UNA DONCELLA PROBLEMATICA

Eran las 6 am cuando se levantó de malas, se sentía cansado había estado pensando tanto en el cuerpo de esa mujer que lo torturó hasta en sus sueños; se levanta, va a su ropero y toma un bóxer, se lo pone, después tomó un pantalón negro y una camisa de manga larga, del mismo estilo que la que traía. 

El pantalón se lo pone, junto con el cinto de cuero, se sienta en la cama se pone sus botas que quedaban sobre el pantalón; por último, su camisa que era de manga larga, color azul marino, era larga, llegaba debajo de su trasero, en el pecho tenía una abertura que estaba unido por una cinta, tenía el cuello un poco alto, pero dejaba ver su piel del pecho. 

Una vez que estuvo listo salió de su camerino, fue a la cubierta, donde empezó a dar órdenes para que empezara la limpieza de todo el barco, a mover a su gente con sus actividades de cada mañana; se fue a donde estaba el timón, se hizo cargo de seguir la ruta. 

Estaba realmente enfadado, quería estar solo, pero en el barco no había muchos lugares donde podía estarlo y estar en ese lugar era agradable la vista del mar era algo que le gustaba, se sintió relajado al escuchar el ruido del agua golpeteando con el enorme barco, al tener una vista amplia del mar, donde no había nada más que agua y un cielo azul. 

Después de un rato se sintió tranquilo, se pudo relajar y lo mejor es que dejó de pensar en ella; se llegó la hora donde empezaban a poner las mesas para el desayuno, dejó el timón a uno de los hombres y se acercó al barandal de madera para verlos como arreglaban todo, le gustaba estar en lo más alto del barco donde podía ver todo. 

Pasaba de las 8 am cuando las jovencitas empezaron a salir de los camerinos para tomar su desayuno, las jóvenes que venían de los reinos de Asia, del reino de Oceanía, del reino de Europa y del reino de África, ellas tenían más de 4 meses en el barco moviéndose de un reino a otro recogiendo las jóvenes, unas tenían más tiempo, pero ya estaban acostumbradas a estar en el barco sabían muy bien que no era bueno saltarse las comidas y mucho menos quejarse. 

Las nuevas eran del reino de América, de donde venía María, que solo tenían un día, pero las cuatro jóvenes que subieron con ella, con ese día tuvieron para entender que las cosas no iban a ser fáciles, habían sido ignoradas en todo lo que pedían, la que subió llorando y que no quería estar ahí, término medio día encerrada en las jaulas que estaban en la bodega, eso le sirvió para que se calmara o mejor dicho para tenerles miedo. 

Las jóvenes tenían que entrar en orden a la cocina servirse un plato con la comida que pensaban comer y tenían que ser cuidadosas con lo que pensaban tomar, porque no se les permitía dejar nada en el plato, si dejaban algo en el plato eran castigadas metidas en esas jaulas por unos días sin comida, solo les daban agua como castigo, pero lo que era peor en esa regla era que no podían repetir plato, solo una vez podían servirse, si se quedaba con hambre tenían que esperarse hasta las dos de la tarde que volviera a haber comida. 

María no sabía nada de eso, porque el día que llego ahí se la pasó encerrada en su camerino, llorando y durmiendo, se había perdido su primera comida en el barco, fue cuando se explicaron las reglas, algo que Aquiles sabía muy bien. 

Aquiles se les quedó mirando la puerta esperando que María saliera, la iba a vigilar desde lo alto esperando que cometiera un error para bajar a castigarla; sonríe con malicia pensando en lo que podría pasar, ella llegando, sentándose en una de las sillas esperando comer u ordenando que le sirvieran y él bajando para reprenderla, poniéndola en su lugar, mostrándole que ahí no era nadie. 

También se imaginó ella dejando comida en el plato y él bajando para llevarla a las jaulas, dándole una lección fuerte para bajarle esa arrogancia; realmente estaba esperando verla cometer un error, realmente deseaba reprenderla, darle una lección, se sentía herido por lo que había pasado en la madrugada y deseaba desquitarse un poco. 

María al salir a la cubierta mira a las 25 jóvenes en una fila, las únicas que estaban sentadas eran las que ya tenían un plato; ella era muy lista, sabía que ahí no seguían las costumbres de los nobles y al no haber estado presente en la primera comida seguro se perdió las reglas, pero no pensaba preguntar, ya que sabía que ese intento de hombre que la molestó esa madrugada no iba a dejar que le repitieran las dichosas reglas. 

Suspiró profundamente y observó lo que las jóvenes hacían, se formó en la fila, pasó a la cocina, miró como cada una de ellas tomaba un plato, servía su comida, pero le llamó la atención que unas se servían el plato lleno y otras a la mitad; se le hizo extraño, pero la hizo pensar en que no había limitaciones en lo que podían comer. 

Se sintió confiada tomo un plato y a diferencia de muchas nobles, por ser criada por un caballero que sufrió hambres en la guerra, les enseñó que la comida no se desperdiciaba, a no dejar nada en el plato cuando comían. 

Para ella ese punto ni siquiera lo ocupaba como regla, ya estaba acostumbrada a no desperdiciar la comida y como tenía bastante hambre se sirvió el plato lleno, hasta tomó dos piezas de pan, que estaban para acompañar el platillo de esa mañana. 

Sale de la cocina y se sienta en una de las sillas vacías, quedó cerca del mástil del barco, perfecto para Aquiles, donde podía verla muy bien; él al ver como tomó de comida sonríe con malicia, ya la miraba dejando comida y llevándola a las jaulas, estaba ansioso por verla que se parara para poder darle un castigo. 

La miró tomar dos cucharadas de la comida y en eso la mira ponerse de pie, empieza a caminar hasta que quedo detrás del mástil, en ese momento brinca del barandal, da un salto de dos metros cayendo enfrente de la mesa. 

Se apresura a llegar a ella, logra tomarla del brazo cuando estaba a punto de cruzar la puerta que daba a los cubículos, en ese momento con una voz amenazante le dice. – ¿A dónde crees que vas?  

En este barco la comida no se desperdicia y no puedes dejar nada en el plato, si dejas algo serás castigada, llevada a las jaulas, te dejaré sin comer por unos días para que aprendas a valorar la comida. 

Esta es la regla de nuestro barco y tú dejaste el plato completamente lleno, que falta de respeto para nuestro cocinero, pero ya te enseñaré a respetar, a ser responsable. 

María se sorprende en el momento que toma su brazo, se le queda mirando, sorprendida por lo que le decía, realmente no entendía por qué ese hombre era tan agresivo con ella.