Cristina es una excéntrica chica cuya carrera musical fue vetada por Mireya Carmona la hija del presidente del país y que se encuentra en medio de una situación difícil debido a una mala decisión que tomo, Cristina debe encontrar su camino para alcanzar sus sueños y su felicidad
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Capítulo XVII: Cristina una chica muy valiente Parte 2
Transcurrieron tres meses sin noticias de Luis Arturo. Fueron días oscuros para todos. Cristina y Gustavo se veían como sombras de sí mismos, con la mirada perdida y los ánimos ausentes. Las medidas de seguridad en la escuela se reforzaron drásticamente. Leo no se separaba de Cristina, mientras Gustavo, cada vez más distante, pasaba más tiempo con Grecia. Fue durante ese período que el enamoramiento que Cristina alguna vez sintió por Gustavo se disolvió por completo.
Un día, los medios difundieron una noticia devastadora: la esposa e hijo del periodista aparecieron muertos. Cristina, que se encontraba en el club de música, se desmayó al escuchar la noticia. Pedro estaba muerto. La impresión fue tal que todos en el lugar entraron en pánico. Leo fue quien la sostuvo, abrazándola con fuerza mientras ella lloraba desconsoladamente. Grecia, que observaba desde un rincón, no podía apartar la vista.
—Era mi amigo, Leo... Pedro está muerto —decía Cristina entre sollozos.
—Criss, lo siento tanto... —le respondió él, sin soltarla.
—¿Y si Luis…? —murmuró con la voz quebrada, pero Leo la interrumpió con firmeza.
—No lo digas. Eso no va a pasar. Luis Arturo volverá con vida —le aseguró, mientras todos los presentes guardaban silencio, contagiados por la tristeza. Incluso Grecia, siempre altiva, no pudo contener las lágrimas.
En paralelo, lo que pocos sabían era que Luis Arturo acababa de ser rescatado. Apenas Gustavo recibió la noticia, corrió al club de música. Al entrar, se encontró con la escena: Cristina en brazos de Leo, rota por la muerte de Pedro. Aun así, no pudo contener la urgencia.
—¡Criss! ¡Está vivo! ¡Lo encontraron!
Mientras tanto, el gobierno confiscó todos los negocios de la familia Ortega. Acusaron a Marcia, a sus hermanos y a sus padres de ser líderes de la organización responsable del secuestro de Luis Arturo y de otros crímenes, incluyendo la muerte del periodista y su familia. Se convirtieron en los chivos expiatorios perfectos. La verdad era que Carmona se valió de la situación para apropiarse de ese “negocio” desde las sombras.
Tiempo después, Marcia desapareció misteriosamente de la cárcel, sin dejar rastro. En cambio, su hermano Marcos permaneció detenido y juró descubrir quién los delató. Estaba convencido de que alguien del colegio había estado involucrado.
Durante su cautiverio, Luis Arturo conoció el horror de verdad: hambre, frío, oscuridad constante. Pasó días encerrado en un espacio tan reducido que apenas podía moverse. Pensaba, cada noche, que no vería el amanecer. Cuando finalmente fue liberado, su cuerpo estaba debilitado, pero su mente mucho más. Había desarrollado un trastorno de estrés postraumático. Se volvió reservado, hipervigilante, incapaz de confiar. Sospechaba de todos, analizaba cada gesto y cada palabra como si escondieran un peligro. Además, recordaba claramente cosas que oyó cuando sus captores creían que dormía… conversaciones que, según él, conectaban directamente con el círculo de Carmona.
Fue entonces cuando tomó una decisión firme: jamás se involucraría con la política. No tendría simpatía ni interés en nada relacionado con el presidente. Sabía, con absoluta certeza, que era demasiado peligroso.
Tras todo lo ocurrido, Gustavo decidió quedarse algunos días junto a su amigo. Luis Arturo aún no se recuperaba emocionalmente del secuestro, y durante esas conversaciones entre silencios pesados, Gustavo se enteró de la verdad: Cristina había puesto en riesgo su vida por él. Por primera vez, la vio con otros ojos. No como la niña sentimental que siempre dependía de todos, sino como alguien valiente, decidida y leal.
—Gustavo, no puedes contarle esto a nadie, por favor —le pidió Luis Arturo con la voz baja.
—Lo entiendo —respondió él con seriedad.
Sabía perfectamente que si esa información salía a la luz, Cristina correría un riesgo enorme.
Dos semanas después, Luis Arturo decidió regresar a clases. Antes de pisar la escuela, pasó por la casa de Cristina. Por su madre ya sabía lo que ella había hecho por él, y también cuánto había sufrido. Durante su ausencia, le explicaron que no quiso visitarlo porque él no estaba en condiciones de verla, pero también porque la pérdida de Pedro la había devastado.
Cuando por fin se vieron, ninguno supo qué decir. Fue Luis Arturo quien rompió el silencio.
—Criss... regresé.
—Sí... regresaste —susurró ella.
Cristina no pudo contenerse. Rompió en llanto y corrió a abrazarlo. Él le sostuvo el rostro con cuidado, como si temiera romperla, y le acarició el cabello con ternura.
—No llores, Criss. Ya estoy bien.
—Tenía tanto miedo por ti, Luis... otras personas no tuvieron la misma suerte —dijo entre lágrimas, pensando en Pedro. Aunque deseaba haber ido al funeral, ni su abuela ni Leo se lo permitieron. Ir habría sido exponerse aún más.
—Lo sé… y gracias. Te debo la vida.
—No me debes nada. Tú eres como un hermano para mí. Al menos pude hacer algo por ti.
Luis Arturo la miró con un cariño limpio, sereno.
—Sé que es doloroso, Criss, pero tenemos que seguir. No porque lo olvidemos… sino porque él lo habría querido así.
Apenas eran dos adolescentes de 15 años, pero ya habían vivido lo que muchas personas no enfrentan en toda una vida. Esa tarde, como tantas otras que vendrían, Cristina lloró a su amigo perdido. Pero esta vez, lo hizo sostenida por alguien que había vuelto del abismo… y eso, de alguna forma, también era esperanza.
Al día siguiente, Luis Arturo regresó a clases decidido a concentrarse en sus estudios. Las secuelas de su secuestro pasaron desapercibidas para la mayoría. Era más reservado, especialmente con las chicas, y la única persona con la que se sentía realmente cómodo era Cristina. En ella confiaba sin reservas.
Mireya, tras el escándalo del secuestro, intentó acercarse a él con una actitud fingidamente amable. Pero Luis Arturo la rechazaba de forma categórica. Aunque oficialmente se decía que Carmona había colaborado en su rescate, él no lo creía. Había escuchado conversaciones inquietantes durante su cautiverio que lo hacían sospechar que el presidente estaba involucrado no solo en su secuestro, sino también en la muerte del periodista y su familia. Por eso, jamás permitiría que Mireya —la hija de ese hombre— se acercara a él.
Cristina, por su parte, volvió a ser víctima del acoso de Mireya y su grupo. Sin embargo, esta vez no estaba sola. El nuevo Luis Arturo ya no era el muchacho tímido del pasado. Para sorpresa de todos —y en especial de Mireya— la enfrentó con dureza.
—Mireya, deja en paz a Cristina —dijo con voz firme—. Y escúchame bien: es la última vez que te lo advierto.
—No sé qué te habrá dicho, Luis Arturo, pero yo no le he hecho nada —respondió Mireya, con ese tono dulce que usaba para fingir inocencia.
—Eso espero. Porque te lo digo claro: Cristina es como una hermana para mí. Y si le haces daño, me voy a olvidar de quién eres… y te la vas a ver conmigo. No me conoces, Mireya. No sabes de lo que soy capaz.
Mireya quedó muda. No reconocía al muchacho que tenía enfrente. Su voz no tenía miedo, solo convicción. Aunque odiaba a Cristina con cada fibra de su ser, entendió que era mejor dejarla tranquila. Al fin y al cabo, en su mente distorsionada, ella ya había ganado: había truncado los sueños de Cristina como artista y Grecia seguía siendo la novia de Gustavo.
Los sentimientos de Cristina en este momento eran complicados porque desde que conoció a Leo ella sabía le gustaba, sin embargo, Leo siempre la trato como a una amiga, por lo que se negaba a verlo como algo más,
aunque para todos era obvio que entre ellos existía mucha química, pero le preocupaba arruinar las cosas.
o sea que siempre están en condiciones de violencia, maltrato e injusticia??? ya sobrepasa la inmoralidad y la ignorancia de los ciudadanos, así sea los que más tienen dinero... ya que son los que mantienen al país y a su presidente!!!! 🥱🤢🤮