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VEINTICUATRO (BL)

VEINTICUATRO (BL)

Status: En proceso
Genre:Diferencia de edad / Posesivo / Romance oscuro / Mi novio es un famoso
Popularitas:2.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Daemin

Lo secuestró.
Lo odia.
Y, aun así, no puede dejar de pensar en él.
¿Qué tan lejos puede llegar una obsesión disfrazada de deseo?

NovelToon tiene autorización de Daemin para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capitulo 16: la ley del más terco

Valeria no dejaba de reírse mientras caminaban hacia el departamento. Lucas iba con cara de funeral, metido en sus pensamientos, todavía mascullando lo de “niñato”.

—¿Y esa cara, eh? —preguntó ella, con la sonrisa maliciosa de siempre—. Desde que te bajaste del auto vienes como alma en pena.

—Nada, déjame en paz —gruñó Lucas, tirando la mochila sobre el sofá.

Valeria alzó las cejas, teatral.

—Ajá… ¿“nada”? ¿Seguro que no es por tu amiguito del traje?

Lucas casi se atraganta con su propia saliva.

—¡¿Qué?! —se giró de golpe, rojo—. ¡Claro que no! Ese tipo es un amargado, insoportable, se cree que todo lo sabe…

Valeria lo observaba, divertida, apoyada en la mesa con los brazos cruzados.

—Mmm… hablas mucho para ser alguien que “no está pensando en él”.

Lucas la señaló con un dedo, desesperado.

—Valeria, ni lo insinúes. Te juro que no me interesa.

—¿Entonces por qué sigues hablando de él? —preguntó ella, inocente, aunque la sonrisa la delataba.

Lucas se quedó sin respuesta, bufó y se revolvió el cabello.

—¡Porque me cae mal, ya!

Valeria soltó una carcajada, disfrutando cada segundo.

—Mejor me callo, no quiero que te dé un infarto.

—Eres insoportable… —masculló él, tomando su mochila de nuevo.

—Y tú, transparente —remató ella, canturreando mientras él se iba directo a su habitación.

Lucas cerró la puerta de golpe, tirándose en la cama con un gruñido. Sabía que Valeria no lo iba a dejar tranquilo en varios días. Y peor aún… no estaba seguro de si la risa de ella le molestaba más que el recuerdo de esa media sonrisa de Alex cuando lo llamó “niñato”.

 

Dylan salió de la ducha con el cabello húmedo pegado a la frente. Se puso un pijama de algodón, flojo y cómodo, dispuesto a tirarse en la cama a descansar. Afuera, la lluvia golpeaba los ventanales con fuerza, y al poco rato los truenos comenzaron a retumbar.

—Genial… —murmuró, metiéndose bajo la sábana como si eso fuera a protegerlo.

Intentó ignorarlo, pero un estruendo fuerte lo hizo brincar. Otro más lo sacudió al punto de que casi terminó en el suelo. Con el corazón disparado, agarró la almohada y la sábana, y sin pensarlo dos veces salió disparado de su habitación.

Corrió por el pasillo y entró directo a la de Nathan.

Nathan estaba sentado en la cama, con la espalda apoyada en el cabecero, el portátil sobre las piernas. El torso desnudo, apenas cubierto por un pantalón de pijama oscuro. La luz de la pantalla iluminaba su rostro serio, hasta que alzó la vista y se encontró con Dylan, hecho un desastre, abrazando la almohada como un niño.

—¿Qué carajos…? —Nathan arqueó una ceja.

Dylan no contestó. Simplemente se metió bajo la sábana en la cama de Nathan y sacó la cabeza después, con la cara roja.

—¿Me dejas dormir aquí?

Nathan cerró la laptop despacio, sin dejar de mirarlo. Una sonrisa lenta, maliciosa, se dibujó en sus labios.

—¿Por miedo a la tormenta o porque no aguantas estar lejos de mí?

Dylan lo fulminó con la mirada desde debajo de la sábana.

—¡Por los truenos, idiota!

Nathan se inclinó un poco, apoyando el brazo en la almohada.

—Ajá. Claro… lo que digas.

Un nuevo trueno sacudió la casa, y Dylan se encogió todavía más bajo la sábana. Nathan lo miraba con calma, pero en sus ojos brillaba esa chispa descarada que no planeaba esconder.

—Está bien —dijo al fin, con voz baja—. Quédate. Pero luego no me digas que no te advertí.

La tormenta seguía rugiendo afuera, pero dentro de esa habitación lo que pesaba era la tensión. Dylan, tapado hasta la nariz, y Nathan, sonriendo con la malicia de alguien que sabía exactamente cómo aprovechar la situación.

Se giró hacia Dylan, apoyando la cabeza en la mano. Esa sonrisa maliciosa volvía a dibujarse en su boca, como si disfrutara de verlo encogido bajo la sábana.

—No me mires así —dijo Dylan, con la voz baja, apretando la almohada contra el pecho—. Si intentas algo, te juro que te pateo.

Nathan arqueó una ceja, acercándose un poco más hasta que apenas los separaba un palmo.

—¿Patearme? —su tono fue casi un murmullo—. Con lo que tiemblas, no creo que te dé para tanto.

Dylan lo fulminó con la mirada, pero la respiración acelerada lo traicionaba. Otro trueno iluminó la habitación, y el sobresalto lo hizo encogerse más. Nathan no perdió la oportunidad: acercó la mano lentamente y tiró un poco de la sábana que Dylan usaba como escudo.

—Devuélvemela —reclamó Dylan, intentando recuperar la tela.

Nathan rió por lo bajo, atrapando sus muñecas con facilidad. El contacto fue breve, pero suficiente para que Dylan sintiera un cosquilleo recorrerle los brazos.

—Relájate. No voy a comerte… todavía.

—Eres un enfermo —soltó Dylan, aunque su voz salió más ahogada de lo que quería.

Nathan inclinó la cabeza, sus labios rozando apenas la oreja de Dylan.

—Y tú un mentiroso… porque no me estás empujando de verdad.

Dylan se estremeció, encogiéndose aún más bajo la tela. Y en ese instante, Nathan no perdió oportunidad: lo jaló de golpe, metiéndolo contra su pecho con un solo movimiento firme.

—¡Oye! —protestó Dylan, atrapado entre su sábana y los brazos de Nathan.

Nathan apoyó la barbilla sobre su cabello húmedo, sujetándolo con una fuerza que no admitía réplica.

—Tranquilo, gatito. Ya no tienes de qué asustarte.

Dylan forcejeó apenas, pero el calor del cuerpo de Nathan lo envolvía, su respiración rozándole la nuca. Otro trueno retumbó, y sin darse cuenta se aferró al pantalón de Nathan, buscando ancla.

Nathan sonrió contra su piel, disfrutando cada reacción.

—Eso es… déjate.

Dylan levantó la cara lo suficiente para fulminarlo con la mirada.

—No te hagas ideas, Liu.

Nathan rozó con los labios la comisura de su oreja, apenas un suspiro cálido.

—¿Ideas? Yo no necesito ideas… ya tengo lo que quiero aquí mismo.

Dylan tragó saliva, intentando mantener la compostura. Pero el brazo de Nathan lo rodeaba con fuerza, su torso firme pegado al suyo, y cada trueno que caía lo hacía encogerse un poco más contra él.

El amanecer se filtraba tímido entre las cortinas, dejando que la luz dibujara líneas doradas sobre la habitación. Nathan fue el primero en abrir los ojos. No recordó en qué momento exacto se había quedado dormido, solo sabía que la tormenta ya había pasado y el silencio ahora era casi irreal.

Lo que sí sentía, con absoluta claridad, era el peso cálido de Dylan abrazado contra su cuerpo.

El chico estaba enredado entre las sábanas, la frente apoyada en su pecho y un brazo firme alrededor de su cintura, como si lo usara de almohada sin darse cuenta. La respiración lenta y profunda de Dylan le rozaba la piel, y ese detalle tan simple arrancó una sonrisa lenta de Nathan.

“Ni en mil años admitirías esto en voz alta, gatito”, pensó, mirándolo desde arriba.

Nathan bajó la mano hasta su espalda y lo atrajo un poco más, hundiendo la nariz en su cabello húmedo ya seco, aspirando su olor natural. le encantaba.

—Maldita sea… —murmuró con voz baja, casi una risa—. La noche más tranquila que he tenido en años y es porque me abrazas como si fuera tu maldito osito de peluche.

Se quedó así unos segundos, disfrutando del calor, de la sensación de tenerlo tan cerca sin que Dylan pudiera poner su muro de ironías o insultos. Lo apretó un poco más fuerte, como si quisiera grabar en su cuerpo la certeza de que, aunque él lo negara mil veces, Dylan lo buscaba incluso dormido.

Con la barbilla apoyada en su cabello, Nathan cerró los ojos de nuevo.

—Voy a aprovechar esto mientras dure… —susurró, dejando que el sueño lo atrapara otra vez, satisfecho.

El nuevo día apenas comenzaba, pero Nathan ya lo sentía como suyo.

1
Mel Martinez
por favor no me digas que se complica la cosa no
Mel Martinez
que capitulo
Mel Martinez
me encanta esta novela espectacular bien escrita y entendible te felicito
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