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Amor Sin Límites

Amor Sin Límites

Status: Terminada
Genre:CEO / Cambio de Imagen / Mujer despreciada / Amante arrepentido / Completas
Popularitas:32
Nilai: 5
nombre de autor: Edna Garcia

A los cincuenta años, Simone Lins creía que el amor y los sueños habían quedado en el pasado. Pero un reencuentro inesperado con Roger Martins, el hombre que marcó su juventud, despierta sentimientos que el tiempo jamás logró borrar.

Entre secretos, perdón y descubrimientos, Simone renace —y el destino le demuestra que nunca es tarde para amar.
Años después, ya con cincuenta y cinco, vive el mayor milagro de su vida: la maternidad.

Un romance emocionante sobre nuevos comienzos, fe y un amor que trasciende el tiempo — Amor Sin Límites.

NovelToon tiene autorización de Edna Garcia para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 13

El sol apenas comenzaba a nacer cuando llegué a casa, exhausta después de mi turno nocturno en el hospital. El silencio reinaba, excepto por el canto tímido de los pajaritos del jardín. Entré despacio, dejé el bolso en el sofá y fui directo a la cocina.

Mamá ya estaba allí, como siempre, preparando el café. El olor fresco de pan y café pasado llenaba el ambiente. Pero había algo diferente en ella: un brillo en los ojos, un aire sereno que no veía hacía mucho tiempo.

—Madre… ¿puedo hablar contigo? —pregunté, arrimando una silla.

Ella sonrió, sirviendo una taza para mí.

—Claro, hija. Siéntate.

Apoyé los codos en la mesa y fui directa:

—Ayer, cuando estaba saliendo para el hospital… vi a papá llegando temprano. Y lo vi besándote.

Su sonrisa se volvió aún más tímida.

—Pues sí, Geovana… él estaba diferente. Fue cariñoso, cenamos juntos, vimos una película… hasta conversamos como hacía mucho tiempo no hacíamos.

Suspiré hondo, sintiendo un apretón en el pecho.

—Madre, ¿no te parece extraño? Él pasa años ignorándote, humillándote, y de repente resuelve actuar como el marido perfecto?

Ella desvió la mirada, moviendo el café con la cuchara.

—Tal vez él se haya dado cuenta de que necesita cambiar. Las cosas en la fiesta… no sé, puede haberlo hecho repensar.

Yo negué con la cabeza, tratando de contener la frustración.

—No quiero lastimarte, pero… ¿será que ese cambio no tiene más que ver con el premio, con el dinero que ganaste?

Mamá respiró hondo, pensativa.

—No hija, él me dijo que ese dinero es para usar conmigo, hasta sugerí tomar un dinero que tengo reservado y comprar un coche para ti, él apoyó la idea.

—Madre no quiero que hagas eso, yo voy a comprar mi coche, solo estoy esperando afianzarme un poco más en los dos empleos.

—Hija, yo quiero hacer eso, déjame comprar un coche para ti.

—Madre yo quiero que uses contigo este dinero.

—Eres muy terca.

Tomé sus manos con firmeza.

—Solo quiero que no te ilusiones, madre. Yo vi la forma en que él te miraba en la fiesta. No era amor, era exhibición. Él quería mostrar que eras suya, como si fueras un trofeo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero ella forzó una sonrisa.

—Lo sé, hija. Pero por primera vez en muchos años, me sentí… viva. Y tal vez, solo por eso, ya haya valido la pena.

La abracé fuerte, en silencio. En el fondo, sabía que mi padre no cambiaría de la noche al día. Pero también sabía que mi madre merecía más que migajas de cariño tardío.

El sonido de la notificación del banco sonó en el celular de Simone mientras ella terminaba de organizar la cocina. Ella tomó el aparato distraída, pero cuando sus ojos encontraron el valor que aparecía en la pantalla, sus manos comenzaron a temblar.

Doscientos mil reales.

Por un instante, ella pensó que estaba leyendo mal. Frunció el ceño, parpadeó algunas veces y verificó de nuevo. El depósito era real — hecho por Roger.

—Dios mío... ¿qué es esto? —murmuró, el corazón acelerado.

Ella se levantó de un salto, andando de un lado para otro de la sala.

—Esto no puede estar bien... —decía, afligida. —Él debe haberse equivocado... o... ¡o esto es algún tipo de golpe!

Con el corazón latiendo con fuerza, Simone tomó el teléfono y llamó a su hija.

—¡Geovana, no vas a creer lo que sucedió! —dijo así que la joven atendió.

—¿Qué pasó, madre? ¿Está todo bien?

—Roger... él... ¡él depositó doscientos mil reales en mi cuenta!

—¡¿Qué?! —Geovana casi dejó caer el celular. —Madre, ¿estás segura de eso?

—¡Absoluta! Yo verifiqué dos veces. Está en el extracto, está en la aplicación... ¡es mucho dinero, hija! ¿Qué hago ahora?

Geovana respiró hondo, tratando de mantener la calma mientras pensaba rápido.

—Madre, estos ricos manejan mucho dinero, a veces hacen transferencias por error, a la hora de digitar 50 mil digitó doscientos.

—¿Y si no es error? ¿Y si él quiere involucrarme en alguna cosa?

—Calma, madre —respondió Geovana, con voz firme. —Llama a la empresa de él, pregunta qué sucedió.

Simone acató el consejo. Temblorosa, tomó el número de la empresa donde Marcelo, su marido, también trabajaba y llamó. Del otro lado de la línea, una voz dulce y profesional atendió.

—Buenas tardes, Martins Corporation, ¿en qué puedo ayudar?

—Aquí es Simone, esposa de Marcelo. Yo recibí un depósito, hecho por el señor Roger... por el premio del bingo. Era 50 mil el premio, más él depositó doscientos mil reales. Yo quería entender el motivo, debe haber sido un error.

La secretaria, bien entrenada, no demostró sorpresa. Roger había previsto aquella llamada. Horas antes, él le había dado instrucciones claras: “Si ella llama, pase la dirección de mi casa. Diga que es un asunto que solo puede ser tratado personalmente.”

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