Laurent fue invitada a un evento, allí se encontró con una extraña situación, a ella le dieron un afrodisiaco, debido a esto pasó una noche con un hombre, que además es el hijo de su jefe. Pero todo se tornó de una forma inesperada, ella no quería que la tacharan como una oportunista, para Santiago fue así, por eso decidió irse y no volver.
Laurente decidió esconder el secreto de quién era el padre de su hijo, algo que hasta el momento no le había afectado, su pequeño hijo creció rodeado de amor y con la compañía de una madre amorosa.
Pero él volvió y está dispuesto a recuperar lo que perdió 4 años atrás, esto hará que muchas cosas cambien, y en especial la relación de ambos.
¿Podrá su pequeño hijo unir nuevamente a ambos? ¿Podrá ganar el amor en esta batalla de orgullos?
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Capítulo 15
Laurent Vitale
No lo podía creer ¿Qué está haciendo él aquí? ¿Para qué volvió? Dios, esto no puede estar pasando.
Estoy dentro de mi oficina, aterrada al igual que una niña pequeña. Doy vueltas de un lado a otro bajo la mirada de dos personas. Adella me mira preocupada al no saber que me pasa y mi hijo me mira con curiosidad sin entender nada.
_¡Dios Laurent! Vas a abrir un hueco en el piso, quédate quieta y cuéntame que pasó _Me dice Adella haciéndome reaccionar.
_Es que no puedo decirte ahora _Dije viendo a Ángel, quien estaba atento a nosotras y Adella comprendió mi mensaje.
_Oye angelito _Dijo llamando su atención _¿Quieres escuchar música en mi teléfono?
_¿Puedo tita Adi? _Dijo muy tierno.
_Claro, toma _Le pasa el teléfono y le da un par de audífonos, los cuales se coloca al instante
_¡Y bien! ¿Me vas a contar ahora que pasa?
_ Regresó _Fue lo único que pudo salir de mi boca.
_¿Quien regresó? _Preguntó sin entender y yo negué con la cabeza _¿Mujer quién regresó que te puso así de nerviosa? _Hizo una pausa para abrir sus ojos lo más que pudo y mirarme con cara de espanto _¡Oh mierda! _Exclamo.
_Así es, Santiago está de vuelta _Dije dejándome caer en mi silla.
_¿Dónde lo viste?
_Me lo encontré hace diez minutos cuando llegué. Ángel tropezó con él y se calló, luego lo ayudó a levantarse y lo acarició. No supe que hacer, así que lo alejé de él lo más rápido que pude. Después me miró y le dije que no lo quería cerca de mi hijo.
_¡Dios! ¿Y qué te dijo?
_No dijo nada, porque no le di tiempo de hablar. Cargué a Ángel y salí de ahí lo más rápido que pude.
_Hay por dios, no lo puedo creer ¿A qué vino, no sabes?
_No lo sé y te acabo de decir que no lo dejé hablar. Pero si te soy sincera, tampoco quiero saber. Lo único que quiero es tenerlo lejos, muy lejos de nosotros.
_¿Quieres que te ayude en algo?
_¿Puedes ayudarme a desaparecer?
_No, pero puedo averiguar a que volvió.
_No, eso sería muy sospechoso y más que obvio de mi parte.
_Sí, tienes razón ¿Y entonces?
_No hagas nada, solo me quedaré con Ángel en la oficina y tú puedes ir a trabajar.
_Está bien, pero cualquier cosa me dices.
Adella salió de la oficina y se sentó en su puesto. Yo le di unos cuadernos de colorear a Ángel, ya que Adella recogió su móvil y lo necesitaba entretenido. Mientas mi bebé, estaba en mi escritorio yo estaba sentada en el sofá de enfrente pensando en que hacer. Tenía ganas de agarrar a mi hijo y salir corriendo de este lugar, pero por otro lado no podía. No sé cuanto tiempo estuve perdida en mis pensamientos. Pero solo reaccioné al ver a Adella frente a mí.
_¿Qué pasa? _Le pregunté.
_El señor Vladimir, dijo que ya es hora de la junta _Miré mi reloj y eran las 10:00 de la mañana, estuve así una hora.
_¡Bien! Adella, quédate con Ángel en lo que yo regreso.
_Si, no te preocupes.
Salí de mi oficina y me dirigí a la sala de juntas. Al entrar vi a algunos inversionistas, los más importantes y al abogado de mi jefe. Saludé a los presentes muy cordialmente, para luego tomar asiento en mi lugar. No sabía cuál era el motivo de esta reunión, pero estaba algo ansiosa por ello. Luego de cinco minutos de estar aquí, por fin hacen acto de presencia mi jefe y todos sus hijos. Por lo que a mi entender, él estaba aquí por algo importante.
Veo que alguien se sienta a mi lado y doy gracias de que fuera Bruno. Él y yo hemos creado una muy buena amistad, ya que él siempre está en la empresa con su padre. Ángel y él, se llevan bien y se quieren mucho. Por lo que a veces me duele que ellos no sepan que Ángel lleva su sangre.
Mientras los demás se acomodan en sus lugares, mi vista divaga unos segundos en la de Santiago. Pero no dura mucho, ya que no le tomo importancia a su presencia. El momento ha llegado y el patriarca de la familia revela el motivo de esta junta.
_Muchos de ustedes, se deben de estar preguntando cuál es el motivo de esta junta y el por qué no le conté nada a nadie. La respuesta a eso, es simple. Ha llegado la hora de que mis hijos tomen mi lugar.
Al decir eso, los murmullos de los presentes no tardaron en aparecer, pero yo me mantuve callada. Estaba tranquila ya que sabía que Bruno, era el que se haría cargo de la empresa de Italia. El señor Vladimir me lo había dicho hace tiempo, por lo que no debía preocuparme.
_Calma, calma _Dijo mi jefe _Ustedes ya sabían que esto pasaría, si su preocupación es como se llevarán sus inversiones a partir de ahora.
Déjenme decirles que cada uno de mis hijos, está capacitado para asumir el mando.
_¿Cómo quedarán repartidas las empresas? _ Preguntó un inversionista.
_Pues bien, Darío se quedará con la de California, Michele con la de Londres, Bruno con la de Rusia y Santiago con la de Italia.
No, no esto no es real. Esto no está pasando. Seguro es un sueño y cuando despierte todo volverá a la normalidad. Todas mis esperanzas se fueron por un tubo ¿Qué pasará ahora? ¿Qué are? No tengo ni idea.
La reunión continúa y yo no entendía que estaban diciendo. Mis pensamientos me invadían uno tras otro sin descanso y no podía hacer nada. Una vez concluyó todo, salí de ese lugar como alma que lleva el diablo sin mirar atrás. Solo sé que sentí como mi jefe me llamaba, pero seguí caminando y no me detuve.
Al llegar a mi oficina, entré lo más rápido que pude y me recosté tras la puerta. Tenía ganas de llorar, pero las lágrimas no salían. Adella al ver mi estado, vino casi corriendo hasta donde estaba para envolverme en un fuerte abrazo y no dejarme caer. Estuve así por casi cinco minutos y pude ver que Ángel me miraba sin entender, pero para cuando fui a explicarle. La puerta de mi oficina se abrió, dejándome ver al causante de mi estado.
_¿Qué hace usted aquí? Fuera de mi oficina _Dije casi gritando.
_ Necesitamos hablar _Dijo.
_Yo no tengo nada que hablar con usted, así que si es tan amable fuera de aquí.
Él solo me miraba y escuchaba lo que yo le decía. Tenía ganas de matarlo en este momento y lo hubiera hecho, si no es porque unas manitos cálidas me trajeron de vuelta a la realidad.
_¿Mami que pasa? ¿Por qué gritas? _Me preguntó mi hijo con su tierna voz y me agaché a su altura.
_No pasa nada mi amor, mamá no se dio cuenta de que hablaba alto ¿Me perdonas? _ Él asintió y me dio un fuerte abrazo. En ese momento pude ver la mirada de Santiago sobre nosotros y me alarmé en seguida. Me levanto con él en brazos y se lo doy a Adella.
_Adella, lleva a Ángel a comer helado a la cafetería yo bajo en un instante _Ella asintió y salió con él.
_¿Ahora si podemos hablar? _ Él preguntó.
_ Parece que no entendió, usted y yo no tenemos nada de que hablar.
_ Pues te equivocas, tenemos mucho de que hablar.
_ Mire, lo que usted y yo teníamos que hablar ya lo hicimos hace cuatro años, por lo tanto le pido que saga de mi oficina.
_A ver, sé que estas molesta y dolida por lo que pasó. Es por eso que estoy aquí porque quiero recuperar a mi hijo.
No creo lo que escucho, definitivamente es un cínico de lo peor. Pero que ni crea que se va acercar a Ángel.
_¿Perdón? ¿Qué es lo que acabas de decir? Venga le corrijo. Él no es su hijo, es mí hijo. Mío y de nadie más.
_Por favor, debes escucharme. Sé que no me porté como debía pero ...
_¿Pero qué? ¿Qué me vas a decir? Que después de cuatro años, estás arrepentido. Pues déjame ahorrarte eso. Ángel no tiene padre, porque su padre lo rechazó antes de nacer y luego se largó. Así que ahora no me vengas con lamentos y mejor recuerda cada una de las palabras que me dijiste ese día. Tenlas muy presentes, porque a mí hasta el día de hoy no se me han olvidado.
Después de soltar todo mi dolor y frustración, agarré mis cosas junto con las de Ángel para salir de esa oficina. No quería seguir más allí, no mientras él estuviese. Al llegar al primer piso, veo a Adella y a Ángel.
Por lo que sin dar explicaciones, le pido que se ocupe de todo y me llevo a mi hijo.