James Jones, J.J es un hombre guapo, orgulloso y sexy, hijo único de la famila más rica y poderosa de la ciudad. Acostumbrado a tenerlo todo al precio que sea.
Casandra Howell una joven sencilla, tímida, y solitaria, enamorada desde niña en secreto del joven Jones quien era diez años mayor que ella. Pero Casandra creció con problemas de autoestima debido a que de niña fue obesa, y su hermana mayor Monique en cambio si era una auténtica belleza.
El destino de Casandra pondrá su voluntad a prueba cuando, un día se despierta en la habitación de un hospital y le informan que fue drogada y abusada sexualmente.
Alguien le había robado su virginidad y su inocencia. Y ella no recordaba nada.
Cómo pudo ese encuentro de una noche cambiarlo todo?.
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Capitulo XVI.
Casandra aún no podía creer que James le haya dado los día libre a la cocinera solo para que ella se tuviera que quedar en la cocina mientras él se pavoneaba de un lado a otro dentro de la villa. Que hombre tan arrogante y tan machista. pensó la joven.
_ Está listo el desayuno esposa mía_ dijo James entrando a la cocina en tono burlón_ Hace un día estupendo para nadar. No lo crees?
Casandra le echó una mirada asesina, mientras le servía el café y le colaba un plato en frente con algunas frutas tropicales en trozos y unas tostadas.
_ Y la mermelada?_ dijo él para provocarla.
_ Que edad tienes, cinco años_ le dijo la chica irritada.
_ Treinta y ... algo. porque estás tan huraña hoy?_ dijo él_ Estás en una isla paradisíaca, aprovecha el momento, dudo que tengas otra oportunidad.
_ Tan viejo?_ dijo Casandra para clavarle un puñal a su ego_ Donde tienes guardado el bastón anciano?
_ Tú, Casandra Howell_ repuso él, levantándose y tomándola por los hombros_ Eres una jovencita impertinente, y desde luego necesitas que te den una lección de cómo tratar respetuosamente a tus mayores. Debería ponerte sobre mis rodillas y darte unos buenos azotes ahora mismo!
_ Crees que podrías hacerlo?_ le pregunto la joven, sosteniendo su actitud desafiante.
_ Has escogido vivir peligrosamente Casandra_ le espetó_ Pero no acostumbro a golpear a las mujeres_ la atrajo hacia sí_Tengo otros métodos muchos más placenteros de castigo.
Para cuando Casandra se dio cuenta de lo que pensaba hacer, ya era demasiado tarde para cerrar la boca. James permanecía impasible ante los intentos de ella para liberarse; la sujetó por la cintura para acercarla más al calor de su cuerpo, forzándola a reconocer su superioridad.
Casandra dejó de luchar de inmediato. No tuvo necesidad de sentir la violenta chispa de deseo que surgió en su interior para comprender que resistirse sería algo extremadamente estúpido. En lugar de ello, se quedó completamente inmóvil, decidida a permanecer insensible ante ese hombre.
El placer que recibió de su boca fue una revelación para Casandra. La furia no había logrado empañar la sensualidad de aquellos labios que, sin pausa, en ese momento estaban demoliendo los escasos vestigios de resistencia de la joven. James le había dicho que iba a darle una lección, y ella había esperado un beso duro, violento. Eso hubiera sido fácil de resistir. Pero James Jones era demasiado astuto para tales tácticas salvajes y prehistóricas. En lugar de ello, aquella delicada y provocadora caricia de sus labios, aquella embriagadora presión de su cuerpo contra el suyo estaba encendiendo un fuego en sus venas. Sus labios y su lengua fueron la madera que alimentaba su hoguera, hasta que fue ella quién empezó a besarlo y acariciarlo, exigiéndole más. Y fue él quien se apartó, con expresión inescrutable.
_ Ahora, Esposa mía. Que decías sobre el bastón.
Casandra se apartó bruscamente. Pensó que mientras ella se había olvidado del mundo, arrebatada de deseo, él simplemente había estado entreteniendose, humillandola. Había recibido una lección que tardaría mucho tiempo en olvidar. Se dijo que algún modo se lo haría pagar algún día.
Y, prometiendose en silencio que se vengaria, levantó la barbilla, forzó una falsa sonrisa y lo miró diciendo:
_ Está bien, a pesar de tener treinta y tantos_ se encogió de hombros_ Todavía te falta un poco para que estés senil. Pero solo un poquito más_ se burló ella_ Ahora ya puedo recoger los platos.
James le sostuvo la mirada, y ella creyó ver un brillo de sorpresa en sus ojos. Que se había esperado? Acaso creía que se iba a poner histérica nuevamente? Afortunadamente no podía adivinar lo que se escondía detrás de toda esa calma que reflejaba; la histeria no era nada comparado con lo que sentía en su interior.
_ Si, puedes recoger los platos_ dijo él apartándose de su camino.
_ Estaba pensando en ir a explorar un poco la isla, prometo que llegaré a tiempo para prepararte el almuerzo_ dijo ella esperanzada, necesitaba alejarse de él un rato.
_ Podrías salir a la terraza y tomar un poco se aire fresco_ dijo él burlón.
_ No sabía que era tu prisionera_ dijo ella sin poder creer lo que escuchaba.
_ Ah! no_ se seguía burlando él_ Estamos de luna de miel, no puedes estar por ahí solo Casandra.
Cuando James abrió las puertas de la terraza, pudieron disfrutar del aire cálido y húmedo, cargando el aroma del mar. La joven aspiró profundamente y contempló embelesada el panorama que se ofrecía ante ella. La isla era realmente preciosa.
_ Dios mío, este lugar es maravilloso_ murmuró Casandra.
_ Creí que te disgustaba_ dijo él.
_ Disgustarme? Es un lugar hermosa, el refugio perfecto cuando quieras huir, escapar de todo_ volvió a contemplar el mar_ Pero no es un lugar para vivir permanente, sin embargo es un sitio para disfrutar con una persona con la cual desees estar, y no con un egocéntrico, egoísta, y posesivo por naturaleza.
_ Eso es lo que piensas que soy?_ dijo él.
No realmente no pensaba eso. No creía que un hombre como James Jones dispuesto a casarse con una mujer que no amaba solo para cumplir con su palabra fuera un egoísta, pero no le dijo nada.
_ Tú piensas peores cosas de mí, así que estamos a mano_ dijo la joven desafiante.
_ Por qué no me cuentas tu versión de la historia?_ le sugirió.
_ Para qué, me has dejado muy claro, que no crees en mi_ dijo Casandra con la mirada puesta en el mar.
_ Buena chica, estás aprendiendo a jugar tus cartas con sabiduría_ dijo él.
Su clínica sonrisa le sugirió que no estaba convencido de lo que decía.
_ Te gustaría beber algo?_ dijo él.
_ No, gracias, no beberé nada que tú me ofrezcas. Recuerdo que así empezó mi pesadilla_ dijo ella sin pensar en lo que acababa de decir.
_ Ahora comprendo tu juego Casandra, muy inteligente de tu parte. Demasiado inteligente. Pero no te va a funcionar. Es un juego peligroso el que pretendes jugar_ dijo James furioso.
_ Francamente_ comenzó la joven molesta_ Prefiero que te muestres como realmente eres y así podríamos olvidarnos de esta parodia de comportamiento civilizado!
_ Tú no sabes lo que quiere decir esa palabra_ bramó James_ Teniendo en cuanta las circunstancias me he comportado como un admirable caballero.
_ Admirable caballero?_ espetó la joven_ No puedo creerlo! Eres el hombre más grosero, más irritante, y descaradamente odioso que he tenido la desdicha de conocer_ declaró la joven con vehemencia, a punto de llorar pero decidida a disimularlo delante de él.
_ De verdad? Bueno la desgracia la tuve yo al encontrarme contigo, una zorra mentirosa, manipuladora y cínica, con aires de doncella en apuros. Eres una hipócrita Casandra en un momento estás temblando entre mis brazos y al otro te haces la digna_ dijo James sin compasión.
_ Ah, sí? Y qué me dices de ti? Te casaste conmigo por que temes que le cuente a la gente lo que me has hecho, pero cuando me dejes libre le voy a decir a todo el mundo lo asqueroso que eres_ se le adelantó cuando él quiso interrumpirla_ Y no me refiero a la policía, sino a los periódicos.
_ No te vayas a creer que vas a salir fácilmente de esto_ la desafío con tono áspero.
_ Ah, no?_ se burló ella_ No me importan tus amenazas, ya me robaste mi vida, no tengo nada que perder.
Él la agarró de las muñecas.
_ Basta ya!_ le gritó.
_ Entonces sí que te harías lo suficientemente famoso_ dijo temeraria_ Entonces sí que tu ilustre apellido quedaría manchado...
_ Eso ha sido un error Casandra Howell_ la acalló mirándola furioso, helandole la sangre en las venas_ Un error muy grande.
_ No te tengo miedo imbécil_ dijo ella descontrolada.
_ Eso es lo crees_ la tomó de la muñeca y la obligó a dirigirse a su dormitorio.
_ Que vas hacer conmigo?_ pregunto la joven todavía desafiante a pesar de que sabía que había llegado demasiado lejos.
_ Te quedarás encerrada en tu habitación hasta que aprendas a mantener la boca cerrada_ replicó James con tono salvaje.
Aquello era demasiado para Casandra, se soltó de un tirón, cerró los puños y se abalanzó contra James golpeándolo en el pecho. él le agarró de las muñecas sin dificultad, ella no tuvo ninguna oportunidad, James la beso, era un beso nada suave. No era una caricia para desarmarla o agradarla, sino una fiera demostración de autoridad, para someterla a su voluntad. Incluso cuando luchaba por liberar sus manos, Casandra sabía que nada le servía resistirse o luchar.
Demasiado tarde tomó conciencia del sutil cambio de James, de cómo fue aflojando la fuerza con que la agarraba de las manos, y fue colocó sus manos en la espalda deslizandolas suavemente hasta la cintura. Para cuando se dio cuenta que su boca ya no la castigaba, él ya la acariciaba con fiera pasión que despertó un intenso deseó, y Casandra dejó de luchar para acariciarle los hombros y abrazarlo por el cuello, ofreciéndole los labios. Transcurrió un buen rato antes que de James finalmente levantará la cabeza para mirarla fijamente.
_ Por qué has hecho eso?_ preguntó Casandra en un murmullo.
Por un momento él no supo que decir, y continuó mirándola con fijeza. Luego, bruscamente, se volvió y se pasó una mano por el pelo, diciendo con tono áspero:
_ Estabas histérica; tenía que hacerte callar de alguna manera. O te pegaba una bofetada o te besaba.
Casandra retrocedió instintivamente, llevándose una mano a la boca como si quisiera borrar el sabor de sus labios. Le habría dado igual que la hubiera abofeteado.
_ Te he hecho daño?_ dijo él.
_ Me recuperaré_ repuso ella_ No es peor que una bofetada.
_ Dudo que te hubieras divertido tanto de haber recibido una bofetada_ replicó él, desafiante.
Casandra tuvo que morderse la lengua para no contestar groseramente. Al fin y al cabo, él no le había dicho más que la verdad.