Después de sufrir una traición, Sofía va a un bar con la intención de ahogar sus penas. Allí encuentra a un hombre desagradable que usa métodos sucios para llevarse a una mujer a la cama, drogándola. Pero por suerte, y sin saber que en realidad la mujer que terminó en sus brazos está drogada, Henrique Guzmán, un CEO respetado por todos, termina pasando una noche de amor con ella. Pero como no todo en la vida es color de rosa, Sofía despierta al día siguiente sin recordar mucho de la noche anterior, y se va. Un año y tres meses después, él la encuentra. Y con el paso del tiempo, Henrique descubrirá que aquella noche abrumadora, resultó en una hermosa niña.
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Capítulo 17
Acuerdo al día siguiente como siempre, sonriendo. Sintiendo a María acurrucada cerca de mí. Ella ronronea suavemente. Aprovecho que sigue dormida. Coloco algunas almohadas a su alrededor, como una barricada. Así sé que si se mueve en la cama, no se caerá.
Voy al baño, llevando conmigo el monitor de bebé. Me quito el babydoll. Y me sumerjo en el agua tibia. Me lavo el pelo rápido, me cepillo los dientes aquí mismo bajo la ducha. Tengo que ser rápida. Porque si María se despierta, intentará bajar de la cama sola. Aún no ha logrado esa hazaña.
Sí. Ser madre no es fácil. Pero no cambio mi vida actual. Por nada en el mundo. Amo a mi pequeña. Ella es mi escape de todas las tensiones que viví en aquel tiempo.
Salgo del baño envuelta en una toalla. María todavía está dormida, tan hermosa. Voy al armario. Porque tengo que prepararme para mi primer día en Empreendimentos Guzmán.
Exactamente. Acepté el trabajo. Y adivina quién me convenció.
Después de nuestra conversación de ayer. Donde, supuestamente, creemos que Henrique, en realidad, quiere algo más conmigo. Había pensado en renunciar al empleo.
Pero Ángela me supo convencer. Como dijo ella.
Si lograste lidiar con el playboy Lui durante tanto tiempo. ¿Qué dificultad tendrías para lidiar con este hombre?
Sí. Tiene razón. No permití que las provocaciones de Lui me afectaran. Y tampoco dejaré que este hombre lo haga.
Después de arreglarme, y María también arreglada. Nos dirigimos a la cocina. Ángela ya nos esperaba con un buen desayuno preparado por ella. Después de un tiempo. Marta finalmente llegó. Y así, tanto Ángela como yo, pudimos ir a trabajar.
Y no voy a mentir. No trabajar en el mismo lugar que Ángela. Me está inquietando un poco. No solo eso. Sino también la conversación de anoche.
Aún me sorprendo. ¿Y si las dos estamos equivocadas? Después de todo, él mismo dio a entender que lo que espera de mí es solo profesionalismo.
Llegué a la empresa Guzmán. Y me dirigí hacia la entrada del edificio. Un nerviosismo me consume por completo.
Respiro hondo y entro. Y enseguida me encuentro con Mónica. Que en cuanto me vio cruzar la puerta de entrada. Vino hacia mí con una sonrisa espontánea. No puedo ver falsedad en ella.
Conversamos un poco. Y me dijo lo feliz que estaba de que aceptara el trabajo. Después de agradecerle la bienvenida de su parte. Me dirigí al ascensor, para ir a la oficina de mi jefe.
Salgo del ascensor. Y después de unos pasos, veo a su secretaria detrás del escritorio. Pero a diferencia de ayer. Noté algo diferente en ella. Me miraba como si mi presencia aquí le disgustara. Me acerco, necesito verificar el terreno. Ver si estoy imaginando cosas.
- ¡Buenos días! Ayer no tuvimos el placer de presentarnos. Mi nombre es...
- Sofía\, lo sé.
Ella me interrumpe al hablar. Y se puede percibir cierta reticencia en su voz al hablarme. ¿Cuál es el problema de esta mujer?
- ¡Claro! Debería haber imaginado que sabías mi nombre.
- ¡Claro!
Ella me responde de forma seca.
- ¿Y cuál es tu nombre?
- Rebecca.
- Mucho gusto\, Rebecca. De ahora en adelante seremos compañeras de trabajo.
Hablo tratando de calmar este ambiente incómodo. La veo fruncir el ceño. Apoyar los codos en el escritorio y apoyar el mentón sobre sus dedos cruzados.
- Ya veo que eres del tipo que se hace la tonta. ¿Verdad\, Sofía?
Ella menosprecia mi nombre. ¡Qué rabia me da esto! Nunca he tenido problemas en el trabajo con nadie. ¿Será esta la primera vez?
- No me hago la tonta. Me gusta tener una buena convivencia con mis compañeros de trabajo.
- Hazme reír. ¿Por qué creería yo que quieres una buena convivencia? Dilo de una vez... ¡Vamos\, habla!
¿Sabes cuánto tiempo he trabajado para el señor Henrique?
La miro sin entender esta conversación. Pero noto en ella un dolor muy grande.
- ¡Mucho tiempo! Y de la nada contrata a una mujer que\, al igual que yo\, solo es una secretaria. Y le da el cargo que yo tanto quería.
Ahora entendí todo. Está enojada porque quería el puesto de Analista en la empresa. Pero no es mi culpa si me lo dieron a mí. Y claro que no soy idiota como para rechazar un puesto así.
Es una oportunidad única para mi currículum. Y si ella no consiguió el puesto, tal vez sea porque no se esforzó al máximo para conseguirlo.
Bueno, ¿quién soy yo para decir eso, verdad? No sé nada de su vida ni de sus atributos laborales. Así que no puedo juzgar.
— Lo siento mucho, Rebecca. Pero eso no significa que debamos ser enemigas aquí dentro. Podemos llevarnos bien en el trabajo. ¿Qué te parece?
— ¿Me estás tomando por idiota? Mira, Sofía. Conozco mujeres como tú. Llegas aquí queriendo imponerte y...
Veo que se calló. Pero juro que no entiendo a esta mujer. Me juzga sin conocerme. Pero siento que no es mala persona. Y no voy a pelear con ella, aunque ella quiera pelear conmigo. La dejaré hablar sola.
Bueno, no voy a pelear. Solo espero que no me haga perder los estribos.
— ¡Sofía! ¡Qué bueno que viniste!
La voz de Henrique sobresale detrás de mí. Y maldición. ¿Por qué siempre me erizo cuando hace eso?
Miro rápidamente a Rebecca. Ahora me mira de forma diferente. Como si no hubiera pasado nada hace un segundo. ¡Qué mujer hipócrita!
Deja eso por la paz, ya fue.
Me volteo en dirección a la voz de Henrique. Él tiene esa sonrisa que me hace tener mariposas en el estómago.
Dios mío. Ahora tengo miedo. No de él. Sino de mí misma. Este hombre tiene un poder sobrenatural sobre mí. Que nunca había sentido con otro hombre antes.
Dios mío del cielo, ayuda a tu hija a resistir las tentaciones de este pecado hecho hombre.