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Overdown: El Despertar Del Elegido

Overdown: El Despertar Del Elegido

Status: En proceso
Genre:Aventura / Magia
Popularitas:261
Nilai: 5
nombre de autor: Adryel

Hace años, seis cristales sellaron a Lord Oscuro, un ser tan poderoso que corrompía el mundo. Ahora, un nuevo enemigo quiere liberarlo… y solo un joven con un poder desconocido puede detenerlo.”
Lloyd jamás pensó ser el Elegido de la Esencia Esmeralda. Ahora, arrastrado por una profecía y perseguido por Xandros, deberá decidir entre huir… o salvar al mundo.

NovelToon tiene autorización de Adryel para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

"Cuerpos Cruzados Parte 2"

Mariela estaba sentada en el sillón, con las manos entrelazadas, mirando al piso con el ceño fruncido y la preocupación marcada en su rostro. Danna estaba tirada en el suelo, recargada contra la pared, con los brazos cruzados y expresión de fastidio absoluto.

En el comedor, Diana y Ryan (en el cuerpo de Vanessa) comían cereal en silencio. Diana observaba a su hermano con tristeza y preocupación mientras Ryan solo miraba su vaso de leche sin decir nada, completamente incómodo en ese cuerpo ajeno.

En el sofá, Lloyd (en el cuerpo de Camila) estaba recostado, con el brazo sobre su frente y el rostro pálido, respirando con dificultad pero ya más estable. Frente a él, Camila (en el cuerpo de Lloyd) permanecía de pie, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, observando a su madre con expectativa.

Finalmente, Mariela habló con un tono bajo y tembloroso:

> Mariela (intentando encontrar palabras, con voz suave):

—Em… pues… esto… esto es…

Hizo una pausa, suspirando y cubriéndose la boca con la mano mientras sus ojos se humedecían de impotencia.

Danna bufó con fuerza, girando los ojos hacia ella con hastío.

> Danna (con sarcasmo agresivo y voz alta):

—Yo lo digo por usted, tía… ¡ESTO ES ESTÚPIDAMENTE IRREAL! ¿Qué demonios estaban haciendo para que esto pasara, par de idiotas…?

Mariela bajó la mirada con tristeza y sacudió la cabeza con suavidad.

> Mariela (con tono cansado, pero calmada):

—Danna… no les hables así… tal vez no fue su culpa, hija…

Lloyd, en el cuerpo de Camila, abrió un ojo con molestia y la miró desde el sofá, hablando con voz aguda pero su tono impulsivo de siempre.

> Lloyd (frunciendo el ceño, frustrado e incómodo):

—Sí, sí… ajshdh… ya entendí que no te caigo bien, Danna, pero… ¿alguien me puede decir qué carajos me acaba de pasar…? Me duele todo…

Camila, en el cuerpo de Lloyd, suspiró con fuerza, conteniendo la frustración, pero su tono seguía firme y autoritario como siempre.

> Camila (mirándolo fijamente, seria):

—No lo sé, Lloyd… estoy pensando… no tenemos respuestas aún.

Danna la miró con desprecio y chasqueó la lengua con fuerza.

> Danna (cruel y directa, sin filtro):

—¿No que eras muy inteligente, Camila…? Es obvio lo que pasa aquí… tu cuerpo no está diseñado para soportar el poder de Lloyd. Como siempre, tan delicado tu cuerpo, Camila…

Camila sintió un nudo en el estómago y apretó los puños con fuerza, intentando no explotar.

> Camila (con tono firme, pero calmado y maduro):

—Oye… ya para, Danna… no es el momento para tus comentarios.

Danna se encogió de hombros con burla, sonriendo de lado.

> Danna (sarcástica, con voz fría):

—¿Y si no quiero qué? Siempre tan mandona, Camila… aunque ahora estés en ese cuerpo de hombre…

Mariela cerró los ojos con cansancio y se masajeó las sienes, intentando no perder la paciencia.

> Mariela (con voz suave, pero con firmeza de madre):

—Por favor… compórtense ya… no es momento para pelear. Quiero que… que tu papá llegue pronto, Camila… para que vea esto y nos diga qué hacer…

En ese momento, el ambiente quedó completamente silencioso. El único sonido era el leve tintineo de la cuchara de Diana chocando con su taza mientras sus ojos miraban con preocupación a su hermano en el cuerpo de su amiga. 

Lloyd, en el cuerpo de Camila, estaba recostado en el sofá mirando el techo con aburrimiento, mientras los demás hablaban. De pronto, frunció el ceño y se incorporó con esfuerzo, sosteniéndose de la orilla del sillón.

> Camila (en el cuerpo de Lloyd, con tono firme y preocupado):

—¿A dónde crees que vas, Lloyd?

Lloyd la miró desde abajo con esa expresión de niño confundido y su voz sonó aguda, tan rara en el cuerpo de Camila.

> Lloyd (inocente y despreocupado):

—A comer… ya me dio hambre… y huele bien… —dijo mirando hacia la cocina con los ojos brillosos.

Pero cuando se levantó por completo y giró para mirarla, sus ojos morados parpadearon con un destello verde intenso. En ese instante, sin advertencia, una ráfaga de Esencia Esmeralda salió disparada de su mano, atravesando el piso de madera y dejando un agujero directo hasta el sótano con un ruido ensordecedor.

> Mariela (con un grito ahogado, cubriéndose la boca):

—¡Oh por Dios…!

El silencio reinó en la casa. Camila, en el cuerpo de Lloyd, abrió los ojos con terror absoluto y extendió la mano hacia él.

> Camila (con voz grave, firme, pero temblorosa de preocupación):

—Lloyd… no te muevas… ¿está bien…? Quédate quieto, ¿sí?

Lloyd levantó ambas manos rápidamente, con los ojos abiertos de par en par y la respiración agitada, temblando ligeramente.

> Lloyd (con voz temblorosa, asustado, pero aún con su inocencia evidente):

—¡Okey okey no me muevo! No quiero… no quiero explotar… ni explotar la casa… ¡ni explotar a nadie…!

Danna, desde su lugar en el suelo, los miraba con los brazos cruzados, su rostro mostraba una mezcla de burla y desprecio.

> Danna (sarcástica y cruel, con voz baja y amarga):

—Qué bien, carajo… tenemos una bomba de tiempo aquí… miren qué espectáculo… el gran Lloyd… el elegido, damas y caballeros… el que no puede ni controlar un estornudo sin agujerar la casa…

Camila giró su mirada hacia ella con furia contenida, su voz fue baja pero cargada de autoridad.

> Camila (con firmeza, mirándola a los ojos):

—Danna… cállate. No ayudas en nada con tus comentarios.

Danna sonrió de lado y giró los ojos con desprecio, pero no dijo nada más. Mientras tanto, Lloyd seguía con las manos en alto, respirando agitado, sus labios temblaban.

> Lloyd (con voz quebrada, mirando sus manos con miedo):

—Yo… yo no quería… solo… solo tenía hambre…

Su voz se apagó, con un tono tan vulnerable que incluso Mariela, aún en shock, sintió un fuerte dolor en el pecho al verlo así.

En ese momento, se escuchó un chirrido metálico y la puerta del sótano se abrió. Del interior emergió Francisco, con el cabello un poco despeinado y el ceño fruncido, sujetando su cuaderno de notas.

> Francisco (mirando alrededor con voz firme y grave):

—¿Pero qué fue ese ruido?… ¿Qué hicieron ahora…?

Mariela lo miró con alivio mezclado con preocupación, mientras Camila en el cuerpo de Lloyd suspiraba hondo al verlo.

> Camila (en cuerpo de Lloyd, con tono confundido):

—Tío… mamá… ¿no habían dicho que papá y el tío Francisco no estaban en casa?

Mariela frunció el ceño, dudosa.

> Mariela (mirando a Francisco):

—Yo los vi salir juntos hace rato…

Francisco se acercó hasta quedar frente a todos, observando el agujero en el piso con sorpresa y molestia.

> Francisco (suspirando, con voz cansada):

—No… yo me quedé aquí, buscando el último cristal en los registros del sótano. Fue Gabriel quien salió… pero ahora díganme qué demonios está pasando aquí.

Camila, aún impactada, tragó saliva antes de hablar.

> Camila (seria, firme, pero su voz temblaba):

—No… no sabemos exactamente, tío. Solo… despertamos así… yo y Lloyd… cambiamos de cuerpo… y… —miró a Ryan en el cuerpo de Vanessa con incomodidad— nuestros demás amigos también…

Francisco alzó las cejas, incrédulo, y cruzó los brazos, exhalando un suspiro largo y pesado.

> Francisco (con voz baja y reflexiva, casi murmurando para sí mismo):

—Cambiar de cuerpo… rayos… creo que sé qué pudo haber pasado…

Lloyd, sentado en el sofá en el cuerpo de Camila, levantó la vista con ojos grandes, reflejando un brillo de esperanza y su típica ingenuidad.

> Lloyd (con tono infantil, inclinándose hacia él):

—¡Entonces díganos qué pasó, por favor!… Porque… porque no quiero explotar otra vez… ni explotar a Camila… ni explotar a nadie…

Francisco lo miró con cierta compasión y luego desvió la mirada hacia Ryan, en el cuerpo de Vanessa, quien se rascaba la nuca con incomodidad.

> Ryan (con voz rápida y culpable, sin mirarlos a los ojos):

—Em… yo… ayer encontré un frasco raro que decía algo de saborizante… y… lo abrí y… pues… lo serví en varias bebidas… tenía sed, ok…

Francisco se llevó la mano a la frente, frotando su sien con fuerza, mientras cerraba los ojos con frustración.

> Francisco (con voz baja, grave, pero paciente):

—Claro… eso lo explica… en lugar de ser algún saborizante común, se tomaron una posición… probablemente creada en el monasterio… un intercambio de conciencia… un error típico de los alquimistas que estuvieron ahí hace siglos.

Danna, sentada en el suelo con los brazos cruzados, dejó escapar una risa sarcástica y cruel.

> Danna (mirando a todos con desdén, su voz cargada de veneno):

—Bueno, miren nada más… son unos idiotas… ¿cómo se tragan algo sin saber qué es? ¿Qué sigue? ¿Tomar veneno y sorprenderse de morirse?

Francisco la miró con frialdad, su tono fue firme y autoritario.

> Francisco (regañándola sin subir la voz, pero con dureza):

—Danna, basta. No es momento de tus comentarios. Tu sarcasmo no arregla nada.

Mariela, que observaba a Lloyd con el rostro preocupado, alzó la voz para preguntar.

> Mariela (con voz temblorosa, su mano en su pecho):

—Pero… ¿qué le pasa a Lloyd?… Su poder… parece más inestable que nunca… y… sus ojos… están cambiando de color cada rato…

Francisco respiró hondo antes de responder. Su tono fue lento, como explicándole a un niño, pero su mirada era seria y dura.

> Francisco (con voz profunda y pausada):

—Escuchen bien todos… cuando nosotros nacemos, nuestro poder elemental se guarda en dos lugares: en nuestro cuerpo, como parte de la genética… y en nuestra alma.

—Cuando hay un cambio de cuerpo como este… es el alma, o más bien la conciencia, la que se traslada… llevándose el poder elemental con ella…

—En este caso… el cuerpo de Camila no está diseñado genéticamente para soportar la Esencia Esmeralda de Lloyd. Si de por sí, Lloyd no sabe dominar su poder en su propio cuerpo… mucho menos en un cuerpo que no está adaptado para canalizarlo…

—…Es como intentar cargar un rayo en una copa de vidrio… inevitablemente… se rompe.

El silencio se apoderó de la sala. Lloyd, con sus ojos morados parpadeando en verde, miraba el suelo con temor, mordiéndose el labio inferior, mientras su respiración se agitaba poco a poco.

> Lloyd (con voz apenas audible, casi un susurro, temblando):

—Yo… yo no quiero romper a Camila…

Danna se quedó sentada en el suelo, rodando los ojos con desdén mientras murmuraba para sí misma con sarcasmo y una sonrisa fría.

> Danna (voz baja, burlona, mientras se cruzaba de brazos):

—Uy sí… que especial su poder… el gran Lloyd… qué maravilla…

Francisco suspiró con paciencia y se acercó lentamente a Lloyd, quien seguía en el cuerpo de Camila, mirándolo con sus ojos morados que parpadeaban en verde.

> Francisco (con voz relajada, intentando calmarlo):

—Tranquilo, Lloyd. Eso no va a pasar… Escúchame bien… el cuerpo de Camila tal vez no esté adaptado para soportar tu Esencia Esmeralda, pero ella es una elemental… su cuerpo sí está diseñado para canalizar su propio poder del agua.

—Solo… no intentes manifestar tu poder mientras estés en su cuerpo, ¿de acuerdo? Podrías… dañarla sin querer.

Lloyd se quedó callado un segundo. Bajó la mirada con preocupación, pero su inmadurez terminó saliendo cuando suspiró y sonrió torpemente.

> Lloyd (frotándose el estómago, con voz débil pero infantil):

—No pues… jeje… ya entendí… pero… ya me dio hambre…

Mariela no pudo evitar reír suavemente al ver su expresión tan típica de niño pequeño, incluso dentro del cuerpo de su hija. Se levantó y fue a la cocina para prepararle algo. Mientras tanto, Ryan en el cuerpo de Vanessa, apoyado contra la pared, dejó escapar una risita nerviosa.

> Ryan (con su tono bromista de siempre, encogiéndose de hombros):

—Bueno… jaja… ya nada puede ir peor hoy, ¿no creen?

De pronto, se escucharon fuertes golpes en la puerta. Francisco, algo confundido, fue a abrirla. Apenas giró la perilla, la puerta se abrió de golpe con un BANG y lo empujó hacia atrás, haciéndolo chocar contra la pared con un quejido.

> Francisco (adolorido, con voz ronca):

—Agh… ¿pero qué demonios…?

Entró apresurada una figura: era Ryan, pero en su propio cuerpo estaba Vanessa, con su típica mirada gélida, pero ahora desbordando ira. Caminó directamente hacia Ryan en cuerpo de Vanessa, sus ojos fríos y su voz cargada de rabia contenida.

> Vanessa (con voz baja, tensa y amenazante mientras apretaba los puños):

—Ryan… devuélveme mi cuerpo… ahora mismo…

Ryan palideció al instante y levantó ambas manos con nerviosismo, retrocediendo mientras reía torpemente.

> Ryan (hablando rápido, su voz aguda en el cuerpo de Vanessa sonaba aún más cómica):

—E-espera, espera, espera, Vanessa… ¿cómo supiste que estábamos aquí…?

Vanessa dio un paso amenazante hacia él, haciendo crujir sus nudillos.

> Vanessa (voz dura y cortante, con un tono mortal):

—Porque fui a TU casa y no estabas… y luego a la de Lloyd… y en AMBAS me dijeron que estabas AQUÍ… imbécil.

En ese momento, comenzó a perseguirlo por la sala. Ryan gritaba mientras corría, moviendo torpemente el cuerpo de Vanessa, casi tropezando con la mesa del comedor.

> Ryan (gritando con voz chillona, desesperado):

—¡ESPEEERRRAAAAA, NO ME MATESSSSS…!

Mientras tanto, Lloyd en el cuerpo de Camila, sentado en el sofá y comiendo lentamente lo que Mariela le había traído, los miró con cansancio, sus ojos morados brillando un poco en verde de nuevo.

> Lloyd (hablando con la boca medio llena, en su tono inmaduro):

—Ya cálmense… o los voy a hacer explotar a los dos sin querer…

Diana, desde el comedor, levantó su tenedor y habló con su vocecita dulce, pero con completa seriedad.

> Diana (con su sonrisa inocente):

—Yo si fuera ustedes… le creería a Lloyd…

Francisco, sobándose la frente mientras se levantaba de la pared, suspiró con fuerza y miró a todos con frustración.

> Francisco (voz ronca, mirando al techo con resignación):

—Ach… ¿qué pasa con estos niños hoy…?

Camila, aún en el cuerpo de Lloyd, miraba a su tío con una preocupación que no solía mostrar.

> Camila (voz grave, suspirando con un tono firme pero tembloroso):

—Tío… pero… ¿esto es permanente…? Porque… no puedo quedarme así para siempre…

Francisco sonrió con calma, colocando su mano en el hombro de Lloyd (realmente el cuerpo de Camila) en un gesto tranquilizador.

> Francisco (voz relajada, con tono de explicación paciente):

—No, Camila. Tranquila. Ningún efecto de cambio de cuerpo o posesión es permanente. Siempre es temporal.

—Máximo… un día o dos… pero no pasa de eso. Después, todos volverán a la normalidad.

Camila suspiró con alivio, sus hombros en el cuerpo de Lloyd se relajaron mientras cerraba los ojos un momento. Vanessa, quien seguía en el cuerpo de Ryan, dejó de perseguirlo y se cruzó de brazos, girándose hacia él con esa mirada fría suya.

> Vanessa (voz dura, con sarcasmo helado):

—Más te vale que sea así… y Ryan… te advierto algo…

—No se te ocurra mirar cosas que no debes mientras uses MI cuerpo… o te juro que te congelo la lengua cuando vuelva a tener mis manos.

Ryan tragó saliva con fuerza y levantó las manos en señal de rendición, aunque no pudo evitar soltar su típica broma tonta, incluso estando asustado.

> Ryan (con su sonrisa nerviosa, rascándose la nuca):

—Con… con que no me den ganas de ir al baño… todo estará bien…

Todos lo miraron con caras de asco y confusión absoluta. Francisco, Camila, Mariela, incluso Lloyd en el cuerpo de Camila y Vanessa en el cuerpo de Ryan se le quedaron viendo en silencio. Ryan parpadeó, incómodo.

> Ryan (con voz baja, incómodo):

—¿Qué…?

En ese momento se abrió la puerta y entraron Nathan y Christian, pero algo era extraño: Nathan caminaba de forma más tranquila y pausada, mientras Christian tenía un aire confiado que normalmente no mostraba.

> Nathan (pero con la voz calmada de Christian, mirando alrededor confundido):

—¿Qué está pasando aquí…? ¿Por qué… por qué me siento tan pesado…?

> Christian (con la voz más aguda y bromista de Nathan, alzando ambas manos con una sonrisa):

—¡Ey, ey, ey! ¿Por qué me veo tan flaco? ¡¿Qué es esto…?!

Camila, en el cuerpo de Lloyd, suspiró hondo y se acercó a ellos, hablando con su voz grave y seria, tratando de sonar calmada aunque su expresión era preocupada.

> Camila (voz de Lloyd, pero con su tono analítico):

—Nathan… Christian… escuchen… cambiamos de cuerpos por… un accidente con una poción en el monasterio.

—Pero tranquilos. Es temporal. Mi tío dice que en un día… máximo dos, volveremos a la normalidad.

Ambos se miraron y suspiraron aliviados. Nathan se tocó el rostro de Christian, sintiéndose raro, mientras Christian revisaba los brazos de Nathan con curiosidad y resignación.

Mientras tanto, Lloyd, en el cuerpo de Camila, estaba sentado en el sofá, temblando levemente y con la mirada perdida. Sentía una sensación extraña recorrerle cada fibra del cuerpo, como si algo no encajara. Tragó saliva mientras su mente, inmadura e impulsiva, se llenaba de miedo y confusión. Pero no dijo nada.

Diana, quien estaba comiendo un pan dulce en el comedor, se levantó y habló con su tono alegre.

> Diana (sonriente, animada como siempre):

—Voy a la tienda a comprar jugo y pan, ¿quieren algo?

Lloyd reaccionó de inmediato, su instinto protector encendiendo su cuerpo de Camila, y se levantó tambaleándose.

> Lloyd (voz dulce de Camila, pero con su tono impulsivo):

—¡Espera Diana! Déjame ir contigo… no quiero que vayas sola…

Diana lo miró con dulzura y negó con la cabeza, sonriendo con calidez.

> Diana (con su vocecita optimista y confiada):

—No te preocupes, Lloyd… yo puedo cuidarme sola. Quédate aquí… además… —se inclinó y le dio un beso en la frente— …ahorita no estás en condiciones de andar por ahí.

Sin esperar respuesta, salió de la casa con paso alegre y seguro, dejando a Lloyd viéndola irse con preocupación mientras apretaba el borde de su blusa con el cuerpo de Camila, sintiéndose débil e inútil.

Diana caminaba tranquila por la banqueta, con su cabello castaño claro danzando suavemente con la brisa de la mañana. Sostenía en su mano una pequeña lista que Mariela le había dado para comprar jugo, pan y algunas verduras. Iba tarareando una canción infantil que siempre le gustaba, sonriendo sin preocupaciones.

Al llegar a la tienda de la esquina, una pequeña tienda de abarrotes decorada con letreros viejos de refresco, notó algo extraño antes de entrar. Aún con su inocencia y optimismo natural, era perceptiva. Se detuvo y miró con atención a través de la ventana de vidrio parcialmente opaco.

Desde dentro, se escuchaban voces fuertes, pero no eran normales. Eran gritos.

> —¡RÁPIDO VIEJO, DAME TODO EL DINERO DE LA CAJA! —gritaba un hombre, su voz era grave y rasposa.

Otro hombre, más joven, con tono nervioso y agudo, decía:

> —¡Apúrate o le vuelo la cabeza a este tipo…!

Diana sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Sus ojos color miel se abrieron grandes como platos mientras veía a dos ladrones cubiertos con pasamontañas, uno de ellos apuntando con un arma al tendero, un hombre anciano que temblaba mientras abría la caja registradora con torpeza.

La chica tragó saliva, sus piernas comenzaron a temblar un poco. Sus manos sudaban y su corazón latía a mil por hora. Dio un paso hacia atrás, con un miedo punzante en su pecho, pero al mismo tiempo sintió esa chispa de coraje que siempre la caracterizaba.

> Diana (pensando, con nerviosismo pero decidida):

No puedo hacer nada yo sola… pero… ¡Debo avisarle a Lloyd y a los demás!

Con cuidado para no hacer ruido, retrocedió varios pasos hasta alejarse de la tienda. Luego comenzó a correr con todas sus fuerzas por la calle, su cabello ondeando detrás de ella y sus ojos llenos de preocupación.

Cuando llegó a la casa, abrió la puerta con fuerza, su respiración agitada y su rostro pálido. Todos voltearon a verla de inmediato.

Lloyd, en el cuerpo de Camila, estaba sentado comiendo un bolillo. Se atragantó un poco al ver la cara de su hermana.

> Lloyd (con voz preocupada, dejando el pan en el plato):

—Diana… ¿qué pasó…? ¿Por qué estás así…?

Diana respiró hondo, tratando de calmarse antes de hablar, pero su voz salió temblorosa y alta.

> Diana (con lágrimas contenidas y mirada seria, temblando de miedo):

—Lloyd… Camila… todos… ¡hay ladrones en la tienda…! ¡Están asaltándola…! Uno… uno tiene un arma… y están amenazando al señor… ¡tenemos que hacer algo…!

Todos quedaron en silencio. Camila, en el cuerpo de Lloyd, apretó los puños con fuerza y frunció el ceño con su típica autoridad. Ryan, en el cuerpo de Vanessa, miró serio por primera vez en la mañana. Vanessa, en el cuerpo de Ryan, entrecerró los ojos calculando rápido la situación. Francisco, mientras tanto, la miraba con preocupación profunda.

> Francisco (voz grave, con autoridad calmada):

—No podemos arriesgarnos… no solos. Diana, tranquilízate…

Pero Lloyd, impulsivo y con el fuerte instinto de protegerla, se levantó tan rápido que casi derriba la silla, su cabello largo de Camila cayéndole sobre los hombros.

> Lloyd (voz dulce de Camila, pero con su tono fuerte y decidido):

—¡No…! ¡No voy a quedarme aquí mientras mi hermana está asustada y hay gente en peligro…!

Se giró hacia todos con determinación, sus ojos morados titilando levemente con un brillo esmeralda, y su respiración agitada por la adrenalina que comenzaba a recorrerle el cuerpo prestado.

Lloyd, en el cuerpo de Camila, miró con firmeza a Francisco. Sus ojos, aunque ahora eran morados, tenían ese brillo verde de determinación que lo caracterizaba.

> Lloyd (voz de Camila, tono inmaduro y protector):

—Por favor, señor Francisco… nosotros podemos con esto… no podemos quedarnos aquí mientras hacen daño a la gente.

Francisco suspiró, frotándose la frente con preocupación antes de mirarlo con seriedad y calma paternal, pero sin ese tono familiar hacia Lloyd.

> Francisco (voz grave, calmada):

—Lloyd… ellos tal vez puedan, pero tú no. Tu poder está en un cuerpo que no puede contenerlo. Está más inestable que nunca… y si pierdes el control, no solo te harás daño tú… podrías lastimar a Camila, y a otros también. Entiéndelo.

Lloyd bajó la mirada, frustrado, mordiéndose el labio con fuerza. Sentía ese fuego de querer proteger, mezclado con miedo… pero su instinto siempre ganaba.

> Lloyd (voz de Camila, con un leve temblor pero firme):

—…pero aun así… voy a ir. No pienso quedarme sentado mientras Diana está asustada… y hay gente inocente en peligro…

Ryan, en el cuerpo de Vanessa, buscó su amuleto con rapidez, confiado como siempre. Al no encontrarlo, revisó sus bolsillos y lo miró con desesperación.

> Ryan (voz fría de Vanessa, pero con su tono impulsivo y bromista):

—¿Eh…? ¿Dónde está…? ¡Mi amuleto…! Sin esto no puedo usar mi poder… ¿alguien lo tiene?

Vanessa, en el cuerpo de Ryan, rodó los ojos, cruzándose de brazos con fastidio.

> Vanessa (voz grave de Ryan, fría y directa):

—¿En serio…? ¿Te toma tanto tiempo darte cuenta?

Nathan y Christian, con sus cuerpos invertidos, revisaron también. Christian, en el cuerpo de Nathan, miró serio a Francisco.

> Christian (voz calmada de Nathan):

—Señor Francisco… ¿qué pasa…? ¿Por qué no funcionan?

Francisco los miró con paciencia, hablando con autoridad pero con respeto, pues no eran sus sobrinos.

> Francisco (voz grave, explicativa):

—Los amuletos están conectados al alma, pero necesitan la resonancia del cuerpo para activarse. Al no estar en sus cuerpos… los amuletos no los reconocen. No podrán usarlos así.

El ambiente se tensó. Camila, en el cuerpo de Lloyd, respiró hondo y habló con la voz grave de Lloyd, pero su tono firme y sereno.

> Camila (voz grave de Lloyd, firme):

—No tenemos tiempo para lamentarnos… aun sin poderes debemos ayudar. Ya hemos enfrentado cosas sin ellos antes… debemos confiar en lo que sí tenemos.

Ryan, en el cuerpo de Vanessa, sonrió con su típico aire orgulloso y confiado.

> Ryan (voz fría de Vanessa, pero divertida):

—Sí, vamos… no sería divertido si todo fuera fácil, ¿no?

Nathan, en el cuerpo de Christian, suspiró con resignación, pero con una pequeña sonrisa confiada.

> Nathan (voz calmada de Christian, tono coqueto y orgulloso):

—Tsk… aun sin amuleto sigo siendo mejor que cualquiera de esos idiotas.

Finalmente, mientras todos se ponían sus trajes, Lloyd volteó a ver a Francisco con determinación, sus ojos brillando con esa Esencia Esmeralda peligrosa.

> Lloyd (voz de Camila, con su tono impulsivo y protector):

—Gracias señor Francisco… pero no pienso quedarme aquí.

Francisco los observó marcharse, preocupado. Susurró para sí mismo, viendo a Camila en el cuerpo de Lloyd y luego a los demás.

> Francisco (voz grave, resignada):

—Cuídalos, Camila… por favor, que todos regresen sanos y salvos.

Los chicos avanzaban por la acera, sus trajes ondeando con la brisa fría de la mañana. El cielo gris reflejaba su incomodidad. Sin amuletos y con cuerpos cruzados, se sentían más vulnerables que nunca.

Lloyd, en el cuerpo de Camila, caminaba con pasos cortos y rígidos, manteniendo las manos pegadas al pecho, su rostro sonrojado hasta las orejas.

> Lloyd (voz suave de Camila, susurrando con incomodidad e ingenuidad):

—No sé… cómo caminas con este cuerpo, Camila… siento que me voy a ir de boca en cualquier momento… además… ¡se mueve diferente!

Su tono era una mezcla de vergüenza y desesperación infantil.

Camila, en el cuerpo de Lloyd, caminaba con pasos firmes y amplios. Se detuvo un segundo frente a un ventanal de tienda, observando su reflejo, analizando los músculos de los brazos con su mirada fría y lógica.

> Camila (voz grave de Lloyd, analítica y autoritaria):

—Este cuerpo es fuerte… mucho más resistente de lo que pensaba. Tengo que aprender a controlarlo… rápido.

Ryan, en el cuerpo de Vanessa, caminaba detrás de ellos practicando poses de pelea frente a los vidrios, maravillado con su flexibilidad.

> Ryan (voz fría de Vanessa, tono bromista y orgulloso):

—Woah… no sabía que podías patear así de alto, Vanessa… esto es increíble.

> Vanessa, en el cuerpo de Ryan, frunció el ceño con una mueca de asco.

Vanessa (voz grave de Ryan, tono seco y cruel):

—Deja de hacer poses ridículas con mi cuerpo, idiota, o te juro que cuando regresemos te congelo vivo.

De pronto, escucharon un grito ahogado seguido de un fuerte choque de vidrio. Ryan se asomó rápido por la esquina de la puerta abierta de la tienda.

> Ryan (voz fría de Vanessa, susurrando rápido y con preocupación genuina):

—¡Hay un asalto…! Están amenazando a un señor… y hay niños allí…

Nathan, en el cuerpo de Christian, apretó los dientes. Su respiración se calmó, mostrando su temple natural de líder en emergencias.

> Nathan (voz calmada de Christian, tono firme y decidido):

—Sin poderes… tendremos que usar estrategia. Christian, tú eres yo ahora, usa tu carisma y distráelos. Ryan… digo, Vanessa, apoya a Camila y Lloyd. Lloyd… mantente cubierto.

Aunque su cuerpo no era el suyo, su autoridad natural surgía.

Christian, en el cuerpo de Nathan, asintió con serenidad, con esa amabilidad protectora que siempre irradiaba.

> Christian (voz de Nathan, tranquilo y conciliador):

—Entendido… haré lo que pueda.

Entraron con rapidez, sus pisadas resonando sobre el piso de madera. Camila, en el cuerpo de Lloyd, avanzó primera, sus hombros anchos haciéndola ver imponente mientras sus pasos retumbaban.

> Camila (voz grave de Lloyd, tono autoritario e intimidante):

—Aléjense de los civiles… ahora. No les conviene pelear contra nosotros.

Uno de los ladrones, alto y con un tubo metálico, soltó una carcajada y se lanzó contra ella con fuerza. Camila bloqueó el ataque con su antebrazo robusto. Su instinto elemental despertó y un remolino de agua emergió en su palma. Sin pensarlo, golpeó su cara con el agua a presión, empapándolo y tumbándolo inconsciente.

Mientras tanto, Lloyd, en el cuerpo de Camila, vio al segundo ladrón apuntar su cuchillo hacia un niño escondido detrás de un anaquel. Quiso reaccionar, alzó la mano, pero un dolor punzante atravesó su pecho y hombros. Su esencia verde se agitaba sin poder manifestarse.

> Lloyd (voz suave de Camila, temblando en su mente con desesperación):

—No… no puedo… si intento usar mi poder aquí… dañaría su cuerpo… ¡vamos Lloyd, muévete… muévete…!

Intentó correr, pero sus pasos eran lentos y torpes. Su equilibrio era diferente. Tropezó con una caja y cayó de rodillas, sus manos temblando mientras veía al ladrón acercarse al niño. Sus ojos se llenaron de lágrimas de pura frustración.

Ryan, en el cuerpo de Vanessa, intentó dar una patada giratoria elegante, pero se tambaleó y cayó de lado. Vanessa, en el cuerpo de Ryan, lo observó con absoluta decepción y desprecio.

> Vanessa (voz grave de Ryan, sarcástica y cruel):

—Eres inútil hasta con mi cuerpo… haz algo productivo, pedazo de carbón.

Ryan gruñó con vergüenza y rabia. Se levantó rápido, agarró una caja de galletas y se la arrojó al ladrón con fuerza, dándole justo en la cara. El ladrón giró con furia hacia él, dejando el camino libre para Nathan y Christian.

Nathan, en el cuerpo de Christian, aprovechó su cuerpo más fuerte. Empujó un estante de frutas con todas sus fuerzas, bloqueando la salida. Christian, en el cuerpo de Nathan, habló con su tono calmado y conciliador.

> Christian (voz de Nathan, suave y firme):

—Por favor… ríndete. No te conviene lastimar a nadie más.

El ladrón, furioso, le dio un puñetazo en la cara, pero Christian apenas se tambaleó, sorprendido de la resistencia física de Nathan.

El ladrón del cuchillo alzó su arma, listo para clavarlo en el niño. Lloyd, en el cuerpo de Camila, estiró su mano temblorosa, las lágrimas resbalando por sus mejillas.

> Lloyd (voz suave, gritando con angustia y coraje):

—¡¡MUÉVETE… MUÉVETE!! Por favor…

En ese instante, Camila, en el cuerpo de Lloyd, corrió como un rayo. Sus piernas fuertes cruzaron el pasillo en un segundo. Con un puñetazo firme y brutal, rompió la mesa y golpeó al ladrón en el estómago, mandándolo contra el estante de latas. Las latas cayeron sobre él, retumbando hasta dejarlo inconsciente.

Camila respiraba agitada, su puño aún cerrado. Miró a Lloyd, temblando en el suelo, y su expresión se suavizó.

> Camila (voz grave de Lloyd, seria pero gentil):

—Tranquilo… lo hiciste bien. Sin ti… ese niño estaría herido. Estoy orgullosa de ti, Lloyd.

Lloyd la miró con sus ojos morados llenos de lágrimas, avergonzado pero aliviado. Asintió en silencio, con una pequeña sonrisa agradecida.

Diana corrió hacia el niño, lo abrazó con cuidado y le acarició el cabello mientras él lloraba de miedo.

> Diana (voz dulce, calmada y valiente):

—Ya está… ya pasó… mi hermano siempre me protege, y hoy… también te protegió a ti.

El niño la miró con lágrimas en los ojos, pero su pequeña sonrisa iluminó el momento.

Con ambos ladrones reducidos, la policía llegó rápido. Los chicos salieron cubiertos de polvo, con moretones y rasguños. Ryan, en el cuerpo de Vanessa, caminaba con dificultad mientras Vanessa, en el cuerpo de Ryan, sacudía su brazo con un asco evidente.

> Ryan (voz fría de Vanessa, con una sonrisa sarcástica):

—Oye, no te vayas a enamorar de mi cuerpo, ¿eh…?

> Vanessa (voz grave de Ryan, mirándolo con odio puro):

—Prefiero besar un iceberg.

Mientras regresaban, el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de naranja suave. Camila, en el cuerpo de Lloyd, caminaba al frente. De pronto, miró a Lloyd, en el cuerpo de Camila, cabizbajo, con sus hombros pequeños encogidos.

Le puso una mano grande y cálida en el hombro, con cuidado.

> Camila (voz grave, suave y firme):

—No te preocupes, Lloyd… tu fuerza no está solo en tus poderes. Está… en tu corazón.

Lloyd levantó la mirada, sorprendido, y por primera vez en ese día, sonrió con gratitud mientras el viento acariciaba su rostro.

--------------(NOTA MIA...)------------

Estos dos episodios son de relleno por eso no me enfoco tanto en darles mucho desarrollo... solo implemente conceptos que sean útiles más adelante... así que por eso son muy cortos y muy poco desarrollados...

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nalxyt
¡Qué emocionante esta historia!😆
catalina trujillo
Me encanta cómo escribes, pero necesito más de tu historia para satisfacer mi curiosidad. 😜 ¿Cuándo actualizas?
luhax
No puedo esperar por el siguiente, bendiciones
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