Catalina Miranda es una joven deslumbrante que persigue con fervor sus sueños, a pesar de las adversidades que la rodean. Su familia no cuenta con grandes recursos económicos ni ocupa un alto estrato social, pero cada día luchan con valentía para salir adelante. Para Catalina, su madre y su hermana menor son el centro de su mundo; sueña con conseguir un buen trabajo que les brinde la vida digna que merecen, convirtiéndolas en verdaderas reinas.
Catalina es una soñadora incansable, siempre dispuesta a extender su mano a quienes la rodean. Sin embargo, su vida da un giro inesperado en una oscura noche. Al escuchar murmullos inquietantes provenientes de las afueras de su hogar, se siente atraída por la multitud de vecinos congregados. Con el corazón en un puño y temiendo lo peor, se acerca lentamente, solo para encontrarse con una escena desgarradora que cambiará su vida para siempre.
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Capítulo XV Una Lombardo
Punto de vista de Catalina
La abuela de Gabriel se había ido, era una señora bastante amable. Nada que ver con mi adorada suegra.
Iraida me transmitía una sensación extraña, era como si la conociera de toda la vida. A lo mejor era porque me trató como a una persona en vez de como una intrusa. Tampoco puedo negar que Gabriel se veía guapo en su traje casual, ese hombre me encanta, pero sé que para él solo soy una obsesión y que cuando se le pase todo terminara, es por eso que no puedo permitir que mis sentimientos me nublen la visión, aunque tampoco voy a desaprovechar la oportunidad de sentir su cuerpo y disfrutar mientras esto dure. Además, necesito encontrar a los responsables de la muerte de mi familia, ese es mi norte y no pienso desviarme de él.
"Estás muy pensativa esta noche", la voz de Gabriel me saco de mi ensimismamiento haciéndome volver a la realidad.
"¿Ahora no puedo pensar?", pregunté con arrogancia.
"Esa nueva actitud tuya me tiene interesado, haces que me encienda como nunca nadie lo había logrado antes", Gabriel se acercó a mí haciendo que me pusiera de pie, me pego a su cuerpo, el aroma a menta que salía de su boca era embriagador, quería besarlo y desatar todo esto que sentía por él.
"No te entiendo, esta es la que siempre he sido", respondí con indiferencia.
"Sabes a lo que me refiero", sin dar mayor explicación beso mis labios con intensidad, trate de oponerme, pero mi cuerpo me traiciono, reaccionando a sus caricias de manera desenfrenada. Esa noche le dimos riendas sueltas a la pasión.
Nos quedamos dormidos abrazados. Era un poco más de media noche cuando me desperté, mire al hombre a mi lado y me parecía tan guapo, tan varonil. En ese estado no parecía tan peligroso como realmente era.
Con cuidado me levanté de la cama y me puse su camisa, quería poder sentir su aroma en mí. Me senté frente al gran ventanal y me quedé mirando la hermosa luna. Esa noche brillaba con intensidad era como si quisiera consolar mi corazón.
"¿Qué haces ahí?, ven vuelve a la cama", Gabriel me miraba fijamente; si tan solo me quisiera un poquito, pensé. Volví a la cama sin discutir, Gabriel me tomó entre sus brazos besando mi cabeza. "Me gustaría que esto funcionara y no solo fuera un contrato para ti".
Pensé que estaba soñando, realmente Gabriel quería que esto fuera real. No pude evitar voltear a verlo algo confundida. "¿De qué hablas?", pregunté inmediatamente.
"Lo que escuchaste, quiero ganarme tu corazón y que me permitas hacerte la mujer más feliz del mundo".
"¿Estás hablando enserió?", pregunté aun creyendo que todo era un sueño.
"Nunca había hablado más enserió en mi vida, quédate a mi lado y juntos construyamos un gran imperio, uno en el que nadie nos pueda lastimar", Gabriel hablaba con determinación llenándome de esperanza.
"Confiaré en ti, solo espero no me lastimes", sellamos esta nueva etapa de nuestras vidas con un beso, que nos llevó a hacer nuevamente el amor...
El día de la boda al fin llego, no podía negar que estaba nerviosa, sentía mariposa en el estómago y mis manos no dejaban de sudar, la estilista había ido a ayudarme con maquillaje y peinado, al terminar me mire al espejo sin reconocer a la mujer frente a él. Mi cabello estaba suelto cayendo sobre mi espalda en ondas, el maquillaje era natural resaltando mis ojos, a decir verdad me veía hermosa. Con ayuda de la estilista me puse mi vestido de novia, este era blanco ceñido a mi figura, dándome un toque elegante y sofisticado, tenía sentimientos encontrados, sentía miedo de esta nueva vida, pero al mismo tiempo estaba emocionada por este paso que cambiaría mi vida más de lo que ya lo había hecho.
La hora de ir a la iglesia había llegado, fuera de la casa me esperaba una limusina blanca, era perfecta, al salir de la propiedad noté que a mi alrededor había varios carros rodeando el vehículo donde yo iba, esta seria mi vida de ahora en adelante; siempre rodeada de seguridad.
Al llegar a la iglesia un grupo de hombres se apostaron fuera la limusina. Baje con seguridad, camine con firmeza a la entrada y espere la señal para empezar a caminar por el pasillo que me llevaría al altar.
"Señora, es hora de su entrada", informó Samuel quien era mi guardia de seguridad principal.
"Gracias Samuel", camine por el pasillo con muchas dudas, parecía extraño. Pero cuando llegue a este lugar estaba segura de este paso; sin embargo, cuando empece a avanzar por el pasillo el miedo me inundó. Tenía ganas de salir corriendo, de no mirar atrás, de escapar a esta vida de peligro en el que me estaba sumergiendo.
Seguía caminando con inseguridad, hasta que me encontré con los ojos negros de Gabriel, esos ojos que me llevaban a una dimensión desconocida, pero que me gustaba, esos ojos que transmitían terror, pero que a mí me transmitían deseo, pasión y algo más que aún no lograba descifrar.
Con mis ojos puestos en los de él camine con seguridad hasta donde él estaba.
"Estás hermosa", dijo tomando mi mano.
"También estás muy guapo", respondí con una sonrisa.
El sacerdote empezó la ceremonia, fue muy emotiva y tocó fibras sensibles en mí, ya que hablo de la importancia de la familia haciéndome recordar a mi madre y lo feliz que me hubiera hecho que ella estuviera aquí conmigo en este momento.
Al terminar la ceremonia Gabriel tomó mi mano y nos dispusimos a recibir las felicitaciones de los invitados, todos eran conocidos de Gabriel, yo no tenía amigos ni familia así que no tenía a nadie a quien invitar. La abuela fue la primera en acercarse a nosotros, su sonrisa era genuina y su felicitaciones también, después se acercó el papá de Gabriel quien también se veía feliz por nosotros y por último mi adorada suegra, la vieja era una bruja que me miraba con odio, pero a mi me daba igual ella, pues había dado un gran paso y ahora era una Lombardo.