_Princesa, llegó la hora de que vuelvas a tu hogar, es allí en dónde me encargaré de mostrarte la verdad.
_Eras tú el que estabas ese día allí. Jamás podría olvidarlo. No olvidaría jamás la voz del sujeto que juró quitarme la vida.
Me llamo Alice o al menos así me conocen los mundanos y mi historia no es cómo la de cualquier otra chica, un misterioso secreto y una terrible promesa me llevarán a desenterrar los secretos escondidos de mi verdadera sangre. Los oscuros deseos, la codicia, la ira y la pasión serán los encargados de llevarme por el camino de mi verdadera identidad.
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Capitulo 15: 2 años Después
_Me siento algo cansada, el entrenamiento con los Dlivesh es verdaderamente agotador. Ya no quiero ir.
_Te quejas por entrenar con ellos y yo debo soportar los castigos de mi padre cada que fallo en algo. Tú tienes los regaños de los hermanos más guapos de todos, pero yo, yo soporto humillaciones liebre.
_Te he dicho cientos de veces que no me gusta que me llames así Aleina.
_Lo siento su divina majestad, olvidé mi posición. -ella sonríe y hace reverencia con un poco de burla-.
_Que tonta eres, que me llamen así lo odio aún más. -al decirlo no puedo evitar soltar una carcajada-.
_Estoy segura y apostaría el título del conde a qué jamás te ries así en frente de él. -la mirada pícara de Aleina lo decía todo-.
_¿Apuesta el título de su padre Señorita Aleina?. -interrumpe-
_Ionela deja las formalidades de lado, además sólo estamos jugando. Y además aunque perdiera su título ahora, desgraciadamente lo tendría en su próxima vida -dice Aleina mientras se acomoda el corset-.
_Chicas por favor, no empiecen. Otra cosa -miro a Aleina-, él nisiquiera se fija en mi. Creo que el hecho de que todo cambió en nuestras vidas provocaron un gran cambio en él. -cada que decía eso, sentía que las pocas esperanzas que quedaban en mi corazón desaparecían-.
_Yo creo que es injusto. -dice Aleina quién ahora se encontraba retocando su maquillaje-
_¿Dime porqué dices que lo es?. -Ionela levanta una ceja mientras espera la respuesta de Aleina, quién no mostraba intenciones de responder-.
_Bueno, yo creo que es injusto porque estamos obligando a nuestro corazón a aceptar algo que no queremos o mejor dicho a alguien. -le respondí sin siquiera haber pensado antes-.
_Dime Ionela, -dice mientras se pasa el labial por su labio inferior- si amas a una persona que no es con quién estás destinada a permanecer durante todas tus vidas. ¿Tú estarías con él? ¿Aún en contra de tu corazón?. ¿O por una vez en tus cientos de vidas harás lo que deseas, ignorando la orden de los supremos?. -los ojos de Aleina se llenan de lágrimas y agacha la cabeza.-
Puedo notar cómo aguanta las ganas de llorar y siento que un gran fuego arde en su interior. No tengo idea de lo que ha sufrido antes o al menos no lo recuerdo aún, pero de algo estoy segura y es que ella no planea seguir más ordenes en esta vida.
_Las reglas se hicieron para mantener el orden celestial de reencarnación doncellas. No olviden que cada vez que ustedes los nobles de sangre pura renacen, el cuerpo en el que irán a despertar tiene que deshacerse de toda atadura del lugar mundano en dónde renacieron y eso incluye familias, amigos que lo rodean e incluso a la persona que creen que aman. -Ionela muestra una expresión de tristeza y culpa en su rostro. Cómo si el pronunciar esas palabras le doliera en el alma y así era-.
Ionela era un ser verdaderamente extraño, se decía que seres cómo ella se encontraban desde el principio de nuestra creación y que a cada uno de nosotros se nos es asignado la compañía de uno de ellos. No importan las vidas que pasen, ellos siempre nos buscan y encuentran. Su deber siempre es el de protegernos, guiarnos y ayudarnos.
_Yo sólo sé una cosa y es que esta noche no voy a obedecer ninguna orden. Un grandioso baile de máscaras me espera y no planeo volver sin antes haberme tirado al guapo Dlivesh mayor.
_Tú si que tienes un terrible gusto. No entiendo cómo puede gustarte ese sujeto -Ionela parecía asqueada-.
_Y tú seguirás sin tener sexo en esta vida si sigues con esa actitud -responde Aleina-.
_Podrian hablar de esto en otro lado ¿no creen? -digo mientras intentaba desprender mi corset-.
_Mencionar esto me dió hambre. -exclama Aleina mientras se acerca a mi para ayudarme con el maldito corset-.
_Solo a ti te puede dar hambre decir la palabra sexo ¿no es así? -el rostro de Ionela parecía tómate, hablar de sexo con ella era imposible ya que se ruborizaba muy rápido y enseguida se iba del lugar-.
_¿Te parece si almorzarmos?. - me mira Aleina e invita-.
_No tengo hambre chicas, pero adelante vayan ustedes. Yo las veré en el entrenamiento de las tres de la tarde.
_Se nota que estás agotada de lo contrario hubieras escuchado cuándo Zirón mencionó que hoy se suspenden todo tipo de actividades por la tarde. -la expresión en el rostro de Ionela demostraba que estaba algo molesta-.
Ambas se miran y luego deciden irse. Sabía perfectamente que debía de prestar atención. Pero a veces me siento perdida, aunque haya pasado tanto tiempo, sigo estando perdida. Trato de encontrarme y entender quién soy verdaderamente pero es difícil.
Han pasado 2 años desde aquel día, la llegada de Ionela a mi vida cambió muchas cosas. Aún recuerdo que su llegada significó el fin de una vida normal. Su presencia en aquel lugar dónde yo estaba, aceleraron las cosas. Me es imposible olvidar cómo todos los que alguna vez conocí y quise murieron por mi mano.
Aquel día había perdido el control por primera vez, bueno, al menos estando conciente. Y no me dí cuenta de cuánto ira y rencor guardaba en mi interior. Odio y rencor de vidas anteriores se hicieron presente ese día, estallando sin control. Yo no tuve control.
_La estaba buscando. No sabía en dónde estaba. -su voz me hizo despertar-.
La persona en la que menos pensaba en este momento y a quién había mencionado hace unos minutos atrás estaba parado en mi puerta ahora, nisiquiera lo había escuchado tocar la puerta, ni entrar a la habitación.
_Sabes en dónde encontrarme, no finjas que no conoces los lugares por los que camino. -debo mostrarme fría y firme ante él-.
_Es verdad, pero debo de tener cuidado de cómo me dirijo a usted. -su rostro no mostraba expresión alguna-. Zhartis entiende que no soy más que un guardián y el hecho de acercarme de esta forma, ya merece un castigo.
_Te dije que dejemos esto, no te lo dije sólo una vez sino varias veces. Algo más, es Alice mi nombre es y siempre será Alice. Y tú siempre serás Simón para mí.