"El precio del poder" es una historia de poder, ambición y deseo en un mundo donde la lealtad familiar y la estrategia son las reglas de juego. Lucía Álvarez, heredera de uno de los clanes más poderosos del país, y Iris Espinosa, la hija de un despiadado líder mafioso, son obligadas a unirse en un matrimonio arreglado. Ambas, atrapadas entre sus propios sueños y los oscuros intereses de sus familias, deben navegar un mundo peligroso lleno de intrigas, sacrificios y traiciones.
A lo largo de esta apasionante novela, las protagonistas luchan por encontrar su lugar en un mundo que las quiere como piezas en un tablero de ajedrez, pero ambas tienen planes propios. En el proceso, descubrirán que el amor no siempre es blanco o negro, y que el precio que deben pagar por el poder puede ser mucho más alto de lo que imaginaban.
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Bajo vigilancia
Capítulo 15: Bajo vigilancia
Lucía
La luz blanca del hospital le dolía a los ojos. Habían pasado siete días desde que la herida se abrió, y la recuperación era lenta, pero al menos estaba viva. Gael había sido claro al insistir que no debía moverse mucho, pero Lucía sabía que no podía esperar más tiempo.
Se encontraba en la cama, con la herida ya cosida, pero su mente no descansaba. Sabía que el tiempo apremiaba, que el traidor dentro de su círculo estaba más cerca de ser descubierto. Quería salir de allí, pero su cuerpo aún no lo permitía.
Gael entró al cuarto con la mirada seria, cargando un paquete de vendajes nuevos.
—Lucía, déjame ver cómo va todo. —Se acercó a su cama y la examinó con detenimiento—. La herida está bien, pero todavía te falta mucho para estar completamente recuperada. No hagas movimientos bruscos.
Lucía frunció el ceño. Había pasado una semana, y aún se sentía atrapada en ese hospital.
—Voy a caminar. No puedo quedarme aquí más tiempo. —Lo dijo con firmeza, pero sabía que no estaba en condiciones de hacerlo.
—Puedes caminar, pero no te arriesgues. Aún necesitas estar bajo observación, y no vas a salir de aquí hasta que no estés completamente recuperada. —Gael la miró de manera desafiante—. Te lo repito, nada de movimientos bruscos, ¿entendido?
Lucía asintió, pero su mente ya estaba en otra parte, buscando soluciones, buscando a los responsables. Sabía que la investigación debía continuar, y que no podía seguir esperando en un hospital mientras el traidor seguía haciendo su trabajo.
Iris
Iris, por su parte, no había descansado en toda la semana. Estaba tan centrada en la investigación como en el bienestar de Lucía. Sabía que el tiempo también apremiaba para ellas. La situación estaba empeorando rápidamente, y tenían que encontrar respuestas.
Esa mañana, mientras Lucía comenzaba a levantarse de la cama con dificultad, Iris se acercó a ella, mirando con atención cada movimiento. Sabía que Lucía no estaba completamente recuperada, pero también sabía que su determinación no se dejaría frenar por una simple herida.
—¿Te sientes bien? —Iris preguntó con una ligera preocupación en la voz.
Lucía asintió, aunque claramente estaba experimentando dolor al moverse.
—Estoy bien. No puedo quedarme aquí más tiempo. Mi familia está en peligro, y no voy a permitir que esto quede sin respuesta. —Su voz sonaba fuerte, decidida.
Iris observó a Lucía mientras se apoyaba en el bastón que había traído de la sala de terapia. Aunque Lucía aún se tambaleaba, su mirada era clara: no se rendiría.
—Lo sé, pero todavía no estás al cien por ciento. —Iris levantó una ceja, con un leve tono de advertencia.
Lucía la miró directamente a los ojos.
—No tengo tiempo para esperar, Iris. Esos hombres están dentro de mi círculo, y el traidor está muy cerca. Necesito respuestas.
Investigación en curso
Lucía y Iris comenzaron a revisar los documentos y los registros de los últimos días. El hospital estaba desprovisto de muchas distracciones, y mientras Lucía se mantenía bajo vigilancia médica, Iris seguía con la investigación. La información que tenían era escasa, pero algo no cuadraba.
—Aquí está. —Iris mostró un archivo a Lucía, donde algunos de los pagos registrados parecían haber sido desviados a cuentas que nadie había autorizado. Los números conectaban con personas cercanas, de alto nivel en la organización Álvarez.
—¿Cómo es esto posible? —Lucía preguntó, con furia contenida. —Este archivo... No puede ser. Hay algo más detrás de todo esto.
El acercamiento
La tensión aumentaba con cada día que pasaba, y la ansiedad no les dejaba pensar con claridad. Mientras Lucía e Iris discutían cada detalle, lo que parecía un misterio simple se volvía cada vez más complicado. Lucía sentía que no estaban mirando en el lugar correcto.
Una tarde, mientras revisaban más documentos, Lucía levantó la mirada y miró a Iris con una expresión sombría.
—He estado revisando las cuentas de mis hombres. No hay coincidencias claras con los Chagoya. Pero sí con los Espinosa. —Lucía dejó el teléfono sobre la mesa y la miró fijamente a los ojos de Iris—. Este podría ser el enlace que necesitamos.
Iris se tensó ante las palabras de Lucía. Un nudo se formó en su estómago.
—¿Estás diciendo que alguien dentro de tu propio clan está trabajando con ellos? —Iris preguntó, con la voz baja, como si temiera que la respuesta fuera la más devastadora de todas.
Lucía asintió lentamente, sin apartar la vista de ella.
—Lo que quiero decir es que si alguien dentro de los Álvarez está colaborando con los Espinosa, lo estamos buscando en el lugar equivocado.
El último hallazgo
El cansancio de la semana pasada había marcado su piel y su mente. Lucía e Iris no dejaban de estudiar los documentos y las pistas que encontraban. Algo no encajaba. A pesar de todo, no lograban ver la imagen completa.
De repente, Iris encontró algo que no podían ignorar: una cuenta offshore con pagos que coincidían exactamente con uno de los hombres más cercanos a Lucía, alguien que había sido de confianza en su círculo.
—Esto es... —Iris no pudo terminar la frase, su rostro se tornó serio—. Este pago... Es de alguien que no esperábamos.
—No puede ser. —Lucía se acercó rápidamente a la pantalla, sorprendida. Al leer los nombres, su expresión cambió por completo. —Ese hombre... Es imposible. Él nunca me fallaría.
Iris, con la mirada fija en la pantalla, también comprendió lo que esto significaba.
—Lo descubriremos pronto. —Iris respondió, con una mezcla de rabia y desesperación en la voz. Sabían que se acercaban a la verdad, pero también sabían que nadie podía confiar en nadie más.