No Soy Un CEO Despiadado

No podía creer lo que mis oídos escuchaban. Realmente deseaba abrir la cabeza de Fernanda para saber de qué tamaño era su cerebro. La imaginación que tenía podía sorprender a cualquiera y mira que yo soy un hombre que creía conocerlo todo.

— Señorita, me puede repetir lo que acaba de decir. Parece que mi oído está fallando un poco.

Fernanda me miró de manera fulminante, aunque su estatura era con creces inferior a la mía. No podía negar que ella parecía intimidante.

— Estoy agradecida con la ayuda que me brindó, pero siempre he sabido que no hay comida gratis en este mundo. Así que dejé de andar por las ramas y solo hablé. Cielos, ¿cómo quiere que le pagué?, ¿con mi cuerpo?

Guao.

Ella sí que podía ser directa.

— ¿Qué parte de mis acciones le hicieron creer que quería eso de usted? — pregunté un poco irritado. Después de todo, a quien le gusta que sus buenas acciones sean malinterpretadas.

— Pues durante todo este tiempo me ha hecho la vida imposible. A cada trabajo que voy por su causa de manera directa o indirecta terminó siendo despedida. Pagó los gatos de mi hermana. He leído muchos libros y sé cómo va la cosa. Siempre es así el protagonista que casualmente es un poderoso CEO le hace la vida imposible a la pobre chica, luego se da cuenta de que le gusta, pero como es un orgulloso hijo de p… bueno, se niega a creer que una persona de casta baja como la protagonista le puede gustar por lo que se dice a sí mismo que le gusta solo su cuerpo y empieza a chantajearla y mejor no sigo. Usted entiende mi punto, ¿cierto?

Sí, ella estaba completamente loca. ¿Por qué haría algo tan bajo solo para llevarla a la cama?

— Usted necesita visitar un psiquiatra de manera urgente y dejar de leer ese tipo de libros. Miré, no soy ese tipo de persona que describe. Pagué los gastos de su hermana porque me nació del corazón. No lo hice con ningún motivo ulterior. En cuánto a la razón por la que usted fue despedida de sus otros trabajos puede considerarlo como su mala suerte.

Fernanda se quedó en silencio ante mi explicación. Ella abrió y cerró la boca un par de veces. Parecía que quería decir algo, pero no encontraba las palabras exactas que quería decir.

— Lo siento. Yo… No lo quise acusar sin razón aparente. Pero, es que me han pasado tantas cosas y he estado tan estresada que mi mente ha estado hecha un lío. Disculpe si lo ofendí. Pero entiéndame también, en cada uno de los trabajos que conseguí, no pude durar ni un mes y la razón de todos mis despidos fue usted.

— Y ya que estamos en esas, lamento haber sido la causa de sus despidos, en consideración a su situación actual y si usted aún desea, puedo concederle un puesto de trabajo como mi asistente personal. Solo tiene que contestar el teléfono, verificar mi agenda y traerme café cuando… no, es mejor alejarla de cualquier bebida.

Fernanda sonrió ante mis palabras, aunque estaba siendo serio en cuanto a mantenerla alejada de cualquier bebida.

— Muchas gracias por la oportunidad, estaría encantada de trabajar para alguien tan noble como usted. Parece que lo he malentendido por completo. Sabe, pensé que usted era muy frío como un robot sin emociones. Incluso creí que era un ogro despedido que solo le importaba el trabajo y nada más que el trabajo. Ahora me doy cuenta de que tiene un corazón cálido. Las apariencias no lo son todo, lamento haberlo juzgado.

Estas son cosas que le puedes decir a tu jefe, ¿acaso quiere que la despida? Ahora entiendo la razón por la que no duró en ninguno de sus trabajos, su boca y su capacidad de pensamiento es muy pobre.

— Es usted increíble, jefe. El mejor.

Bueno, dejémoslo así. Conste que no lo hacía solo porque me había hecho un cumplido.

— Pase por recursos humanos para que le entreguen su uniforme y su contrato. Luego busqué a Carlos para que le dé las indicaciones correspondientes.

— Anotado, capitán.

Trate de contener la risa que quería salir de mis labios al verla posar de una manera tonta mientras esperaba mis órdenes.

— Eso es todo, Fernanda. Puede retirarse.

— Muchas gracias de nuevo por la oportunidad — dijo sonriendo mientras salía de la oficina.

— Fernanda — la llamé justo cuando estaba por cerrar la puerta.

— Dígame, jefe.

— ¿Cómo está su hermana?

— Ella ya está mejor. Me pidió que lo llevará conmigo alguna vez. Claro está si le parece bien y no estoy cruzando ningún límite.

— Ya ha cruzado muchos límites desde que me hizo parecer alguna clase de acosador pervertido — dije en son de broma —. Así que ir a visitar a su hermana es lo más normal que he escuchado salir de su boca.

Fernanda sonrió de manera culpable. Jugó con sus manos como si estuviera nerviosa.

— Me avisa cuando tenga tiempo.

Tras decir aquello cerró la puerta, por alguna razón quise ir detrás de ella. Estaba enfermo. Deje de pensar en el desastre andante que había contratado y me puse a revisar algunos documentos importantes cuando estaba por llamar a recepción, recibí una llamada de mi hermano Alejandro.

— Hola — lo saludé.

— Te escucho feliz, ¿algo bueno paso recientemente?

Su pregunta me dejó estupefacto.

— No me escucho feliz. No hay nada por lo que deba estar feliz. ¿De qué estás hablando?

No estaba feliz, ¿cierto?

— ¡Oh! Dos negativos hacen un positivo, así que debes estar muy feliz. Soy tu hermano Max, así que te conozco mejor que nadie. Lo sabes. Si digo que estás feliz, lo estás, no puedes engañarme.

Sí, él solo se estaba metiendo conmigo. Luego se quejaba de porque su hija había salido tan altanera cuando él era igual a ella.

— Para qué me llamas.

— Solo para escuchar tu hermosa y fría voz que desprecia a los demás simples mortales.

— Voy a colgar.

— No te enojes tempanito. Te llamaba para decirte que ya te envié los documentos que debía firmar, también hice algunos cambios en el contrato por favor léelo y me llamas.

— Ok — dije y colgué el celular.

Como poseído por algún espíritu encendí la cámara de mi celular miré mi rostro que estaba igual que siempre. No había ningún rastro de felicidad.

— Ese bastardo solo me está tomando el pelo.