Rocío se encuentra en un matrimonio que no la satisface. Se casó con su esposo solo porque consideró que era lo correcto tras quedar embarazada, dejando en pausa todos sus sueños.
Un accidente de tránsito traerá luz en su camino lleno de oscuridad. Y la pondrá frente a situaciones que nunca imaginó que viviría como madre y como divorciada.
¿Puede el amor regresar a la vida de una mujer que perdió la fe? ¿Podrá aceptar que existen las segundas oportunidades?
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XVII - Manipuladora
Capítulo diecisiete
Rocío se tomó del brazo del CEO y salieron de la enfermería. Luca decidió que sería interesante ver cómo Rocío manejaba la situación en su escritorio. La guio por los pasillos, evitando cualquier mirada curiosa que pudiera detenerlos.
—Luca, gracias de verdad. No quiero ser una molestia, pero esto es importante para mí —explicó Rocío, confiando en él, aunque aún desconocía su verdadera identidad.
Luca asintió, un tanto, impresionado por la determinación de Rocío. No podía dejar de preguntarse cómo alguien tan decidido y seguro de sí mismo había terminado en la situación en la que se encontraba.
¿Por qué se habría separado de su esposo?
Finalmente, llegaron a su escritorio, él la hizo sentarse en su silla. Nadie en la empresa que no fuera el anterior presidente se había sentado ahí. Era gracioso que una programadora de uno de los departamentos de abajo lo hiciera.
Rocío se sentó con precaución, pidiendo que le alcanzara el teclado y que desbloqueara su móvil, él lo hizo y vio una foto de ella muy distinta. Estaba con dos niñas pequeñas y sonreía, aunque se veía algo triste.
Recordando cada posición y ubicación del teclado, ella usó su móvil para activar un programa que ella misma había hecho en el pasado para que la asistiera. A pesar de la venda en sus ojos, parecía conocer el espacio a la perfección.
—¿Necesitas algo en particular? Puedo ayudarte —le recordó Luca, intentando saber que se suponía que esta mujer haría.
—No, gracias, Luca. Solo necesito un momento para concentrarme y poder abrir los archivos. Sé exactamente lo que debo hacer —respondió Rocío, sonriendo de forma sutil. Su confianza era evidente a pesar de las circunstancias.
Luca se quedó observando por un momento. Admitió para sí mismo que la determinación de Rocío era admirable. Se retiró un poco, dejándola con su trabajo, pero no sin antes asegurarse de que ella estuviera cómoda. Mientras la mujer trabajaba, a través de su móvil, él pidió que cancelaran un par de sus citas. No sabía la razón, pero esperaba ver los resultados de su esfuerzo.
—Lee los códigos por mí —le pidió Rocío a su móvil, mientras escribía en la computadora.
Luca se mantuvo vigilante desde la distancia, observando cómo ella manejaba sus tareas con notable precisión, incluso sin poder ver. La escena le dejó pensativo, admirando la fuerza de voluntad de Rocío. Con su talento y su determinación podría ser la presidenta de alguna empresa rival.
¿Qué la había llevado a buscar trabajo recientemente?
Miró su expediente y no decía mucho. Solo que había tratado de solicitar trabajo en otras empresas y había sido rechazada por la edad. Al ver los años que tenía sonrió.
A medida que el día avanzaba, Rocío demostró una eficiencia sorprendente. Luca no pudo evitar sentirse impresionado, y empezaba a albergar un sentimiento nuevo hacia esa mujer. ¿Admiración?
El día transcurrió y, al finalizar la jornada laboral, Luca se acercó a ella.
—Rocío, ¿puedo hablar contigo por un momento? —preguntó Luca, y ella gritó asustada y provocó el mismo efecto en él.
—Lo siento, no sabía que habías regresado. La mujer desconocía que él jamás se había ido.
—Disculpa, no pensé en que te asustaría —indicó él y ella presionó enter por última vez.
—Mira esto —dijo ella orgullosa de haber solucionado el problema que tenía el sistema del hospital infantil.
—¿Por qué tienes esta cuenta? —preguntó él preocupado y sorprendido.
—Porque me la dio mi supervisor. Me pidió que buscara la falla en el archivo, ya que si no el hospital no podría recibir más pacientes —indicó ella, sin entender que ese trabajo era uno de los más complicados. Él se lo había dado al supervisor de Rocío para que lo resolviera antes del fin de semana. Luca mismo había sido el causante de la preocupación de ella, y se sentía algo culpable por ello. Ya que él ya lo había resuelto y lo había enviado al hospital, pero quería que sus empleados le pusieran más atención a ese tipo de cosas.
—Lo siento —dijo él y ella se dio vuelta sin comprender.
—¿Qué sientes? —preguntó mientras trataba de tomar su móvil.
—Mira, Rocío, debo confesarte algo —comenzó Luca, tomando una pausa antes de continuar—. Soy…
Cuando alguien los interrumpió, era uno de los empleados de seguridad, que al verlo con una mujer pensó otra cosa, por lo que cerró la puerta de inmediato.
—¿Qué eres? —preguntó ella sin percibir nada de lo ocurrido.
—Soy un tonto. Debería llevarte a tu casa.
—Tranquilo, puedo tomar el tren. Le pediré a mi amiga que me espere en la entrada del subte, total estoy a solo cuatro estaciones de aquí.
—¿Nunca aceptas ayuda? —preguntó enojado.
—¡¿Qué?! ¿En serio? —exclamó ella, tratando de comprender por qué se había enojado su supuesto compañero.
—Sí, y he estado observándote durante el día. Debo decir que tu dedicación y habilidades son excepcionales. No he visto a nadie manejar una situación así, con tanta confianza y determinación como tú lo hiciste hoy —elogió Luca, sinceramente—. Pero me vuelves loco, no dejas que nadie te ayude, incluso cuando es necesario.
Rocío se sintió abrumada por la revelación. Se sentía halagada por los elogios de su compañero.
—Gracias, Luca. No esperaba esto. Solo quería terminar mi trabajo y demostrar mi valía y supongo que en lo otro tienes razón. Soy un poco terca, pero tranquilo que también soy agradecida. Te debo una cena. Cuando recupere la vista te invitaré y cocinaré para ti. ¿Cuál es tu comida favorita? —preguntó sonriendo.
—Lograste que se me pasara la molestia, eres una manipuladora —bromeó él mientras la tomaba de la mano para ayudarla a levantarse—. Y permíteme decirte que tu determinación es admirable. Me gustaría discutir tu papel en la empresa y cómo podríamos trabajar juntos para aprovechar tu talento.
—Hablas como el jefe, es muy gracioso —rio ella sin darse cuenta de que él lo decía en serio—. Deberías hablar con mi supervisor, serias un gran reemplazo para el jefe cuando este esté enfermo—. Solo dime cómo haré para devolverte este favor. ¿Te gusta comer cosas veganas? Esos brazos parecen pedir carne vacuna.
—Me ejercito a diario —indicó él.
—¿Treinta horas al día? Parece que tus brazos son enormes. ¿Puedes ponerte traje con esos músculos? —preguntó ella bromeando, aunque parecía más coqueta de lo que deseaba.
Autora: Osaku
El mundo de Osaku siempre es un pañuelo!! Y todo, tarde o temprano termina saliendo a la luz 😱😱😱
Igual estoy tratando de hilar las situaciones y no sé cómo se dió el famoso encuentro.