Encerrada por un destino, libertad por un amor... que ya era suyo.
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Capitulo 10
Un escalofrió intenso me recorrió el cuerpo, el miedo que empecé a sentir, era inexplicable, instintivamente empecé a caminar hacia atrás, tratando de alejarme de él, hasta que sentí como mi espalda pegaba con la pared, me quedé quieta mirándolo; no podía dejar de sentir esta sensación, que me empezaba hacer temblar de un miedo inexplicable.
Cuando lo miro que voltea a verme, su rostro estaba tenso, lo escucho que me dice
— ¡Kaia! tenemos que hablar y tal vez no te guste nada lo que te voy a decir.
No sé por qué, pero empecé a llorar de miedo, mi instinto me decía que corriera, que me alejara de él, mi mente gritaba corre a la puerta de salida.
Al ver que se levantaba de la cama yo corrí a la puerta de salida, al abrirla sentí como sus manos la empujaban cerrándola, evitando que la abriera, sentí su rostro sobre mi nuca, escucho cuando me dice.
— ¡Kaia! vamos a hablar, por favor tranquilízate para que podamos hablar, no quisiera tener que obligarte a escuchar.
Miraba su pecho mientras lo escuchaba, tenía miedo de verlo a la cara, no quería seguir ahí, estaba temblando y en ese momento le digo.
— ¿Qué más quieres de mí? Por favor solo deja que me vaya, ya te entregue mi cuerpo, te di lo que podrías querer de mí, deja que me vaya, por favor.
En ese momento siento como con su mano limpia mis lágrimas que no dejaban de salir, lo escucho suspirar y después se agacha me levanta en sus brazos, me lleva a la cama, se sienta en la orilla de la cama, conmigo en sus piernas.
Sentía como sus manos sostenían mi brazo con fuerza, su respiración la sentía en mi cabeza, yo sostenía la sabana y mi ropa con fuerza, tenía tanto miedo, realmente no entendía lo que estaba pasando o mejor dicho creo que me negaba a entenderlo, él tenia que ser…
Lo escucho como toma aire muy profundamente y me empieza a decir.
— ¡Kaia! yo no esperaba que pasara lo de anoche, solo pensaba vigilarte desde cierta distancia, evitar que hicieras una locura que solo aria más difícil tu vida; pero cuando te mire salir de esa casa donde vives, con ese vestido tan escotado y también arreglada, no pude evitar tener pensamientos lujuriosos, mirarte lesivamente, es que te mirabas tan hermosa, tan seductora que no pude dejar de verte.
Te seguí sin dudarlo, primero llegaste a la cafetería y después se fueron al antro; yo realmente esperaba que ese ramo de orquídeas te hiciera entender que tenías que pensar en tu regreso a casa, que tomaras estos tres días para despedirte de tus amigas con calma.
Pero nunca espere que, en lugar de hablar con tus amigas, de quedarte en casa, de pensar en tu regreso, pero tu solo decidiste ignorar mi gesto de buena voluntad y meterse a ese antro.
Pero lo peor fue cuando te mire entrar a esa pista de baile, primero te mire solo bailar con tus amigas y eso me gusto; verte bailar con esos movimientos tan sensuales que hacías fueron para mi tan hipnotizadores.
Yo solo pensaba mirarte desde cierta distancia, lo que me saco de control fue cuando mire que un hombre se te acercaba no lo soporte, me fui directo hacia ti adelantándome a él, creo que hasta le di un aventón al pasar a su lado.
Realmente nunca espere sentir algo por ti, pero eres hermosa, seductora, eres de mi gusto tratándose solo de tu físico y sin pensarlo como si fuera un imán me pegue a tu cuerpo tocando tus caderas con mis manos, sentí como te sorprendiste por mi toque, pero cuando me viste y al ver que no te desagradaba, quise seguir tocándote o, mejor dicho, quería traerte aquí desde el momento que te vi salir de esa casa, con ese vestido.
— ¡Kaia!, me gustas demasiado y no esperaba desearte tanto, que sin pensar te traje aquí, pero no puedes quejarte, tu tambien lo deseabas, si no fuera así, tú nunca me hubieras seguido.
Al escuchar lo que me decía sentía como mi corazón latía tan aceleradamente, no podía ser cierto, esto tenía que ser una mala broma; mi cabeza estaba tan confusa me negaba a creer y tenía miedo hacerle la pregunta, aunque creo que ya sabía la respuesta; la verdad es que ni siquiera me atrevía a verlo a la cara, presionaba la sabana más a mí.
Después de un rato de silencio creo que esperaba que yo digiera algo, pero como solo me quede callada lo escucho que me dice.
— ¡Kaia! no tengas miedo, no estoy aquí para lastimarte, lo que paso entre nosotros iba a pasar de todas maneras mejor que fuera porque los dos queríamos y no por obligación.
Te has portado de una manera tan irresponsable, me has hecho perder mucho tiempo, ya es hora de que vuelvas a casa y te comportes como la señora que eres, no como una adolescente rebelde.
— ¿Te quedaras callada? ¿no quieres protestar, gritar? ¿por qué no dice nada? ¿Por qué no me haces la pregunta?, pero si tu prefieres repetir lo de anoche, antes de seguir hablando, yo no me negaría.
Escuchaba cada palabra y creo que pensar que está loco es quedarse corta, realmente eso ultimo que dijo si era estar mal de la cabeza; yo realmente no comprendía a donde quería llegar, no entendía si estaba siendo amable o era la calma antes de una tormenta.
Como controlar este miedo, preguntar lo que creo es más que obvio, pero lo más importante ¡yo! ¿quiero saber la verdad?, realmente necesito escucharlo de su propia voz, aunque la verdad solo quiero irme de aquí, alejarme de él, siento miedo de estar entre sus brazos; con mi vista en mis manos que las tenía en mi pecho sosteniendo la sabana, le digo con mi voz temblorosa.
— Tú, tú… ¿Eres mi esposo? ¿Eres el maldito que me ha tenido en esa jaula de oro? ¿El que me manda orquídeas en mi cumpleaños? ¿Eres el hombre al que me vendieron mis padres cuando tenía 15 años? ¿Eres él que se cree dueño de mi vida? ¿Eres mi infierno?
Después de decir eso en voz alta, el miedo me invadió, más cuando sentí como sus manos me presionaban con más fuerza pegándome a él; siento como pega sus labios a mi cuello dejándome barios besos, haciendo que me estremezca por la sensación que me provocaba.