Villana En Llamas

El hombre que hasta ahora dice llamarse Oliver, no tiene pinta de delincuente, ahora bien, siente curiosidad de porque anda escondiendo su rostro.

Por lo que sincera decide preguntar.

—Entiendo ¿Pero por qué escondes tu rostro bajo una máscara?— pregunta ella a Oliver, quien aún necesita llevar su rostro oculto, porque no se sabe quién le puede llegar a reconocer y el verse en problemas innecesarios con sus padres.

—Tengo mis razones personales, pero no tiene que ver con que soy delincuente. Ya se lo dije, si me acepta como aliado, le garantizo de que seré leal a usted por el resto de mi vida, yo me encargaré de eliminar toda molestia de su entorno, solo déjame estar a su lado— pide Oliver y Yadira vuelve a preguntar.

—¿Qué ganancia obtendrás de algo como eso?— pregunta ella directamente y Oliver sonríe aunque claro, por la máscara no se le ve la sonrisa.

—La ganancia más adelante la obtendré, y en su momento planeo decirle lo que es. Cómo trabajaré aquí, debo vivir en este palacio, ir y venir se toma mucho tiempo, además de que es algo molesto de hacer— expresa Oliver y Yadira no vio nada fuera de lo normal con esa petición, por esa razón decide decirle algo a ver si se atemoriza, pero Oliver está dispuesto a permanecer a su lado, esa pequeña villana le ha gustado como nadie en el mundo.

—Bien, haremos un pacto de sangre entre los dos, y el que traicione al otro morirá al instante, será como un contrato permanente, uno que solo yo puedo romper, entre nosotros no puede haber mentiras— le dice ella y Oliver sonríe.

—Claro, no veo porque no, lo que tengo en mente no es cometer traición, sino ser útil— afirma Oliver y Yadira al ver su determinación, con un movimiento de manos hace aparecer un pergamino mágico delante de ella.

Al principio deseaba atemorizar al hombre, pero ahora lo del pacto de sangre hará realidad, así se asegura de que en el día de mañana le traicionen.

Acto seguido, ella escribe en ese pergamino los términos del trato, y al finalizar de escribir, firma con su nombre, muerde unos de sus dedos y deja hacer la sangre en el lugar en donde firmó su nombre. El pergamino brilla en el acto.

Después le pide a Oliver poner su firma en ese pergamino, él así lo hace y también se pincha un dedo y deja caer algunas gotas de su sangre y aquel pergamino mágico se divide en dos, y luego desaparece sin dejar rastro.

Sin más, ambos se dan la mano.

—Bueno, hoy serás mi sirviente de confianza, y dado tu alto poder mágico, serás mi general, el hombre que defienda al imperio de Lumia con su vida, si haces bien tu trabajo, tendrás riquezas y gloria— promete la joven emperatriz y muy convencido Oliver decide decir la verdad a medias.

—Emperatriz, no me hace falta nada de eso, de donde vengo, tengo más de lo que puedo pedir, pero en su momento le diré quien todo sobre mí— asegura Oliver y cada vez más este hombre le parece muy raro a Yadira, si no hubiera firmado un contrato mágico, no confiaría en él en lo absoluto.

—Bien, solo evita no morir en el acto de traición, lo demás está bien, una sirvienta te indicará a dónde dormir— dice ella para luego despedirse de Oliver, iba a trabajar en algunas cosas.

Oliver después de despedirse de aquella hermosa dama, sale de esa oficina y deja salir un suspiro, la presión espiritual de Yadira aunque no le causa daño, le hacía latir el corazón como un loco.

Él no sabe cómo ha sacado tanta fuerza para estar delante de ella e irse encima y besarla.

Aunque a juzgar por su apariencia tan joven, ha de suponer que ella no tiene la mayoría de edad, pero aun así ya está casada.

Los nobles en estos tiempos son las peores personas del mundo, todo el tiempo están sacando provecho de cualquier situación que se le presente, y ofrecer a sus hijas e hijos en matrimonio era como pan comido.

Pero como él no es pedófilo, mejor va a investigar la edad de la emperatriz, y así hacer las cosas bien.

Mientras eso acontece, en el imperio de Solfea, la señorita Claudia Álvarez estaba celebrando una fiesta de té en su mansión.

Ese día como cualquiera, ella estaba hablando de lo bien que se lleva con quien en un futuro será su prometido y alardeaba de lo feliz que era por tener tal posibilidad.

—Chicas, todas ustedes serán mis invitadas de honor el día de mi compromiso, me haría realmente feliz contar con su apoyo— dice ella con una amable sonrisa.

Sus amigas también la apoyaron en lo que acaba de decir. Total, son iguales de cabeza hueca que ella.

—Claro, eso para nosotras sería algo espectacular, ninguna de nosotras puede faltar — promete una de las amigas de Claudia y las demás aseguran que la estarán apoyando cuando ese gran día llegue.

Entre halagos de las chicas, la fiesta de té terminó, y todas las chicas se despidieron y se fueron cada una a su lugar de destino.

Claudia entró a su mansión, y nada más entrar, sus padres le reclaman lo que acaba de hacer.

—Anda diciendo que serás la emperatriz de este imperio, y el príncipe Oliver te sale huyendo cada vez que te ve, eres una mujer caprichosa, hace tiempo dejaste pasar la oportunidad de casarte, y ahora eres una solterona— le grita su padre y ella se enoja.

—No soy una solterona, es solo que el único digno de mí es el príncipe Oliver, los demás carecen de virtudes para ser mi pareja— le confiesa ella y su madre también interviene.

—Claudia, debes de hacer algo con tu vida, el príncipe Oliver no es para ti. Me dijeron que estaba en el imperio, y tú no te diste cuenta, eso solo significa que no está interesado en tener siquiera una amistad contigo, haz caso a tu padre, deja esa obsesión que tienes por el príncipe Oliver — también le grita su madre.

—Ustedes no lo entienden, he amado al príncipe Oliver toda mi vida, y lo menos que merezco es que me ame también — dice ella llorando y sus padres van a ella y la abrazan.

—Cada persona piensa diferente, no podemos obligar a los demás a corresponder nuestros sentimientos si no es su voluntad. Te he conseguido un prometido, es hijo de un duque, es joven y guapo— dice su padre y ella rompe el abrazo.

—Ya dije que seré emperatriz, no estoy interesada en el puesto de duquesa, merezco algo más que eso— dice ella y su hermano mayor viene entrando y escucho lo que dijo.

—Al paso que vas, te vas a quedar para vestir santos. No eres nadie para hablar del puesto de duquesa, ese puesto le queda grande a una inútil como tú que solo sabe gastar la fortuna familiar— le gritó muy enojado su hermano mayor Enrique.

Eso hizo que Claudia salga corriendo a su habitación a llorar.

Las palabras de su hermano fueron duras.

Sus padres no se molestaron en negar lo que dice Enrique, y eso le ofende mucho.

Ella no comprende cómo es que el príncipe Oliver no está interesado en ella, cuando ella es bella y tiene una posición económica grande.

Será que le interesa otra mujer.

No, ella nunca va a permitir que una mujer le quite a Oliver, no después de que se ha encargado de pregonar en todas partes que será la emperatriz de Solfea.

Ella tiene que pensar en una estrategia de conquista y si es necesario tomará el camino de la violencia y jugará trucos sucios.

Hará todo lo que esté en su alcance para alcanzar su puesto, después de todo, es lo menos que se lo merece