Project Universe: Explorers

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Las campanas del castillo en el centro de Alay alarmaban a la población. Todos, siguiendo sus protocolos, se refugiaban en sus hogares, mientras una bruma espesa empezaba a cubrir las casas y estructuras, causando sobresaltos entre los elfos que se encontraban dentro.

En el castillo, un rayo de luz salió disparado de la punta de este, anunciando la audiencia real.

En medio de la enorme sala, los guardias hacían formación, y los sabios tomaban sus puestos. Uno de ellos corrió hacia el trono, con el rostro tenso y los pasos apresurados.

Al parecer era el consejero real… llegaba tarde.

—¡Majestad! ¡Esto es inaudito! —gritó un anciano, de rodillas frente a otro elfo.

El joven elfo que se encontraba en el trono casi parecía un niño. Lo que lo diferenciaba del resto de la corte era la coronilla de plata que portaba, reflejando la luz de los candelabros.

—Los vampiros irrumpieron en nuestro reino sagrado. El árbol que los dioses nos confiaron en cuidar peligra. Debemos actuar con rapidez. —Mencionó, con voz firme.

Uno de los elfos, el anciano que conocimos en la catedral, avanzó hacia el trono.

El joven elfo arqueó una ceja; no recordaba haberlo llamado.

—Su majestad, lamento mucho los sucesos recientes que se están dando. Estaba en medio de la iniciación élfica de un joven cuando el orbe se apagó. —Dijo el anciano, con respeto.

—¿Tiene idea de que la organización OMEGA pueda estar relacionada con este ataque? —preguntó el rey.

El anciano asintió y golpeó su báculo al suelo, captando de inmediato la atención de todos.

—Las perturbaciones a las raíces élficas sugieren que los vampiros se encuentran en el laberinto ahora mismo, buscando romper los obeliscos que mantienen al árbol unido a nuestras tierras.

Los demás ancianos murmuraban entre ellos; algunos asustados, otros molestos por el asalto.

El rey cerró los ojos y levantó la mano. Solo eso bastó para que el salón se sumiera en silencio absoluto.

"Ha pasado al menos media hora desde que la incursión empezó… Necesitamos una solución rápida, urgente. Un plan de acción." Pensó, con creciente tensión.

—Su majestad… —habló nuevamente el anciano Ley, sin esperar permiso.

—Dígame, sabio Ley… —respondió el rey, interesado en sus palabras.

—Quiero mencionarle que el chico al que le estaba realizando la iniciación élfica es miembro de la organización galáctica ARMA.

El rey abrió los ojos; la atención del joven se centró en el anciano.

—Me tomé la libertad de que él fuera, junto a su equipo que lo acompañó a su iniciación al laberinto élfico. Al menos así ganamos tiempo mientras pensamos en un plan de acción.

—Oh, me alegra que lo hicieras. Al menos así podemos pensar con la cabeza más fría… —El rey ajustó la corona, más calmado.

—Sé que Alay busca ser neutral en los asuntos políticos entre ambas organizaciones, pero atacar nuestro hogar requiere medidas cautelares. —Explicó Ley.

—Lo que menos deseo es deber un favor a ARMA… pero si no queda de otra… —Murmuró el rey.

—Ahora mismo deben de estar dirigiéndose al laberinto, buscando los obeliscos. —Agregó el anciano.

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Y vaya que el viejo tenía toda la razón…

Alex, Heart y Writz corrían como si participaran en una carrera de atletismo hacia el enorme muro lejano de la ciudad.

—¿¡Esa cosa es el laberinto!? —preguntaba Alex; jadeaba por la carrera.

—¡Así es! Los elfos iniciados accedemos aquí para la prueba final y así desbloqueamos nuestra conexión élfica. —Gritó el elfo.

El grupo se detuvo, agotado.

—Tardaremos una eternidad… —Mencionó Heart, observando que el muro ni siquiera parecía acercarse.

Mientras el equipo recuperaba el aliento, un movimiento extraño entre los arbustos pasaba desapercibido para los Explorers.

—Igual será una misión difícil… De hecho… No creo que sea de rango planeta… Estamos hablando de vampiros… —Jadeaba el elfo.

Alex se sentó; era el más cansado del grupo. Por un momento vio el movimiento en los arbustos, pero estaba demasiado agotado para prestar atención.

Flojo...

—Aunque lleguemos, primero estaremos muertos del cansancio antes de poder hacer algo… —Dijo Alex.

—Writz… no creo que puedan sacar el árbol élfico así por las buenas, ¿no…? —preguntó Heart.

—No, gracias a los dioses elementales diseñaron un sistema de seguridad que mantiene al árbol conectado a nuestro mundo… —Elfo se estiró—. Los siete obeliscos…

—Ah… Aquí tienen siete… En mi país solo tenemos uno y siempre se llena de tráfico… —Comentó Alex, divertido.

Writz y Heart se confundieron por los delirios del humano, y empezaron a pensar en una solución.

Alex, mientras tanto, se levantó como pudo; el cansancio lo estaba matando. Para acabarla de joder, otro pinchazo en la cabeza.

—¡Ah! Tenía que ser ahora… —Alex se agarró la cabeza.

—Hey, tranquilo. —Heart le sobó la cabeza; esto empezó a calmarlo.

Writz observaba sus alrededores hasta notar el movimiento en los arbustos: un pequeño dragón salvaje, verde y escamoso, pero bastante tierno.

—Bueno… es lo mejor que tenemos… —Mencionó el elfo.

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Writz y Heart volaban sobre el dragón, quien torpemente dirigía su vuelo. Alex, por su parte, hacía lo posible por no soltar su agarre de las patas del dragón.

—¡Hubiera corrido! ¡Ah! —gritó Alex cuando el dragón aceleró de repente, asustándolo aún más.

Finalmente llegaron hasta la enorme entrada del laberinto. Heart y Writz bajaron con calma, mientras Alex temblaba como si estuviera en el Polo Norte.

El dragón, tras observar la entrada con un siseo, decidió alejarse rápidamente; las malas vibras que emanaban del laberinto lo espantaron.

—Lo siento, Alex… —Writz se rascó la mejilla, nervioso—. Al menos con esto comprobaste que los microagarradores funcionan… ¿verdad?

Alex solo observó al elfo; tembloroso, le dirigió un dedo medio cariñoso.

—Bien, ahora tenemos que ir por los obeliscos… ¿Cómo lo haremos? —preguntó Writz.

—Creo que deberíamos separarnos para cubrir más terreno; sin embargo, considerando la prueba que representa el laberinto… —Heart observaba el enorme lugar, evaluando posibles rutas y soluciones.

—¡Espera! ¡Eso es imposible! —interrumpió Alex, recuperando algo de valor—. Son siete obeliscos, ¿no? ¡Solo somos tres! Separarnos podría ser inútil, no llegaríamos a todos a tiempo.

—Alex tiene razón —mencionó Writz—. Solos no podremos. Por más que el viento esté a nuestro favor.

—Sí, eso… —asintió Alex.

—A ver, genios, ¿qué soluciones ofrecen, eh? —preguntó Heart con fastidio, cruzándose de brazos.

—Podríamos llamar a Epsilón; tal vez consiga refuerzos, o incluso a alguien mejor que nosotros —propuso Alex.

—¡Ah, claro…! Esperemos a que el carbón ese termine el papeleo para poder actuar —aclaró Heart, con los brazos cruzados.

—Entonces… no se me ocurre nada más —suspiró Alex.

Heart miró a Writz; el elfo estaba pensativo, claramente con una idea.

—¿Writz…?

—Creo que hay una forma de conseguir ayuda de inmediato —dijo Writz, sacando su tablilla y mostrándosela a Heart.

Los ojos de la robot cambiaron a símbolos de alerta; frunció el ceño.

—Ni glitcheada… —murmuró Heart con enojo.

—¡Es nuestra única opción! —Writz habló con firmeza—. Los caballeros élficos tardarán en llegar, y ARMA también.

Heart, viendo la determinación del elfo, respiró hondo; su enojo disminuyó un poco.

—Ah… al chispazo… llámalos —dijo, resignada.

Writz asintió y llamó desde la tablilla:

—¿Hola? ¿Podrían venir a darnos una mano? ¡Alay está en peligro! Avisen también a ARMA para que nos apoye cuanto antes. Sí, gracias.

—¿Y cuánto tardarán en llegar? —preguntó Alex.

Justo entonces, un portal se abrió frente a ellos. De él surgieron cuatro figuras conocidas.

—¡Jamás pensé escuchar esto! ¡Heart pidiéndole ayuda al equipo Heartless! —Esker reía, egocéntrico como siempre.

—¡Reseteate, idiota! ¡No te llamé yo, fue Writz! —reclamó Heart.

—Calma, calma… Solo me divertía —dijo Esker, dirigiéndose a Alex—. Tú…

—¿Qué tal, Esker…? —fingió Alex con una sonrisa.

—¡Alex! —gritó una voz femenina.

Los ojos de Alex se achicaron al escuchar la voz de West, la súcubo, mientras se ocultaba tras Heart.

—Aw… ¿Es que acaso no te agrado…? —dijo West, fingiendo molestia, luego riendo de forma perversa.

La súcubo percibió un aroma peculiar.

—Mmm… Veo que estás falto de dopamina, Alex —comentó, sacando la lengua. Heart se tensó; Alex quedó perplejo.

—Qué casualidad… Heart, ¿por qué hueles a la dopamina de Alex? —rió West burlona.

—¡Podrías callarte y centrarte en el problema! —reclamó Heart, mientras sus circuitos chispeaban.

—¡Aquí estamos, Writz! Listos para apoyarte —dijo Qer volando alrededor del elfo.

Glugoo, el slime, saltaba de un lado a otro mostrando un pulgar hacia arriba.

—Gracias por acudir a mi llamado. Necesitamos todo el apoyo posible —dijo Writz, mirando a Heart.

Heart, incómoda al principio, asintió al ver la seriedad del elfo.

"Estos idiotas no me agradarán… Pero es lo mejor que tenemos ahora," pensó.

—Entonces, ¿cuál es el plan, mi orejudo amigo? —exclamó el hydronido.

—Entre los dos equipos sumamos siete integrantes. Cada uno irá a un obelisco —dijo Writz, mostrando un holograma del laberinto élfico.

—Vaya… ¿Qué gracia tiene un laberinto si sabes por dónde ir…? —preguntó Alex.

—Es un mapa que el sabio me otorgó. Solo para esta emergencia —explicó Writz.

—Si los vampiros quieren obtener el árbol, deberán sacar los siete obeliscos en estas ubicaciones —agregó West, señalando el holograma.

—Los que puedan moverse más rápido, vayan a los dos obeliscos del norte. El resto, a los del sur y centrales.

El grupo asintió; a pesar de las rivalidades, el objetivo común los unía, aunque fuera un poco.

—¿Quedó claro? —preguntó Writz. Alex levantó la mano.

—¿Qué hacemos si nos topamos con los vampiros?

—Son demasiado peligrosos si vamos solos. Huyan o, de no haber otra opción, peleen —Aclaró Heart—. Sus vidas dependerán de ello.

—Sí… vamos a morir… —dijo Alex, resignado.

—Bueno, haber leído las letras pequeñas antes de firmar el contrato… —rió el Hydronido.

—Una vez despejen los obeliscos, nos reuniremos aquí —Writz señaló la salida este del laberinto—. Si no pueden llegar, escapen por la primera salida que vean. Nos reuniremos todos en la catedral.

—Si OMEGA está implicado, no esperen que esto sea fácil —advirtió Esker, su semblante más serio.

Todos asintieron; ingresaron a la imponente entrada del laberinto élfico.

Podría ser la misión más difícil que hayan enfrentado los Explorers… pero debían hacerlo, porque Writz merecía celebrar su cincuentenario como se debía.

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Caminando por el laberinto, el equipo observaba curiosos las diversas manchas oscuras, señales que los vampiros dejaban, producto de su humo oscuro.

—Hey, Writz... —Alex se acercó al elfo, amigable como siempre.

—¿Pasa algo, Alex? —preguntó el elfo, alerta.

—Sé que... No nos conocemos desde hace mucho, pero quiero que sepas que me alegra ser tu compañero de equipo. —Alex sonrió ampliamente.

Writz, quien antes se veía bastante serio, se sorprendió por las palabras del humano.

"¿Tanto le importo? Ah... Solo espero que sobrevivan..." Pensó el elfo.

—Gracias, Alex, son palabras muy alentadoras. —Sonrió el elfo, tímido.

—Ah... —Alex suspiró. —Espero que podamos salir vivos de esta...

—Lo haremos, Alex. —Heart se unió al dúo, dándole un golpecito a Alex.

—Je, deberíamos tener un saludo de equipo, saben... —Pensó el humano en voz alta.

El grupo finalmente había llegado a un epicentro, cuatro caminos diferentes y muy poco tiempo para elegir.

—Bien, aquí nos dividiremos... Vayan en grupos de dos; iré solo por este camino. —Writz señaló al sureste. —Recuerden el plan y, por favor... No quiero que nada malo les pase...

—¡Yo voy con Alex! —exclamó la súcubo, sonriendo coqueta al chico. Alex sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo.

—Glugoo, ¿vamos? —preguntó el escarabajo, el slime saltó como aprobación.

—Supongo que iremos juntos... —Dijo Esker, poniéndose a la par de Heart.

Heart no le dirigía la palabra, solo asintió con escepticismo, molestando a Esker.

Writz, por su parte, estaba más decaído; su mano estaba fuertemente agarrada a su bolso de viajero.

Alex notaba que, aun por más fuerte y sabio que fuera, el elfo tenía miedo de ir solo.

—Writz, mejor yo iré solo; que alguien más te acompañe. —Alex puso sus manos en la cintura, fingiendo seguridad.

—¿¡Qué!? —West sintió como la palabra "rechazo" se clavaba en su mente.

—Ah, perfecto, Writz, ¡voy contigo! —mencionó Heart, poniéndose a la par del elfo.

—Mmm... Al cabo que ni quería... —Esker se cruzó de brazos, poniéndose junto a una derrotada West.

Alex finalmente se colocó en el camino que llevaba hacia el norte, respirando profundo. Volteó hacia Writz asintiendo con positivismo.

Aunque quiera que no... El chico tampoco quería ir solo... Pero su valentía viajaba más rápido que su inteligencia.

—Alex, ¿estás seguro de esto? —preguntó Qer, el escarabajo.

Alex asintió, aunque su rostro decía "me vine a meter a la boca del lobo...".

—Ya he estado solo... En un planeta de peluches... —Dijo Alex, dando saltitos. Intentaba no pensar en lo que sucedía.

—Pero esta vez son vampiros, humano loco... —Aclaró Esker.

Alex casi se quedaba petrificado por las posibilidades que pasaban por su mente.

"Entras, golpeas, corres, sales... Entras, golpeas, corres, sales..." Pensaba el chico, tembloroso.

—¡Suerte, chicos! ¡Por Alay! —gritó el elfo. El resto del grupo levantó los brazos de forma simbólica.

Y así fue como el grupo tomó caminos distintos...

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Los enormes muros y la bruma vampírica bloqueaban toda vista clara que pudiera haber.

Alex, atento a sus pasos, observaba su tablilla, guiándose por el mapa del laberinto.

No se percataba de las brillantes manchas del suelo y las paredes.

—Bien, y ahora... Al fondo a la derecha... —Alex asintió, continuando su camino.

Fijándose en los muros y pasillos, Alex estuvo a punto de dar un cruce, hasta que, de reojo, lo vio...

—¡Mierda! —Alex se escondió tras el muro, su respiración empezó a agitarse. —No... No esas cosas... No de nuevo...

Alex rezaba que lo que vio era una ilusión, un producto del Xereos que aún estaba en su mente.

Un pinchazo en su cabeza lo empezó a alterar, sus ojos brillaban celestes como pequeños faros.

—Mierda... Cálmate... —Alex se agarraba la cabeza, oculto.

Pero algo lo hizo contener su respiración lo más que pudo; su mayor pesadilla había vuelto.

Un rugido desgarrador, horrible...

Y metálico...

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