Alex, un joven con una apariencia ruda pero un corazón amable, sacrifica su vida para salvar a unos gatitos abandonados. Como recompensa, reencarna en un mundo mágico en el cuerpo de una ardilla hembra de color blanco. En este nuevo mundo, Alex, ahora conocida como Lucía, descubre habilidades mágicas y forma alianzas con otros animales del bosque. Juntos, enfrentan amenazas tanto de depredadores como de humanos que quieren destruir su hogar. Con la ayuda del sistema Gran Oyama, Lucía lidera a sus amigos en una batalla épica para proteger el bosque y encuentra un nuevo propósito en su vida como ardilla mágica.
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capítulo 16
Capítulo 16: El Despertar del Dragón
Era una tarde tranquila en la mansión. Nieve y Eldric estaban en la biblioteca, revisando algunos mapas y estrategias para futuras misiones. La atmósfera era relajada, y Nieve se sentía cómoda en la compañía de Eldric, a pesar de sus sospechas iniciales.
De repente, Eldric comenzó a sentirse extraño. Un calor intenso recorrió su cuerpo, y su respiración se volvió pesada. Nieve notó el cambio y se acercó preocupada. “¿Eldric, estás bien?” preguntó, con una mezcla de curiosidad y preocupación.
Antes de que Eldric pudiera responder, su cuerpo comenzó a transformarse. Sus músculos se expandieron, su piel se oscureció y escamas negras comenzaron a cubrirlo. En cuestión de segundos, Eldric se había convertido en un enorme dragón negro, sus ojos brillaban con un fuego intenso y su presencia llenaba la habitación con una energía abrumadora.
Nieve, asustada por la repentina transformación, reaccionó por instinto. Se transformó en su forma de ardilla dragón de nieve y salió corriendo, buscando un lugar seguro. Se escondió debajo de una mesa, temblando de miedo y confusión.
Eldric, ahora consciente de su transformación, luchó por recuperar el control. Poco a poco, su cuerpo volvió a su forma humana. Respirando con dificultad, miró a su alrededor y vio a Nieve escondida, sus ojos llenos de terror.
“No te asustes, Nieve,” dijo Eldric con voz suave, tratando de calmarla. “Creo que acaba de despertar mi sangre de dragón real. Es un poco tarde, pero finalmente ha despertado.”
Nieve, aún temerosa, salió lentamente de su escondite. Su cuerpo temblaba y sus ojos estaban llenos de preguntas. “¿Eres un dragón?” preguntó con voz temblorosa, apenas creyendo lo que acababa de presenciar.
Eldric asintió, sintiéndose un poco avergonzado por la situación. “Sí, soy un dragón. O al menos, tengo sangre de dragón en mis venas. No sabía que esto sucedería, y mucho menos ahora.”
Nieve, aún en su forma de ardilla dragón de nieve, se acercó cautelosamente. “¿Por qué no me lo dijiste antes?” preguntó, su voz llena de una mezcla de curiosidad y reproche.
Eldric suspiró. “No lo sabía. Siempre supe que tenía algo especial en mi sangre, pero nunca pensé que se manifestaría de esta manera. Lo siento si te asusté.”
Antes de que Nieve pudiera responder, un estruendo resonó en la mansión. El sonido de la transformación de Eldric había alertado a los guardias, quienes llegaron corriendo para investigar. Al ver a Eldric y a Nieve en sus formas transformadas, los guardias se detuvieron, confundidos y preocupados.
“¿Qué está pasando aquí?” preguntó uno de los guardias, con la mano en la empuñadura de su espada.
Eldric levantó una mano para calmar a los guardias. “Todo está bien. Solo hubo un pequeño… incidente. No hay nada de qué preocuparse.”
Nieve, aún en su forma de ardilla dragón de nieve, se sintió avergonzada por la situación. Se transformó de nuevo en su forma humana, su rostro enrojecido. “Lo siento, fue todo muy repentino,” dijo, tratando de explicar la situación.
Los guardias, aunque aún desconcertados, asintieron y se retiraron, dejando a Eldric y a Nieve solos nuevamente. La tensión en la habitación era palpable, y ambos se sentían incómodos por lo sucedido.
Eldric rompió el silencio. “Nieve, lamento haberte asustado. No era mi intención.”
Nieve lo miró, sus ojos aún llenos de preguntas. “Está bien, Eldric. Solo… necesito tiempo para procesar esto. Es mucho para asimilar.”
Eldric asintió, entendiendo su confusión. “Lo sé. Y estaré aquí para responder cualquier pregunta que tengas. No quiero que esto afecte nuestra relación de trabajo.”
Nieve asintió lentamente. “Gracias, Eldric. Aprecio tu honestidad.”
Con el tiempo, Nieve comenzó a aceptar la nueva realidad de Eldric. Aunque aún se sentía un poco incómoda, su curiosidad natural la llevó a hacerle muchas preguntas sobre su herencia de dragón. Eldric, por su parte, se mostró paciente y dispuesto a compartir lo que sabía.
Una noche, mientras estaban sentados junto al fuego, Nieve se atrevió a preguntar algo que había estado rondando su mente. “Eldric, ¿cómo es ser un dragón? ¿Qué se siente?”
Eldric sonrió, recordando su transformación. “Es… poderoso. Sientes una conexión profunda con la tierra y el cielo. Es como si pudieras sentir cada latido del mundo a tu alrededor. Pero también es aterrador, porque es una responsabilidad enorme.”
Nieve asintió, comprendiendo un poco más. “Debe ser difícil controlar tanto poder.”
Eldric asintió. “Lo es. Pero con el tiempo, aprendes a manejarlo. Y estoy seguro de que tú también lo harás, Nieve. Tienes un gran poder dentro de ti, y con el tiempo, aprenderás a controlarlo.”
Nieve sonrió, sintiéndose un poco más segura. “Gracias, Eldric. Eso significa mucho para mí.”
El ambiente se volvió más relajado, y ambos se quedaron en silencio, disfrutando de la compañía mutua. Sin embargo, la cercanía y la intensidad del momento hicieron que sus corazones latieran más rápido. Sin darse cuenta, sus rostros se acercaron lentamente, y antes de que pudieran detenerse, sus labios se encontraron en un beso suave y lleno de emoción.
El beso duró solo unos segundos, pero para ambos pareció una eternidad. Cuando se separaron, sus rostros estaban enrojecidos y sus corazones latían con fuerza. La confusión y la vergüenza llenaron el aire.
“Yo… lo siento,” dijo Nieve, apartando la mirada, su rostro ardiendo de vergüenza.
Eldric también estaba sonrojado, pero una pequeña sonrisa se formó en sus labios. “No te disculpes. Fue… inesperado, pero no desagradable.”
Nieve no sabía cómo responder. La confusión y la vergüenza la abrumaban, y no podía evitar sentirse vulnerable. “Creo que… debería irme a descansar,” dijo finalmente, levantándose con torpeza.
Eldric asintió, aún sonriendo. “Sí, creo que es una buena idea. Buenas noches, Nieve.”
“Buenas noches, Eldric,” respondió Nieve, antes de salir apresuradamente de la habitación.
Mientras caminaba hacia su habitación, Nieve no podía dejar de pensar en el beso. Su mente estaba llena de preguntas y emociones contradictorias. ¿Qué significaba ese beso? ¿Cómo afectaría su relación con Eldric? Y lo más importante, ¿qué sentía realmente por él?
Esa noche, Nieve se acostó con el corazón y la mente en un torbellino de emociones. Sabía que las cosas nunca volverían a ser las mismas, pero también sabía que, de alguna manera, ese beso había cambiado todo.