En un mundo donde el dolor y la traición se entrelazan, Gabriel ha vivido toda su vida con un solo propósito: vengar la muerte de sus padres, asesinados por una poderosa familia que se mueve en las sombras. Con un corazón marcado por la pérdida, Gabriel traza un plan meticuloso para infiltrarse en su enemigo. Pero lo que no anticipa es la conexión inesperada que formará con Valeria, una joven valiente y llena de vida, que se convierte en su cómplice involuntaria. Mientras Gabriel utiliza a Valeria como un peón en su juego de venganza, ambos se ven atrapados en una red de secretos y mentiras. La línea entre el amor y el odio se difumina, y Gabriel debe enfrentarse a la pregunta más difícil de todas: ¿puede el amor nacer del deseo de venganza? En un desenlace lleno de giros inesperados, “La mentira” te llevará a través de un viaje emocional donde la redención podría ser la única salida.
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Capítulo V Obligada a aceptar
Al día siguiente, Gabriel fue citado nuevamente a la mansión Arismendi. Al llegar a la sala, encontró a Valeria, quien tenía la mirada fija en el piso.
“Buenos días, señores. Valeria”, saludó Gabriel con educación, pero Valeria solo podía verlo como su verdugo, alguien que había llegado para terminar de arruinar su vida.
“Buenos días, Gabriel. Por favor, hijo, siéntate al lado de Valeria”, dijo Diego, empeñado en que Valeria se fijara en Gabriel y así quitársela de encima.
“Gracias, señor Arismendi”, respondió Gabriel, observando a los presentes con ojos de halcón; ellos no sabían el infierno que se desataría una vez que él completara su venganza.
“Valeria, muchacha, contéstale a tu prometido”, regañó Diego.
“Buenos días, señor Linares”, respondió Valeria levantando la cabeza para encontrarse con la mirada fría de Gabriel.
“No deberías llamarme señor Linares; mi nombre es Gabriel y me gustaría que me llamaras así”, contestó Gabriel suavizando su tono de voz.
Alfredo y Natalia también se encontraban en la sala, cada uno con pensamientos encontrados y un dolor palpable en el pecho.
“Me gustaría invitar a Valeria a salir. ¿Tienen algún problema con eso?”, preguntó Gabriel solo por cortesía, pues Valeria era su prometida y no estaban en la edad de piedra como para andar con tantos protocolos.
“Por supuesto, hijo. En unos días estarán casados y lo normal es que se conozcan antes del matrimonio”, intervino Diego con determinación, sin dejar espacio para que alguien se opusiera.
Después de intercambiar palabras, Gabriel se puso de pie y extendió su mano hacia Valeria. La joven, temerosa, tomó la mano de Gabriel con miedo, sintiendo una corriente eléctrica atravesar su columna; fue una sensación extraña, algo que nunca había sentido antes.
Gabriel llevó a Valeria hasta su auto y le abrió la puerta. Una vez dentro, él se inclinó un poco hacia ella. “¿Qué está haciendo?”, preguntó Valeria retrocediendo asustada.
“Solo quiero ayudarte a abrochar el cinturón”, respondió Gabriel con una sonrisa.
“Puedo hacerlo sola, gracias”, dijo Valeria mientras recuperaba el aliento y ajustaba su cinturón.
Gabriel la miró por el rabillo del ojo y una sonrisa genuina se asomó en sus labios. “Debes dejar de tenerme miedo; pronto estaremos casados y mi acercamiento a ti será más constante”, comentó Gabriel mientras ponía el auto en marcha.
“Apenas nos hemos visto dos veces en la vida. No entiendo ¿por qué me eligió a mí para casarse?”, preguntó Valeria llenándose de valor.
Gabriel se quedó en silencio por unos segundos pensando en su respuesta. “A lo mejor tú solo me has visto estos dos días, pero yo a ti te conozco desde hace mucho tiempo”.
Gabriel miró a Valeria con una mezcla de sinceridad y ternura en sus ojos. “Desde que comencé a hacer negocios con tu familia, vi una foto tuya que me cautivó, especialmente tu risa. Luego, empecé a observarte desde la distancia cada vez que venías a la empresa a entregar algún documento. Todo de ti me fascinaba, incluso la manera en que te preocupabas por los demás. No sé cómo explicarlo, pero siempre he sentido una conexión contigo, aunque tú no lo supieras.”
Valeria lo miró sorprendida, sus ojos se abrieron como platos. “¿De verdad? Pero… no me conoces. Solo hemos intercambiado unas pocas palabras.”
“Es cierto, pero a veces las conexiones van más allá de las palabras”, respondió Gabriel con suavidad. “He estado observándote desde la distancia, admirando tu fortaleza y tu bondad. No quería acercarme antes porque sabía que era un momento complicado para ti.”
Valeria sintió que su corazón latía más rápido. “No puedo creer que hayas estado pendiente de mí”, murmuró, sintiendo una extraña calidez en su interior.
“Quiero que sepas que mi intención no es hacerte daño. Estoy aquí para apoyarte. Quiero que te sientas tranquila conmigo”, dijo Gabriel mientras dirigía su mirada hacia la carretera, pero con una expresión franca y abierta.
“Eso es… reconfortante”, respondió Valeria, sintiéndose un poco más a gusto en su presencia.
Gabriel sonrió al escucharla y continuó. “Te prometo que haré todo lo posible para que esta transición sea más fácil para ti. Quiero que nos conozcamos realmente y que tú también puedas descubrir quién soy”.
“Me gustaría eso”, admitió Valeria, sintiendo un destello de esperanza.
Gabriel finalmente se detuvo en un parque tranquilo y hermoso, rodeado de árboles y flores. “Aquí es perfecto para comenzar”, dijo mientras apagaba el motor del auto. “Vamos a dar un paseo y hablar un poco más”.
Valeria asintió, sintiendo cómo la tensión en su cuerpo comenzaba a disiparse. Tal vez este nuevo capítulo en su vida no sería tan aterrador después de todo.
Disfrutaron de la caminata, compartiendo risas y anécdotas mientras caminaban entre los árboles. Cada paso parecía acercarlos más, y Valeria comenzó a ver a Gabriel no solo como su prometido sino como alguien con quien podría compartir su vida.
La conexión entre ellos creció en ese ambiente cálido y acogedor, donde cada palabra resonaba con sinceridad y cada mirada les permitía conocerse un poco más.
Al final del día, Valeria se dio cuenta de que tal vez había mucho más por descubrir en Gabriel de lo que había imaginado al principio. Y así, un nuevo comienzo comenzaba a tomar forma entre ellos.
Volvieron a la mansión Arismendi, Gabriel acompañó a Valeria a entrar en la casa, en la sala se encontraba la familia de Valeria, sabía que no estaban contentos con que trajera a Valeria tan tarde a casa, pero necesitaba ganarme su confianza, ella era la pieza fundamental de mis planes y la necesitaba de mi lado.
“Siento la hora en la que estamos llegando”, dijo Gabriel mostrando un supuesto arrepentimiento.
“Señor Linares, esta es una familia respetable y que se haya llevado a mi nieta todo el día no es de caballeros”, Diego estaba molesto y su tono de voz lo reflejaba.
“Valeria es mi prometida, y por lo tanto no veo nada de malo en querer conocerla, de igual manera quiero informarles que en tres días nos casaremos”.
Valeria quedó atónita con la noticia, ella había pensado que tendría al menos un par de meses para acostumbrarse a la idea de unir su vida a un desconocido, pero ahora otra vez mueven las fichas sin preguntar su opinión