Prólogo
Cuando sentí que su mano acariciaba mi pelo, cómo lo había hecho hacía más de una semana.
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Verena
La vida transcurría con normalidad. Aunque siempre hay problemas o sorpresas que nos sacan de nuestra rutina.
Varias personas se habían pasado el dato que yo era Veterinaria. No sé porque pero estoy seguro que fue doña Rosa. Vinieron a conversar conmigo. Querían operar a sus hembritas. Que hiciera una jornada de esterilización. Traían un tarrito en dónde habían juntado dinero para costear las operaciones.
--Señorita Gabriela yo tengo tres. Me llegó una y luego se preñó y me tuve que quedar con las dos hijas. Soy pobre no puedo alimentar otra boca más. Y tampoco puedo botarlas, son mis compañeras. Ayúdenos por favor.
--Cuantas hay inscritas??
Una mujer contestó, que por el momento tenían veintidós.
--Son muchas, puedo operar once un día y al otro once más.
--Tendré que comprar materiales, pero no nos alcanza con éste dinero.
Don Samuel que estaba como un guardian cuidándome. Me pregunta cuánto falta?
-- Alrededor de ochenta mil.
--Yo pongo la diferencia...
Todos aplaudían. Les indique que pasado mañana y en ayunas debían traerme sus perritas. Mi tío se ofreció a ayudarme. Pero me hacía falta una persona más. Esa persona debe ser resolutiva. Y no veo a nadie que tenga esas características.
Anocheciendo los perros ladraban molestos. Con don Samuel estábamos tomando nuestra segunda taza de té.
-- Iré a ver, quien es a esta hora.
Sentí una algarabía, una voz que yo reconocí, me levanté y salí, una mujer traía a mi tío tomado del brazo, los perros contentos movían sus colitas. Era ella, una mujer que fue y es muy importante en mi vida. Sentía a don Samuel que reía, era raro escucharlo, pero esa mujer era capaz de revivir muertos, con su alegría.
Era Verena, con su presencia fuerte y magnética, que a pesar de ser tan pequeña y regordeta. Era una mujer con un aura tan poderosa, que me defendió, y luchó por mí, que me ayudó a sacar mi carrera. Se apropió de mí como un cachorrito.
Tenía tanto, tanto que agradecerle.
Y era una sorpresa verla aquí.
--En la correspondencia que teníamos nunca me dijo nada. Ella sabía donde yo vivía y le había ofrecido que así como ella una vez me dió un lugar en su corazón aceptandome en su celda, yo también podría corresponderle con un lugar en mi casa. Sabía que su familia la había expulsado.
Nos abrazamos fuerte, yo con toda la amargura de lo que sufrí tantos años y lo que ella representaba. Lo único bueno de mi estadía ahí.
Y ella con el cariño de una mujer que lo había perdido todo y que lo único que tenía era a mí.
Ambas somos mujeres traicionadas por una sociedad que nos castigo por defendernos y hacer justicia a nuestra manera.
--Bienvenida amiga mía, estás en tu casa. Ahora somos tres. Somos los Castigados por la justicia que estamos aquí reunidos por este techo que creó mi papá para mí. Y para las personas a quiénes me han tendido la mano, cuando más lo necesite.
Entramos abrazadas, y ella con su chispesa nos dice que ...
--Parece que me estaban esperando, se siente el olor a hogar.
--No te avisé, porqué no quería incomodarte. Hubo un perdonazo en la justicia. Para los que habíamos tenido una conducta impecable. Y aquí está tu amiga. Que por veintidós años purgó una pena. Para mí injusta. Para la sociedad correcta.
Pero aquí estoy amiga tomando las palabras que un día me dijiste. Si tú quieres y me necesitas como un día me pediste. Aquí estoy....Si necesitas una amiga aquí estoy. Si necesitas que te defienda aquí estoy. Si necesitas un hombro para llorar aquí estoy. 😢