Última parte de la saga Casualidad o Destino, continuando y culminando con la historia de Carlos y Lizbeth, así como de su descendencia, mostrando las experiencias, que puede vivir una persona sin importar, la edad que se tenga o la época en la que se encuentre.
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INTENCIONES VERDADERAS
Carlo y Lizbeth, llevan a sus hermanos, a conocer a sus abuelos maternos, los cuales los abrazan repetidamente, diciéndoles cuanto deseaban conocerlos, Juan Carlos y Lizeth son algo escépticos, ya que nunca los habían visto, pero se emocionan, al creer que serán tan amorosos como los difuntos Carlos y Liz.
Martín:
Mis queridos nietos, al fin los conozco en persona.
Leila:
Veo que los pequeños heredaron mi color de cabello.
Martín:
A si es sacaron tu color natural.
Lizbeth:
Ahora que los conocemos, podemos tener la relación que nos dijeron.
Martín:
Claro que sí.
Los chicos pasean con los abuelos, preguntándoles cuestiones de su vida, a lo que estos contestan vagamente a las preguntas de los niños, hasta que Carlo, les hace una pregunta directa.
Carlo:
Abuelos, ¿Por qué esperaron hasta ahora para querer conocernos?
Martín:
Por miedo a que sus papás no nos permitieran acercarnos a ustedes, después de lo que hicimos literalmente, su madre nos cortó de su vida, no levanto cargos contra nosotros, pero ahora queremos recuperar el tiempo perdido.
Lizbeth:
Ya veo, mis papás no nos mintieron en ningún detalle.
Leila:
Sí, pero tratemos de dejar todo en el pasado.
Juan
Carlos: ¿Abuelos en que trabajan?
Leila:
Tenemos, varias ocupaciones.
Lizeth:
¿Cuáles?
Martín:
Son distintas nena, pero no es hora de hablar de trabajo, disfrutemos de nuestro paseo.
Juan
Carlos: No te gusta hablar de tu trabajo, verdad abuelo.
Leila:
No es eso, pero hay un momento para todo y un paseo familiar, no es el lugar para hablarlo, vamos por unos raspados.
Juan
Carlos: De acuerdo, vamos.
Lizbeth:
Por cierto abuelos, ¿Dónde viven actualmente?
Martín:
Tenemos un departamento en la ciudad.
Carlo:
Que bien, espero un día nos inviten, para conocerlo.
Leila:
Muchachos, ustedes, ¿qué tanto trabajan en el restaurante?
Lizbeth:
Cada que la escuela nos lo permite, tanto Carlo como yo estamos estudiando la licenciatura.
Martín:
Que bien ¿Qué estudian?
Lizbeth:
Yo estudio medicina y Carlo para ser chef
Martín:
Que bien chicos, ambas son carreras prominentes
Lizeth:
¿Abuelos hay gemelos en su lado de la familia?
Leila:
Sí, su bisabuela de mi parte tenía una gemela.
Juan Carlos:
Que bien.
Mientras el paseo continúa, Carlo, analiza las esquivas respuestas de sus abuelos, sospechando, porque no querían hablar de sus empleos, ya que en ningún momento querían hablar de ello, ya que no tendría nada de malo que se los dijera, pero si querían saber, que estudiaban y cuanto estaban en el restaurante.
Martín:
Chicos, veo que ustedes tienen carros, ¿se los compraron sus padres?
Juan
Carlos: Se los regalaron los papás de mi papá en sus cumpleaños.
Leila:
Qué bien, veo que les va muy bien y sus abuelos los consintieron mucho.
Lizeth:
Si mis abuelitos nos consentían a todos, ¿ustedes nos consentirán igual?
Al momento de que les hacen esa preguntas, Martín y Leila, tratan de no mostrarse incómodos, esquivando la pregunta cuando los raspados están listos, haciendo que los pequeños olvidaran el tema, pero incluso Lizbeth, empezaba a sospechar.
Los paseos continúan y siempre Martín y Leila, trataban de obtener información de los nietos, sin querer compartir grandes rasgos de su vida personal, siempre tratando de esquivar, cualquier pregunta que revelara mucha información de ellos, causando las dudas de Carlo y Lizbeth, quienes con miradas el uno hacia
el otro se comunicaban, entre ellos, se despiden y los mayores llevan a los niños a casa, al dejarlos inmediatamente, se ponen hablar entre ellos.
Carlo:
Lizbeth, no te gustará lo que te diré, pero encuentro sospechosa la actitud de los abuelos, siempre quieren saber cosas de nosotros, pero es muy relacionado con lo que tenemos.
Lizbeth:
No te preocupes hermano, yo he notado lo mismo, pero cuando les preguntamos algo de ellos contestan muy vagamente, o esquivan por completo las preguntas.
Carlo:
Tendremos que sacarnos esa duda y entre más pronto mucho mejor.
A los pocos días, Martín y Leila, se presentan de nuevo en el restaurante, que es atendido, por Carlo y Lizbeth, aunque esta vez las cosas serían diferentes.
Martín:
Muchachos, queremos hablar con ustedes, espero tengan tiempo.
Lizbeth:
¿Qué pasa abuelo? ¿Hay algún problema con el siguiente paseo?
Leila:
No se trata de eso, muchachos, tenemos una propuesta para ustedes.
Carlo:
De acuerdo estamos por cerrar, así que una vez que acabemos, los escucharemos.
Después de varios minutos, Carlo y Lizbeth se sientan frente a sus abuelos en la mesa que estos ocupaban.
Lizbeth:
Díganos, que nos quieren decir.
Martín:
Muchachos, durante nuestros paseos, nos hemos dado cuenta, que ustedes tienen muchas responsabilidades, las cuales los estresan, les tenemos una propuesta que los podrán ayudar.
Carlo:
Díganme, ¿Cuál es su propuesta?
Leila:
Su abuelo y yo, estamos dispuestos a invertir en su restaurante y atenderlo para que ustedes se dediquen solo a sus estudios.
Lizbeth:
Me parece interesante, ¿Cuánto estarían dispuestos a invertir y qué porcentaje les gustaría a cambio?
Martín:
Bueno, no sería una inversión monetaria, más bien nos haríamos cargo de todo para ustedes, a cambio de un 25% de sus acciones, a si ustedes no tendrán de que preocuparse.
Carlo:
Abuelo, me estás diciendo que quieres que te demos el 25% de nuestras acciones, solo para que ustedes trabajen en nuestro restaurante.
Leila:
No lo veas de esa forma, velo que a cambio de un cuarto de sus acciones de cada uno de ustedes, jamás se tendrán que parar aquí nuevamente, ya que sus abuelos velarán por su bienestar, claro que como agradecimiento y en honor a nuestro reencuentro uno de ustedes deberá cedernos uno de sus autos y ustedes compartir el otro porque como buenos nietos deben apoyar a sus abuelos.
Carlo:
Ya veo, tienen mucha razón en todo lo que dicen, pero como esta es una gran decisión, permítanos pensarlo un poco y preparar el contrato, para que todo quede por escrito.
Martín:
Sabía que lo entenderías, es lo mejor para jóvenes como ustedes concentrarse en sus estudios y así tus hermanos tampoco tendrán que preocuparse y claro que cuando pasemos a mejor vida todo será de ustedes, de ese modo su inversión se verá aumentada en gran medida.
Martín y Leila se retiran con sonrisas triunfantes en sus rostros, con la seguridad de que sus nietos accederán a su “propuesta”.