MI NIÑA. UNA GUERRERA. RENACIENDO. "Una Historia Que Duele… Pero También Salva"

POV. Charrill.

En la bolsa que me trae mi padrino vienen cartas de mi familia.

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Hija mía,

soy tu madre y te amo desde el instante en que supe que vivías dentro de mí.

Cada noche, después de tu llegada, peleaba con tu papá, porque yo también quería velar tus sueños; pero para Rodrigo tú eras su mayor tesoro, su niña, la luz de sus ojos.

Mi pequeña, te amo.

Eres mi hija.

Mi sangre.

Sin importar lo que hagas, eso nunca cambiará: siempre te amaré y estaré a tu lado.

Vivir no es ser perfectos.

Yo no lo soy… jamás lo he sido.

Te repito lo que siempre te he dicho: busca tu felicidad, esa que haga latir tu corazón, que te haga soñar despierta.

Muero por volver a verte, por darte un beso de esos sonoros y un abrazo de osos.

Te amo con toda mi alma,

Mamá.

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Esta carta de mamá me llena de tanta paz.

Ella es a la que más he defraudado.

Cuando papá murió, ella no se permitió derrumbarse: se concentró en nosotros y se olvidó de sí misma.

Su mundo éramos Adrián y yo. No dejaba que nadie se acercara con otras intenciones.

Incluso su círculo social quedó reducido a mis tíos y a Fermín, el único amigo de papá.

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Hola, Peque.

Perdóname por no estar pendiente de ti.

Como hermano mayor es mi obligación, y nunca existirá nada que cambie el amor que te tengo.

Amar no tiene condiciones: se ama siempre. En las buenas y en las malas, en la luz y en la oscuridad.

No lo olvides. Te amo.

Le prometí a papá que te protegería y he fallado… Me centré tanto en mi negocio y en mi familia que te dejé de lado.

Perdóname, pero recuerda que si necesitas un hombro para llorar, como cuando éramos adolescentes… aquí está el del hermano que te ama con el Alma.

Eres mi luz, peque, no dejes que se apague. Esperamos tu regreso, que vuelvas fuerte y sana como aún te recuerdo.

Te amo mucho,

Didi, como me decías de pequeña.

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Mi Adrián siempre intentó llenar el vacío que dejó papá, para no dejarnos caer en la tristeza...

Aunque quien se lleva ese título es mi padrino. No sé si mi Didi si podrá aceptar lo que soy en realidad… y sostener su palabra.

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Mi niña,

Nena, eres mi ahijada amada. Te quiero como a una hija, aunque no te llevara en mi vientre.

Y si comparamos, te pareces más a mí que a tu mamá… (No se lo digas, o se pondrá celosa).

Sé que eres una guerrera. Aunque ahora todo parezca oscuro, eso cambiará: no eres de las que se quedan en el fango.

P. D.: cuídame a Hulk, no dejes que se deprima... ni que alguna mustia se le acerque.

Estoy ansiosa por volverte a ver. Sabes que te amo.

Tu tía y madrina.

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Mi tía-madrina: la mujer que más admiro, una luchadora que no inclina la cabeza ante nadie, ni siquiera ante el hombre que ama.

Cómo quisiera ayudarlos a volver a estar juntos... Tal vez cuando mejore. Sí, eso haré.

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Mi hermosa sobrina,

Mi pequeña mariposa, es momento de luchar contra los demonios que se incrustaron en tu mente.

Vuelve a renacer: eres la mujer más valiente que conozco, y te necesito.

Entre nos: volvió el amor de mi adolescencia.

Parezco una novia virgen, esperando que me mire e invite a compartir su cama.

¡Ay, nena! Necesito aliados: este hombre lo tiene todo en su sitio, y con su presencia, mi traicionero cuerpo se alista para el combate cuerpo a cuerpo.

P. D.: cuida a Gero; la Rubia, aunque no lo diga, se muere por estar a su lado. Pero no se lo digas a nadie, tengo un hombre que conquistar y si tu tía se entera que ando de chismoso, me castra.

Te amo, mi niña hermosa.

Tío Roqui.

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Las locuras de mi tío Roqui me hacen sonreír, y deseo ver que por fin sienta cabeza.

Hay tantas cosas por las que quiero salir de este pozo de oscuridad. Saber que ellos me apoyan y estarán cuando salga de aquí... eso me da fuerzas. Solo tengo que intentarlo....

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Ha pasado un mes desde que llegué. Dormir me cuesta.

Despierto varias veces empapada, temiendo haber olvidado algo y que Martín se disguste. Luego recuerdo que estoy lejos de él, pero el insomnio permanece.

Pienso que está en peligro, aunque mi padrino, un ser de luz, me prometió protegerlo.

Mi mente no logra apagarse ni hacer que duerma un par de horas, mucho menos una noche entera.

Cuando la sensación de ansiedad está a punto de sobrepasarme, saco las cartas y vuelvo a leerlas. Las abrazo contra mi pecho: son mi tesoro, mi motivo para seguir.

Las chicas que están aquí tienen historias difíciles, y es admirable cómo luchan por salir adelante.

Sus vivencias son desgarradoras. Aquí todas son víctimas.

"No como yo."

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Hoy debo compartir algo de lo que viví con mi pareja. No sé si estoy preparada.

Me piden, al menos, un momento feliz… y por más que escarbo… no existe.

Nunca lo hubo.

Mi cuerpo tiembla al ver solo gritos y golpes en mi mente.

Sé que fui la causante de todo, pero antes de aquel día en que lo traicioné, debería haber algo memorable... y aún así, no lo encuentro.

Me recuesto contra la pared y me dejo caer.

—¿Acaso… él nunca me amó? —susurro entre lágrimas, abrazando mis piernas.

—Por fin te funcionan las neuronas. Él nunca te amó; solo te usó, te manipuló y volvió nuestra vida una mierda —gruñe mi conciencia.

—Sé que lo odias y no aceptas todo lo que Martín hizo por nosotras.

—Enumérame sus maravillas, aparte de tratarnos como putas, masacrarnos el cuerpo y el alma… dime un solo día sin golpes —insiste mi mente.

—¿Cuándo…? —me interrumpe.

—No vayas a salir con la idiotez de cuando éramos novios. Porque, sinceramente, no recuerdo haberlo aceptado.

Guardo silencio; no existió un solo día sin violencia. Siempre había una razón. Aquí me han enseñado que nada justifica un golpe, y peor aún, que yo aceptara ser su saco de boxeo.

—Pero ellos no saben… que yo lo lastimé primero. Yo le rompí el corazón.

—¿En serio? ¿Cuándo le diste alas para que fuera tu enamorado? Te marchaste a París para poner tierra de por medio porque te asfixiaba —me recrimina mi conciencia.

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Mi cabeza es un caos.

No sé qué hacer.

Aquí no hay teléfonos. Mi padrino pasa a diario, de madrugada o de noche, y cuando no puede, viene su nana: una mujer maravillosa que me hace reír con sus historias.

—Hola, nena.

—¡Padrino! —sonrío y me lanzo a sus brazos, mi refugio seguro.

—¿Cómo estás? —susurra, envolviéndome.

—Bien, y ahora mejor que te veo.

—Me alegra… —lo interrumpo.

—¿Supiste algo de Martín?

—Aún no lo he localizado. Contraté a un investigador; mañana llegará.

—Gracias… te amo —digo, pero lo siento inquieto. ¿Será Martín? ¿Parmenio lo habrá lastimado?

—¿Qué tienes?

—Nena, no debería agobiarte con mis problemas.

—Si puedo ayudarte, aunque sea escuchándote, lo haré. Te debo tanto.

—No me debes nada. Ven, tomemos asiento —nos sentamos al borde de la cama. Le tomo la mano para animarlo.

—He recibido amenazas contra mi vida y contra quienes me rodean… eso te incluye.

Mis ojos se abren de par en par. Pobrecito mi padrino. "¡Malditos los que lo amenazan!"

—Por mí no te preocupes —encojo los hombros—. Puedo regresar en el primer avión.

—¡Charrill! —gruñe suave, frunciendo el ceño—. ¿Acaso me quieres abandonar?

Niego rápido.

—No, pero no quiero darte otra carga.

—No lo eres, así que quítate eso de la cabeza.

Asiento.

—Necesito protegerte. Quiero que hagas lo que te voy a pedir.

—Dime.

—Vamos a cambiar tu identidad y, de paso, tu aspecto.

—¿Así de graves están las cosas?

—Sí, nena. La vida de un político no es fácil. Tengo enemigos peligrosos —veo tristeza en sus ojos.

—Si crees que así te quito un peso, lo haré.

—Gracias —me abraza fuerte.

—¿Y qué nombre quieres?

—Nunca lo pensé... Pero... podría ser uno opuesto a mí, que transmita fuerza.

—Busquémoslo.

Pasamos horas hasta encontrar el que me gusta. Llega una estilista y tiñe mi cabello de rojo.

Luego, gracias a sus contactos, aparece un funcionario: me toma huellas, saca una foto y, dos horas después… mi identidad ya es otra.

Ahora me llamo Charlie Sebastián. Me gusta. Lo escogimos juntos. Es un renacer.

—¿Cómo te sientes? —pregunta, mirándome en el espejo que trae la estilista (aquí no hay espejos: temen que, en un bajón, atentemos contra nuestra vida).

—Me veo como otra persona. Alguien que no está tan rota.

Él sonríe de medio lado.

—No estás rota; solo tropezaste, y ya te estás levantando. Eso es lo importante.

Quiero creerle.

—Nena, también debo cambiarte de lugar…

Por dentro celebro: no tendré que ir a terapia y hablar…

CHARRILL TORRES ANDRADE.

AHORA CHARLIE SEBASTIÁN.

(…)

Un nuevo nombre… Un nuevo renacer.

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