Volver A Amar

Valery regreso a casa con más enfado y desilusión de la que desearía tener. Aquel sentimiento se quedó anclado en su pecho sin entender por qué motivo se sentía así.

Sofi, quien conocía todo lo ocurrido desde el primer día, sabía muy bien que tenía su hermana.

—Entonces, ¿Me dices que cuando viste a la plástica colgada de él te entro un coraje?

—Si.

—Y además ¿Te sentiste decepcionada al creer que es un mujeriego?

Valery alzo una ceja —. No creo, es que lo es.

—¿Porqué? ¿Por ver cómo una mujer sostenía su brazo?

—No me ayudas en nada Sofi —resopló.

—Si lo hago, ayudo a que veas la realidad de las cosas.

Valery la fulminó con la mirada.

—Hey no me mires así, que me dañas con tus espectaculares ojos verdes —la pelinegra soltó una risita.

—Bueno, el Domingo conoceré al fin, quien es el susodicho que te trae loca.

—¿Loca? si, de miedo ¿Qué no te dije que es un pervertido?

—Hmm, si, digamos que si. Pero cambiando de tema, hablame del profesor de Inglés, ¿Qué tal? ¿Es como nos dijo Alba?

—De acuerdo a los chismes de las profesoras, sí. Se acuesta con las mujeres y luego "si te he visto, no me acuerdo".

—¡Auch! es un potro salvaje —dijo mientras un extraño brillo se filtró por sus pupilas.

—Sofi, ¿Qué estás pensando?

—Solo pienso que necesita una yegua que lo dome.

Val de inmediato adivinó lo que pasaba por la mente de su hermana —. ¿Y esa quieres ser tú verdad? ¿Una especie de reto?

—Aver hermanita, a pesar de ser su versión femenina, yo no los rechazo o ignoro después de intimar. Eso es cruel. ¿Sabes?, fue exactamente lo que me hizo el maldito de Cristian cuando ya consiguió lo que tanto quería. ¡Desgraciado!, yo lo amaba.

—Es un burro que te perdió por estúpido.

—Pero —.Valery hizo una pausa—. ¿Te digo algo?. Cuando me saludó jamás me miró de manera diferente, al contrario, fue respetuoso y educado.

—¡No me digas eso! —exclamó —. No me sirve si no es como dicen las malas lenguas.

—Está bien, no digo más nada ~{Ay hermanita es un peligroso juego el que quieres llevar a cabo}~ —y si que lo era, pues Sofi no sabe que todo cambiará después de conocer a Daniel.

Después de la plática ambas continuaron ordenando sus pertenencias y clasificando todo en diferentes cajas para el día de la mudanza.

Al día siguiente, Valery no salió al patio para el recreo, simplemente se quedó en la sala ordenando los detalles de la reunión que tendría con los padres de sus alumnos.

Aquello fué una excusa con la que evitaría cierta mirada que anoche robó su sueño.

Horas después, la junta dió inició. El salón se encontraba previamente aseado y preparado. El día anterior con ayuda de Sofi, hornearon cuatros docenas de cupcakes.

Valery se presentó, transmitió a los padres y madres su motivación y compromiso profundo con la educación de sus hijos, compartió información acerca de las próximas evaluaciones y las actividades que llevarían a cabo en el primer semestre.

Todos se encontraban encantados con la energía vibrante y contagiosa que portaba la nueva docente. Especialmente un par de ojos que la observaban desde la primera fila.

Aiden, sabía—de antemano por medio de Alba—que hoy la preciosa pelinegra que lo tenía alborotado como si fuese un adolescente en plena etapa de pubertad, tenía su primera reunión como profesora Jefe.

Deseoso por entregarle su apoyo, se quedó después de finalizar la jornada. Cada ciertos minutos observaba el reloj, impaciente.

Cuando ya quedaban sólo cinco minutos, se apresuró y salió de su oficina. Manteniendo una distancia prudente se quedó parado, con las manos en los bolsillos, expectante.

Valery despidió a todos los apoderados, la emoción la embargaba pues el recibimiento fue mejor de lo que había esperado.

Uno a uno fueron saliendo del salón mientras ella guardaba sus papeles dentro del bolso.

De pronto una voz la interrumpió —. Señorita, ¿Necesita ayuda?.

—¡Oh no muchas gracias! descuide...¿Cuál es su nombre?.

El hombre frente a ella sonrió —. Caleb Martínez —su metro noventa, su pelo perfectamente peinado hacia un lado, ojos negros como la noche, y el par de hoyuelos que decoraban sus mejillas encantarían a cualquier mujer, menos a ella, que renuente a dejarse encandilar, habló —. Mucho gusto señor Caleb. Su hija Josie es una pequeña muy alegre y estudiosa.

—Muchas gracias señorita Valery.

—Digame señora, estoy casada —el sujeto frunció el ceño, previamente se había dado el tiempo para observar sus manos, y a pesar de notar una pálida marca que daba a entender que llevó por mucho tiempo un anillo, ahora no tenía nada. ¡Qué extraño!.

~{Que me crea... no soy tonta, y debo evitar hombres como estos}~

—¡Ah lo siento! —se alejó de ella un par de pasos —. Dejeme ayudarla —antes de que pudiera negarse, tomó las bandejas y las agrupó con los cupcakes que quedaron.

—Gracias.

Minutos después, ambos salieron del salón, y lo primero que vió Valery fue a Aiden, ¡Dios, se veía tan guapo!, parado con las manos en los bolsillos, con un aire de despreocupación y a la vez de sensualidad.

¿La estaba esperando a ella? ¿Qué hacía aún en el colegio?

De pronto Caleb bloqueo su visión —. Profesora, la acompaño a su auto, es mucho peso el que debe cargar sola. Ella sonrió de oreja a oreja —. Es usted muy amable, por favor envíe mis saludos a su hija.

—Lo haré.

Aiden apretó los puños dentro de sus bolsillos, su mirada se endurecio, y musitó entre dientes —. ¿Qué se cree ese tonto?, ¡Yo puedo llevar sus cosas!, no necesita su ayuda —este lo conocía, sabía que era un padre soltero y supuso que tenía otras intenciones.

Valery tenía tantas ganas de voltear a verlo, pero no, debía ser fuerte. Lo que había visto con la muñequita falsa de Scarlett, le hizo pensar.

~{Tarde o temprano los hombres que se dejan coquetear...caen}~.

Definitivamente el engaño de Richard, la dejo con inseguridades y creencias erróneas.

Pues no todos los hombres son iguales, y es ahí, la importancia de saber distinguir quién es quién.

...Cómo dice el refrán: "Déjalos actuar y por sus frutos los conoceréis"...