Desde Que Te Vi (Saga 1)

Prólogo

Me levanto con miedo en las noches y con el corazón pendiendo de un hilo cada que escucho su llanto. Corro a su habitación y lo veo sentado en su cama abrazando su oso favorito. En cuanto se percata de mi presencia a su lado deja de llorar y me mira con esos hermosos ojos verdes que derriten el corazón de cualquier persona.

Lo tomo entre mis brazos y lo llevo a mi habitación mientras esconde su cabecita en mi cuello. No tarda mucho en quedarse dormido y aprovecho para acostarlo de nuevo.

Hago un muro de almohadas a su alrededor para evitar que se caiga al suelo. Apago las luces y enciendo una lámpara de estrellas para que el cuarto no se vea tan tenebroso. Me acomodo junto a él que está durmiendo con una paz infinita, ya que ni se imagina los problemas que hay a su alrededor.

Admiro como boba lo lindo que se ve. Veo sus labios pequeñitos y sus cachetes regordetes los cuales dan ganas de morder. Tiene un lindo pelo rubio como el oro y sus manitas chiquitas. Sin duda vivo enamorada de él.

Mi hijo es el regalo más grande que me haya podido dar la vida. Por eso no me cabe en la cabeza que su padre lo rechazara aún sin haber nacido y para colmo son como dos gotas de agua a excepción de los ojos.

Cuando por fin logro coger el sueño, recuerdo cada cosa que me ha pasado desde que tuve a mi hijo. El cual ahora tiene casi cuatro años.

La mañana llegó y hoy tuve que traer a mi hijo conmigo a trabajar, ya que nadie lo podía cuidar. Para mi suerte Ángel es un niño bien portado y dulce, por lo que no da qué hacer.

Soy la asesora financiera de la empresa "V Exportex" y mano derecha del CEO Vladimir Vólkov. Él y su esposa han sido cómo mis padres, pero ellos desconocen mi secreto mejor guardado.

Cuando descubrí mi embarazo, pensé que me despedirían de mi puesto por ser madre soltera. Pero al contrario de lo que creí, recibí cariño, amor y apoyo de su parte.

Ellos adoran a Ángel. Lo tratan cómo si fuera su nieto y sin saberlo, son los abuelos paternos de mi bebé. Pero eso nunca lo sabrían. Cuándo su hijo Santiago Vólkov decidió desaparecer cómo un cobarde, juré que este secreto se iría a la tumba conmigo.

Y justo cuando pienso que me llevaré mi secreto a la tumba. Todo mi mundo se desmorona en un abrir y cerrar de ojos.

Cuando salgo del elevador, Ángel va corriendo con sus piernas chiquitas por los pasillos rumbo a mi oficina y yo no hago más que sonreír. Sin más lo vi tropezar con alguien y caer sobre su redondo trasero.

Corro para ver que no se hizo nada. La persona con la que choco lo ayuda a levantarse.

_ ¿Estás bien pequeño?

Pregunta él, en un segundo me sentí morir. Ángel sonríe y asiente con su cabeza. Él acaricia el pelo de mi hijo y a mí un miedo me invade todo el cuerpo. Solo atino a separar a mi hijo de su lado. Al incorporarse no puedo evitar retroceder y ocultar a Ángel detrás de mí.