"No todo lo importante se dice en voz alta. Algunas verdades, los sentimientos más incómodos y las decisiones que cambian todo, se esconden justo ahí: entre líneas."
©AuraScript
NovelToon tiene autorización de @AuraScript para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Viéndote de blanco.
...Holi, ya saben cómo es esto, para una mejor imagen de los personajes con ayuda de una IA(como siempre), he hecho lo posible por retratarlos tal cual los veo más o menos en mi imaginación, no puedo parar, tengo una obsesión por los hombres con cabello largo jsjs, en fin, disfruten y muchas gracias por leer. ✨...
...© AuraScript...
...Blake Marshall de 38 años, nacido en 1987....
...Heather Marshall de 24 años de edad, nacida en 2001...
...Damon Montgomery de 25 años de edad, nacido en el 2000....
...(La IA quiere hacer a todos de buen cuerpo.)...
......................
Desde ese día en el que conocí a Damon, vi cómo la relación entre él y Heather floreció con una intensidad que me sorprendía. Heather lo amaba profundamente, y no era difícil entender por qué. Damon era un hombre trabajador, alguien con un futuro prometedor que se abría paso en un campo fascinante: era ingeniero aeroespacial, especializado en el diseño de drones para exploraciones planetarias. Trabajaba para una empresa que colaboraba con agencias espaciales, desarrollando tecnología que algún día podría mapear la superficie de Marte o buscar signos de vida en las lunas de Júpiter. Heather me contaba con entusiasmo cómo Damon pasaba horas en su taller, rodeado de planos y piezas metálicas, con el olor a soldadura y aceite impregnado en su ropa. Era un hombre apasionado por su trabajo, y aunque a veces sus horarios eran caóticos, siempre encontraba la manera de estar ahí para mi hija, de hacerla sentir especial.
Yo, sin embargo, nunca logré congeniar del todo con él. No era por malicia ni porque no me agradara; simplemente, siempre he tenido esa tendencia a alejarme de la gente. Las inseguridades que cargaba desde joven—el miedo a no ser suficiente, a no encajar, a que vieran el desastre que llevaba dentro—me hacían mantener a todos a una distancia segura. Con Damon, lo intenté, de verdad. Participaba en las conversaciones cuando venía a casa, le ofrecía una cerveza o un café, y escuchaba sus historias sobre su trabajo con un interés que a veces era más fingido que real. Pero siempre había una barrera invisible entre nosotros, una que yo mismo construía sin darme cuenta. Me sentía fuera de lugar, como un intruso en la felicidad de mi propia hija, y eso me pesaba más de lo que podía admitir.
Los meses pasaron, y la relación de Heather y Damon se consolidó. Eran inseparables, y aunque yo seguía lidiando con mis propios demonios, ver a mi hija tan plena me llenaba de una alegría que no podía describir. Entonces, justo un año después de que se conocieron, en el verano de 2024, Damon le propuso matrimonio a Heather. Me acuerdo perfectamente del día en que me lo contaron. Estábamos en el comedor de la casa, con el sol de la tarde entrando por las ventanas y el aroma a café recién hecho flotando en el aire. Heather entró corriendo, con los ojos brillantes y las mejillas sonrojadas, y me tomó de las manos con una fuerza que me sorprendió. "¡Papá, Damon me pidió que me casara con él!" exclamó, su voz temblando de emoción mientras me mostraba un anillo sencillo pero elegante, con una pequeña piedra que reflejaba la luz como un pedacito de estrella.
Me quedé inmóvil por un segundo, mi corazón latiendo tan fuerte que pensé que se me iba a salir del pecho. Luego, una sonrisa se dibujó en mi rostro, una sonrisa genuina que no había sentido en mucho tiempo. —Mi cielo, eso es... es increíble— dije, mi voz quebrándose mientras la abrazaba con fuerza. Sentí las lágrimas picar en mis ojos, y por primera vez en mucho tiempo, eran lágrimas de pura alegría. Damon, que estaba a su lado, me miró con una mezcla de nerviosismo y felicidad. —Señor Marshall, espero que me dé su bendición— dijo, su tono respetuoso pero firme. Asentí, dándole una palmada en el hombro, mis dedos temblando ligeramente. —Por supuesto, Damon. Solo quiero que la hagas feliz, eso es todo lo que pido—.
La boda se llevó a cabo el 25 de abril de 2024, una fecha que se grabó en mi memoria como un faro de luz en medio de mi oscuridad. Fue una ceremonia sencilla, justo como Heather quería. Ella nunca había sido una mujer extravagante; disfrutaba de lo pequeño, de lo auténtico, de las cosas que realmente importaban. El evento tuvo lugar en un pequeño jardín comunitario cerca de la ciudad, con filas de sillas blancas dispuestas bajo un arco de madera decorado con flores silvestres. El aire olía a hierba fresca y a jazmín, y el sol de primavera brillaba con una calidez que parecía bendecir el día. Heather llevaba un vestido blanco sencillo, con encaje en los hombros que le daba un aire etéreo, y su cabello oscuro caía en ondas suaves sobre su espalda. Cuando caminó hacia el altar, con una sonrisa que iluminaba todo a su alrededor, sentí que mi corazón se hinchaba de orgullo y amor.
Yo estaba a su lado, sosteniendo su mano mientras la acompañaba al altar, mis pasos lentos y deliberados. Mis manos temblaban, no de nervios, sino de la emoción que me recorría el cuerpo. Cuando llegamos al frente, me detuve y la miré a los ojos, esos ojos verdes con toques de azul que siempre me recordaban a Marina. —Te amo con todo lo que soy, mi princesa— susurré, mi voz apenas audible mientras apretaba su mano con suavidad. Ella me sonrió, con lágrimas brillando en sus ojos, y respondió: —Yo también te amo, papá. Gracias por todo—. Luego, me incliné para besar su frente, su piel cálida contra mis labios, y di un paso atrás, soltándola para que Damon tomara su lugar.
Ese momento fue como soltarla de verdad. Mi niña, mi Heather, ya no era solo mía. Ahora tenía su propia vida, su propio camino, y aunque una parte de mí se sentía vacía al verla partir, estaba feliz, profundamente feliz. Después de la ceremonia, Heather y Damon se mudaron a su nueva casa, un pequeño lugar en las afueras que olía a pintura fresca y a nuevos comienzos. Iban a vivir felices por siempre, o al menos eso creía yo. Mi rol como padre, ese papel que había definido cada segundo de mi existencia desde que tenía 14 años, ahora pasaba a un segundo plano. Y aunque me costaba aceptarlo, estaba orgulloso de verla superarse, de ver cómo seguía estudiando para convertirse en médica cirujana, un camino respetable que la convertiría en la mujer exitosa que siempre supe que sería.
Me quedé en el jardín después de que todos se fueron, con el sol ya poniéndose y el cielo teñido de tonos rosados y naranjas. El aire se había vuelto más fresco, y el olor a flores seguía flotando a mi alrededor. Me senté en una de las sillas blancas, mis manos apoyadas en las rodillas, los dedos entrelazados con fuerza mientras miraba el arco donde Heather y Damon se habían jurado amor eterno. Mis hombros estaban encorvados, y sentía un nudo en la garganta que no podía deshacer. Estaba feliz, de verdad lo estaba, pero también había una tristeza profunda que me envolvía, una sensación de pérdida que no podía explicar. Había dado todo por ella, y ahora ella estaba volando con sus propias alas, dejando atrás al hombre que había sido su mundo durante tanto tiempo.