Gabriel Patel y Xavier Hudson son como hermanos desde siempre y cuando ambos hicieron una familia quisieron que sus hijos siguieran la misma línea.
Pero quizás esa no era una muy buena idea.
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Dieciséis
Sabrina llegó a su casa llorando y aunque intentó que nadie se diera cuenta, la carrera con la que cruzó el salón y subió las escaleras no pasó desapercibida para su hermano Renato que iba de salida.
- Sabri, voy a pasar.- le dijo a la chica avisando que entraría, si pedía permiso ella se lo iba a negar.
Su hermana pequeña estaba sobre la cama hecha un ovillo y los constantes sollozos se escuchaban sin control.
- Sabri¿Qué pasa? Ya me estás asustando.- él intentó girarla para abrazarla pero ella no se lo permitió y entonces el chico la acomodó en sus brazos.
- Ella es mi amiga, porqué me hizo eso.- le dijo entre sollozos.
- Si no me dices que pasó no puedo tratar de ayudarte.
La chica se viró para mirar a su hermano y comenzó a contar lo que había visto hacía un rato ya.
El apretaba los puños conteniendo la rabia y a su mente vino el recuerdo de la noche en que se celebró la fiesta por los quince años de Julianna.
<<- Escuchame porque solo lo diré una vez- Renato miraba a la delgada peliroja que tenía delante en el jardín trasero de la mansión Patel mientras la música de la fiesta dentro de la casa seguia sonando- Tú me gustas mucho, y sé que lo sabes porque nunca has sido tonto.
Sus palabras lo asombraron pero lo hicieron sonreír, nunca pensó que ella fuera tan valiente.
- Hoy es mi cumpleaños y quiero como regalo mi primer beso.
- Estás loca Julianna. - le dijo el joven riendo.
- No estoy loca, yo tengo quince y tu vas a cumplir veinte, la vida da muchas vueltas y nada me garantiza que vamos a terminar juntos, pero mi primer beso lo quiero de tu boca.
La chica caminó hasta él sin vacilar y agarró las solapas de la camisa que llevaba puesta y el chico al tenerla tan cerca la tomó por la cintura, era su cumpleaños y si quería un beso de regalo él se lo daría. >>
Renato volvió a la realidad, una en la que su hermana lloraba desconsolada porque la que supuestamente era su amiga del alma se había enredado con el chico que le gustaba sin importarle nada de nada.
Apretó fuerte a su pequeña rubia contra él tratando de contener su odio, Julianna merecía un castigo, ya eran suficientes las lágrimas que su hermana había derramado por ella y sus desplantes, si no podía con la vida que lamentablemente le había tocado que se buscara un psicólogo pero él le iba a enseñar que a un Patel no se le hacía llorar.
- Escúchame Sabri, no quiero que te acerques nunca más a ella.- los sollozos aumentaron al escuchar la orden de su hermano- Si veo que hablas o te juntas nuevamente con ella seré yo el enfadado contigo.
- Renato ella...
- Ella nada, ella es una chiquilla malcriada que no le importa para nada la gente que la quiere y se siente bien haciendo sufrir a los demás y burlándose de todos, te lo digo en serio, te prohíbo que vuelvas a mirarla.
- Nuestros padres no van a permitir eso.
- No te preocupes por mamá y papá, de eso me encargo yo.
La niña siguió llorando.
- Promételo Sabri, promete que vas a hacerme caso.
- Lo prometo.- al fin pudo decir mientras lloraba.
- Está bien, ahora dame un lugar para acostarme contigo, voy a abrazarte hasta que ya no llores más.
La chica se rodó en la cama y su hermano se acostó para no soltarla por un buen rato, pero en su mente estaba trazando un plan para vengar las lágrimas de su princesa.
Varias horas ya habían pasado cuando Xavier recibió una llamada telefónica que lo dejó sin respirar.
La policía tenía algo que decirle de Julianna.
- ¿En que comisaría está?- la oficial que lo llamó volvió a hablar- ¿Hospital?- otra vez le hablaron y respiró hondo- En quince minutos estaré allí.
El hombre guardó su teléfono y al pasar por la entrada tomó las llaves de su auto.
Llegó al hospital y entró hasta donde le había dicho la policía que lo llamó y allí se encontró el espectáculo más dantesco que esperó, su niña dormida y esposada a una cama de hospital mientras que en su mano libre tenía una vía instalada con un medicamento pasando por ella.
- Señor Hudson- le habló la mujer vestida de uniforme que estaba de pie junto a la cama al verlo entrar, el hombre era bien conocido- Ella está bien- le dijo al ver el rostro desencajado del padre- Si lo desea salgamos un momento para no despertarla.
Xavier hizo caso a la mujer y fueron hasta la puerta.
- Entró en una tienda y tomó dos botellas de whisky a escondidas- comenzó a explicarle al padre- Se encerró en el baño pues sabía que al ser menor no podría salir de allí con ellas y cuando la encontraron estaba bastante ebria, está esposada porque intentó atacar a mi compañero cuando quisimos sacarla del baño, al final hubo que llamar una ambulancia porque se desmayó, dice el médico que de la borrachera.- el hombre pasó sus manos por el pelo- Quiero que entienda que ella pudo haber muerto, es una niña y casi terminó las dos botellas, yo le aconsejo que busque ayuda, no es un secreto lo que le sucedió a su familia y ella lo está llevando mal.
- Ya no sé que hacer con ella, no quiere hablar con nadie, lo único que le importa es lastimar a todos pero nunca había hecho algo así, nunca intentó nada físico.
- Yo no soy quien para decirle lo que debe hacer pero si le repito, busque ayuda, ahora que ya usted llegó le quitaré las esposas, al ser menor no quedarán cargos pero debe ir a la tienda y reponer los daños, le aconsejo que envíe a alguien, que no vaya usted, allí nadie supo quien era ella, si se enteran pueden querer sus quince minutos de fama y eso puede ser muy malo en estos momentos para su recuperación.
- Muchas gracias oficial.- la mujer asintió y volvieron a el interior de la habitación con la niña.
me quedo sin palabras
excelente la novela
un ejemplo para las mujeres
saber que pueden reconstruirse siempre. solo es querer hacerlo y tener amor propio
cada quien en su lugar
felicitaciones a la autora