El Peso De Tu Mirada.

Penélope, sentada en el asiento del copiloto, llora desconsolada luego de saber muchas cosas de su madre y de cómo es conocida por ser la hija de una mujer a la que le gustaba engañar a su marido. Evan solo puede escuchar el llanto de Penélope, no se anima a decirle algo que fuera de consuelo.

Las horas fueron pasando y Penélope se quedó dormida en el asiento del auto, Evan tira el asiento hacia atrás para que pudieran dormir un poco más cómoda, pero solo puede quedarse viéndola, de manera tierna, del bolso de ella escucha como vibra se agacha para saber quién es y se molesta, al reconocer el número.

—¿Qué es lo que quieres? — responde cerrando la puerta del auto.

—¿Y Penélope? ¿En dónde está? —

—Ella está durmiendo, a mi lado. —Mira a Penélope.

—¿En dónde están Evan? —

—Respóndeme primero y luego te respondo yo. — Se cruza de brazos.

—¿Qué es lo que quieres? —

—¿Estás enamorado de Penélope? —El silencio entre los dos se volvió eterno.

Evan se quedó mirando el cielo estrellado y cómo de a poco sale el sol, por el alba.

—¿En dónde están? —

—Dennis, estamos en mi casa. —

—Sal a fuera. —

Dennis corta la llamada, y deja el celular de Penélope dentro de su bolsillo, saliendo por el portón, viendo el auto de Dennis estacionado enfrente de su casa. Sentado sobre una banca mirando a la nada misma, Evan se quita el saco y lo deja sobre el capo del auto.

—¿Recuerdas la última pelea que tuvimos? — se sentó a su lado.

—Sí, fue por Florencia. — apretó los dientes. — ¿Cómo está ella? —

—¿Cómo crees que está? — lo mira. — ¿Dennis, qué quieres con ella? —

—¿Tú qué quieres con ella? ¿Acaso te gusta? — habla levantando el tono de voz.

—Sí, te digo que si me gusta, ¿la dejarás en paz? — Dennis aprieta sus piernas con las palmas de sus manos.

—No lo sé… —

—Dennis, si tú me dices que te gusta, me haré a un lado y la protegerá como mi pequeña hermana. — Dennis levanta la vista mirando a Evan. — Pero si me dices todo lo contrario, juro que no te dejaré acercarte, y no voy a detenerme. —

Esas palabras fueron suficientes para que Dennis no llegara a comprender la situación en la que está. Evan mantiene la calma esperando la respuesta, pero Dennis aún sigue en silencio. 

En casa de Sofía, Rogelio y su esposa hablan en el patio. Luego de volver de la fiesta, Gloria y James ya están dormidos, luego de presenciar los mejores escándalos de la familia Donovan.

—¿Cariño, tú crees que hicimos bien en traer a Penélope aquí? — le preguntó Sofía, angustiosa.

—¿Por qué preguntas, Sofía? — se acerca a ella dándole un beso. — Hicimos más que bien, ella tiene que estar aquí. — 

—Flavia no se presentó. ¿Puedes creerlo? —

—Tu hermana siempre ha tenido un serio problema con la puntualidad, pero me molesta que sea Penélope la que sufra sus consecuencias. — agregó mirando la casa de Dennis. 

—¿A qué te refieres? — 

—Si tu hermana fuera más responsables, Penélope no estaría en la boca de todos. — se levantó de la silla y se fue.

Esa misma mañana, Penélope se despertó en una cama, habitación, casa y persona diferentes, pero no le había dado importancia, la noche anterior la había pasado fatal. Buscó su celular y lo encendió. Encontrándose mensajes con los números de Joe, Andy y Rogelio, que le piden que vuelva a casa o que al menos dé señales de vida. 

Penélope se tomó el tiempo necesario para responder, cada uno de esos mensajes, hasta que llegó al punto de ignorarlos, pero no los de su tío Rogelio. No podía darse el lujo de ignorar al único familiar que la escuchaba.

La puerta se abre de la habitación se abre, Evan pasa por la puerta y en sus manos trae una bandeja, con comida y dos tazas, que despiden vapor, se sienta a los pies de la cama.

—Pen ¿Como te sientes? —

—Hola Evan, estoy bien. — se sienta en la cama.

—Bueno, como estas mal te prepare un rico desayuno al estilo Argentino. — ella sonríe. — Y te traje un poco de ropa. —

—¿De donde sacaste el dulce de leche? — agarra una tostada.

—Ah, tu solamente come. —

Evan y Penélope, hablaron el resto de la mañana ambos dejaron los celulares sobre la cama, y solo se preocuparon por ellos mismos.

En la casa de Fiorela, una reunión familiar se lleva a cabo en la sala. Frederik y Dennis sentados sobre el sofá, buscando la manera de librarse de los reproches de su madre y Enrique pensando.

—¿Dennis hijo que tienes que ver con esa niña? — preguntó Fiorela.

—¿Que es lo que repente quieres saber? — cruzó las piernas.

—Dennis te prohibo que estés con ella. — ordenó Fiorela.

—Fiorela... — habló Enrique. — Déjalo en paz. —

—¡No Enrique! Es mi hijo y quie...—

—Si, ya se que soy tu hijo... ¿Estas molesta porque habló con la hija de Flavia? ¿O te molesta que se la hija de Flavia con la que hable? — cuestionó.

—Dennis, ven conmigo quiero hablar contigo. — ambos se levantan.

Evan salía de bañarse mientras que Penélope estaba en el living mirando una serie que Evan le recomendó. Mientras que lo espera, a que vuelva ella se levantó para ir a buscar su celular.

—Supongo que mi tío, estará preocupado. — dijo con una sonrisa.

—Como cualquier tío, que se preocupa por su sobrina. — se pone la remera.

Las horas fueron pasando y el día estaba acabando, Penélope decidió volver a la casa, Evan la lleva para pasar los últimos minutos con ella, para que no se sintiera tan sola. Al llegar detiene el auto, al otro lado de la calle y se miran.

Penélope se desabrocha el cinturón y vuelve su mirada a Evan, con una sonrisa tierna.

—Gracias. — le toma de su mano. — Por todo. —

—De nada. — se acomoda para estar frente a frente. — Quiero que sepa que puedes contar coigo para lo que necesites. —

—Muchas gracias, Evan. — se acerca y besa su mejilla.

—No dejaré que nadie más te haga daño. — cerro los ojos al sentir él beso.

—Eres un buen hombre. — dijo saliendo del auto.