Kael Walton no fue criado, fue forjado, desde niño conoció más el frío del abandono que el calor de una familia. A los quince años quedó huérfano, y su refugio fueron las calles, los trabajos mal pagados, y los silencios largos que solo entienden los que han sobrevivido más de lo que han vivido.
El ejército le dio estructura, disciplina, y una nueva identidad: soldado, protector, fantasma. A los 25 años, pensó que había encontrado la única guerra que valía la pena luchar: el amor. Pero la felicidad duró poco. Su esposa fue asesinada por un mafioso al que todos temían, excepto Kael. Desde entonces, el amor quedó enterrado junto a ella.
Años después, en medio de una misión de venganza donde logran su cometido, cuando al fin reina la paz para el solo era el inicio de un caos y encanto, llamado Nadia Drake.
Podrá Nidia Alojarse en el corazón de Kael?
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Capítulo 17:
...CUANDO EL HIELO SE ENCUENTRA CON EL FUEGO ...
Amanecía en Berlín, y el cielo, aunque nublado como siempre, dejaba filtrar un tímido rayo de sol que se colaba por los ventanales de la cocina.
Nadia revolvía una taza de café con una sonrisa en los labios, tarareando bajito una canción en francés.
Je remue le ciel le jour, la nuit
Je danse avec le vent la pluie
Un peu d'amour un brin de miel
Et je danse, danse, danse, danse, danse,danse
Et dans le bruit, je cours et j'ai peur
Est ce mon tour?
Vient la douleur...
Dans tout paris, je m’abandonne
Et je m'en vole, vole, vole, vole, vole.
Que d’espérance.
Sur ce chemin en ton absence
J'ai beau trimer, sans toi ma vie n'est qu'un decore qui brille, vide de sens
(Traducción)
Me revuelvo el aire el día, noche
Bailo con el viento la lluvia
Un poco de amor un poco de miel
Y bailo, danza, baile, danza, baile, danza
Y el ruido, corro y me temo
¿Es mi turno?
Viene el dolor ...
A lo largo de parís, me abandono
Y vuelo, volar, volar, volar, volar.
Esa esperanza.
En este camino en su ausencia
Estoy trabajando como un burro, sin ti mi vida es una que brilla el decorado, sin sentido.
(Parte de la canción, Cantante Indila, Nombre: 'Dernière Danse')
—¿Desde cuándo te gusta cantar en la mañana? — Kael entró descalzo, con su cabello ligeramente desordenado y un gesto entre curiosidad y fastidio.
—Desde siempre, solo que antes no me atrevía… no quería molestarte — dijo sin volverse.
—No me molesta — mintió, tomando la taza que ella ya había servido para él, claro que lo molestaba o más bien, lo descolocaba.
Nadia lo miró de reojo.
—Tienes el ceño fruncido desde que te levantaste.
—Tengo el ceño fruncido desde que tengo memoria.
—¿Y alguna vez has considerado… no fruncirlo?
Kael bufó, Nadia sonrió, como si acabara de anotar un punto en un partido silencioso que jugaban desde hacía semanas.
—Hoy tengo reunión con el equipo de infiltración en el ala norte — dijo ella mientras sacaba del horno unas tostadas que había preparado para ambos.
—¿Quieres acompañarme?
—No es necesario, ya revisé los informes anoche.
—Pero sería bueno que vinieras. La mitad aún no se acostumbra a tú… presencia imponente — lo dijo con un tono suave, como si no fuera una crítica.
—No necesito que me acepten, solo que hagan su trabajo.
—Claro — murmuró ella—. Porque es más fácil vivir como una piedra.
Kael la miró en silencio.
—¿Perdón?
—Nada. Solo… no entiendo por qué siempre tienes que cerrarte así, estás aquí, vives conmigo, trabajas conmigo… pero estás tan lejos como si siguieras en otro continente.
Kael dejó la taza sobre la encimera con más fuerza de la necesaria.
—¿Y qué esperas que haga? ¿Qué sonría todo el tiempo? ¿Qué me ría contigo de cualquier cosa y finja que nada duele?.
—No. Solo que seas humano, Kael. Que me mires sin parecer que estás huyendo, que hables sin que parezca que cada palabra pesa diez kilos.
Él se cruzó de brazos, el silencio se volvió espeso entre ellos.
—Tú no entiendes lo que significa cargar con un pasado como el mío.
—¿Y tú crees que el mío fue un paseo por el parque?
—No dije eso.
—¡Pero lo piensas! — explotó Nadia, dejando el cuchillo con el que untaba mantequilla sobre la mesa con un golpe seco —.
Me ves como una niña rica, una optimista irremediable, una chica que no ha sufrido lo suficiente como para “merecer” tu mundo oscuro y trágico.
—¡No es eso!
—¡Sí lo es! — insistió, con los ojos brillando —. Yo aprendí a sobrevivir siendo alegre.
— A mí nadie me salvó de niña, Kael. Yo fingía estar bien porque si lloraba, nadie venía. Así que sí, sonrío, decoro la cocina, hago el desayuno.
Porque es mi forma de resistir, de sanar, pero tú… tú lo conviertes todo en un campo minado, te acercas, luego huyes.
Me miras como si quisieras quedarte, y al segundo siguiente te conviertes en hielo.
Kael respiró hondo, sus puños apretados.
—No sé cómo hacerlo — admitió, bajando la voz.
—¿Hacer qué?
—Estar contigo sin sentir que estoy traicionando un recuerdo.
Silencio.
Nadia tragó saliva.
—No soy ella, Kael, no quiero reemplazarla, pero tampoco quiero competir con su fantasma.
—No lo estás haciendo.
—¿Entonces por qué no puedes dejarme entrar?
Kael se acercó un paso y luego otro. Hasta que quedaron frente a frente, tan cerca que podían sentir la respiración del otro.
—Porque si lo hago… — susurró — y tú te vas, no voy a sobrevivir una segunda vez.
Nadia bajó la mirada y luego, con una suavidad feroz, le tomó la mano.
— No planeo irme.
Kael cerró los ojos, el contacto era fuego. El tipo de fuego que puede arder sin quemar, pero solo si te atreves a sostenerlo.
—Pero no prometo que no duele, Nadia, no prometo que será fácil. Porque no sé si puedo darte lo que mereces.
—No necesito promesas perfectas — respondió ella —. Solo quiero que seas valiente, no con armas, conmigo.
Kael asintió, apenas. Un gesto minúsculo, pero suficiente.
Ella se alejó, dándole espacio. Ambos sabían que era lo mejor, el momento no era para besos robados ni para declaraciones apresuradas, era para aceptar que el hielo y el fuego no tienen que destruirse si aprenden a convivir.
Esa tarde, en la oficina, todo transcurrió en un silencio más... armonioso.
Kael observaba desde su despacho cómo Nadia daba instrucciones con firmeza a su equipo, era buena, mejor que muchos hombres que él había conocido en su vida militar y aunque su estilo era más suave, más empático, tenía la autoridad de quien conoce el dolor y ha aprendido a domarlo.
Y por primera vez, Kael sintió orgullo de estar a su lado, no como sombra, no como guardián, sino como hombre.
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Gracias mis amores por leer, gracias por apoyar con sus 👍, sus 🎁, sus votos y comentarios...
que decepción
así me gusta que no tengan tantos capitulos 💯