Ethan ya lo había perdido casi todo: sus pacientes, su reputación y la fe en la gente. Todo por una acusación que jura era mentira. Cuando aceptaron mantenerlo en la clínica bajo una condición —tratar a un paciente que nadie más quería—, tragó su orgullo y aceptó. El nombre en el expediente: Kael Drummond.
Luchador profesional. Incontrolable. Violento. Y con el hombro izquierdo casi inutilizable.
Kael no confía en nadie. Creció quebrando a otros antes de que lo quebraran a él. Su cuerpo es su arma, y ahora le está fallando. Lo último que quiere es un terapeuta metiéndose en sus límites.
Pero entre sesiones forzadas, provocaciones silenciosas y cicatrices que no son solo óseas, Ethan y Kael se enfrentan… y se reconocen. El dolor es todo lo que conocen. Quizás también sea donde empiecen a sentir algo que nunca habían tenido: cariño.
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Capítulo 16
[Lunes | Apartamento de Kael transformado en set]
El equipo era pequeño. Cámara, micrófono, luz suave. La periodista, Laura, explicó todo con calma:
—La idea es simple. La cámara está aquí para oír, no para juzgar. Ustedes hablan lo que quieran. Paramos cuando necesiten.
Kael estaba en camiseta oscura, sentado frente a la estantería de la sala. Luz lateral, sombra marcada en el lado del rostro. Ethan se sentó fuera del cuadro, pero al alcance.
Laura ajustó el auricular, probó el audio.
—Kael, ¿listo?
Él miró a Ethan. Después asintió.
—Listo.
[Grabación, toma 1 | “Mi nombre es Kael Drummond”]
—Mi nombre es Kael Drummond. Soy luchador profesional. Y durante mucho tiempo, creí que mi cuerpo era la única parte de mí que valía algo.
—Cuando era adolescente, fui descubierto por un entrenador. Un tipo que me daba atención, que decía que yo tenía talento. Pero la atención de él tenía un precio.
Kael paró. Tragó saliva.
Ethan se movió fuera del cuadro. Kael lo miró y continuó.
—Ese hombre me tocaba. Decía que era parte del entrenamiento. Que si yo hablaba, nadie creería. Y por mucho tiempo, yo creí mismo. Porque yo ganaba. Porque yo era “fuerte”. Pero cada victoria venía con una parte más mía yéndose.
—Yo comencé a luchar mejor. Y a vivir peor.
[Flashback | Primera noche con el entrenador]
Kael recordaba.
El olor a sudor en el tatami. El peso de la mano en el hombro. Las palabras dichas en el oído, sonriendo.
"Tú quieres vencer, ¿no?"
"Entonces calla la boca y confía en mí."
La primera vez que quedó mudo por miedo. La primera vez que lloró solo en el vestuario.
—Yo era un mocoso. Y él lo sabía.
—La primera vez que me lastimé de verdad… no fue en una lucha.
[Grabación, toma 2 | “Después vino el silencio”]
—Después que él salió de mi vida, vino el silencio. Nadie habló sobre. Nadie me preguntó nada. Yo tampoco conté. Solo guardé.
—Comencé a meterme en peleas fuera del ring. En confusión. Siempre al límite. Como si fuera más fácil lidiar con dolor físico que con lo que yo sentía por dentro.
Kael respiró hondo. La voz falló un poco.
—Hasta que un día... este tipo apareció.
Apuntó a Ethan, que aún estaba quieto, oyendo todo.
—Y él no intentó repararme. Él solo se quedó. Mismo cuando yo grité. Mismo cuando yo rompí todo alrededor. Él solo… se quedó.
Laura preguntó:
—¿Qué representa Ethan para ti?
Kael lo miró. La voz salió baja:
—Él representa lo que yo pensé que nunca iba a tener: alguien que me ve. Mismo cuando yo no me veo más.
Ethan entró en el cuadro, suavemente. Tomó la mano de Kael. Miró a la cámara.
—Yo soy Ethan. Y para mí, Kael nunca fue solo el luchador. Él fue el tipo que tuvo coraje de dejarme entrar. Mismo con miedo. Mismo sangrando por dentro. Y eso, para mí, es más fuerza que cualquier trofeo.
[Última toma | “No necesitamos esconder el amor para que valga”]
Kael limpió los ojos.
—Yo no soy perfecto. Yo tengo crisis. Yo aún me despierto sudando por causa de recuerdos que no quiero. Pero yo amo a este tipo. Y, por primera vez, no voy a esconder eso.
—No necesitamos esconder el amor para que valga.
La cámara quedó en silencio por algunos segundos. Solo respiraba con ellos.
Laura apagó.
—Fue real. Fue entero. Fue valiente para carajo.
[Después de la grabación | Intimidad sin platea]
Ya solos, acostados en el sofá, Kael con la cabeza en el pecho de Ethan.
—¿Tú crees que las personas van a entender?
—Algunas van. Otras van a odiar. Pero nosotros no hicimos esto por ellas.
—Estoy exhausto.
—Yo sé.
—Pero estoy leve también. Por primera vez.
Ethan besó la parte superior de la cabeza de él.
—Yo te veo, Kael. Con todo. Con dolor. Con pasado. Con verdad.
Kael cerró los ojos.
—Entonces me ve ahora. Y continúa viendo mañana. Mismo si el mundo se vuelve contra nosotros.
—Siempre.