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Astillas De Alma

Astillas De Alma

Status: En proceso
Genre:Escuela / Acción / Romance / Posesivo
Popularitas:626
Nilai: 5
nombre de autor: Mary Dalia Lilith Kruger Lanchestter

Laebe siempre supo que el mundo no estaba hecho para alguien como ella. Pequeña, frágil y silenciada, aprendió a soportar el dolor en la oscuridad, entre susurros de burlas y manos que la empujaban al abismo. En un prestigioso Instituto Académico, su existencia solo servía como entretenimiento cruel para aquellos que se creían intocables.

Pero el silencio no dura para siempre. Cuando la verdad sale a la luz, el equilibrio de poder se rompe y los monstruos que antes gobernaban con impunidad se enfrentan a sus propios demonios. Entre el caos y la redención, Laebe encuentra en una promesa inquebrantable, un faro de protección y en su propia alma una fuerza que nunca supo que tenía para enfrentar los obstáculos que le impuso la vida.

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Esta historia contiene temáticas sensibles como abuso sexual, violencia, acoso, drogas y trauma psicológico. No es apta para todos los lectores, ya que aborda situaciones crudas y perturbadoras. Se recomienda discreción.

NovelToon tiene autorización de Mary Dalia Lilith Kruger Lanchestter para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 16.

El médico salió de la sala de emergencias, quitándose los guantes con un suspiro. Frente a él, la tutora y Luciel se pusieron de pie inmediatamente.

—Está estable — Dijo el doctor con voz firme. — Detuvimos la hemorragia y le administramos transfusiones. Se está recuperando. — Informo.

La tutora dejó escapar un suspiro de alivio, pero su expresión pronto se ensombreció. Pero Luciel sabía que había algo más.

—¿Por qué sangró tanto? Era solo una herida pequeña… — Pregunto la tutora. El médico la miró con seriedad.

—Detectamos una deficiencia grave de plaquetas y vitamina K. Su cuerpo no estaba en condiciones de coagular la sangre adecuadamente. ¿Saben si ha estado comiendo bien?— Pregunto. Nadie supo responderle.

—Vamos a hacer más pruebas, pero es importante que revisemos su alimentación y salud en general —explicó el médico—. Puede que haya algo más detrás de esto. — Informó disponiéndose a retirarse.

Sin embargo, en ese momento una enfermera se acercó y le entrego unas hojas. El ceño del medico se frunció y suspiro con pesadez.

— ¿Pasa algo?— Preguntó Luciel acercándose.

— La joven necesita una transfusión adicional, ha perdido demasiada sangre y su cuerpo no podrá reponerse por si solo. — Explicó el doctor.

— ¿Que tipo de sangre tiene?— Preguntó Luciel.

— AB negativo. — Respondió el médico, Luciel suspiro mirando a otro lado.

— ¿Eso es malo?— Pregunto la tutora.

— Lo ideal sería que encuentren a un donante con su mismo tipo, si no una persona con O negativo estaría bien. — Explicó el médico a la tutora.

— ¿No tienen más sangre para ella?— Preguntó Luciel.

— Por desgracia nuestras reservas son limitadas. . . Y acabamos de agotarlas con ella. — . Luciel solo mantuvo la mirada al suelo y después asintió.

— ¿Qué tan urgente es la transfusión. . ? — Preguntó Luciel.

— Por el momento estará estable con la cantidad que le dimos, pero de preferencia en unas cuatro horas mínimo se necesitara una cantidad nueva.— Dijo él médico.

— Está bien, veremos si podemos encontrar un donante.— Dijo Luciel.

El médico se retiró, Luciel y la tutora hablaron sobre algunas cosas. Los padres de Laebe no respondían por lo que era imposible traer la sangre de ellos.

Cayó la noche, estaba por cumplirse el tiempo de requerimiento de sangre. Luciel debido a la hora le pidió a la tutora retirarse, quedándose a cargo de Laebe.

La mujer se fue y el se quedó solo, aún pensando. Solo tenía a una persona en mente para la donación, sin embargo su relación era mala y temía no tener su ayuda.

Finalmente, salió del hospital e hizo una llamada. Espero pacientemente a que respondiera la persona al otro lado y cuando lo hizo suspiro con esperanza.

— ¿Que mierda quieres?— Pregunto una voz gruesa al otro lado, era...

— Kael... Yo, se que no hemos hablado en mucho tiempo. Pero, necesito pedirte un favor.— Le dijo Luciel con el corazón hecho un nudo.

— ¿Un favor? ¿No fuiste tu el que me pidió alejarme y morir si era posible? Que hipócrita eres.— Dijo Kael, Luciel suspiro nervioso.

— Lo sé, pero... No es por mi. De verdad... Necesito tu ayuda, eres la última persona a la que hubiera querido buscar pero... — Trago saliva, sintiendo un nudo en la garganta.

Kael, estaba afuera del departamento de Laebe, sentado contra la puerta; esperándola. Sin saber si estaba bien, o sin saber dónde estaría.

— Una persona muy buena... Y que no le ha hecho daño a nadie, está en hospital. La lastimaron y... Perdió mucha sangre... Tú, eres del mismo tipo de sangre que ella. — Le explicó Luciel. Kael apenas se inmutó, parecía insensible ante el asunto. — Te lo suplico... Ayudala. Si después de esto quieres algo, te lo daré cueste lo que cueste.— Insistió.

Sin decir una palabra, Kael se levantó del suelo y camino hacia el elevador.

— ¿En qué hospital estás?— ...

Unos pocos minutos pasaron, Kael llegó al hospital vestido con un cubrebocas y una gorra. Luciel lo esperaba afuera, y al verlo se noto agradecido.

— Gracias, por favor sígueme.— Dijo Luciel caminando delante de él.

— Espero esto no tome mucho, no tengo mucho tiempo.— Dijo Kael mientras enviaba en su móvil unos mensajes, a sus compañeros y amigos; ordenando la búsqueda de Laebe.

— No te preocupes, no tomara mucho. — Dijo Luciel.

Al entrar en el hospital, caminaron por la sala de emergencias, Kael se mantuvo tranquilo mientras miraba a los muchos cuartos con los nombres de cada paciente.

Sin embargo, por un momento se detuvo. Se congeló por completo y después retrocedió.

— Oye, es por aquí.— Le dijo Luciel al notar que se detuvo. Kael sin embargo camino hasta un cuarto y miro el nombre. Tan solo con verlo, de inmediato abrió la puerta con fuerza. Luciel corrió para intentar detenerlo, sin resultado.

Las puertas de la habitación se abrieron con brusquedad cuando Kael irrumpió en la sala, ignorando las órdenes del personal médico. Su pecho subía y bajaba con fuerza, pero en cuanto su mirada se posó en la pequeña figura sobre la camilla, su mundo pareció detenerse.

Laebe yacía inmóvil, su piel perlada lucía más pálida que nunca, casi traslúcida bajo la tenue luz de la habitación. Sus labios estaban ligeramente entreabiertos, resecos, y su respiración era débil, apenas perceptible. El suero y la transfusión de sangre colgaban de un soporte metálico, conectados a sus delgados brazos a través de mangueras que descendían hasta sus muñecas.

Sus manos, frágiles y pequeñas, reposaban sobre la sábana blanca, con el vendaje apenas visible alrededor de la fina piel. Su cabello, ese avellana largo y sedoso, se extendía desordenado sobre la almohada, con algunos mechones pegados a su frente.

Kael sintió algo extraño en el pecho.

—Laebe… — Su voz fue apenas un susurro, ronco e incrédulo.

Los enfermeros reaccionaron de inmediato, moviéndose para sacarlo de la habitación.

—¡Señor, no puede estar aquí! — Se acercaron para intentar sacarlo.

Pero Kael no se movió. En un solo gesto, apartó con facilidad las manos que intentaban detenerlo y avanzó sin vacilar hasta la camilla. Era más grande que todos en esa sala, su sola presencia imponía.

Luciel entró tras él, cerrando la puerta con rapidez.

—Kael, tienes que salir — Le dijo con voz firme, aunque algo en su tono había cambiado. Había notado la forma en que la miraba.

Pero Kael no apartó los ojos de Laebe.

Se veía tan pequeña. Tan frágil.

No podía explicarlo, pero su pecho dolía.

—¿Qué le hicieron? — Preguntó en voz baja, sin despegar la vista de ella.

— ¿Cómo la conoces?— Preguntó Luciel.

— Eso no importa. ¡Responde! ¡¿Qué putas le hicieron?! ¿¡Quién se atrevió a lastimarla!?— Alzo la voz, sus puños apretándose y girandose hacia Luciel. — ¡Eres profesor de esa escuela de mierda! ¿¡Cómo permitiste que le hicieran daño!? ¡ERES UN MALDITO COBARDE!— Lo tomo por los brazos, incapaz de controlar su furia.

Luciel no se resistió, manteniendo la calma mientras el resto de enfermería intentaban calmarlo. Sin embargo, la furia era demasiada.

"Falle... Le falle de nuevo. No la protegí como prometí, y ahora ella está allí... Sufriendo por culpa de esos cabrones... Y comos siempre... Nadie la ayudo.

Ella seguro sufrió, seguramente lloro de dolor, suplicando en su cabeza que la dejarán en paz, incapaz de decirlo en voz alta."

— Kael... Por favor. Ella necesita tu sangre. — Le habló Luciel buscando calmarlo.

Kael apretó la mandíbula, sus ojos oscuros ardiendo de rabia contenida. Su respiración era errática pero, finalmente se calmo y lo soltó. Dio un paso atrás y se giro hacia ella.

— Bien... Tomen toda la sangre que necesite... Pero, no me iré de esta sala.— Dijo él, con un tono que no dejaba a dudas que cumpliría su palabra.

Los enfermeros no sabían que hacer, Luciel los calmo con una seña tranquila y asintió.

— Está bien... — ...

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Dira Alina
¡Necesito saber qué pasa después! Por favor, no tardes en actualizar. 🙏
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