pensando que tan grande es el mundo y nosotros tan pequeños, soy Ana Leal una reconocida diseñadora de moda, famosa y con el título de bruja de hielo, por ser despiadada y no tocarme el corazón para destruir a nadie, solo que a veces vienen a mi mente recuerdos de mi pasado y la antigua yo quiere volver a salir, es entonces cuando recuerdo que no obtuve nada por ser buena y amable, en ese tiempo solo recibí malos tratos y maldad, por nada del mundo vuelvo a ser así de frágil...
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Capitulo XVII Desesperación
No sé cuánto tiempo había pasado, mientras yo seguía aquí tirada en el suelo llorando, no importaba lo que pasó anoche, solo no quería morir aquí sola, debía sacar fuerzas para poder continuar mi vida y olvidar todo eso, alguna manera debe haber para salir de aquí, me levanté del suelo y camine a la puerta para salir de aquí, cuando iba a girar la manilla, está se abrió y caí al suelo, él estaba aquí, no me abandono, entonces dónde estaba.
Gabriel: amor que te paso, por qué estás en ese estado?
Ana: no te fuiste.
Gabriel: a donde iria, solo salí un momento de la casa y me entretuve en la playa, pensé que dormirás un poco más.
Que tonta fui me lancé a sus brazos y lo abracé muy fuerte, le di un golpe en el pecho y empecé a gritarle.
Ana: eres un idiota, pensé, pensé que te habías ido y me habías dejado aquí tirada a mi suerte, pensé que moriría sola aquí y que seguramente estabas en brazos de Alicia, pensé que, pensé que...
Las palabras ya no me salían, solo estaba llorando como un bebé, Gabriel me volvió a abrazar y está vez él fue el que me sostuvo con fuerzas.
Gabriel: lo siento, sé que piensas así porque aún no confías en mí, pero recuerda que te prometí no hacerte daño y lo voy a cumplir. Ahora vamos para que te laves la cara mientras te sirvo el desayuno, y si estás de humor podemos salir a caminar en la playa.
Ana: está bien, siento mucho la escena que monte.
Gabriel: no, yo soy el que debería pedirte perdón por como me porte antes, ahora ve y aséate un poco.
Subí a la habitación y fue cuando me di cuenta del desastre que había, pensé en limpiar, solo que mi estómago no lo permitió, después de limpiar el desastre en mi cara, me dirigí al comedor donde Gabriel ya me estaba esperando.
Gabriel: te sientes mejor?
Ana: así es, gracias por preguntar.
Gabriel: bueno aquí tienes fruta picada y pan tostado.
Ana: gracias, se ve muy sabroso.
Empecé a comer con mucho cuidado de no volver a hacer el ridículo, Gabriel se sentó a mi lado y me sirvió el jugo, desayunamos juntos por primera vez como esposos, una vez terminamos de desayunar me llevo a la playa, está era realmente hermosa, el azul del cielo se reflejaba en el agua dándole ese color tan maravilloso, quería entrar al agua, solo que tenía miedo de ahogarme, Gabriel pareció ver mi indecisión, así que me alzó en brazos y me llevo mar adentro, estaba muy feliz abrazada a mi esposo, y entre una cosa y otra terminamos haciendo el amor en el agua, este día había empezado como un gran drama, pero ahora todo iba bien, no sé cuanto tiempo estuvimos metidos en el mar, solo sé que no quería salir de ahí.
Gabriel: pequeña es hora de regresar a la casa.
Ana: está bien, pero nuestra ropa se la llevó el agua.
Gabriel: no te preocupes por eso, aquí solo estamos los dos.
Ana: igual me da pena.
Gabriel: ya he visto todo de ti, no tienes de que apenarte.
Ana: está bien vamos, solo no me mires ok.
Gabriel: está bien no te miro.
Salimos del agua y entramos a la casa tan cuál como nacimos, sin nada de ropa, subí corriendo las escaleras para tapar mi vergüenza, no me atrevía a darle la cara a Gabriel, entre al baño y me saque toda el agua del mar recordando todo lo que hicimos es la playa, cuando ya estuve lista baje a la sala y ahí estaba Gabriel cambiado leyendo un libro.
Ana: quieres almorzar algo en particular.
Gabriel: no, solo ven y siéntate aquí conmigo ahora buscamos que hacer.
Ana: te gusta leer?
Gabriel: así es, pienso que hay que leer para poder ejercitar la mente.
Ana: tienes razón.
Gabriel: y a ti que te gusta hacer?
Ana: no mucho, cuando tengo tiempo libre me gusta diseñar, esa es mi pasión y algún día me gustaría que la gente reconozca mi trabajo.
Gabriel: si quieres te ayudo con eso.
Ana: no es necesario, lo quiero hacer por mis propios medios y con mis propias fuerzas.
Gabriel: está bien no insistiré.
Me quedé en silencio un buen rato, de nuevo me había perdido en mis pensamientos.
Gabriel: que piensas?
Ana: en la señora Catalina.
Gabriel: y que piensas?
Ana: me llamo la atención sus ojos, son iguales a los míos, no lo crees?
Gabriel: si me di cuenta, pero los tuyos son más hermosos.
Ana: gracias, sabes que me gustaría hablar con ella y quien quita y seamos familia, a lo mejor es prima de mi mamá o algo así, aunque pensándolo bien mejor que no seamos familia imagínate que resulte que la pegante de Alicia sea algo mío, no, no, no que horror.
Gabriel: ya deja de pensar en ellas y mejor concéntrate en nuestra relación, disfruta nuestra luna de miel y no pienses en nada más te parece?
Ana: está bien, ya tengo hambre mejor cocino algo para los dos.
Gabriel: vamos te ayudo.
Hicimos el almuerzo entre besos y caricias, y el resto de la tarde la pasamos muy bien.