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ALAS DE SANGRE

ALAS DE SANGRE

Status: En proceso
Genre:Elección equivocada / Traiciones y engaños / Poli amor / Atracción entre enemigos / Venganza de la protagonista / Enemistad nacional y odio familiar
Popularitas:1.4k
Nilai: 5
nombre de autor: Yoselin Soto

Nabí es el producto de un amor prohibido, marcada por la tragedia desde su más tierna infancia. Huérfana a los tres años tras la muerte de su padre, el vacío que dejó en su vida la lleva a un mutismo total. Crece en un orfanato, donde encuentra consuelo en un niño sin nombre, rechazado por los demás, con quien comparte su dolor y soledad.

Cuando finalmente es adoptada por la familia de su madre, los mismos que la despreciaban, su vida se convierte en un verdadero infierno. Con cada año que pasa, el odio hacia ella crece, y Nabí se aferra a su silencio como única defensa.

A sus dieciocho años, todo cambia cuando un joven de veintitrés años, hijo del mafioso más poderoso de Europa, se obsesiona con ella. Lo que comienza como una atracción peligrosa se transforma en una espiral de violencia y sangre que arrastra a Nabí hacia un mundo oscuro y despiadado, donde deberá luchar no solo por su libertad, sino también por descubrir quién es realmente.

NovelToon tiene autorización de Yoselin Soto para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPÍTULO 14: RECUERDOS CORPORALES

...Nabí...

Me miro en el espejo, observando cómo la camisa larga que me cubre hasta más arriba de las rodillas parece tragarse mi figura. La tela es tosca y masculina, una improvisación que me hace sentir aún más vulnerable. En el armario solo hay camisas sin mangas y algunas prendas transparentes que nunca me atrevería a usar. Pantalones... no hay manera de que esos me queden. La ausencia de ropa femenina en este lugar me hace sentir como un extraño en mi propio cuerpo.

Estoy en una casa escondida, lejos de miradas curiosas, un refugio que él eligió para nosotros. Pero no puedo evitar sentir que hay una doble intención en todo esto.

¿Por qué traerme aquí cuando en la ciudad tiene una mansión enorme y sirvientes a su disposición?

Algo en su mirada me dice que esto es más que un simple encuentro; hay un peso detrás de cada gesto.

Mientras peino mi cabello húmedo, siento cómo cae por mi espalda, deslizándose como un río oscuro. De repente, una palabra resuena en mi mente como un eco lejano, provocando una oleada de cosquillas en mi estómago.

Nabichu...

Ese nombre me golpea con una fuerza inesperada. No sé por qué, pero al pronunciarlo en mi mente, la emoción se apodera de mí. Un deseo profundo surge, casi instintivo: lo quiero cerca, lo quiero abrazar con todas mis fuerzas. Mis ojos se cristalizan al escucharlo salir de sus labios, y siento cómo mi cuerpo reacciona ante su presencia, como si recordara algo que mi mente ha olvidado por completo.

Es confuso y aterrador al mismo tiempo. Mi corazón late con fuerza y una parte de mí anhela recordar lo que había perdido. Sin embargo, otra parte se siente atrapada en la niebla de la amnesia. ¿Por qué esta conexión se siente tan intensa si no puedo recordar quién es él?

Un escalofrío me recorre el cuerpo, despertándome de mis pensamientos. Las puertas del balcón se abren de golpe, arrastradas por las ráfagas de viento nocturno, y las cortinas parecen querer escapar volando. Sobresaltada, me apresuro a cerrarlas, frotando mis brazos para darme calor en esta noche fría que parece reflejar mi confusión interna.

Al bajar las escaleras, lo primero que veo es al pequeño monstruo de cuatro patas sosteniendo un pato de peluche en su boca. Su inocencia contrasta con la tensión que siento en el aire. Me giro y ahí está él, el hombre que ha capturado mi atención desde el primer momento. Está detrás de la cocina, absorto en la sartén que chisporrotea bajo el fuego rápido.

Me quedo inmóvil por unos segundos, observándolo. Su cabello negro cae desordenado sobre su frente como una mata de coco, y ha dejado atrás la corbata y el saco, lo que lo hace parecer más accesible. Las mangas de su camisa blanca están arremangadas, revelando sus antebrazos musculosos y venas marcadas como si fueran raíces que se aferran a la tierra.

~Lup-dup~

El sonido retumba en mi corazón con una intensidad sorprendente. El calor se acumula en mis orejas y mejillas; mis piernas parecen tambalearse bajo el peso de una emoción desconocida. Nunca imaginé que al soñar con salir de casa para construir mi propia vida terminaría aquí, en este lugar insólito junto a un hombre como él.

¿Realmente había hecho algo bueno para merecerlo? La pregunta resuena en mi mente mientras una sonrisa tonta se dibuja en mi rostro. Acaricio mis mejillas calientes, intentando borrar las sombras del pasado que amenazan con volver.

Despertando de mi ensueño, dejo que el sonido de mis pasos al caminar me guíe hacia él. Siento sus ojos sobre mí como un escáner, evaluando cada parte de mi ser mientras me acerco y me siento frente a la isla de la cocina. Hay algo electrizante en esta proximidad que me hace temblar de anticipación.

Mientras lo miro, no puedo evitar que mi corazón lata un poco más rápido. Se mueve en la cocina con una gracia que me deja hipnotizada. Cada gesto suyo es una danza, y mi atención se siente atrapada en la forma en que sus brazos se arquean al mezclar los ingredientes. Hay algo casi mágico en cómo sus dedos se deslizan sobre las hierbas frescas, como si estuviera creando una obra de arte.

Lo observo preparar un risotto de setas silvestres. El aroma a ajo dorado comienza a llenar el aire, mezclándose con la fragancia terrosa de las setas que él saltea en la sartén humeante. Mi mirada se queda fija en cómo añade el arroz arborio; cada grano brilla como pequeñas perlas blancas bajo la luz de la cocina. No puedo evitar pensar en lo bien que le queda esa camisa ajustada, cómo acentúa su figura mientras se inclina hacia adelante para verter el caldo caliente.

Con movimientos precisos, revuelve el arroz con una cuchara de madera, su expresión concentrada mientras prueba un poco. Hay una sonrisa leve en sus labios y, por un instante, me pregunto qué pensará de su propia creación. Luego, agrega un toque de queso parmesano rallado y unas hojas de perejil fresco; el plato cobra vida con colores vibrantes que me hacen sentir aún más atraída por él.

Cuando lo veo servir el risotto en ese plato de cerámica blanca, siento que el tiempo se detiene. Cada movimiento es deliberado y elegante, y parece disfrutar de cada instante como si estuviera creando algo más que solo comida: una experiencia. Nuestras miradas se cruzan brevemente y, en ese instante, mi rostro se calienta. Todo lo demás desaparece; solo existe el aroma del risotto y su presencia cautivadora a mi lado.

¿Qué me está pasando?

Me asusta la intensidad de mis pensamientos. ¿Por qué me siento hormonal? La atracción que siento por él es abrumadora, casi incontrolable. Hay algo en su belleza impactante que despierta en mí deseos que creía que existieran en mí. En este momento, él parece ser el centro de mi universo, y cada movimiento suyo provoca un cosquilleo en mi estómago.

La idea de que mi mente divague hacia pensamientos impuros sobre él me inquieta profundamente.

¿Por qué ahora?

¿Por qué no hace mucho tiempo estas sensaciones se mantenían a raya?

La mezcla de su aroma, el sonido del risotto burbujeando en la olla y su mirada intensa me sumergen en un estado de vulnerabilidad que nunca había experimentado antes.

—¿Qué es lo que te tiene tan absorta? —su voz, ronca, juvenil y varonil, me saca de mi trance—. Prueba el risotto.

Asiento, un poco temblorosa, y agarro la cuchara. El risotto humeante se ve irresistible. Doy un bocado después de soplar suavemente para enfriar la porción. En cuanto el arroz toca mi lengua, una explosión de sabores se despliega en mi boca: la cremosidad del queso parmesano se mezcla con el umami de las setas salteadas, creando una sinfonía que danza en mi paladar.

El ajo dorado añade un toque cálido y reconfortante, mientras que las hierbas frescas aportan un matiz vibrante que realza cada bocado. Cierro los ojos por un momento, dejándome llevar por la experiencia sensorial.

Lo miro y le esbozo una sonrisa, y su expresión parece relajarse un poco. Es guapo, está podrido en dinero y, además, tiene habilidades culinarias extraordinarias. ¿Será que me había acostumbrado a las sobras durante toda mi vida, por lo que un plato sencillo me parecía tan mágico?

No estaba completamente segura, pero me encantaba lo que había creado.

Poco después, él sirvió su porción y se sentó a mi lado, llenando los vasos de agua junto a mi plato. Termino mi comida rápidamente y lo miro a él, que aún sigue disfrutando de la suya. Su mirada muestra algo de confusión, y entonces dirijo mis ojos hacia la olla que todavía tiene comida dentro.

—¿Quieres más? —pregunta.

Asiento de inmediato, y él sonríe antes de levantarse, pero yo lo detengo.

—Puedo servirme —signé, y él no dice nada; solo observa mientras continúa disfrutando de su plato.

Cuando termino el segundo plato, llevo todo lo sucio al fregadero.

—No toques nada, yo me encargo —me advierte, dando el último sorbo a su vaso de agua.

Lo miro de reojo, pero decido ignorar su orden y continúo con lo que estoy haciendo. De repente, me sorprende por detrás; sus manos me aprietan la cintura, y siento su aliento cálido en mi cuello. Mi cuerpo reacciona instantáneamente ante su cercanía, una mezcla de sorpresa y deseo que me deja sin aliento.

—Dije que no hicieras nada... —su voz se convierte en un suave susurro, cargado de un tono casi posesivo.

Con un movimiento ágil, cierra el grifo y me voltea para que lo mire a los ojos. Me sube al mesón, abriendo mis piernas para rodearlo. El tacto de sus manos en mis muslos provoca un temblor en mí; una corriente eléctrica recorre mi columna vertebral, despertando sensaciones que no sabía que existían.

Me agarra del cuello y me acerca a él, depositando un pequeño beso en mi clavícula. Luego, se detiene y me observa intensamente.

—Me daré una ducha, espera aquí —dice con una mirada que promete más de lo que puedo manejar.

Me lanza una última mirada que me atraviesa el alma antes de subir las escaleras, dejándome en una posición embarazosa, con las mejillas sonrojadas. Rápidamente, me bajo y me dirijo a la sala, donde el pequeño monstruo sigue entretenido con sus juguetes.

Decido continuar explorando la casa. Al llegar al jardín trasero, me encuentro con un minibar que se erige como un oasis en medio de la noche. La piscina resplandece, iluminada por luces suaves que danzan sobre su superficie, creando un ambiente de ensueño.

En el minibar, los licores están dispuestos con una meticulosidad que revela su valor y antigüedad. Botellas de cristal tallado brillan bajo la luz tenue; algunas tienen etiquetas que datan de hace décadas, lo que les confiere un aura de exclusividad. Un bourbon añejo descansa en una esquina, su precio exorbitante justificado por su proceso de envejecimiento en barricas de roble. Junto a él, una botella de ron oscuro, cuyo sabor se ha perfeccionado a lo largo de los años, promete una experiencia inigualable.

No puedo evitar maravillarme ante la colección: un whisky escocés añejo que parece tener historias guardadas en cada gota. Con curiosidad, tomo la botella, que se alza elegante en mis manos. Su cristal, de un verde profundo, está adornado con un grabado sutil que resalta la marca prestigiosa. El sello de cera en la parte superior le añade un toque de sofisticación, prometiendo una experiencia única.

Busco un vaso de cristal que reposa en las repisas; su diseño es delicado, con un brillo que refleja la luz de manera cautivadora. El borde es fino, y el fondo tiene un patrón intrincado que parece contar su propia historia.

Con manos temblorosas, abro la botella. El suave “pop” del corcho es como una invitación a lo desconocido. Al verter el líquido dorado en el vaso, me encanta cómo se desliza con suavidad, creando destellos que parecen bailar en la luz. El aroma del whisky inunda mis sentidos: notas ahumadas y caramelo se entrelazan, prometiendo una explosión de sabor.

Con el vaso en mano, me siento en un rincón del jardín, rodeada por el suave murmullo del agua de la piscina iluminada. Llevo el vaso a mis labios y doy un primer sorbo. La bebida recorre mi garganta con calidez, y una mezcla de sabores intensos se despliega en mi boca: la suavidad del roble envejecido y un toque de especias que despiertan mis papilas gustativas.

Cierro los ojos por un momento, disfrutando de esta experiencia nueva y prohibida. Nunca antes había probado una gota de alcohol, pero ahora entiendo por qué tantas personas lo valoran.

Los minutos se me pasaron volando, y el vaso parecía vaciarse en un instante. Era ya el segundo que tomaba, y todo empezaba a moverse más rápido frente a mis ojos. Me levanto del sofá, pero de repente, el mundo comenzó a darme vueltas; mi cuerpo perdía el equilibrio. Caminé hacia la piscina, atraída por su luz resplandeciente, pero mis pies se enredaron y cuando estuve por caer fui atrapada por unos brazos largos.

Al girarme para mirarlo, lo encuentro observándome con una expresión de descontento.

—¿Por qué bebiste? —me pregunta con un tono molesto.

Solo le sonrío y coloco mis manos en su hermoso rostro. Todo giraba a mi alrededor, pero su rostro se mantenía nítido. Esta vez llevaba una camisa sin mangas, y su cabello aún goteaba agua en su frente.

—Nunca has tomado una gota de alcohol; mírate cómo estás ahora.

Con un movimiento suave, me levanta en sus brazos y me sienta de nuevo en el sofá. Luego agarra la botella que estaba sobre la mesa y se dirige a guardarla, pero lo detengo.

—Hoy es suficiente con el alcohol —me dice, colocando el whisky en la repisa más alta.

Cruzo los brazos, molesta, y le doy una patada en su espinilla, haciendo que se retuerza del dolor.

—¡No hagas eso! —me regaña, mientras yo le muestro instantáneamente la lengua en respuesta.

Me doy la vuelta para dirigirme al sofá, mientras todo a mi alrededor comenzaba a girar y sentía que mi cuerpo se calentaba con cada segundo que pasaba. Recuesto mi cabeza contra el espaldar y contemplo cómo las estrellas brillan en el cielo.

De repente, un aroma a frutas maduras me envuelve. Al voltear, veo que Daemon se acerca con una copa llena de vino. Se sienta a mi lado y me mira con intensidad.

—No te daré —me advierte—. Ya estás ebria.

Frunzo el ceño y regreso a la posición en la que estaba. No sé qué estaba pensando al beber dos vasos de whisky como si fueran jugo de frutas. Cierro los ojos e intento aclarar mi mente, cuando de pronto, una idea surge en mi cabeza.

...----------------...

...Daemon...

Le doy un sorbo al vino y me detengo a mirarla. Es el único licor que me provoca sueño y que, de alguna manera, puede ayudarme a calmar las intensas ganas que me asaltan en este momento. Lleva puesta mi camisa, y me doy cuenta de que fue un error dejarla usar mi ropa. Sus piernas lucen suaves y voluptuosas, mientras que sus pechos se presentan en un equilibrio perfecto. Su respiración es entrecortada por la ebriedad, sus mejillas sonrojadas añaden un aire de seducción, y su cabello negro le otorga un toque provocador.

Su apariencia pecaminosa está volviéndome loco en este instante. Me siento y cruzo las piernas, tratando de ocultar la tensión que se ha apoderado de mí. No quiero que note la situación en la que me encuentro; no ahora, no así.

Siempre he tenido autocontrol con las mujeres; nunca he tenido problemas al respecto. Pero esta mujer es Nabí, la única capaz de ponerme en cualquier situación.

No aguanto más; el dolor en mis bolas es casi insoportable.

Dejo la copa sobre la mesa y, de repente, ella sale corriendo y se lanza a la alberca. Quedo paralizado por unos segundos, pero al ver que no emerge a la superficie, grito: —¡Nabí!

Me zambulló tras ella en cuestión de segundos, agarrándola de la muñeca y atrayéndola hacia mí. La llevo a la superficie y veo que tiene los ojos cerrados.

—Nabí... —le digo—, ¿en qué diablos estabas pensando?

El verde esmeralda de sus ojos me atraviesa el pecho como un rayo.

—No hagas tonterías estando ebria —la regaño—. Dime, ¿sabes nadar al menos?

Ella niega con la cabeza mientras sus manos se aferran a mis hombros.

—¡Entonces no hagas este tipo de cosas! —le exclamo.

Su expresión podría resultar tierna, pero su cuerpo es un estímulo sexual para mí en este momento.

Cuando tengo la oportunidad, devoro sus labios y ella me responde de inmediato. Me encanta aún más. Sus brazos me envuelven mientras yo aprieto sus muslos bajo el agua.

Me muevo suavemente hacia las escaleras que nos llevan fuera de la alberca, sin dejar de besarla; no quiero que este momento acabe nunca. Hago que sus piernas rodeen mis caderas mientras me siento en el sofá, atrapándola para que permanezca sobre mi regazo. La agarro de la cintura y la guío con movimientos delicados. Continúo haciéndolo durante varios segundos, pero pronto noto que su cuerpo empieza a temblar. La miro y veo que su piel se está volviendo morada por el frío.

En ese instante, todos mis deseos impuros desaparecen por completo.

La llevé adentro, aún en mis brazos, y la dejé suavemente sobre la cama. Saqué unas pijamas del armario y le entregué una toalla, dándole su espacio mientras me cambiaba detrás de la puerta del armario. Busqué un secador en el cajón y, al salir, la vi sacudiendo su camisa y colgándola en el balcón.

—Ven aquí —le dije, tocando suavemente la cama.

Encendí el secador y comencé a secar su cabello mientras lo peinaba. Era largo, negro y brillante; había cambiado desde la última vez que lo vi. Cuando era niña, lo llevaba hasta los hombros. Esa fue la única transformación notable en ella; a pesar de todo, seguía siendo igual y me resultó fácil reconocerla.

Después de tantos años viviendo como una pieza de ajedrez en el juego de los Lombardi, rodeado de golfas, narcotráfico y charcos de sangre, había perdido la esperanza de encontrarla. Me estaba rindiendo cuando, en un momento inesperado, volví a verla. Era el aniversario de la muerte de mi padre; pensé que tal vez él había intervenido para reunirnos. Desde ese instante en que volví a reconocerla, todo volvió a tener sentido para mí.

Nabí se levantó al notar que su cabello ya estaba seco y me miró con intensidad antes de quitarme el secador de las manos.

—¿Qué sucede? —pregunté al ver su mirada fija en mí.

Agarró la toalla que había dejado sobre la cama y la colocó en mi cabeza, tomándome por sorpresa. Comenzó a frotarla como si estuviera puliendo un diamante.

—¡Duele! —me quejé, ya que estaba siendo un poco brusca.

Ella frunció el ceño y encendió el secador frente a mi cara.

—¡Nabí! —volví a protestar, mientras su expresión burlona me dejaba atónito—. Eres malvada.

Encogió los hombros y comenzó a secar mi cabello, creando un gran alboroto en él. Parecía disfrutar haciéndome travesuras; era como si estuviera tomando venganza por algo.

Sonrío y la atraigo hacia mí, haciendo que caiga suavemente sobre mi cuerpo. La abrazo con ternura mientras permanecemos acostados.

—No te muevas —ordené—. Quedémonos así para siempre.

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Eudy Brito
Capítulo muy intenso.. Dante apareció nuevamente en la vida de Nabi... Cada capítulo más emocionante
Yara Noguera
me atrapó tanto suspenso.....baje las escaleras con nabi...qué nervios!!!!
Eudy Brito
Ojalá que no sea una trampa 😞😞... Y bueno Dafne es esa amiga loca e incondicional que en algún momento todos tenemos, debió parecer un tomate 🍅🍅.. Aunque es cierto,por qué Nabi no recuerda a Daemon y a la monja??
Eudy Brito
Daemon Sor. Ana se refiere al mundo que te rodea
Eudy Brito
Daemon dejó muy en claro que no se comprometería con ninguna otra mujer. La única mujer para él se llama Nabi
Eudy Brito
Una zorra que se le quería colar en la cama a Daemon y más enemigos que enfrentar.. Aunque yo creo que Nabi es hija de Volkov que sucederá si eso es así??? Cada capítulo más emocionante
Alex-72
Nunca había imaginado que alguien describiera tanto como yo ✨🤩
Yoss: Muchas gracias, disfruta la lectura, la escribo con el corazón.❤️
total 1 replies
Eudy Brito
Nabi, Daimon no te dejará ir por nada del mundo
Eudy Brito
Adoro como la cuida y protege. Aunque sea tosco
Eudy Brito
Nabi ha pasado por mucho y merece ser realmente feliz
Eudy Brito
Nabi a ese loco que tienes a tu lado lo conociste en el orfanato y por alguna razón lo olvidaste. Dentro de todo te salvó
Eudy Brito
Hay Nabi, me parece que diste en el blanco cuando le escogiste el nombre a Daemon, es el demonio en persona, y por tí hará que arda el fuego del infierno por defenderte y hacerte justicia. Empezando por ese par de viejos desgraciados que han hecho de tu vida un martirio
Eudy Brito
Pobre Nabi, está atrapada entre el odio de su propia familia y la obsesión de Daemon
Eudy Brito
Le salió competencia a Daemon uyy
Eudy Brito
No debió abrir la puerta 🤦🏽‍♀️🤦🏽‍♀️🤦🏽‍♀️ por lo leído a Dante le gusta su sobrina
Eudy Brito
Desgraciada, mal agradecida. Daemon apúrate en encontrarla antes de que le hagan más daño a Nabi
Eudy Brito
Ojalá que llegue alguien y la salvé 😢😢😢😢
Eudy Brito
Ahora sí se preocupa su tío ¿ dónde estaba?? Cuando no le importó como la humillaron y sacaron a la calle?? Que hipócrita
Eudy Brito
Que nervios 😱😲😲
Jefrii
una historia para no dejar de leer!! es impresionante por lo que tiene que pasar Nabi!.
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