Un CEO Para La Villana

En la gran oficina de los Moretti, Karol corre hacia la oficina del vicepresidente con varios documentos en la mano.

—Señor Johnson, aquí está todos los documentos que me pidió.

—Muchas gracias Karol, pero ya te he dicho que me llames Oliver.

Dice él mientras mira a la chica con evidente interés.

—De acuerdo si no se le ofrece algo más, me retiro.

Ella se da la media vuelta para marcharse, pero su voz la detiene.

—Espera Karol.

—¿Sí?

—¿Has pensado en mi propuesta?

El rostro de Karol se vuelve rojo y muerde los labios nerviosa.

—Aún no.

Murmura con ganas de salir lo más rápido que puede de la oficina.

El chico se coloca en pies y se acerca a ella tomando sus manos entre las suyas.

—¿A qué le temes?

Le pregunta él con voz baja y ronca.

—No lo sé Oliver... Somos de mundos muy diferentes... Es difícil.

—No, cuándo se quiere nada es difícil... Ya te lo he dicho Karol, me gustas y no quiero solo sexo contigo... Contigo lo quiero todo.

—Pero quedamos que solo tendríamos sexo... ¿Cómo pasamos a esto?

Le pregunto y este me toma de la cintura y me atrae a su cuerpo.

—No tengo respuesta a tu pregunta... Pero sí sé una cosa Karol... Quiero estar contigo por qué me gustas mucho.

EMMA:

Han pasado dos semanas y apenas hemos descansado, nos la hemos pasado en reunión tras reunión, cena de negocios y trabajando desde casa.

—Ya no puedo más.

Murmuro mientras termino de ordenar todos los documentos que estaban esparcidos en la pequeña oficina improvisada para mí.

—¿Estás lista? La reunión comenzará en media hora.

Alexandro abre la puerta de mi oficina y suspiro mientras siento cansancio, sueño y hambre.

—Acabo de terminar, dame diez minutos para cambiarme.

—Está bien.

Es lo único que dice antes de salir y cerrar la puerta tras él.

Me coloco en pies y sin ánimos camino a mi habitación, me tomo una rápida ducha y me visto lo más rápido que puedo, de manera elegante para la reunión con los socios.

Salgo minutos más tarde y Alexandro me espera vestido con su traje a la medida.

—¿Deseas comer algo antes de marcharnos?

Me pregunta y niego.

—Ya estamos retrasados, es hora de irnos.

Él solo asiente y partimos a la reunión que se encuentra en unos de sus establecimientos.

Al llegar inmediatamente nos dirigimos dentro y Alexandro se coloca frente a la caja endemoniada.

—¿Podemos ir por las escaleras?

El hombre junto a mí me mira extrañado.

—¿Por las escaleras? Perderíamos más tiempo.

Dice y en ese instante la caja endemoniada se abre e inmediatamente él entra y yo le sigo mientras ruego no marearme.

Desde que comienza a subir, siento como un sudor frío corre por mi espalda y mi pobre estómago quiere devolver lo poco que comí hoy.

Trato de respirar y tranquilizarme, pero se me hace imposible cuando todo me comienza a dar vueltas.

—A... Alexandro...

Murmuro antes de perder el conocimiento completamente.

El pitido de una máquina me hace abrir los ojos lentamente y observo todo blanco.

¿Será que morí otra vez? Hay no, esto no puede pasar de nuevo.

Me quejo mentalmente mientras intento incorporarme, pero una voz me detiene.

—Espera, déjame ayudarte.

Alexandro se acerca a mí, presiona un botón y la cama se alza quedando sentada por completo.

Me quedo unos segundos en silencio y luego lo miro.

—¿Qué pasó con la reunión?

—La he cancelado, pero eso no es importante, dime ¿Cómo te sientes?

Una de sus manos acaricia levemente mi mejilla mientras toma asiento en un sillón de la habitación.

—Estoy bien...

Murmuro mientras observo mi brazo con una intravenosa.

—Lamento que por mi culpa no se lleve a cabo la reunión... Sé que era muy importante.

Alexandro niega y me mira a los ojos.

—Nada es importante cuándo se trata de una vida... La reunión la pospuse para otro momento.

Bajo la mirada y respiro.

—Emma.

—¿Si?

Levanto la mirada y lo miro a los ojos.

—¿Por qué no me dijiste que te sentías mal?

—No me sentía mal, fue algo de repente...

La puerta de la habitación es abierta y un hombre vestido de blanco entra con un cuaderno en la mano.

—Me alegro de que haya despertado señorita Miller, su novio estaba muy preocupado por usted.

Miro a Alexandro y este desvía la mirada al doctor.

—¿Ya están listos los exámenes? ¿Qué tiene? ¿Por qué se puso tan mal?

—Más despacio Moretti, la vida se toma con calma.

El doctor le sonríe acercándose y mi jefe frunce el ceño.

—¿Cómo se siente señorita Miller?

—Estoy bien doctor, creo que ya puedo irme a casa sin ningún problema.

—En eso estoy de acuerdo, pero antes de irse necesito hablar con los dos y recetarle algunos medicamentos.

—¿Medicamentos para qué?

pregunto y el doctor sonríe mientras mira su cuadernillo y unos papeles.

—Felicidades jóvenes, van a ser padres, señorita Miller, necesita comenzar a tomar vitaminas prenatales, ya que salió con un poco de anemia y debe de alimentarse correctamente, además es necesario comenzar con los controles del embarazo como es debido.

La sonrisa del doctor me hace sudar más frío y ahora sí siento los mil mareos.

—Espere doctor ¿Qué dijo?

Pregunto aún sin procesar bien sus palabras.