Que puede salir mal si al morir extrañamente despiertas en el cuerpo de una completa villana que es cruel con su sexy esposo.
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Palacio
Luego de esa conversación salieron de nuevo con dirección a la sala del trono donde Benjamín estaba en una amena conversación con el príncipe Blad, ya que a pesar de su diferencia de edades se llevaban muy bien incluso solían practicar con espadas.
Blad era un joven un poco inocente y a pesar de que desde pequeño a sido considerado el próximo emperador, aunque a él no le interesa el puesto, ya que su nana Mar lo había educado con humildad y el emperador nunca lo trató con dureza ni le exigió demasiado como era el caso de los anteriores emperadores que explotaban a sus hijos.
Para el príncipe, Benjamín era su modelo a seguir, lo consideraba su hermano y no le importaba el cariño que su padre le tenía, pues él también lo quería mucho.
Con la interrupción de los recién llegados el pelinegro no dudo en presentar a su esposa al joven que la miraba también de forma desconfiada, pero que la sorprendió con un abrazo y le susurró una amenaza al oído.
Celia solo suspiró vaya par de protectores desconfiados tenía su esposo, pero le agradaba que tuviera personas que lo quieren y entendía sus razones para no confiar en ella.
La mirada de gatito rabioso del príncipe le causaba mucha ternura y no dudo en agarrar sus mejillas y abrazarlo para también susurrarle la promesa de hacer feliz a Benjamín ante esto el príncipe calmó un poco la mala actitud hacia ella.
Los duques habían sido invitados para la cena y debido a que sus majestades debían trabajar decidieron recorrer el palacio a pedido de Celia que deseaba conocer esa maravillosa construcción.
Unos hermosos jardines, estatuas de oro en forma de dragones en los alrededores del palacio y muchos detalles que maravillarían a cualquiera, pero en el momento en que Celia miró un hermoso espécimen para su colección se quedó sin palabras.
La máscara real de la primera emperatriz un objeto único y sumamente costoso se encontraba en un salón especial lugar en el que estaban las reliquias reales y donde una duquesa intrépida entró sin que nadie la pudiera detener.
El duque sabía de él gusto de su esposa por coleccionar máscaras y más de una vez le había obsequiado una de manera misteriosa, pero sabía que las guardaba en una habitación vacía.
Por eso luego de la cena que salió mejor de lo esperado, de manera privada le pidió la máscara al emperador sin importar el precio, como obsequio para su esposa, le contó su amor por estas y lo bien cuidadas que las tenía.
Al regresar vieron a una decepcionada Celia que al voltear con dirección a ellos sus ojos brillaron, ya que su esposo traía la máscara que le había gustado y sin pensarlo corrió para agarrarla con mucho cuidado.
Luego de un rato de acariciar su nueva adquisición recordó que era un regalo de su esposo y lo abrazo llenándolo de besos, pero sin dejar de proteger su amada máscara.
El príncipe y el emperador solo se reían de la reacción de la duquesa y la manera en la que Benjamín fue mandado a segundo plano.
De verdad esta nueva Celia les agradaba a todos, pero aún faltaba mucho para que conozcan sus alcances.