Después de Mientras tu no estabas Dinastía Beaumont, llega la pasión de un Beaumont donde relata la vida de los herederos Beaumont. Olivia Beaumont verá su vida sacudida luego de poner en peligro el imperio financiero familiar en peligro, Christopher contraerá matrimonio con la nieta del peor enemigo de su familia.
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Trato
Constantine Pallis hijo de Xiomara Zouvelekis prima de Alexos y de Leonidas Pallis amigo de Sander miró a Ella Beaumont caminar hacia él.
Constantine tenía dieciséis años y debía reconocer que las primas Beaumont le gustaban mucho.
— Ella, todo bien ¿dónde está tu prima?, pregunto él.
— En la playa me acompañas a buscarla exclamó Ella.
— Claro voy contigo dijo sonriendo Constantine.
Iban conversando sobre el entrenamiento que él y Christopher habían comenzado.
— Pero en ti no se nota, no lo tomes a mal pero sigues igual de debilucho exclamó Ella.
— Por supuesto que no, ya se nota el cambio en las piernas y brazos comento Constantine.
— A ver muéstrame dijo Ella.
— Por supuesto que no dijo Constantine pero termino cediendo a la presión de Ella y se quitó la camisa y el pantalón.
Constantine observó incrédulo como Ella se alejaba corriendo riéndose junto a Olivia dejándolo en bóxer en la playa.
Olivia y Ella ingresaron a la casa riéndose con la ropa de Constantine en la mano.
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Miranda estaba sentada en el jardín tomando un te cuando Sander ingreso, hacía dias que no se veían.
— Pienso irme, le informo Miranda.
Sander la observó sentía culpa se la veia tan frágil.— No tú no saldrás de aquí exclamó Sander.
— Es tu casa exclamó Miranda.
— Eres mi esposa y es nuestra casa.
— Te fuiste hace días y lo entiendo respondió ella
— Necesitaba pensar y resolver algunas cosas estoy furioso. No por la niña en sí, si no porque no me lo dijiste le reprocho Sander.
— ¿Para que?, no es algo que pueda cambiar exclamó Miranda.
— ¿Porque te casaste conmigo?, pregunto Sander.
— Por ella, aunque las cosas fueran diferentes su situación seguía siendo la misma. Quería más libertad para ella, una educación diferente y mi padre al igual que tu familia quería este matrimonio y vi mi oportunidad.
Miranda se llevó la taza a la boca, Sander miro hacia la puerta.—Hablaremos después, tienes visitas.
— ¡Señorita Gakis!, la taza cayó de la mano de Miranda se puso de pie .Pálida y descompuesta, miró a la puerta al oír el grito Y luego miro a Sander. La dura mirada en el rostro tenso fue como una bofetada.
-¿Señorita Gakis? -gimió Anastasia con un sollozo. Miranda corrió hacia ella y llegó en segundos a su lado para arrodillarse y tomarla en sus brazos, apretándola con fuerza.
Le susurró frases tiernas intentando calmarla. La niña se aferró a ella, temblorosa. Ella la besó y la volvió a abrazar, separándola un instante para mirarla y tranquilizarla con una húmeda sonrisa. La volvió a abrazar y miró a Sander por encima de la rubia cabecita con lágrimas de alivio corriéndole por las mejillas.
—Nunca podré agradecerte lo suficiente... te lo agradezco tanto... sé que no me lo merezco, pero te lo agradezco por su bien desde el fondo de mi corazón -le dijo con voz trémula.
—No deseo tu gratitud -dijo Sander y su dura mirada le causó a Miranda una furiosa sensación.
—No quiero tener un altercado contigo delante de ella -dijo, conteniéndose.
—Yo no discuto, respondió Sander mirándola. Las dejare solas dijo al ver a Irina ir hacia ellas.
— Señora me tenía tan preocupada, desde el momento que supe que su padre había sacado a la niña del colegio no supe que hacer, pensé en llamarla, pero temía que si usted le reclamaba no volviéramos a verla.
— ¿ Mi padre las trajo de regreso?, pregunto Miranda
— No, el señor Sander fue por nosotras hace tres días, su padre debe estar furioso porque el hombre que mandó con nosotras para cuidarnos se agarró a golpes con los custodios del señor Sander.
— ¿Dónde estaban?, pregunto Miranda.
— En Estados Unidos, se suponía íbamos a Londres comento Irina.
Luego de conversar con Irina y ordenar que le prepararán algo de comer a la niña que estaba con sueño, le pregunto a los empleados por Sander y fue a buscarlo.
Llamó, esperó, y al no recibir respuesta, entró. Sander, que se hallaba mirando la pantalla del ordenador levantó la cabeza con una expresión interrogante en los ojos enfadados. Era obvio que no había respondido a la puerta adrede.
—Disculpa... pensaba que podía entrar -dijo ella, murmurando.
Vestido con un vaquero y una camisa informal estaba tan guapo que la asaltaron los recuerdos de lo que había sucedido las noches que sucedieron a su boda, quitándole el don del habla. —He venido a hablar, contigo -dijo con voz ahogada-, pero ahora no sé cómo empezar.
—¿Qué más hay que hablar? -murmuró Sander, ¿Anastasia? Se queda con nosotros.
—Me parece estupendo, pero... ¿Cómo será posible llevarlo a cabo? -titubeó Miranda, preguntándose en qué términos él lo permitiría y qué pasaría con el déspota de su padre.
— La encerraremos en un sótano hasta que cumpla la mayoría de edad, ¿con quién crees que estás hablando?.
Miranda se encontraba pálida y muda. No supo qué decir, ya que no había pensado. Lo cierto era que solo había tenido en cuenta su anhelo de estrechar a su hija en sus brazos.
—No es mi intención forzarte a que aceptes a Anastasia.
—No dirás que ha sido por obra de un milagro el que nos encontremos ahora en esta situación.
—Lo siento -dijo afligida al darse cuenta de que él no comprendía sus razones en absoluto-. Lo que no entiendo es lo que sucede ahora confesó honestamente-. ¿Cuándo nos divorciaremos?
—No lo haremos... al menos no en un futuro cercano -reveló Sander-. Seguiras siendo mi esposa. Pero ya que ha sucedido, no tiene sentido recriminar nada, permanecere casado contigo. Me propongo aprovechar esa circunstancia.
—¿Cómo? -preguntó Miranda, cruzándose de brazos y levantando la barbilla.
—Me darás un hijo. No consentiré que este matrimonio sea sin hijos como le aseguraste a tu padre.
— Sé lo dije porque estaba molesta, siempre que la ve la trata mal.
— No tienes que preocuparte por tu padre, no se volverá acercar a ella ni a ti. Querías ser mi esposa y ahora lo eres. Darme un heredero es tu única prerrogativa. Prepara una habitación para Anastasia no la quiero en la habitación de Irina, decorala a tu gusto. Comprale lo que necesite. A partir de hoy vivirá de acuerdo a lo que es una Gakis. Así que busca un terapeuta y dile la verdad. Pediré consejos a mis abogados para manejar la parte legal.
— No sé que decir dijo Miranda.
—No es necesario digas nada, es un trato me das un hijo y a cambio cuido de tu hija como lo que es parte de mi familia.-dijo y se acercó a ella para susurrarle-: Puedes estar segura de que esta semana dormiré en casa todas las noches.
— No puedes estar hablando en serio, tu me odias exclamó Miranda.
— No te odio solo no comparto la actitud de tu familia hacia la vida. ¡Has seguido la pauta de tu familia! -la acusó Sander-. ¡Tu madre abandonó a tu padre y a ti por un hombre más rico y tu hermana es igual de mercenaria en su elección de amantes!.
— Como puedes decirme algo asi. ¿Sabes lo que te pasa? -le preguntó furiosa.
—Estoy seguro de que me lo vas a decir –respondió él.
—¡Tu vida ha sido demasiado fácil y eres un ser egoísta e insensible! -le espetó Miranda, acercandose a la puerta-. ¡La gente comete errores, pero a veces es sin mala intención, como yo, tenía dieciséis años cuando quedé embarazada, si fue mi culpa y mi error. No tenía trabajo ni estudios, hice lo mejor que pude le di mi hija a la empleada pero peor hubiera sido dejarla en un orfanato como quería mi padre. Ni siquiera pude verla cuando nació. ¡Tienes el corazón duro como. .. como una piedra! y con esas incontestables palabras, Miranda se marchó, haciendo que Sander maldijera y tuviera deseos de romper algo...