un joven que sufrira la locura de su padre perderá todo y decidirá buscar respuestas y una venganza en contra de su padre
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Capítulo 15: La Emboscada y la Destrucción del Testamento
Capítulo 15: La Emboscada y la Destrucción del Testamento
La Captura
El aire en Pueblo Quemado se sentía cargado de peligro. Leopold, con el USB de su padre como su única esperanza, se movía rápido hacia la torre de comunicaciones.
Cuando se acercaba al claro de la torre, ocho guardias con uniformes oscuros emergieron de las ruinas. La emboscada fue rápida y brutal. Leopold intentó defenderse con la daga, pero fue superado por el número y la coordinación. Cayó golpeado de rodillas, inmovilizado con sus brazos sujetos por la espalda.
Unos pasos lentos y arrastrados resonaron. El Gobernador apareció, su rostro ceniciento y la costura visible en su cuello revelando su estado reanimado.
—Leopold... hijo de Diego. Sabía que vendrías a este lugar —dijo el Gobernador con una voz seca.
—¿Cómo es que estás aquí? —espetó Leopold, tratando de ocultar el terror.
El Gobernador sonrió, y fue una mueca terrible. —Los muertos no tienen tiempo para viajes. Tu padre te envió a la trampa. Ese USB es la clave para la próxima fase.
El Sacrificio del Archivo
El Gobernador extendió su mano huesuda hacia el bolsillo de Leopold.
Leopold sabía que, si el Gobernador obtenía el archivo, la humanidad y su hermano estarían condenados. En un último acto de resistencia, Leopold usó la escasa fuerza que le quedaba y se liberó brevemente del agarre de un guardia.
En lugar de intentar huir, se lanzó contra una roca afilada que sobresalía de los escombros. Con la adrenalina de la desesperación, forzó su bolsillo contra la arista de la piedra.
Se escuchó un crujido sordo.
El Gobernador logró arrebatarle la unidad, pero no el contenido. La unidad USB estaba rota, la memoria interna hecha añicos y completamente inutilizable.
El Gobernador, con el plástico roto en la mano, se quedó helado, su rostro inexpresivo por la reanimación se contorsionó en una ira inhumana.
—¡Tú! ¡Estúpido! ¡Esa era la activación! —gritó el Gobernador, arrojando los restos del USB al suelo.
—Nunca la tendrás —jadeó Leopold, su corazón latiendo con fuerza.
El Gobernador activó el terminal de mando de la torre y la gran pantalla se encendió, mostrando un único mensaje de error: Archivos críticos: irrecuperables. Archivo de activación: dañado.
El Destino Forzado
En el terminal de la torre, un mensaje de texto de emergencia se activó por el fallo en el USB:
ALERTA, LEOPOLD. CÓDIGO DE EMERGENCIA ACTIVO. LA CLAVE ES TU MADRE. EL NIÑO DE LA PROFECÍA ES TU HERMANO. LLÉVALO A LA MONTAÑA DE SAL DE LA LAGUNA. RECUERDA: BABEL ES TU ALIADA INESPERADA.
El mensaje desapareció tan rápido como apareció, pero no sin que el Gobernador y sus guardias lo vieran. El Gobernador extrajo un pequeño chip que había en el mango del USB roto. Era solo un respaldo mínimo.
—Madre. Hermano. Montaña de Sal —repitió el Gobernador, su voz llena de veneno. —Tenemos nueva información.
Miró a Leopold, con una rabia fría. —Me has hecho un favor, muchacho. Ahora estás desarmado, sin información y en mi territorio. Y ahora, sé que eres importante.
El Gobernador dio una orden a sus guardias. —Llévenlo a la carpa. Acaba de anotarse para los Juegos del Elegido. Participante número once. Será una ofrenda digna.
Los guardias arrastraron a Leopold, que solo podía pensar: Mi hermano. Mi madre. Tengo que sobrevivir a este torneo.