Enamorado De Sus Curvas

Luana

La luz del sol se filtraba a través de las cortinas de mi habitación, iluminando el espacio con un suave resplandor dorado. Era miércoles, y, por fin, podía disfrutar de un respiro después de una semana agitada. La noche anterior, aún podía sentir la calidez del beso de Logan en mis labios, un momento que había dejado una huella imborrable en mi corazón.

Me desperté con una sonrisa, recordando cada detalle de nuestra cita en la pastelería. Había algo mágico en la forma en que se había acercado a mí, en la manera en que sus ojos brillaban cuando hablaba. La conexión que había sentido era innegable, y me preguntaba si él también estaba pensando en lo mismo.

Al revisar mi teléfono, vi un mensaje de la universidad: "Hoy no habrá clases. Los profesores no asistirán." Me quedé un momento en silencio, sorprendida y aliviada. No tenía que ir a la pastelería, lo que significaba que podía hacer algo diferente.

La idea de explorar nuevos lugares siempre me había fascinado. Desde pequeña, había soñado con viajar, conocer culturas nuevas y disfrutar de la diversidad que el mundo tiene para ofrecer. Sin embargo, por alguna razón, siempre terminaba en la misma rutina: la universidad, la pastelería y mi apartamento. Pero hoy era una oportunidad única.

Decidí prepararme un café mientras pensaba en dónde podría ir. Tal vez un parque nuevo que había escuchado de unos amigos, o quizás una pequeña galería de arte en el centro. La idea de perderme en un lugar desconocido me emocionaba, y mientras el aroma del café llenaba la cocina, me sentía más viva que nunca.

Mientras me vestía, mi mente seguía viajando a esos lugares que quería conocer. Siempre había tenido una curiosidad insaciable por la vida que me rodeaba. Me encantaba explorar, descubrir cafés escondidos, librerías antiguas y rincones que parecían sacados de una película. Había algo en la búsqueda de lo desconocido que me hacía sentir como si estuviera escribiendo mi propia historia.

Justo cuando estaba a punto de salir, mi teléfono sonó. Era Logan.

— ¡Hola, Luana! — su voz resonó al otro lado de la línea, y una oleada de alegría me invadió al escucharla.

— ¡Hola! — respondí, sintiendo una sonrisa dibujarse en mis labios. — ¿Cómo estás?

— Estoy bien, gracias. ¿Qué haces? — preguntó, su tono curioso.

— Bueno, acabo de enterarme de que no tengo clases hoy. Estoy pensando en salir a conocer algún lugar nuevo. — le conté, sintiendo que la emoción se apoderaba de mí.

— ¡Eso suena genial! ¿Tienes un plan específico? — preguntó, y no pude evitar sonreír ante su interés.

— Estaba pensando en visitar un parque que he oído que es bonito, o quizás una galería de arte en el centro. — le dije, imaginando lo que podría encontrar en esos lugares.

— ¿Te gustaría que te hiciera compañía? — ofreció, y mi corazón dio un vuelco.

— ¡Claro! Me encantaría. — respondí, sintiendo que su presencia haría que la aventura fuera aún más especial.

— Perfecto. ¿A qué hora te gustaría encontrarte? — preguntó.

— ¿Qué te parece en una hora? Así tengo tiempo de prepararme un poco más.

— Me parece bien. Te veo en una hora, entonces. — dijo, su entusiasmo era contagioso.

— ¡Hasta luego, Logan! — le respondí, sintiendo una chispa de emoción en el aire.

Una vez que colgué, me di cuenta de que no solo estaba emocionada por explorar un nuevo lugar, sino también por la compañía de Logan. La idea de pasar el día con él me llenaba de alegría. Mientras terminaba de vestirme, me sentí un poco nerviosa. ¿Qué me pondría? Quería lucir bien, pero también cómoda.

Opté por un vestido ligero que resaltaba mis curvas, aunque era algo corto, asi que decidí ponerme unos shorts por debajo. Me miré al espejo, revisando cada detalle. El cabello lo dejé suelto, con suaves ondas que caían sobre mis hombros. Me sentía lista para la aventura, lista para conocer no solo un nuevo lugar, sino también a la persona que había despertado en mí un interés tan profundo.

Una vez lista, salí de mi apartamento y respiré hondo. El aire fresco de la mañana me envolvió, y el sol brillaba con fuerza. Caminé hacia la estación de metro, disfrutando de cada paso. La ciudad estaba llena de vida, y cada rincón parecía contar una historia diferente. A medida que me acercaba al lugar donde había quedado con Logan, mi corazón latía con anticipación.

Finalmente, llegué al parque. Era un lugar hermoso, lleno de árboles frondosos y caminos serpenteantes. La risa de los niños jugando y el canto de los pájaros creaban una melodía encantadora. Me senté en un banco cercano y esperé a Logan, sintiendo que el tiempo se deslizaba lentamente.

Cuando lo vi acercarse, una sonrisa se dibujó en mi rostro. Llevaba una camiseta sencilla y jeans, pero había algo en su forma de caminar, en su energía, que lo hacía destacar.

— Hola — exclamó, acercándose con una sonrisa brillante.

— Hola — le respondí, sintiendo la calidez de su presencia.

— Este lugar es increíble. Nunca había venido. — dijo, mirando a su alrededor con asombro.

— A mí también me encanta. Hay tanto por descubrir. — le conté, entusiasmada.

Comenzamos a caminar, y la conversación fluyó con naturalidad. Hablamos de nuestras familias, de nuestros sueños y de lo que esperábamos del futuro. Cada palabra compartida era como una pieza que encajaba en el rompecabezas de nuestra conexión. Me fascinaba conocerlo más, descubrir sus pensamientos y anhelos.

— ¿Cuál es el lugar más interesante al que has ido? — le pregunté, curiosa.

— Hmm, difícil elección. Pero creo que un pequeño pueblo en la montaña donde fui de vacaciones con mi familia. Era un lugar remoto, lleno de naturaleza y tranquilidad. — compartió, su mirada parecía perdida en recuerdos agradables. — Pasábamos horas explorando senderos y disfrutando del aire puro.

— Eso suena maravilloso. Siempre he querido ir a las montañas. — respondí, sintiendo que mis propios sueños de aventura resonaban con los suyos.

Continuamos caminando y llegamos a un pequeño lago en el centro del parque. La superficie del agua reflejaba el cielo azul, y algunas parejas paseaban en botes de remo.

— ¿Te gustaría hacer algo divertido? — preguntó Logan, sugiriendo una chispa traviesa en su mirada.

— ¿Qué tienes en mente? — le pregunté, intrigada.

— ¿Qué tal si alquilamos un bote? Podemos remar un rato y disfrutar del paisaje desde el agua. — sugirió, sonriendo.

— ¡Me encantaría! — respondí, emocionada por la idea.

Nos acercamos al muelle donde alquilaban los botes, y mientras esperábamos en la fila, la energía entre nosotros se sentía casi eléctrica. Era como si cada instante estuviera lleno de posibilidades, y cada mirada que intercambiábamos me hacía desear que ese día nunca terminara.

Finalmente, conseguimos un bote y nos subimos. Logan tomó el remo y comenzó a remar, mientras yo disfrutaba de la vista. El sonido del agua y el canto de los pájaros creaban una sinfonía perfecta.

— Este lugar es aún más hermoso desde aquí. — le dije, sintiéndome agradecida por la experiencia.

— Sí, definitivamente. Me alegra que hayamos venido. — respondió, mirando hacia el horizonte.

Mientras remábamos, la conversación fluía de manera natural. Hablamos sobre nuestras aspiraciones, nuestros miedos y lo que realmente deseábamos en la vida. Cada confesión, cada risa, hacía que el vínculo entre nosotros se fortaleciera. Era como si todo lo que había sucedido en la pastelería no fuera más que el comienzo de algo mucho más grande.

Algunas veces, nuestras manos se rozaban accidentalmente, y cada contacto enviaba un escalofrío por mi cuerpo. La tensión que había sentido en la pastelería regresaba, y no podía evitar preguntarme si él también la sentía.

Cuando terminamos de remar, decidimos regresar al muelle. Mientras bajábamos del bote, el sol comenzaba a descender, bañando todo en un cálido resplandor dorado.

— Ha sido un día increíble, Luana. Gracias por compartirlo conmigo. — dijo Logan, mirando hacia el horizonte.

— Gracias a ti por acompañarme. Ha sido aún mejor de lo que imaginaba. — respondí, sintiendo que mi corazón se llenaba de una felicidad que no podía describir.

La tarde se deslizaba suavemente hacia la noche, y mientras caminábamos de regreso, sentí que este día marcaba un nuevo comienzo. Había aprendido más sobre mí misma, sobre lo que quería y sobre la dirección que deseaba seguir. Y, por supuesto, la conexión que había formado con Logan era un hilo dorado que unía todo.

— ¿Qué te parece si hacemos esto de nuevo? — le pregunté, dejándome llevar por la emoción que corría dentro de mí.

— Definitivamente. Hay mucho más por explorar juntos. — respondió, su sonrisa iluminando su rostro.

Con esas palabras resonando en mi mente, supe que este era solo el comienzo de algo hermoso. Mientras nos despedíamos, sentí que el futuro se veía brillante y lleno de posibilidades.