Project Universe: Explorers

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El ambiente, aunque movido con la gente bailando, la música sonando y uno que otro ebrio quejándose porque lo dejó su ex, estaba cargado de tensión gracias al arma que apuntaba el general Kennedy a Alex.

—General… —dijo el chico, casi como un susurro rencoroso.

—Ha pasado un año. Te dije que si regresabas no estarías a sal… Espera, ¿qué haces? —Kennedy frunció el ceño, confundido.

Alex jugaba una especie de Space Invaders holográfico desde su tablilla.

—¿Cómo te va? —preguntó con desinterés.

—¿Cómo puedes estar tan calmado ante esta situación? ¡Te estoy apuntando con un arma! —reclamó el general.

—Al igual que todos los demás… —bufó Alex sin apartar la vista de su juego—. Mejor dime de una vez qué quieres.

—Claro… No creas que vine a proponerte ser mi informante. Vine a matarte de una vez por todas.

De la nada, un montón de clicks se escucharon a lo largo del lugar; varios infrarrojos comenzaron a apuntar a Alex.

El chico apagó su tablilla, visiblemente molesto de que le arruinaran la salida.

—Aliarte con OMEGA fue un grave error, Kennedy. Estás condenando a la Tierra a participar en una guerra que no nos corresponde. —Giró hacia la barra. Heart ya estaba subiendo las escaleras.

—Oye, me gustaría seguir charlando, pero mi amiga está por subir y, pues… no quiero que rueden cabezas el día de hoy. —Sonrió con sarcasmo.

El general, con un rostro de fastidio total, levantó la mano.

—¡Fuego!

Una gran ráfaga de disparos estalló en todas direcciones. La gente, incluida Heart, se alertó y empezó a huir despavorida.

La robot dejó caer las bebidas y corrió hacia el origen de los disparos.

—¡Tengo que ver esto! —exclamó con cierta emoción.

Al subir, vio al general Kennedy y a sus aliados rodeando a Alex.

Pero el chico seguía igual: tranquilo, aunque con un gesto molesto hacia el general.

—¿Qué demonios…? —Kennedy se detuvo al ver su bala flotando en el aire.

Todas las balas de sus agentes infiltrados en el club flotaban cerca de la cabeza de Alex.

Los ojos del chico brillaban con un plateado intenso.

—¿Qué pasa, Kennedy? ¿Negociaste con OMEGA y nunca te contaron de las raíces élficas? —Alex sonrió confiado.

De pronto, todas las balas se desviaron contra los propios agentes: algunos quedaron incapacitados, otros solo heridos.

Ninguno había muerto.

—¿Otra vez perdonando la vida del enemigo? —Heart llegó con tranquilidad, riendo.

—Podremos tener nuestros problemas… pero tampoco significa que seré como ellos —argumentó Alex, poniéndose de pie.

La única bala que seguía flotando era la de Kennedy, que retrocedía mientras esta lo seguía de cerca.

—Alex Lower… Eres una caja de sorpresas, debo admitirlo… Pero no creas que has ganado aún.

El general presionó un botón en su reloj, que empezó a sonar de forma intermitente, llamando la atención de ambos.

—¿Y ahora qué haces? —preguntó Alex.

—Digamos que mi benefactora nos dio algunos juguetes para probarlos. —Kennedy rió, justo cuando un estruendo sacudió el lugar.

El techo se rompió en mil pedazos: una enorme esfera metálica impactó contra el club nocturno, reposando ahora en la pista de baile.

—Eso de ahí es… —Heart abrió los ojos de par en par—. ¡Biotrilo! ¿De dónde sacaste eso?

Heart ya transformaba sus brazos en sables con furia. Alex se colocó a su lado, activando su reloj de portales.

—¡Eso qué importa! —Kennedy saltó hacia la planta baja, entrando en la esfera de Biotrilo—. ¡Muchachos, háganme tiempo!

Más secuaces de Kennedy salieron de habitaciones cerradas, armados hasta los dientes con rifles, escopetas, cuchillos y más.

Sin pensarlo, comenzaron a disparar como si no hubiera un mañana.

Alex y Heart se cubrieron detrás de unos muebles, que se astillaban y se destruían con cada ráfaga.

—¿Crees poder usar Metalan de nuevo? —preguntó Heart.

—Preferiría guardarme ese desgaste para lo que sea que esté preparando Kennedy.

—Entiendo… entonces tenemos que deshacernos de sus hombres. ¿Tienes tus armas?

—Sí. Hace unos meses compré este aditamento para el reloj de portales.

Con un toque, el reloj proyectó un cubo digital. De su interior, Alex sacó sus guantes y botas Hammer, junto a sus pistolas láser.

—Wow… ¿Eso es un inventario cuántico digital? ¿Cuánto te costó eso? —Heart frunció el ceño.

—Preocúpate por el precio luego. Ahora tenemos que despachar a unos soldados… —Alex sonrió con rudeza.

Heart asintió con decisión. Alex cerró los ojos para concentrarse.

A través de las pulsaciones de su corazón, sintió las vibraciones alrededor, detectando la ubicación de los hombres de Kennedy.

Sin salir de la cobertura, disparó ráfagas láser que derribaron a varios enemigos, dejándolos heridos e incapaces de seguir luchando.

El grupo se redujo, pero los demás se ocultaban tras las paredes de mármol del club.

—No podré darles desde aquí… —Alex abrió los ojos.

—Al menos ya te deshiciste de una buena parte. La detección Terreok es peligrosa para tiradores como tú —aclamó la robot.

—Aún siento que flaqueo un poco…

—Sí, pero en tus flaquezas yo te cubro.

Heart salió disparada con gran rapidez, liberando llamas azules que derritieron las armas y manos de los soldados.

La escena era grotesca, pero sus movimientos eran ágiles y fluidos. De una voltereta, pateó a un soldado que recargaba un rifle, dejándolo inconsciente.

Alex disparaba hasta que el humo de sus pistolas le dio la señal.

—Mierda… enfriamiento… —gruñó, guardando las armas.

Con determinación, saltó hacia una columna, esquivando disparos hasta que uno impactó en su brazo.

—¿¡No jodas, en el otro lado también!? —exclamó, extendiendo el brazo para detener las balas con su magnetismo Metalan.

“Estos intentan desgastarnos… No dejaré que lo hagan.”

Con fuerza, devolvió las balas a sus remitentes. Un zumbido llamó su atención.

—¡Listas para atacar! —exclamó, sacando de nuevo sus pistolas y disparando contra los soldados.

Mientras tanto, Heart golpeaba a un enemigo cuando otro le jaló del cabello. Endureciendo su cuerpo metálico, se dejó caer sobre él como un yunque, aplastándolo sin remedio.

Las balas rebotaban en su piel acorazada, como si fuesen simples canicas.

De una patada brutal, lanzó a varios soldados.

—¡Alex! ¿Cómo te va?

Un soldado abrió fuego contra el chico, pero Alex le lanzó una silla metálica con su magnetismo. Otro lo tomó del cuello; Alex, propulsado por sus botas Hammer, lo estampó contra el techo.

Al caer, el enemigo desenfundó un cuchillo, pero se detuvo en seco al sentir un toque en la espalda. Giró y atacó a la nada.

Un segundo toque lo sobresaltó.

—¡Sal, cobarde! Seguro usas tecnología de camuflaje —dijo el soldado, en guardia.

—No diría que camuflaje… —respondió Alex.

El tipo levantó la vista justo a tiempo para recibir una ráfaga láser.

Alex estaba colgado de cabeza en el techo, las palmas de guantes y botas brillando.

—♪ Spider-Man, Spider-Man… tu amigo y vecino, Spider-Man ♪ —canturreaba entre risas.

—¡¿Podrías no empezar con esa canción otra vez?! —gritó Heart, lanzando de un brazo a un soldado manco.

Heart se reunió con él; Alex cayó al suelo con un giro elegante y equilibrio perfecto.

—Para que veas que los microagarradores funcionan mejor si las botas también los llevan —dijo, inflando el pecho con orgullo.

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Ambos bajaron hacia la planta baja, observando el gran destrozo que habían provocado.

—Como sea… Kennedy no ha salido de la esfera —dijo Heart mientras se limpiaba la sangre del vestido—. Porque el que compré ayer…

—Hey, te sigues viendo bien —sonrió Alex.

—¿Es acaso alguna especie de broma? —Heart lo miró con seriedad.

El chico se detuvo, sosteniendo la mano de Heart.

—Lo digo en serio, solo tenías… —Alex le quitó un pedazo de carne del cabello—. Listo, ya quedaste.

Heart sonrió, sus ojos fijos en él. Pero enseguida notó la sangre que brotaba del brazo del muchacho.

—Oh, tuercas… Alex… —Heart tomó su brazo—. ¿Estás bien?

—Sí, tranquila. Cuando volvamos a ARMA visitaré la enfermería —restó importancia.

—¿Pero te duele?

—Puff… —bufó—. ¡Claro que no!

La robot tocó el agujero de bala. Alex soltó un chillido que parecía el de una ardilla.

—¡Mentiste! —reclamó Heart, haciendo un puchero.

—¡Si lo tocas obviamente me va a doler, loca! —gritó Alex, adolorido.

Un par de sonidos metálicos interrumpieron la discusión. Al voltear, vieron a la imponente armadura frente a ellos.

—Ustedes dos… son molestos… —la voz robótica resonó con eco, idéntica a la del general.

El ser era un gran humanoide con espinas metálicas recorriendo su espalda. Un ojo rojo y brillante se clavaba en el dúo.

Alex y Heart se miraron de reojo, impactados, y luego sonrieron de forma inocente hacia la máquina.

Un instante después, el dúo fue estrellado contra un muro, cayendo sobre la mesa del DJ entre chispazos de luces.

—¿Por qué diablos siempre nos tienen que lanzar? —preguntó Heart, molesta.

—Ya se volvió costumbre… —Alex se reincorporó.

El chico ayudó a la robot a levantarse. La enorme armadura se plantó frente a ellos.

—Les presento la HAMMER, versión dos… —rió el general.

Alex echó un vistazo a la consola del club, sonriendo de lado.

—De acuerdo… —pulsó un botón, y las luces se enfocaron de golpe en el ojo de la armadura.

—¡Mierda! —el general retrocedió, cegado por los reflectores.

Cuando volvió la vista hacia la consola, los Explorers ya no estaban.

El gigante recorrió las mesas, activando los sensores de calor en busca de sus presas.

Un instante se detuvo en la esquina de un muro, pero allí no detectó nada.

—Alex… ¿dónde te metiste? —gruñó la máquina, avanzando.

Heart, que lo cubría en esa misma esquina con su cuerpo blindado, se apartó.

—Gracias…

—Agradece que sea fría —dijo ella, llevándolo detrás de la barra.

—No creo que el magnetismo pueda destruir esa cosa…

—¿Y lo que hiciste en Alay el año pasado? —susurró Heart, recriminándole.

—¡Eso fue diferente! ¡Iba a morir! —contestó Alex en voz baja.

—¡Aquí también podríamos morir, idiota!

Una bola de metal chocó contra la barra, destrozándola.

—¡Corrección, van a morir! —rugió el general.

—¡Ah, mierda! —Alex y Heart saltaron, esquivando otro impacto.

El dúo tambaleó; cada paso de la armadura era un retumbar sísmico en el suelo.

Alex se colocó frente a ella.

—A ver… lanza tu mejor golpe —dijo, activando discretamente su reloj de portales.

El puño de la armadura se estrelló contra él. Confiado, Alex abrió un portal, pero este se tensó y se rompió, desapareciendo en el último segundo. El golpe lo alcanzó de lleno.

—¡Ahg! —Alex cayó al suelo.

—¡Alex! —gritó Heart.

—Qué raro… la última vez sí funcionó… —se levantó con esfuerzo.

—Me impresiona tu resistencia. Habrías sido un gran soldado bajo mi mando —tronó la voz metálica mientras el puño de la armadura expulsaba humo a chorros.

Heart, con una patada demoledora, alejó al general, lanzándolo contra un estante; botellas y vasos se rompieron sobre su armadura.

—¡Maldito… arruinas nuestra salida! —gritó furiosa.

—Ya me estoy hartando también… ¡Kennedy! —rugió Alex.

El general se propulsó con las espinas-cohete de su espalda, directo contra el chico.

Alex esquivó, trepando al techo. Disparos láser dañaron la espalda espinosa del enemigo, que respondió expulsando proyectiles como flechas metálicas.

Los ojos de Alex estaban a punto de brillar en plateado, de no ser porque Heart atrapó las espinas y las clavó con fuerza contra la armadura, deteniéndolas.

El general gruñó, intentó golpear a Heart, pero su piel endurecida detuvo el impacto. Con gran fuerza, ella lo arrastró y lo lanzó contra la consola del club.

La música empezó a sonar de golpe; Alex bajó del techo moviendo la cabeza al ritmo del beat.

—Uf… ¡Adoro esa canción! —exclamó con emoción.

—¿Bailamos? —Heart extendió su mano hacia él. Alex la tomó con confianza.

—Claro que sí, mi lady.

El general se incorporó, furioso. De sus hombros surgieron varios misiles que se dirigieron erráticos hacia el dúo.

La canción Zero to Hero nunca había sonado con tanta fuerza.

Heart lanzó a Alex por los aires, y en medio del vuelo, el chico usó su habilidad Metalan para atraer los misiles, haciéndolos girar a su alrededor como planetas orbitando un sol.

Heart contuvo un golpe de Kennedy y lo empujó, solo para que fuera envuelto por la lluvia de misiles.

Alex aterrizó con firmeza gracias a los propulsores de sus botas Hammer.

Ambos corrieron hacia el enemigo, que emergía del humo ileso pero con la armadura dañada. Los brazos del traje se transformaron en metralletas que disparaban sin control.

Alex desvió las balas con su magnetismo, aunque hacerlo mientras corría lo agotaba cada vez más.

Las ráfagas que se dirigían a Heart rebotaban en su piel acorazada como si fuesen de goma. La robot, con fuerza descomunal, golpeó al general como si fuera un muro de titanio.

Este bloqueó instintivamente el golpe, pero no esperaba la llave de Alex, propulsado por sus botas.

—¡Bien hecho! —gritó Heart.

Alex esquivó varios puñetazos, hasta que uno lo mandó al suelo.

Heart respondió con una patada brutal que arrojó al general como muñeco de trapo contra una columna, que se hizo pedazos.

La armadura, enredada entre luces LED, lanzó sus puños como proyectiles. Heart no lo esperaba.

Los dos puños impactaron en la robot, que cayó al suelo.

—Ah… tuercas… —murmuró, limpiando un poco de aceite de su boca.

—Ustedes son una enfermedad… —Kennedy caminó con furia hacia ella.

Cuando intentó rematarla, Alex detuvo el golpe y, enojado, respondió con una tacleada. Ambos cayeron al suelo, y el chico golpeó sin parar el ojo de la armadura, agrietando el casco con cada puñetazo.

Pero Kennedy retomó la ventaja, atrapó su brazo y lo lanzó contra el suelo. Luego saltó de espaldas, intentando empalarlo con las púas de su armadura.

Alex reaccionó a tiempo: abrió un portal tras él y cayó sobre el general con un puñetazo cargado de electricidad que lo aturdió.

—¡Terminemos con esto! —rugió, lleno de furia.

Con gran esfuerzo, activó su Metalan. El cuerpo del general comenzó a flotar, y la armadura se deformó como si fuera metal líquido explotando en mil fragmentos.

Aun así, Alex jadeaba, incapaz de descomponerla por completo.

Heart notó el uniforme del general y se lanzó con una patada devastadora, expulsándolo de su coraza metálica.

—¡Increíble, Heart! —dijo Alex, llevándose una mano al pecho, exhausto.

—Creo que tus juguetes nuevos no fueron suficientes, Kennedy —presumió ella, ladeando el cabello con altivez.

Kennedy intentó arrastrarse, pero sus manos fueron inmovilizadas por atrás.

—General Kennedy, queda arrestado por atacar agentes de ARMA, conspirar con OMEGA y… madres… —Alex suspiró, cansado—. Y el resto de la mamada que seguía en el protocolo.

Heart no pudo evitar soltar una carcajada, aunque pronto recuperó la seriedad.

—Vas a estar un largo tiempo en ARMA arrepintiéndote —dijo, sonriendo.

Pero entonces, el general empezó a reír. Su voz ya no sonaba igual: era el mismo eco metálico de la armadura destrozada.

—¿En serio pensaban que eso era lo mejor que tenía para ustedes? —Su rostro comenzó a distorsionarse en un glitch grotesco—. Yo siempre estoy delante de ustedes…

El supuesto general se volvió hacia Alex.

—Tu familia en serio que es muy cooperativa… —dijo con una sonrisa cargada de odio.

—Entonces… mi familia nunca iba a venir, ¿verdad? —susurró Alex.

—¿Para qué visitar la tumba de un muerto cuya vida valía menos de veinticinco mil dólares?

El rostro de Alex se puso en blanco. Heart lo miró con preocupación y tristeza.

—A… Alex… yo… —balbuceó.

—Ja, ja, ja… No hace falta que lo consueles, robot. De todas formas, nadie extraña a un don nadie como tú, ¿no es así, Alex?

Alex no dejó que siguiera hablando. Disparó varios láseres contra su cabeza. El cuerpo cayó al suelo: no quedaba rastro de un humano, sino de un androide que imitaba a Kennedy.

—¿Era… una imitación? —preguntó Heart, acercándose a los restos metálicos.

—Nos trajo aquí solo para ponernos a prueba… —respondió Alex en seco. Su voz no reflejaba más que decepción.

Resignado, salió por la puerta del club. Heart, viéndolo abatido, no pudo evitar sentirse culpable.

"¿Por qué su familia lo odia tanto como para venderlo a Kennedy? ¿Por qué buscan que sufra…?" pensó, antes de salir también.

Con mirada decaída, la robot se detuvo un segundo frente al cuerpo falso del general.

"Alex… lo siento por obligarte a venir…", pensó, y salió tras Alex.

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