Vine Solo Por Ti

William Ares: Duque, espero no malinterprete mi visita. No me encuentro aquí porque esté interesado en su hija, mi verdadera preocupación es el ducado… debe saber que hay un profesor del tercer grado que se ha acercado peligrosamente a la señorita Diana.

Entiendo que ella sufre mucho porque yo no puedo corresponder a su afecto, pero este tipo es solo un plebeyo que da clases de teoría mágica y todos los días acompaña a la señorita en su carruaje de regreso al ducado. Esto es muy grave pues la reputación de su casa está en juego y no quisiera que usted sea afectado por el mal juicio y errores de su hija.

Duque: (Claramente conteniendo su ira) Gracias Majestad. Ya que le preocupa verdaderamente el ducado, agradeceré que no diga nada de esto a nadie… pero si empiezan los rumores, entenderé que fue usted quien difundió chismes malintencionados sobre mi niña y tendré que poner mi queja ante el Rey.

William: Creo que no entiende la gravedad de las acciones de su hija… (molesto) este comportamiento ha sido público y (claramente enojado) ¡ella le sonríe descaradamente a ese tipo cuando la ayuda a subir al carruaje…! Toda la semana ha sido igual yo mismo los he visto… ¡Es indignante…!

Duque: Reitero el agradecimiento por su inesperada preocupación por el ducado, tomaré las medidas pertinentes, y… otra vez… si me entero de que hay rumores malintencionados sobre mi hija, usted deberá hacerse responsable…. Así que… no le quito más mi tiempo Majestad. Gracias por su visita.

Tras la salida de un más que enojado Príncipe heredero, el Duque se dirigió a donde estaban su hija y el profesor, pues deben evitar malas interpretaciones y habladurías que, al final, afecten la reputación de la verdadera Diana.

Acompañó a los jóvenes durante toda la clase y pudo percatarse de por qué estaba tan enojado el Príncipe, Diana sonríe bellamente –igual que lo hacía su esposa—ante los comentarios y charla que sostiene con el joven mago, hasta él siente celos de su interacción.

Al terminar la clase les pide regresar al ducado de manera independiente, pues ya se han generado comentarios malintencionados sobre ellos, y deben recordar que ante todos, él es solo un profesor de la academia y ella una señorita soltera, así que les pidió mantenerse separados del ojo público lo más posible.

En la baronía Spencer

Una serie de objetos se escuchan caer por todos lados, Susana está más que enojada, es la quinta vez que el Príncipe la deja plantada en la biblioteca, no sabe qué está pasando o por qué; hasta ahora todo iba bien y desde el primer día de clases ella se preparó para lucir más brillante que nadie. Afortunadamente, esta semana la tonta Diana no ha ido a clases.

Pero esa maldita, maldita, maldita… ella y su madre sólo le roban lo que le pertenece. Aunque sus padres no se lo confirmaron nunca, ella sabe que en realidad es hija de Christine Calloway y del duque Donnelly, pero si no fuera por esa mugrosa Michelle, que se le metió entre ceja y ceja al joven Edwin, seduciéndolo, el la habría reconocido y ella sería hoy la prometida del Príncipe… por eso debe arrebatarle todo a esa mugrosa niña consentida…

Sabe que a William lo tiene ya embobado, pero debe presentarla con los reyes, sólo así podrán considerarla su pareja, pero ahora qué le pasa al mugroso Príncipe… se la pasa escribiendo en sus apuntes el nombre de Diana Donnelly, ¿acaso lo hechizó?

Al mismo tiempo, en el Palacio

Un furioso William desquita todo su coraje con los equipos de entrenamiento… no hay muñeco que haya quedado en pie… el joven ha descargado parte de su coraje en cada golpe y no sabe tampoco por qué está tan molesto… es más, volvió a olvidarse que Susana lo esperaba en la biblioteca… ¿cómo pudo hacerle eso?

Estaba en eso cuando le avisaron que su madre lo busca para hablar muy seriamente con él.

Isabel de Ares: Qué ocurre hijo, me comentaron que regresaste muy molesto del colegio… ¿te pasó algo malo?